Único.

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Y, entre la densa bruma repleta de recuerdos, regreso al trágico inicio de lo que pudo ser nuestro matrimonio.

Un pequeño error cometido por dos inocentes y precoces jóvenes, un pequeño error que se llevó los mejores años de nuestras vidas. O sólo de la tuya.

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Tus pequeñas manos recorriendo cada ínfimo rincón de mi cuerpo, el amargo olor a sexo que la habitación poseía, sabíamos que estaba mal, pero se sentía tan bien.

No habían palabras, ni siquiera sentías nada por mi, y aunque yo sintiera todo por ti, sólo éramos dos amigos, uno cargando con el amor no correspondido de toda la vida y el otro con una penuria amorosa. Me usabas, y estaba bien, se sentia bien, era lo único que alguien como yo podía esperar recibir de ti.

No esperábamos que un alguien como yo pudiera concebir, mucho menos que tuviera que ser tu el que me impregnara, no deseaba ser un Omega. No esperaba que me mordieras, y con ello crearas un lazo, algo que no querías y por lo que en su tiempo me odiaste.

Yo simplemente podía apartarme, irme lejos y ver a mi cachorro crecer, incluso podías romper el lazo, yo ya tenía algo a que aferrarme, no era necesaria tu presencia, estaba acostumbrado a ser el segundo. No quería nada de ti.

Tus crueles palabras me habían dejado en claro que jamás me querrías, que lo hacías por culpa, yo lo entendía, por eso no pedía, no exigía nada.

De una manera u otra terminamos viviendo juntos, estábamos comprometidos y dentro de algunos meses, tal vez después de que naciera el bebé, nos casariamos. Nuestra relación se basaba en ignorarnos la mayor parte del tiempo, al principio trate de incluirte en la vida del pequeño, tú te negabas, así que sólo me cansé y deje de intentar. No te daba las fechas de citas para ver el avance en el bebé, no pedía nada, no era necesario.

Con el pasar de las semanas, meses, parecía que te acostumbraba a mi presencia, dejaste de ignorarme, creía que por fin habías entendido que el niño no tenía la culpa, incluso acudiste a una consulta, me sentía volar entre nubes. El padre de mi pequeño lo quería, vaya idiota que era.

Resultó que al Joven Jimin se le olvido que poseía un sueño ligero, y también olvido que cuando mientes, en algún momento las mentiras se tornan verdad.

Tu no me querías, tampoco lo hacías con el bebé. Sólo nos utilizaba para hacer sentir mal a aquella chica con la que salías antes de nuestra tragedia. Presumías de aquel que odiabas, te había escuchado, y con ello lo poco que habíamos construido cayó, cayó como lo hace una torre de cartas frente a un fuerte viento. Nunca debiste haberle hablado a aquel chico por teléfono sobre tu pequeña venganza hacia mi y hacia ella. Me habías envuelto en una dulce mentira.

Y entonces, aquello que sentía por ti, se redujo a aversión. Igualmente, dicen que el que ríe al último, ríe mejor.

¿sabes?, la mente humana puede ser tan creativa, yo no necesitaba asesinarte, ni siquiera necesita engañarte con otro, sólo tenía que hacerte caer en tu propio juego.

La primera etapa era hacer que realmente me quisieras, que consideraras al pequeño tu hijo, no fue difícil. Terminaste cayendo, amandome como yo hice en el pasado. Te enamoraste del vástago en mi vientre, verle crecer en los meses restantes creo un apego emocional entre los dos. Tu no podías esperar más para verle nacer.

La segunda era quitarte todo, sin advertencia, dejarte vacío como tu lo hiciste conmigo.

Había conseguido que una chica hablara contigo mientra estabas ebrio, inconscientemente rompiste el lazo que nos unía, sólo tuviste que negarlo y se fue.

El bebé nació mientras tu dormías en un callejón, nadie te aviso.

Para cuando despertaste y llegaste a casa, allí ya no había nada mío, enloqueciste e intentaste contactarme, más nadie te dio noticias de mi paradero, nadie creía cuando decías amarme, nadie creyo cuando decías no haberme engañado.

La tercera fase era mostrarte aquello que jamás podrías tener.

Un mes después, entre tus delirios llegó a tu casa un sobre, sobre que llevaba la foto de un pequeño niño de rechonchas mejillas, ojos rasgados, piel hermosamente pálida y cabello bellamente negro. Era nuestro niño, hijo que jamás conocería tu nombre, hijo que jamás podrías ver crecer.

Y la última fase era tirarte cuando creías que todo estaba bien.

Habías podido concretar un futuro, y aunque tu lobo te gritara diariamente lo tonto que eras, de alguna manera podías estar de pie y sonreír como si nada sucediera.

Un día, mientras caminabas por un pequeño parque chocaste con un lindo niño, tan lindo que no pudiste evitar verle más del tiempo necesario, te recordaba a aquel pequeño que solo habías visto mediante una vieja foto que se hallaba enmarcada, colocada frente a tu cama, el lugar donde podías verla al despertar y antes de dormir.

Y tras aquel pequeño venía un pequeño bebé, como de dos años, que corría con todo lo que sus rechonchas piernitas daban. Pero eso no fue lo que te sorprendió, sino el joven que venía con ellos, un chico de ojos rasgados, cabello intensamente negro, piel pálida y dulce olor de lirios.

Era aquel que era tu todo, era yo.

Me sonreiste, solo para borrar dicha sonrisa al ver a un chico tomarme de la cintura, cosa que sólo desencadenó tu más terrible presentimiento.

Yo estaba impregnado del perfecto olor a bosque, perteneciente a Jungkook, tu hermano, ya no era tuyo, y eso debió doler. Tu hijo llamaba padre a aquel que su tío era, y tu, tu sólo podía a vernos a lo lejos, añorando haber hecho las cosas mejor, así tal vez no tendrías que estar siendo sólo un espectador.

Jimin, tu me habías envuelto en una dulce mentira, fue un dulce inicio, con un amargo final sólo para ti.

Minnie, dime ¿cómo se siente ser el perdedor del juego diseñado por ti mismo?.

Felices recuerdos Jiminie, espero verte en nuestra boda, te encuentras cordialmente invitado a la ceremonia de unión de Park JungKook y Min Yoongi, pronto Park.

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Si, todo había sido un dulce inicio con un amargo final, y ya sabes para quien.


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De hecho no se que hice, así que no tiene forma, igual, tal vez alguien le entenderá, no sé. Fue algo que hice antes de dormir, así que no puedo ofrecer mucho.

Además de no estar corregido :v.

J'J.

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