Estaba soñando, sentía como mi subconsciente de apoderaba de mi mente dormida, y veía una silueta en el camino, un camino angosto y atrapante. Sentía en mi interior como si quisiera avisarme de algo, como si mi mente trabajara para mostrarme el futuro, un dolor en el alma se hacía presente en mi visión, una chica delgada y alta, morena con ojos negros, creo que la conocía pero no podía saberlo completamente, quería acércame a la chica, pero un puente oscuro se hizo presente en ese túnel y cruzarlo sería imposible para mi. No podía ni dar un paso sin tener que sentir como explotaba mi pecho de pulsaciones tan fuertes, pero no despertaba.

Me quedé observando a esa chica, comenzando a transformarse lentamente el escenario tetrico de un puente negro y lejano, a uno tétrico, roto y cercano. El camino era mucho más corto, pero contenía incluso clavos en sus maderas a la mitad.

Un temblor hizo estremecer mi cuerpo, una sensación de calidez me invadió por completo, logrando abrir mis ojos, encontrar la silueta de mi amada abrazándome como cada mañana, era reconfortante poder lograr despertar a su lado, creo que me salvó de tener que llorar de mis sueños.

—Eres mi salvadora bebé—. Le di un beso en la frente a mi amada dormida, cerrando lentamente los ojos, lleno de paz en el interior de nuevo e intentando conciliar el sueño pensando en sus cálidos labios.

Unos ojos cansados se abrían en la oscuridad de una habitación, con una carta firmada que tenia una R en uno de sus muebles.