5. Jackson Whittemore

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Decir que estaba harta era quedarse corto. Mackenzie no entendía porque el joven se comportaba así con ella ni porqué de pronto Erica Reyes e Isaac Lahey no le quitaban la vista de encima.

La joven apretó los dientes al sentir la mirada de Lahey sobre ella. Le dirigió un mirada fría, divirtiendo al joven y siguió su camino, sin mostrar que le importaba.

Abrió su taquilla y metió sus cosas. Estaba tan irritada que no se fio cuenta de que cerró la puerta con demasiado ahínco, causando un buen estruendo.

—No me gustaría ser esa puerta

Mackenzie puso los ojos en blanco al reconocer esa voz

—Qué quieres, Lahey?—gruñó

Se giró a mirarlo, frunciendo el ceño. Isaac la miraba divertido, con ambas manos metidas en su chaqueta de cuero.

La joven miró a ambos lados, buscando a Erica, pero no la vio por ningún lado. Sólo estaba Isaac, molestando.

—La pregunta sería, ¿qué es lo que no quiero?—murmuró el joven divertido

Mackenzie no fue consciente de a que se refería hasta que tuvo al joven a un paso de ella, con los brazos a los lados de su cabeza, aprisionandola contra las taquillas.

—Esto es invasión de la privacidad, Lahey—dijo entre dientes la joven

Eso pareció divertir aún más a Isaac, quien esbozó una sonrisa de lado.

—Igual que tu pequeña excursión a la mansión de los Hale, una propiedad privada—habló el chico, sorprendiéndola—El bosque tiene ojos, nena, aunque tú no los puedas ver

—Vuelve a llamarle nena y te parto la cara

Ambos giraron las cabezas hacia la izquierda, donde estaba Jackson con cara de pocos amigos. Isaac soltó un sonido parecido a una risa ahogada.

—Solo estamos hablando—dijo inocente Isaac

Jackson se acercó a ellos, cogió al joven por un brazo y lo alejó de Makenzie, quien los observaba aún con el ceño fruncido.

—Pues hazlo respetando su espacio—casi gruñó el joven Whittemore

Isaac puso los ojos en blanco, crispando los nervios de Jackson.

—Piérdete

El joven Lahey miró unos segundos a Mackenzie y luego a Jackson. Bufó, se deshizo del agarre del joven Whittemore, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero y se fue.

Jackson se acercó a Mackenzie, quien suspiró y luego abrazó al joven.

—Te dejo sola y se echan los lobos a ti—dijo divertido

La chica alzó la vista para mirarlo confundida

—¿Qué?

Jackson negó con la cabeza varias veces, besó la frente de la chica y apoyó su mejilla en ella.

—Nada, nada. Alucinaciones mías







PRÓXIMO SHOT: LYDIA MARTIN

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