~Capítulo 6~

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No supo que se había quedado dormida hasta que una caída le hizo volver a la realidad. No sabía dónde estaba. Alguien la abrazaba, pero no podía razonar con claridad.

—Persephone —la llamó una voz. Estaba cerca, podía oírla con claridad—. Persephone. Vamos despierta. Persephone. Vamos, Persephone.

Y con toda la fuerza que le quedaba, Persephone abrió los ojos.

La luz la golpeó con toda su brillantez. No era al blanco impoluto que antes quemaba sus ojos.

—Se está despertando —dijo la voz. Era Barnaby. Barnaby Lee la tenía en brazos.

—Diggory no responde —respondió una segunda voz. Maya Gardener—. Tenemos que ir a la enfermería. Rápido.

Oyó pasos apurados a su alrededor.

—Ahora voy a levantarte, Pers, no te asustes ni hagas movimientos bruscos, ¿vale? —Barnaby sonrió—. A la de uno, dos y...

Se elevó. Más personas aparecieron en su campo de visión. Maya, Badeea, Mérula, una chica de pelo rosa, Ben... Todos miembros del Círculo de Khanna.

«Están bien, ellos están bien. Maya ha ganado», pensó Persephone.

⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

Apenas tuvo consciencia durante el camino a la enfermería. De repente, Persephone se encontró tumbada en una camilla.

—Primero deben de entrar en calor —dijo alguien que, supuso, debía de ser la enfermera del colegio.

Persephone casi se había olvidado del frío que sentía hasta que sintió otra vez el calor. En la habitación blanca hacía tanto frío que casi se le habían congelado los huesos.

—¿Me oyes, querida? —preguntó una voz al lado suya.

Persephone asintió con dificultad. Alguien intentó abrirle los ojos. Se encontró con la enfermera, quien le inspecciona su pupila con la luz de su varita.

—Responde bien —dijo la enfermera—. Maya, ya sabes qué hacer. Voy a ver a la otros.

Maya murmuró un conjuro sanador. Una ola de tranquilidad se extendió por el cuerpo de Persephone. En ruido de su interior dejó pasar a una calma silenciosa y relajante.

—Duerme, Pers —dijo Maya—... Todo ha terminado.

Pero Persephone sintió que esas palabras no eran para ella. Hablaba con el recuerdo de su amiga, de Rowan Khanna.


⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

Volvió a despertar en la enfermería. No oía nada a su alrededor. Ya no tenía frío y su cuerpo seguía en calma.

—Pers —la llamó Anastasia a su derecha.

Persephone giró la cabeza. Anastasia estaba en la camilla de al lado.

—¿Estás bien? —le preguntó Anastasia.

—Sí, ¿y tú?

—También. A Cedric ya le han dejado salir, por si lo buscas. La señorita Pomfrey todavía está sorprendida. Dice que era el peor de los tres.

Ellas dos todavía estuvieron un día y medio en la enfermería, hasta que Pomfrey consideró que podían volver a sus habitaciones.

Cedric fue a verlas junto con sus amigos del Círculo de Khanna. La señorita Pomfrey tenía que espantarlos con todo tipo de amenazas para que dejaran reposar a las chicas. Los profesores también iban, sobretodo las jefas de sus Casas y el profesor Dumbledore.

Pasado un día, la familia de ambas también fue a verlas, aunque no coincidieron.

Primero llegaron los padres de Persephone. Su madre la abrazó hasta que le dolió, mientras su padre murmuraba algo sobre informar al consejo estudiantil. Les había dado un susto de muerte, y Draco había llorado todo el día cuando se enteró

—Pero no fue tu culpa, tesoro —la consoló su madre mientras alisaba su cabello—. No podías saber qué esa... esa delincuente hasta en la escuela. No fue tu culpa, estabas solas.

Persephone intercambio una mirada cómplice con Anastasia. Los profesores no se habían chivado al parecer.

Persephone sentía vergüenza de todas las atenciones que le daban sus padres con Anastasia allí, sola, sin ningún familiar.

—Mamá, papá, todavía no le habéis dicho nada a Anastasia. Ella es mi amiga —respondió Persephone—. Estaba con mis amigos, Cedric y Anastasia. Todavía no le habéis dicho nada a Anastasia.

Anastasia no dijo nada.

Cuando se fueron sus padres, llegaron los familiares de Anastasia: su abuela, si tío abuelo y su hermano pequeño.

Anastasia también le presentó como su amiga a su familia. La abuela la invitó a pasar un día en su casa durante las vacaciones de Navidad. Persephone dijo que sí, aunque primero debía hablar con sus padres.

Al final del día, las dos estaban demasiado cansadas como para hablar.

⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

—Creo que las profesoras Sprout y McGonagall os han informado sobre el motivo de esta visita —comenzó el profesor Dumbledore. Las dos profesoras estaba también allí, de pie a su lado—. Corregidme si me equivoco.

Los tres sabían porqué estaban en el despacho del director, y temían cómo saldrían de allí.

—He de informaros de que la señorita Rakepick ha sido apresada y está en espera de juicio por sus crímenes —continuó el director—. Muchos de vuestros conocidos, tales como los prefectos Gardener, Lee, Ali y Weasley, ya han dado su versión sobre la sucedido.

»El Departamento de Aurores desea saber, como parte de las víctimas, vuestro relato sobre el incidente. No seréis obligados a declarar, aunque la petición ha sido comunicada a vuestros respectivos tutores legales. Respecto a vuestros exámenes de Navidad...

—Espere —interrumpió Cedric–, ¿no va a castigarnos?

—¿Por qué debería hacerlo, señor Diggory? —Los ojos del director Dumbledore se veían brillantes tras los cristales de sus gafas—. Los tres habéis sido víctimas de una terrible accidente. ¿O hay algo que nos están ocultando?

»La señorita Maya Gardener ha hablado con el equipo directivo, y si bien admite que los tres pasabais tiempo con ella y sus amigos estudiando y en los Clubs, nos ha dicho que nunca os puso en nada relacionado con su cruzada personal contra Rakepick y la Bóvedas Malditas. ¿Alguno de ustedes desea ser castigado solo por ser amigo del grupo de la señorita Gardener?

Los tres negaron con la cabeza.

El profesor les dejó volver marcharse.

—Unos diamantes en bruto —dijo el director mientras se iban—. Qué muchachos más prometedores.

⎯⎯ 🌻⎯⎯ 

—Quería traeros aquí antes mi graduación, y este parece un buen momento. —Maya y Barnaby caminaban delante de ellos. No habían querido decirles adónde iban—. No mucha gente va por allí, y es un lugar especial para mí que quería que conocierais.

Era el última día de clases antes de las vacaciones de Navidad. El Trío de Diamante (así se llamaban así mismos en broma tras las palabras del director) no había tardado en recuperar las clases que se habían perdido. Eran algo así como una especie de héroes de la escuela a pesar de que no habían hecho nada más que salir heridos. Los tres sabían que su popularidad se terminaría más pronto que tarde, seguramente con el primer partido de Quidditch después de las vacaciones.

Sus notas hasta el momento había sido excelentes y los profesores no tenían queja de eso.

—¿Vendrás al final durante las vacaciones? —le preguntó Anastasia a Maya durante una comida—. Recuerda que mi abuela te ha invitado. Y da miedo cuando se enfada.

—¿Vais a quedar sin mí? —preguntó Cedric—. Voy a entristecerme. Y mucho.

—Quedemos todos en vernos durante las vacaciones —dijo Persephone, riendo—. Promesa de tres.

El Trío de Diamante pasaba la mayor parte del tiempo junto. Comían juntos siempre que podían, estudiaban en grupo, iban a los partidos de Quidditch... Inseparables como si se conociesen de toda la vida y no desde el inicio del curso.

Anastasia y Cedric habían apoyado a Persephone cuando esa misma mañana tomó la decisión más difícil y valiente de su vida: le pidió perdón a Emily por llamarla Sangre Sucia delante de todos lo que desayunaban.

Emily había aceptado sus disculpas, y la carga invisible del pecho de Persephone desapareció.

—Ya hemos llegado —anuncio Maya.

Una lápida solitaria cerca del Lago Negro. Dos fechas y una inscripción:

Rowan Khanna
Hija, hermana, amiga, leal
Murió defendiendo a sus amigos

—Esta no es su tumba, en realidad la enterraron en la granja de árboles de su familia —explicó Maya—. La hice yo con permiso de Dumbledore. Rowan amaba este sitio. Ella amaba todo Hogwarts, quería ser la profesora más joven de la historia de la escuela...

Maya comenzó a gimotear, a lo que Barnaby colocó una mano en su hombro con cariño.

—Os he traído aquí para pediros algo —dijo Maya—. Valorad a vuestros amigos, nunca os olvidéis de ellos. Yo nunca me olvidaré de Rowan. Nunca. —Se limpió las lágrimas con la manga—. Nunca lo olvidéis.

Los tres se miraron antes de abrazar a Maya.

—No lo haremos —dijeron los tres—. Lo juramos por la memoria de Rowan.

Pequeño regalo de Reyes para acabar el primer acto.

¿Qué os ha parecido?

¡Gracias por leer!

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