Epílogo

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Varios miles de años después.

Aquella mujer joven no sabía porque tenía aquellos sueños. Recién se había graduado de la universidad y estaba en la dicotomía de que carrera elegir. Sin embargo, en medio de todas las opciones y su viaje por todas ellas, había algo que rompía su vida normal: un sueño del pasado.

Oh, no de SU pasado, sino DEL pasado. Ella soñaba que un hombre de cabello y ojos negros, junto a otro de ojos verdes, le decían a una bebé de ojos negros y cabello negro también, pero que tenía una nariz parecida a la del hombre de ojos verdes, que la amaban mucho, que fuera feliz, a donde sea que terminara.

Luego ese sueño se desdibujaba y ahora veía a una niña de unos 8 años, aprendiendo a cocinar un platillo lleno de ingredientes frescos, y con un sabor a picante y dulce muy inusual pero sabroso. Lo comían junto a algo parecido al pan matzá que los judíos insistían en conservar a pesar de las mejoras en alimentos, pero mucho más delgado. Olía extrañamente apetitoso y la mujer ansiaba probar aquel extraño manjar.

La escena volvía a desdibujarse y ahora veía al mismo hombre de ojos negros del principio, pero no se veía al de ojos verdes. Aun así, este hombre estaba rodeado de una familia de piel canela y ojos negros y cafés. La jovencita, que ahora parecía tener unos 16 o 17 años, le llamaba tío Sev y le servía otro extraño platillo, este de color verde con carne de cerdo bien cocida y más de ese extraño pan en una cesta.

Las escenas del sueño siempre eran así, y conforme avanzaba el sueño, algo de esas recetas que luego hacían, se quedaba en el inconsciente de la mujer. Grababa sus sueños en la memoria de la nave y luego los analizaba. Aún faltaban unos años para que la nave donde viajaba arribara al planeta que llamarían hogar, pero algo en estos sueños le indicaba que ahí, entre ellos, estaba su futuro.

Cuando tocaron tierra, años después y con esta mujer convertida en Guardián de la Información, la joven mujer entendió el porqué de sus sueños. Este planeta estaba rebosante de vida y era muy similar a la que había en sus sueños, excepto que no había humanos. Había cerdos, algo parecido a bueyes pero más primitivos porque estos tenían cuernos, no como las vacas modernas que ya no los tenían y pollos. Verduras, frutas y varios tubérculos también pululaban por el lugar.

Cuando la mujer intento replicar una de las recetas que soñó, obtuvo una señal de aprobación del resto de la tripulación. Fue aprobado aún más luego de comerlo y decirle que había encontrado algo muy especial.

Ella no podía saber que sus ancestros, tanto aquellos magos que iniciaron su familia, como la familia que la crio, le habían enviado sus conocimientos de cocina a través de los sueños, para que el antiguo conocimiento, que muchos creían perdido, volviera a la vida en esta nueva tierra. La cocina había renacido para la humanidad.

La causa de esto, por supuesto, era Sueño.

Sueño le debía un favor a Harry y tanto Harry como Severus estaban por celebrar su aniversario número 3000. Así que ambos hombres y la familia adoptiva de su hija, le habían pedido este favor como regalo de aniversario. El siguiente siglo nacería por fin el sucesor de Harry y estaban preparándose para su retiro.

Severus tuvo que adaptar su "uniforme" conforme avanzo la civilización y mientras su traje de Charro le sirvió durante al menos otros dos siglos, para cuando llego el tercer siglo de trabajo, su traje tuvo que cambiar. Paso a usar un traje enterizo como astronauta, látex, la guadaña y la capa tuvieron un repunte, luego otra vez el traje de charro pero con botonadura de plata, luego el traje de charro pero en tela spandex, un disfraz de doctor de la plaga con guadaña y así hasta que llegó el traje actual todo en negro y muy similar a aquella vieja película de Star Wars.

Por alguna razón Harry se reía cuando Sueño le mencionaba esto, diciendo que era totalmente cierto que se parecía a uno de esos personajes en específico. Si no fuera porque no tenía casco... en fin.

Sueño iba atrasado a la fiesta y nadie cocinaba mejor que Doña Valeria y Severus cuando había algo que celebrar, así que apuro su última tarea para ir a comer un poco de mole y esos dulces de coco horneado.

El inframundo era lo mejor cuando esos dos celebraban su aniversario de unión e incluso Dionisio, quién aún no había encontrado a su sucesor, tuvo que inclinarse ante la grandeza de sus fiestas. Eso y asistir a ellas cada año, trayendo consigo sus mejores barriles de destilados.

Antes de partir al Palacio de Muerte, Sueño envió una última visión a la mujer que era la muchas veces nieta de ambos hombres: un altar de 7 niveles, lleno de velas, flores, fotos, adornos de papel picado, objetos varios y comida, que parecía vibrar de vida pero recordando a los muertos.

Cuando Sueño salió de su psique, la mujer despertó con un ánimo que casi quemaba, dispuesta a averiguar qué era esa cosa tan... maravillosa que acababa de soñar. Ellos como sociedad casi no recordaban a sus muertos, pero esto... esta conmemoración era algo fantástico, algo que debía ser compartido.

Así, la mujer se vistió con sus ropas habituales apenas se terminó de preparar, dispuesta a llegar al fondo de aquello que soñó, buscando en todos los archivos que tenían de la humanidad y empezando una investigación que a la postre, traería más del pasado a su tiempo.

El Día de Muertos había renacido en un nuevo mundo.

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