Capitulo 7

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

En el túnel donde yacía el nido de la boa, los tres estaban pálidos, pues la serpiente se alzaba ante ellos, con la peliverde temblando mientras la olfateaba, como si fuera un perro rastreando una presa. La joven comenzó a girarse para encarar a la temible criatura.

Dallas y Kazuya tenían sus armas preparadas, alertas ante cualquier eventualidad, pues ya conocían la ferocidad de semejante bestia. La serpiente se aproximaba lentamente, sacando su lengua de manera intimidante, acorralando a la peliverde que retrocedía, sosteniendo en su mano el huevo de la serpiente.

Kazuya: Por favor, mi amor, solo deja el huevo donde lo encontraste — rogaba nervioso, pues sabía que mantener el huevo en la mano solo traería tragedia. Simultáneamente, apuntaba con su lanzallamas.

 La chica peliverde, asustada, continuaba retrocediendo mientras la boa solamente rugía, lo que provocó que tropezara y dejara caer el huevo.

Kazuya: ¡Candelaaa! — gritó angustiado.

El huevo de boa caía en cámara lenta, hasta que finalmente se rompió, causando un sobresalto en la peliverde, quien pensó que su destino estaba sellado.

Esto enfureció a la boa, quien se abalanzó sobre ella, enrollándola en su letal abrazo.

Kazuya: ¡Candelaaa! — volvió a gritar, atacando con su lanzallamas para intentar quemar a la serpiente y liberar a su amada.

En los niveles superiores, cuatro personas corrían buscando la cámara para llegar al túnel de permutación térmica, pero de repente, escucharon rugidos y gritos.

Washington: ¿Escucharon eso? — detuvo a su grupo.

Tera: Sí, proviene del piso de abajo. ¿Quién estará en problemas? — preguntó preocupada.

George: Podrían ser algunos de nuestros compañeros, debemos ayudarles — dijo mientras se volteaba, pero Washington lo detuvo agarrándolo del brazo.

Washington: Olvídalo, nos queda poco tiempo para preocuparnos por ellos. Ya sabrán cómo arreglárselas.

George: ¡Es en serio! ¿Acaso no somos compañeros y hermanos? — exclamó con enojo, apuntándole con su arma.

En el túnel helado, la tensión se hacía palpable entre los miembros del grupo.

Tera: Si te quieres quedar aquí ayudando, hazlo. Nosotros nos largaremos de esta jaula helada, contigo o sin ti.

Tumba moviendo las manos: No tiene sentido ir a ayudarlos, esa cosa los matará. Vamos a llegar a esa cámara y salir de aquí.

Los tres corrieron de nuevo, alumbrándose. El pelinegro quedó pensando por un momento y luego siguió a sus últimos camaradas.

De vuelta en el nido, Kazuya apretaba el lanzallamas contra la serpiente, gritando de rabia.

Kazuya: ¡Aaarghhhhhh! ¡Muere, maldita asesina!

El reptil, incapaz de soportar más el calor, le dio un golpe, arrojándolo contra unos tubos de gas y haciéndole un corte en la frente.

Mientras tanto, la peliverde, atrapada en la mortífera presa de la boa, sufría terriblemente con sus huesos y órganos quebrándose lentamente.

Kazuya: Tranquila, nena, yo te voy a salvar. — Dejó el lanzallamas y corrió a buscar su rifle. 

Por otro lado, Dallas disparaba al monstruo tratando de que soltara a su compañera, pero la boa estaba cada vez más furiosa y ejercía más presión.

El pelinaranja, nervioso y asustado, ponía las balas en su rifle, escuchando los espeluznantes sonidos de los huesos de su amada rompiéndose. Con el corazón a mil, no quería perder a la única mujer que lo comprendió.

Mientras tanto, el chico musculoso seguía disparando al reptil, enfureciéndola aún más. La boa lanzó un golpe de cola, pero el chico logró esquivarlo y respondió disparándole cerca de su hocico, lo que hizo que rugiera de dolor.

Cuando Kazuya puso la última bala y recargó su rifle, ya era demasiado tarde. La serpiente había acabado con la vida de Candela. Ella susurró con su último aliento y agachó la cabeza, señal de que había fallecido.

El chico estaba al borde de las lágrimas mientras bajaba el rifle. No podía creer que ella hubiera muerto, pero se secó las lágrimas y volvió a apuntar, mientras su compañero se había quedado sin balas y la serpiente soltaba el cuerpo sin vida de su compañera de la Orden.

Un grave error del chico musculoso, que se distrajo, permitió que la serpiente se abalanzara sobre él. No tuvo tiempo de reaccionar, y la boa se lo tragó hasta la mitad, dejando el arma y su parte inferior en el suelo. 

Al ver esa oportunidad, el pelinaranja le disparó al cuerpo de la serpiente, hiriéndola y haciendo que gritara de dolor. Con su rifle apuntándola, ella se retiró mientras rugía, recargando su arma y expulsando un casquillo.

Mientras prestaba atención a la serpiente herida, miró el cuerpo de su amada tirado y sin vida, y comenzó a llorar. A pesar del poco tiempo que tuvieron juntos, él realmente la quería. No podía creer que la vida fuera tan injusta, ¿qué había hecho mal para merecer esta tragedia?

Kazuya: Vengaré tu muerte, Candela—san. Cazaré a esa maldita escurridiza. — Cerró los ojos de su amada y le dio un beso en la frente. El pelinaranja recogió su rifle y corrió, viendo el reloj que mostraba que quedaban apenas 30 minutos para salir de allí.

En el túnel de permutación térmica, después de haber pasado el puente que conectaba las cámaras, llegaron al túnel, pero vieron un arma, lo que significaba que alguien había estado allí y había salido. 

El paleontólogo comenzó a subir la escalera, seguido por la rubia irlandesa. Estaban a unos metros de la libertad, pero el frío era tremendo. Llegaron a unos escalones y vieron un hoyo en la pared de hielo.

Robert: Argh, mi espalda. — Cayó en el hielo, sacó una linterna y alumbró. — Ven, Patricia. — Agarró la mano de la pelirubia.

Patricia: Jejejejejejeje, por fin, la libertad. Estamos cerca. — Su sonrisa creció, pensando que finalmente estaría libre de esa prisión, pero sin darse cuenta, la boa que había atacado al equipo de Kazuya los siguió en silencio y se adentró al túnel de permutación térmica para evitar que escaparan.

Robert y Patricia no se percataron de su enemigo silencioso, y mientras la irlandesa estaba más cerca, la boa se lanzó contra ella.

Patricia: ¡Arghhhhhhhh! — Gritó mientras era mordida en la pierna.

El paleontólogo se dio vuelta y presenció una horrible escena: la boa estaba tragándose lentamente a Patricia.

Patricia: ¡Nooo, noooo, Robert, ayúdame! ¡No quiero morir! — Gritaba, sacudiéndose, pero era inútil.

Robert: ¡Dame la mano, Patricia! — Intentó agarrarla, pero ella se movía demasiado. — ¡Vamos, dame la mano!

Pero no había forma de salvarla, la serpiente seguía devorándola mientras ella suplicaba que no la dejara.

Patricia: ¡Arghhhhh! ¡Ayúdame, Robert, no me dejes morir! — Gritaba, desesperada, sintiendo cómo la serpiente la devoraba. — Por favor, no quiero ser comida para serpiente.

El paleontólogo sacó una pistola calibre 9 milímetros de su chompa y comenzó a disparar, pero las balas no le hacían nada a la boa. Solo podía presenciar cómo la serpiente la seguía devorando mientras ella gritaba pidiéndole ayuda. Hasta que al final, Patricia le dijo algo que lo dejó en shock.

Patricia: Por favor, Robert... entre lágrimas... máteme... máteme. — Gritaba, suplicante.

El paleontólogo estaba dubitativo, no quería que ella muriera, pero no podía salvarla. La parte inferior de Patricia ya había sido tragada, y ahora solo faltaba que la serpiente se la llevara por completo.

Robert: Perdóname, Patricia. — Disparó dos veces en su humanidad, y ella solo agachó la cabeza, viendo cómo el reptil la tragaba por completo y se iba. — ¡Maldición! Esto no tuvo que haber pasado. — Gritó, arrojando el arma que cayó al abismo.

La tragedia se cernía sobre ellos, y el dolor y la impotencia eran abrumadores mientras el tiempo avanzaba implacable hacia su destino final.

El doctor arrastrándose en el túnel, con la linterna como guía, finalmente pudo salir de la prisión. Sintió el viento helado y la nieve cayendo sobre él. Exhausto por el esfuerzo, cayó rendido en la nieve y se durmió.

Mientras tanto, en la cámara de permutación, los últimos sobrevivientes llegaron y solo les quedaba cruzar un puente que conectaba con un abismo y así llegar al túnel de salida hacia la libertad. Al alumbrar y apuntar hacia una figura que también los apuntaba, se dieron cuenta de que era Kazuya.

George/Washington/Tera/Tumba: ¡Kazuya! — Exclamaron sorprendidos al ver al chico cansado, sin su camisa de prisión y con una herida en la frente.

Kazuya: Sí, soy yo. Sin tiempo para sorpresas, hay que salir de aquí.

Washington: ¿Estás vivo? ¿Y qué pasó con los demás, con Candela y Dallas—Page?

Kazuya: Supongo que los demás murieron antes de llegar aquí. Descubrimos un nido de esa condenada serpiente y accidentalmente rompimos un huevo. Vi cómo ese reptil mató a Dallas—Page y a Candela.

Washington: — Enojado, le da un puñetazo al pelinaranja que no se lo esperaba — ¡Bastardo! ¿Sabes lo que has provocado?

Kazuya: — Sintiendo el golpe y sobándose — No, no lo sé. Pero estoy seguro de que te haré algo malo si no te quitas de mi camino, hijo de puta. — Lo agarra de la camiseta, pero enseguida siente un cañón de arma en la cabeza.

Tera: ¡Suelta a mi novio! — Decía enojada — He dicho que lo sueltes. — Observa que Washington lo suelta, y respira aliviada.

George: Chicos, no tiene sentido pelear entre nosotros. Es mejor irnos. Ya falta poco para el bombardeo.

Tumba: — Moviendo las manos — (Tiene razón, el tiempo se acorta. Vamos, hay que irnos).

Los cinco asintieron y caminaron directo hacia la cámara de permutación para cruzar el puente y encontrar el túnel hacia la tan ansiada libertad.

Mientras tanto, cerca de las costas de la Antártida, dos cazas F—25 se acercaban a una velocidad increíble. La orden del General Bradley fue clara: querían que esa prisión fuera arrasada antes del amanecer.

Piloto 1: Aquí Combo 2—8, estamos a 20 minutos de nuestro objetivo. Cambio.

Piloto 2: Sí, ya tenemos todo preparado. En 20 minutos, borraremos esa prisión del mapa, con quien sea que esté en ese lugar.

Los aviones pasaron de largo, acercándose a su destino. El tiempo se agotaba y la inminente destrucción de la prisión parecía ineludible. Los protagonistas debían apresurarse si querían escapar con vida.

En el puente, Washington, Tumba, George, Kazuya y Tera caminaban, y escucharon ruidos. Voltearon, pero no vieron nada, así que continuaron su camino. Los últimos metros del puente los llevarían al túnel, pero al acercarse, escucharon pequeños rugidos provenientes de la oscuridad profunda de un abismo cercano.

Tumba, en la retaguardia, se mantuvo alerta, y cuando escuchó pasos, apuntó con su arma y vio a un soldado por su vestimenta.

 Soldado desconocido: ¡No me dejen! — Gritó, asustando al grupo, que rápidamente apuntó con sus armas, mientras Washington protegía a su novia.

George: Hey, no es el Mayor Larsson. Pensé que había muerto.

Kazuya: Hay que ayudarlo. — Iba a ir, pero fue detenido por Washington.

Mayor Larsson: ¡No me dejen! — Repitió el Mayor, acercándose poco a poco.

La boa salió de la oscuridad, arrastrándose y se alzó, atrapando al militar entre sus fauces, quien solo pudo gritar.

El tumbas comenzó a disparar, pero las balas no le hacían nada al reptil. A una velocidad impresionante, la boa se llevó al militar a la oscuridad, mientras el chico seguía disparando con frustración.

Cuando dio media vuelta, la boa apareció nuevamente y se abalanzó sobre él.

 El puente no pudo soportar el peso adicional y se quebró, haciéndola caer, pero el pelinaranja se aferró al filo del puente.

Washington: ¡Tumba, agárrate! — Le extendió la mano.

Tera: Cariño, agárrate, ¡cuidado! — Agarró la camisa de su novio.

Tumba: (Por favor, no me dejen, que la boa no me atrape, sáquenme de aquí) — Agarrado del filo e intentando subir, pero no podía.

El pelinaranja disparaba al reptil, que solo gruñía y se sentía herido, pero seguía decidido a atacar. Kazuya instó a Washington y Tera a ayudar a Tumba a subir mientras recargaba su arma.

La boa, viendo que ya no había balas impactando su cuerpo, se lanzó al ataque y mordió al pelinaranja en la cintura por la espalda. Gritó de dolor y se soltó.

Washington: ¡No, no, no, Tumba! — Gritó el nombre de su amigo.

Tumba cayó al oscuro y profundo abismo junto con la serpiente, mientras se escuchaba un rugido de esta última. 

El shock fue abrumador para los dos pelinegros y para el pelinaranja. No podían creer que otro aliado hubiera muerto, pero tampoco podían ver al otro chico.

Kazuya: ¿Y el otro que estaba aquí? ¿Dónde está? ¡Maldito, te vas sin nosotros! — Decía enojado mientras recargaba su arma de nuevo.

Mientras tanto, Miller corría y subía las escaleras, y justo vio el túnel de permutación térmica, la salida esperada.

George: Je, tengo una carga de explosivos que le robé a los tontos chechenos. Pobre Sandy, no fue la única que jugó sucio. — Mientras hablaba, metía un teléfono móvil antiguo en un poco de plastilina y conectaba los cables.

Los otros venían corriendo, subiendo las escaleras, furiosos por sentirse abandonados.

Washington: Gracias por dejarnos ahí, hijo de perra. — Traía de la mano a su novia, mientras el pelinaranja lo seguía de cerca. — No cubriste nuestras espaldas y dejaste morir a Tumba.

George: Debes entender, me quedé sin munición. ¿Qué querías que hiciera? ¿Que esa cosa también me matara? — Respondía el castaño, tratando de justificar su acción.

El pelinegro no soportó la insolencia del castaño, quiso sacar un arma, pero el chico crespo fue más rápido y lo golpeó en la cara, haciéndolo caer al suelo.

George: Lo siento mucho, querido Washington, pero tu era se acabó. Además, esa boa me hará ganar mucho dinero. — Mirando a su antes líder — Por tu arrogancia y ambición de querer quitarle los poderes a Moonlight, nosotros acabamos aquí, por tu culpa. — Señalando al pelinegro, que se restregaba la cara por el dolor — Mis compañeros están muertos, y tú aquí, queriendo salir vivo. — Enojándose — Pero bueno, sacando un arma con tranquilizantes, te pondré de carnada para dormirla y venderla. Estoy seguro de que al Dr. Trenton le agrada la idea. 

Dándose la vuelta para continuar con lo que estaba haciendo, recibió un golpe de un fierro cortesía de una pelinegra que lo miraba con ira.

Tera: ¿Por qué? ¿Por qué, George? Siempre fuimos como hermanos. Tu odio es injustificado y absurdo.

George: Porque deben pagar sus pecados por su ideología y estupideces. Terminamos en esta jaula helada, además, no deben quedar testigos. Como dije, esa boa me hará ganar dinero y con eso podré vivir bien. — Respondió fríamente.

Tera: Eres un ser despreciable. — Gritó, amenazándolo con el fierro, pero él lo agarró y se lo quitó, dejándola sorprendida.

George: Lo siento, Tera, pero ustedes no me dejaron opciones. — Le dio una bofetada a la chica, haciéndola caer al suelo.

El chico se concentró en poner unos cuantos sedantes en su arma y luego la recargó. Se disponía a marcharse, pero...

El pelinegro lo agarró por la espalda y le dio un puñetazo, lanzándolo contra la pared, y comenzó a golpearlo.

Mientras eso sucedía, el pelinaranja ayudaba a la pelinegra a levantarse, pero su sorpresa creció cuando vieron que la boa se acercaba a ellos, expectante, observando la pelea entre Washington y George.

El chico retrocedió con la ex reina de la Orden mientras apuntaba, aunque la serpiente no les importaba, ya que estaba concentrada en esos dos.

El antiguo rey seguía golpeando al chico que alguna vez fue su amigo. Siguió dándole puñetes en la mejilla hasta que se cansó. Le agarró el brazo y le dio un cabezazo que lo aturdió, separándose.

Se cuadraron como si estuvieran en un ring de pelea, mientras caminaban el chico le dio un derechazo, que el otro lo esquivó agachándose, dándole un gancho izquierdo en la cara a su antiguo compañero.

El pelinegro no se rindió, dándole un derechazo y después un izquierdazo, sacándole sangre del labio y la nariz. Le dio dos más y un gancho, tirándolo al suelo.

El chico, al verse que le iban a golpear, sacó un arma calibre 9 milímetros, apuntando a su antiguo líder. Tera, al ver que su futuro esposo estaba en peligro, se soltó del pelinaranja y fue a ayudarlo.

Kazuya entró corriendo y cogió el detonador, apuntándolo al chico, haciendo que Miller se pusiera nervioso y los apuntara a los tres.

Washington: Detente, George, no cometas ninguna locura — amenazó con su arma.

George: Kazuya, suelta eso o explotaremos todos aquí — amenazó el chico.

Tera: No lo hagas hasta que él suelte su arma, si no lo haces, todos moriremos calcinados — dijo, amenazándolos.

George: Suelta eso, que no lo entiendes, si aprietas eso, moriremos todos — apuntando al chico naranja, pero él no tenía miedo.

Washington: Eres un marica, querías matarnos a todos y salir vivo, ¿ahora tienes miedo, maldito cobarde?

George: Está bien, me equivoqué, te prometo que no haré nada, pero dile a ese man que no presione el botón — dijo George, asustado, viendo que su plan se iba a la borda.

El pelinegro quedó asustado, ya que no sabía qué iba a pasar. Hasta que escucharon un ruido y, con la serpiente a toda velocidad, se fue contra él, enrollándolo con su cuerpo, mientras sentía que se le iba el aire.

Los tres restantes observaban todo, inmóviles, en especial Washington y Tera, que veían a un hermano más morir.

George: Por favor, chicos, ¡agh! — gritaba con sus últimas fuerzas, pero murió debido a que sus huesos y órganos fueron aplastados.

"Vamos, mi amor, hay que salir de aquí, quedan 15 minutos", dijo Washington, jalando a su novia hacia las escaleras, ya que el túnel de permutación térmica se acercaba corriendo. 

La serpiente rugió viendo cómo sus presas estaban huyendo, pero había alguien frente a ella, y por lo visto, la miraba muy enojado.

Kazuya: Esta vez no te salvas, maldita asesina — exclamó con determinación mientras mantenía la mirada fija en la bomba— espero te pudras en el infierno.

El reptil, furioso y rugiendo con ferocidad, no lograba infundir miedo en Kazuya. El joven había cambiado en los últimos 6 meses, dejando atrás al asustadizo de antaño. Con determinación, tomó la dinamita y la lanzó con precisión hacia la serpiente, golpeando directo en su rostro. La criatura cayó al suelo, aún más enfurecida por el impacto.

— ¡Esto es por Candela—san! — exclamó mientras corría hacia las escaleras, disparando tres veces para provocar una explosión que hirió a la serpiente.

El chico llegó al túnel de permutación donde los esperaban los dos pelinegros. Viendo que había armas, dejó su rifle y cogió una ametralladora en caso de emergencia. Sabía que esa cosa los había herido y buscaría vengarse de él. A partir de ahí, comenzó a subir las escaleras.

Avanzaron unos metros hasta llegar al túnel de hielo con una salida. Sonrieron al darse cuenta de que finalmente tenían el boleto a la libertad. Empezaron a gatear alumbrándose con unas linternas y salieron uno por uno hasta que encontraron el cuerpo del paleontólogo. Justo entonces, una persona se acercaba, y el pelinaranja, a pesar del frío, lo apuntó, asustándolo.

Kazuya: Yuri, sorprendido, ¿qué pasó con los demás en el avión? Explícamelo y también me dirán lo que sucedió. Mientras tanto, voy a levantar el cuerpo del doctor, está cubierto de nieve.

Yuri: Vamos, Robert, hay que irnos, levántalo.

Kazuya fue detrás de ellos, con el arma apuntando el hoyo en caso de que los emboscaran. Mientras tanto, los dos ex reyes de la Orden sonreían y lloraban, estaban libres después de mucho tiempo. Aun así, quedaban cabos sueltos que discutirían en el avión

Continuaron caminando en busca de la aeronave, tardaron 2 minutos en medio de esa oscuridad antártica, con el viento y la nieve, hasta que llegaron y comenzaron a saltar de alegría.

Yuri: Abran la puerta, por favor, ya estamos aquí.

Con eso, los pilotos se dieron cuenta y abrieron la compuerta, dando paso a los últimos. Finalmente, volverían a casa para algunos, pero para un pelinaranja, eso estaba en duda.

El piloto se ofreció a ayudarlos y le dio unas chompas a Kazuya para que se protegiera del frío, luego cerraron la compuerta.

Jessica: Robert, cariño, ¿estás bien? No te pasó nada.

Lo besó sin dejarlo respirar hasta que de repente sintió que su marido se quejaba.

Robert: No te preocupes, estoy bien. Solo me di un golpe, es todo. Pero tú, ¿cómo te salvaste?

El chechenio y el japonés los observaban sonriendo, aunque también melancólicos, pues ellos no tenían pareja. Sin embargo, verían qué pasaría con sus vidas, soplando sus manos para darse calor.

Robert/Jessica: Muchas gracias a los dos por hacer que nos reencontremos de nuevo. Viéndola a usted me recuerda a mi esposa — decía Yuri, continuando — Ella era así, decidida y persistente, jejejeje.

Robert: Estoy seguro de que ella estaría muy complacida de volver a verte. ¿Tienes alguien que te espere en casa?

Yuri: Con melancolía y abatido — No, ella ya no está en este mundo. Cuando iniciaron la guerra de los dones, murió en el fuego cruzado.

Robert: Ah, lo siento mucho — dijo Yuri, arrepentido de haberle mencionado a la esposa fallecida del chechenio.

Yuri: No te preocupes, creo que ya viví muchos años con ella. No tuvimos hijos, así que me merezco una segunda oportunidad. 

Washington: Y tú, Kazuya, ¿tienes familia y amigos que te esperen? — preguntó sonriendo, pero sin darse cuenta de que había lastimado al pelinaranja al mencionar eso.

Kazuya: No, no tengo familia. Ellos murieron cuando era niño — dijo, poniendo los ojos sombríos, sin querer recordar a esas personas traidoras que le dieron la espalda y lo dejaron solo a su suerte. — Mis tutores me botaron de la casa cuando tenía 18, así que estoy solo por mi cuenta.

Tera: Pero tu apellido es Kinoshita, y por lo que he oído, ellos tienen empresas de vinos en todo el mundo — mirándolo detenidamente, ya que parecía estar mintiendo.

El pelinaranja volteó la cara en señal de que no diría nada más, mientras las parejitas se comenzaban a besar. A Yuri le daba un poco de envidia, aunque quién sabe, podría tener una segunda oportunidad para conocer a alguien.

El capitán caminó hasta unos controles y cerró la compuerta del avión, y las hélices comenzaron a funcionar.

Piloto: Bueno, señores, abróchense los cinturones. Será un viaje pesado. Nos regresamos a casa — dijo sonriente.

En la prisión, las cámaras de seguridad grababan los pasillos y las celdas, pero quedaron estáticas por unos segundos y luego volvieron las imágenes. La boa se había recuperado de la herida que le había provocado el pelinaranja, estaba furiosa y rugía violentamente. Se deslizó por el túnel de permutación, subió las escaleras y salió por el hoyo, viendo cómo sus presas se escapaban del avión, rugiendo salvajemente mientras se dirigía hacia ellos.

El avión comenzó a moverse y tomar velocidad, y los pilotos lo manipulaban con habilidad.

Piloto: Muy bien, vamos a poner a volar a este bebé — dijo sonriendo y poniéndose los audífonos.

En la zona de pasajeros, los cuatro sobrevivientes estaban emocionados, ya que estaban libres y tenían planes una vez que llegaran a alguna base militar.

El avión en la pista parecía un misil que se elevó, y por fin estaban saliendo de New Alcatraz. Sin embargo, su alegría duraría poco, ya que algo hizo sacudir el avión violentamente, sorprendiendo a los pasajeros.

Copiloto: ¿Qué pasa? — dijo sorprendido por el brusco movimiento del avión.

Robert: ¿Qué demonios fue eso? — preguntó preocupado.

Piloto: Tranquilo, debe ser algo pesado que está debido al viento.

Copiloto: Sí, eso lo noté, idiota.

Piloto: ¿Habrá hielo en la sección de carga? Me da la impresión de que es hielo lo que transportamos.

Copiloto: Eso es imposible. Revisé la sección antes de que encendieras los motores — dijo molesto a su compañero.

Los seis pasajeros estaban preocupados, ya que el avión seguía moviéndose bruscamente y eso les comenzó a dar pánico.

Piloto: Sujétense bien, señores. Hay un poco de turbulencia, parece que habrá un vuelo muy movido.

Afuera del avión, se podía ver cómo la boa comenzó a meterse por los costados y se arrastraba hacia el techo del avión.

Los movimientos de la aeronave ya tenían a los nervios de los tripulantes a flor de piel, hasta que el paleontólogo se levantó de su asiento.

Robert: Mayor, dígame qué está pasando. Esto ya no es una turbulencia normal.

El piloto estaba nervioso y no sabía qué estaba sucediendo, hasta que vio a su compañero sacudirse fuera de lo normal.

Piloto: ¿Qué está sucediendo? — decía el piloto al ver a su copiloto moverse como si le diera epilepsia — ¿Qué está pasando? — decía de nuevo.

Los sobrevivientes estaban asustados y comenzaron a pararse, sobre todo el pelinaranja, que tenía su arma preparada. Comenzaron a sentir que el techo poco a poco se iba cuarteando.

Arrghhhhh — gritó el copiloto, botando sangre por la boca, mientras una cola le perforaba el pecho y sobresalía.

"¡Oh no, Dios! ¿Qué es eso?" — exclamó el piloto al ver la púa sobresaliendo del cuerpo de su compañero.

Los seis comenzaron a retroceder, viendo cómo el techo poco a poco se iba cuarteando.

Robert: Jessica, ven, escóndete aquí — dijo, ocultándose junto a unas columnas del avión.

El techo no pudo soportar más el peso y finalmente cayó, deshaciéndose en polvo mientras el viento lo dispersaba. La figura de la serpiente se reveló, moviendo la cabeza y rugiendo de emoción al ver a sus presas de nuevo.

El chechenio estaba asustado, ya que no había traído ningún arma, y se escondió detrás de una columna del avión.

El paleontólogo comenzó a dispararle al reptil que intentaba atacarlo, pero no podía hacerlo debido a que estaba enganchado y su cola estaba en el cuerpo del copiloto. Además, recibió dos disparos en su cuerpo, lo que la enfureció aún más.

Los dos ex reyes de la Orden también se ocultaron y fueron a la cabina del piloto para estar más seguros. Sin embargo, vieron con horror cómo el copiloto estaba muerto y tenía una púa sobresaliendo de su pecho.

Kazuya: —rompiendo su chompa, mostrando los cuadros y mirando con odio a la serpiente— Hola, perra, ¿te acuerdas de mí? — recargando su arma.

El pelinaranja no dudó y disparó contra ella en todo su cuerpo, alcanzándola algunas veces, pero ella se resistía. Aun así, comenzó a sangrar por sus heridas. Intentó atacar al chechenio, pero las balas la hacían retroceder y miraba con más odio al chico pelinaranja. No podía atacar debido a que su cola estaba enredada.

Robert: —demonios — dijo mirando al reptil que había matado a muchos prisioneros y trabajadores. Además, se dio cuenta de que había gastado sus últimas dos balas y no podía ayudar al pelinaranja que seguía disparándole, lo que la enfurecía cada vez más.

Kazuya: ¿Tienen alguna idea de por qué me estoy quedando sin munición? Si eso pasa, seré alimento de serpiente — viendo cómo la boa se acercaba, pero él se movió a la izquierda y le dio una patada en el hocico.

Yuri: Sí, tenemos que bajar a la serpiente del avión — mirando cómo la boa se abalanzaba sobre el doctor, pero Kazuya también le dio una patada en el hocico.

Kazuya: ¡Espero que se apuren! Solo me queda un cargador más — gritó, siguiendo disparando al reptil.

Yuri: Entonces hay que hacer algo — gritó, viendo cómo el pelinaranja atacaba y la serpiente se retorcía. Observó una pequeña granada que tenía en la mano y, con determinación, abrió la compuerta, sorprendiendo a los demás.

Robert: ¿Qué demonios haces? — viendo cómo la compuerta estaba abierta y el frío entraba.

Yuri: Esta es mi idea, así que llamaré su atención. Ustedes vayan a la parte de atrás del avión, y de paso, Washington y Tera, ayuden al piloto a controlar la aeronave. Algunos de ustedes tomen el puesto de copiloto.

Robert: Estás loco — gritó el chechenio.

Yuri: Estoy salvando sus vidas, así que sin reclamos, ¡vayan atrás del avión! — gritó nuevamente.

El paleontólogo agarró un extintor y comenzó a rociar a la serpiente, que estaba aún más furiosa, mientras el chico de cabello naranja recargaba su arma.

La púa finalmente salió del cuerpo del copiloto, lo que permitió que la serpiente se moviera con más libertad y se lanzara al ataque. El doctor la golpeaba con el extintor para mantenerla a raya.

Kazuya había recargado su arma y se enfrentaba a la serpiente mientras Robert retrocedía sin darse cuenta de que estaba cerca del borde. Sin que la boa se diera cuenta, le amarraron un paracaídas alrededor.

Yuri: Doctora Trenton, ayúdeme, ¡lancemos otro cabo para amarrar a la serpiente! — gritó, pero la serpiente empujó al doctor Trenton, quien estuvo a punto de caerse si no fuera porque se agarró de la compuerta.

Cuando la serpiente quedó inmóvil, tanto el chechenio como la doctora fueron a rescatar a Trenton, mientras el pelinaranja golpeaba con rabia contenida a la serpiente en la cara con su arma, recordando las traiciones del pasado.

Mientras tanto, Jessica ayudó a su esposo a subir de nuevo al avión, alejándose de la acción y viendo cómo el chechenio le colocaba un paracaídas. Tenía la idea de que esa era la forma de sacar a la serpiente del avión, sin saber que se avecinaba una tragedia.

Kazuya: —apuntando con su arma a la cabeza de la serpiente— Te vas a pudrir en el infierno, maldita asesina — gritó con furia.

Antes de apretar el gatillo, sufrió un colapso y sin querer le disparó a Yuri, quien lo miró con asombro y decepción.

Mientras tanto, la pelinegra observaba la escena con terror, ya que el chico naranja había disparado a una persona debido a la ira guardada en su corazón. Lo que más la intrigaba era a quién se imaginaba él mientras cometía ese acto.

El reptil se sacudía violentamente, negándose a ser arrojado al frío antártico y rugiendo con furia. El chechenio cayó al piso delante de ella, mientras la serpiente rugía amenazante.

Yuri: —gritando— ¡Espero que te ahogues conmigo, maldita! — decía en sus últimos momentos de vida.

La boa comenzó a devorarlo, y se escuchó un arghhhhhh. El chechenio gritaba mientras se convertía en comida de serpiente

La doctora Platt vio una oportunidad y abrió el paracaídas, haciendo que la serpiente saliera volando, pero el paleontólogo no permitiría que otro inocente muriera. Se aferró al cuerpo de su amigo, intentando detenerlo de ser arrastrado también.

Robert: por favor, Yuri, resiste — dijo, agarrando a su amigo, quien solo agachó la cabeza y se soltó.

El pelinaranja observaba en shock, culpándose por la muerte del chechenio. Él solo quería matar a la serpiente, no que alguien más muriera.

La boa rugía mientras se tragaba a Yuri, hasta que de la nada, explotó con una fuerza tan grande que los dejó cegados. 

Jessica: ¡no, no, noooo¡ — gritó Jessica, dejando caer lágrimas desconsoladamente.

El matrimonio se levantó, viendo cómo todo había terminado, pero a costa del sacrificio de otra persona.

Robert: Kazuya, cierra la puerta, por favor.

El pelinaranja se levantó de su shock y aplastó el botón, observando cómo la compuerta se cerraba lentamente. Regresó a su asiento, abatido y sintiéndose vacío, ya no tenía nada.

Mientras tanto, la otra pareja también se acercó y se sentó, abrazándose el uno al otro. Robert preguntó:

Robert: ¿Estás bien, cariño? — viendo que su esposa aún lloraba por la muerte del chechenio.

Jessica: Sí, estoy bien, solo que él no debía morir — dijo con tristeza.

Robert: Lo sé — besando su cabeza — pero esto fue inesperado — mirando a Kazuya — oye, Kazuya, no te sientas culpable, no fue tu culpa.

Kazuya: Sí, creo que tienes razón, Robert, pero aún así quería matarla a ella. Esa maldita mató a Candela — mientras se secaba las lágrimas.

Tera: Por fin somos libres — dijo sonriendo, con lágrimas de alegría — estamos lejos de esa maldita prisión — abrazando a su novio. Sin embargo, él no parecía estar tan contento.

Washington: Tera, tenemos que escondernos, e incluso, aunque suene loco, internarnos en un sanatorio — sujetando las dos manos de Tera — recuerda lo que Diego nos dijo, que éramos una peste para él.

Tera: ¿Qué? — gritó, alertando a los demás. Incluso el capitán se giró para mirarlos — eso es imposible, ¿por qué Diego haría eso?

Washington: Recuérdalo, cariño. Él dijo que éramos una peste para él debido a lo que sucedió en el castillo, cuando Kurota nos derrotó. Con eso, dejó claro que no éramos útiles.

Tera: —gruñó entre dientes— ese maldito.

Mientras eso ocurría, dos jets pasaron por la prisión a gran velocidad y dejaron caer dos misiles, provocando una tremenda explosión que casi descontrola la nave, pero el piloto pudo mantenerla bajo control a tiempo.

Robert: Ahora sí puede volar esta cosa — gritó al piloto.

Piloto: —Asustado al ver el cuerpo inerte de su compañero — ya mataron a esa serpiente.

Robert: Sí, claro, ya lo hicimos, aunque es una pena que Yuri haya muerto — dijo eso mientras abrazaba a su esposa — puedes volar el avión.

Piloto: —snif snif— sí, ya puedo volar el avión — mirando el cuerpo de su compañero.

Washington: Regresamos a casa — besando la frente de su novia.

Tera: Sí, mi amor — abrazando a su novio.

Mientras las parejas se demostraban cariño, el pelinaranja permanecía serio, especialmente preocupado por su situación.

"¿Qué haré si esos malditos saben que estoy vivo? Vendrán a buscarme y harán mi vida un infierno. No puedo permitirlo, ya no viviré encadenado a esos traidores nunca más", pensaba Kazuya.

Mientras el avión cruzaba la barrera de Ross en medio de la tormenta y se perdía en la oscuridad, la escena mostraba un desafío más allá del rescate.

Escena Pos—Crédito. 

Días después del atentado, en el cuartel general del Comando de Seguridad del Pacífico, el General Bradley escribía tranquilamente en su computadora portátil hasta que una llamada telefónica lo sacó de sus pensamientos.

Bradley: Sí, Mayor Garber — mientras continuaba escribiendo en su computadora.

Garber: Tengo una buena noticia, la prisión fue bombardeada, así que no habrá pruebas.

Bradley: Eso me alegra, por fin tengo un respiro de que el presidente me esté hostigando con eso — y eso es todo, continuando escribiendo.

Garber: Bueno, la otra noticia es que algunos de ellos sobrevivieron — decía seriamente.

El general paró lo que estaba haciendo y quedó en shock por lo que escuchó, no podía creerlo, su mayor no le estaba jugando una broma.

Bradley: ¿Cómo? — decía sorprendido — ¿te lo dijo el conrroi?

Garber: No, señor, está en las noticias y en todos los canales.

Bradley: ¿En las noticias? — no pudo terminar, estaba asustado, incluso miraba alrededor para asegurarse de que nadie lo estuviera escuchando. Estaban en un buen aprieto y nadie los salvaría.

Garber: Señor, haré una declaración de prensa.

Bradley: Sí, Mayor, hágalo — su miedo y shock se apoderaron de él, se sentía como si el mundo se le viniera encima. Incluso se tapó la cara en señal de que se enfrentaba a una situación complicada.

Mientras el Mayor Garber cerraba la llamada y tenía una mirada perdida, ahora sí lo que tanto temía se haría realidad. Serían repudiados por la gente. 

Fin del Capítulo.

bueno chicos perdon por la tardanza asi que aqui esta el capitulo 7 espero que les guste y nos vemos en unos dias con el final 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro