Capítulo 18

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—¿Hay alguna posibilidad de que el diario y la desaparición del chico Smith estén conectados? —Preguntó Lupin.

Todos en la habitación se removieron inquietos.

Dumbledore considero esto con seriedad—¿Que si hay alguna posibilidad de que el niño tuviera el diario en su posesión? ¿Qué quizás vio cosas que lo asustaron, cosas que lo hicieron desear alejarse de Hogwarts? Me temo que esa es una posibilidad—.

—¿O quizás se llevó el diario con él? ¿Quién sabe qué tipo de visiones hay en él? Quizás le prometieron poder o tesoros—Sugirió Minerva.

—O quizás fue amenazado—Dijo con pesadez Sprout.

—¿La familia ha tenido alguna noticia? —Charity preguntó ansiosa—Esto debe ser horrible para ellos—.

—Ninguna—Dumbledore negó con tristeza—El Ministerio no ha tenido éxito en rastrear su varita. Eso indica que no está usando su varita, o está en un área mágica rodeado por otros magos, quizás en casa de alguien de su familia, como cree Rehoboam Smith. Los Aurores han revisado la casa de la abuela y del tío pero no han encontrado nada. Solo podemos esperar que el joven Zach vuelva a casa por su propia voluntad—.

—Bueno, una cosa buena saldrá de esto, espero—Dijo Flitwick—Creo que debemos instruir la política de asegurarnos que los estudiantes se encuentren con sus familias en Kings Cross. Aunque un profesor tenga que ir en el tren con ellos y chequear sus nombres, eso mejorara la seguridad de los estudiantes—.

—Es triste—Comentó Sprout—Nunca fue un problema antes. No en todos estos años. El pobre y tonto niño debió haber planeado huir hace mucho tiempo—.

—Estoy feliz de que la salida al ballet no será cancelada—Dijo Charity—Seremos muy meticulosos en el cuidado de los niños, se los prometo—.

No era sorpresa que ella estuviera aliviada. Si los Malfoy no hubieran estado involucrados y si Lucius Malfoy no hubiera estado en el Consejo Escolar, el viaje de seguro habría sido cancelado. Lucius, sin embargo, les dio garantías e insistió que los niños de Primer Año no debían ser castigados por el mal comportamiento de un solo estudiante.

Snape regreso de la reunión para encontrar que le esperaba un mensaje que decía:

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Mi querido amigo...

Encontré a Horace Slughorn y hablé con él. Aunque reacio a divulgar dicha información, deduje que el estudiante en cuestión estaba interesado en el número siete. Este es, por supuesto, un número excepcionalmente poderoso, basándonos en la Aritmancia, aunque en el contexto presente me parece una verdadera locura.

Además, el estudiante usaba un anillo familiar antiquísimo. Horace parecía convencido de que este anillo sería el primer objeto que ocuparía el estudiante. Que dejara de utilizarlo el último año de sus estudios sugiere que fue alterado de alguna manera que hizo que fuera imposible de utilizar. Todo esto es muy sugerente, opino yo. Creo que tú y yo debemos reunirnos con Albus y discutir esta información. Él quizás sepa cosas que no le ha confiado a nadie más.

Examiné el trazado del grifo con gran cuidado. Los rasguños son un revoltijo, pero parece que los rasgados de más abajo están en la forma de una S. ¿Slytherin, quizás? Visitare pronto e investigaremos más.

Flamel

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

¿Un anillo? Snape sintió deseos de golpear su cabeza contra la pared. ¿Siete? Con razón el Señor Oscuro no era más que la ruina demente de un ser humano. Se había desgarrado, sacrificado la integridad de su alma, solo para poder vivir más. Muy bien: la copa, el diario, cualquier objeto que había intentado utilizar en vez de Harry. Había esperado con desesperación que tres fuera el número mágico de Ryddle pero tal esperanza había sido prematura.

¿Siete? Esa fue una absoluta idiotez. Posiblemente el Señor Oscuro había intentado crear seis horrocruxes, dejándose a sí mismo como la séptima pieza de alma, pero nunca lo había completado. No importaba. Encontrarían todos los que fueran y luego los destruirían todos, después el Señor Oscuro será eliminado para siempre.

El Profesor Snape no lo confirmaba pero Harry sabía, absolutamente sabía, que Zach debió tener el diario. Había preguntado por ahí, y había hecho que amigos de sus amigos preguntaran también. Habían visto a Zach escribiendo mucho en un libro. Por mucho tiempo también: quizás desde antes de navidad. Fue Zach quien se deshizo del diario y Zach quien se lo robo en la clase de Historia.

Harry no pudo evitar preguntarse si Zach se lo había llevado cuando huyo. En serio, sin embargo... ¿porque lo haría?

Si Zach estaba tan infeliz y no quería volver a la escuela, ¿por qué se molestaría con el viejo diario, que lo relacionaba con Hogwarts, en todo caso? Mientras más pensaba Harry en eso más se preguntaba si Zach no lo había botado. Esto le preocupaba.

El diario era peligroso, claro está, y Harry había sido descuidado esa vez. Ahora sabía mejor las cosas, nunca lo volvería a abrir y obviamente no haría algo tan estúpido como escribir en él. Era muy importante que encontraran el diario antes que alguien más lo hiciera.

Quizás Zach lo había botado donde lo había hecho antes. Harry le había prometido al Profesor Snape que no iría en busca del basilisco. Esa no era una promesa difícil de mantener, porque todo lo que decía el basilisco era muy escalofriante. Sin embargo, no había prometido no ir en busca del diario.

De hecho, debería ya estarlo buscando. Era su responsabilidad. Si no hubiera sido estúpido y escrito en él, el Profesor Snape ya lo tendría y no habría sido una tentación para que Zach lo robara. Quizás esas visiones lo habían asustado. Quizás era culpa de Harry que huyera. El Profesor Snape estaría muy complacido si Harry encontraba el diario y se lo daba para estudiarlo.

Pero todos estaban patrullando más que nunca: los prefectos, los profesores, Argus Filch y su gato. Y Harry sonaría vanidoso si decía que era el único que podía encontrar el diario. Quizás debía ir solo.

Y tendría que tener mucho, mucho cuidado. Para eso estaba la Capa de Invisibilidad. Esta noche. Después del toque de queda.

Pese a los rumores por la huida del chico Smith y las instrucciones a los prefectos sobre entregar un libro negro si lo encontraban, y todas las búsquedas e interrogaciones y la emoción de los niños de primero sobre su salida al mundo muggle, Percy Weasley sabía que tenía que hacerle justicia a sus propios TIMOS.

Esta era la prueba más importante de su vida hasta ahora: si fallaba en esta, fallaba en todo. Sus padres dependían de él. Necesitaba darles un buen ejemplo a sus hermanos menores y ponerse en una buena posición para tomar las clases para los EXTASIS que le permitiría avanzar en el camino a su carrera soñada. Ricos sangrepura podían mirar con desdén sus túnicas, pero no permitiría que mirarán con desdén su mente.

Pero era muy difícil estudiar. La sala común de Gryffindor era imposible, absolutamente imposible. El nivel de ruido era casi doloroso a veces, además Fred y George amaban hacerle bromas cuando su concentración estaba en otra parte. ¿Cuántos ensayos le habían arruinado a través de los años? ¿Cuántas ideas brillantes habían desaparecido, cuando se volvía verde, o cacareaba como una gallina, o tenía una picazón insoportable, o intentaba detenerlos para que no molestaran a otros? Amaba a su hermanos, eso creía la mayor parte del tiempo, pero a veces era muy, muy difícil.

Su habitación en la Torre Gryffindor no era tan mala. Oliver estaba fuera mucho, volando o haciendo planes. Percy era distantemente cordial con sus otros compañeros de cuarto. Los elfos mantenían el lugar limpio y ordenado, pero no había espacio para poner sus libros y notas como le gustaba.

Eso dejaba la biblioteca, que no era ideal por otras razones.

Claro que él amaba la biblioteca. Amaba la mera idea de la biblioteca. Algún día planeaba tener una biblioteca propia, en una casa pequeña, pero bien cuidada, con muebles a juego y pisos pulidos. También tendría un jardín: también bien cuidado, con atractivas flores, útiles hierbas y nutritivos vegetales. No tendría gallinas ni cerdos. Nunca. Una esposa inteligente y con voz suave compartiría la casa con él y quizás uno o dos niños brillantes y bien educados. Ellos respetarían su biblioteca y aprenderían a disfrutarla a su debido tiempo. Percy había jugado con la forma de su futuro por años, tomando notas, haciendo planes, añadiendo y alterando a medida que maduraba. Estos sueños le dieron un sin fin de comodidad y placer, y no quería echarlos a la basura debido a su propia pereza e incompetencia.

La biblioteca de Hogwarts, sin embargo, estaba llena de distracciones. Agradables distracciones, muchas de ella libros especiales que no necesitaba leer cuando tenía que estudiar para sus TIMOS, pero no era todo: algunas eran las molestias de inanidades susurradas, comportamiento vulgar, ruidos desagradables o risitas, ronquidos de cuando los estudiantes se quedaban dormidos babeando sobre sus pergaminos. A veces alguien quería hablar con él, cosa que odiaba cuando estaba ocupado. Era su deber escuchar, claro está, solo en caso de que estuviera solicitando verdadera ayuda de un prefecto.

Odiaba en especial cuando alguien se sentaba muy cerca de él. Necesitaba suficiente espacio para trabajar y sentía que era su derecho porque era el mejor estudiante de su año.

Pero esta noche la biblioteca estaba llena y Herman Wintringham con sus amigos músicos estaban en su mesa. A Percy le agradaban, además que estaban estudiando con diligencia y no hablando, pero Wintringham tenía una manera irritante de respirar melodías. No silbaba, de eso estaba seguro, pero sin notarlo respiraba al compás de una melodía. Era suave y la mayoría de la gente no lo notaría, pero en el elevado estado de conciencia de Percy era insoportable. Apretó los dientes, resuelto a ignorarlo, pero se encontró distraído, mirando molesto al Hufflepuff cada cierto rato. ¿Debería decir algo? Nadie más parecía molesto por eso, y si eso era el tipo de cosa que le diera una reputación de quisquilloso. ¿Podría soportarlo? Quizás esto era una prueba de algún tipo.

Se enderezo, parpadeando y se limpió los anteojos. Capto a Wintringham mirándolo y el otro chico sonrió.

—Lo siento, hago eso a veces. Vuelve a mi madre completamente loca—.

—Está bien—Dijo Percy como si nada, pero por dentro estaba rígido—Todos tienen hábitos nerviosos—Se puso los anteojos otra vez intentando ponerse de nuevo a trabajar.

Si, la biblioteca estaba muy llena, aunque no era sorprendente, en esta época del año. Las mesas eran prácticamente una marea de estudiantes con túnicas negras. Percy miró alrededor, esperando ver cabezas pelirrojas sobre los libros. Había una, pero era la pequeña Hufflepuff Susan Bones, sentada junto a la otra niña Hufflepuff, Hannah Abbott. Hufflepuff era una buena Casa. Percy suspiro para sí mismo, deseando que Ron hubiera sido sorteado allí. Al menos Ron y Harry ahora eran medio amigos. Ese asunto del pársel era un poco fiable, pero Percy creía que su papá tenía razón. No se podía culpar al niño por el don entregado por algún antiguo antepasado. Harry era un serio estudiante con buenas ideas.

Neville también estaba en la biblioteca pero no Ron. En vez de eso, Neville estaba sentado con Hermione Granger, la prodigio de Ravenclaw. Percy considero preguntarle a Neville en que andaba Ron, pero mejor lo averiguaría él mismo cuando volviera a la Sala Común. Por un momento, Percy miró a todos los demás estudiantes y de repente vio...

Volvió a mirar a la mesa que estaba cerca de los últimos estantes. Esperen...

Miro una vez más. El objeto de su mirada debió sentir el escrutinio no deseado y se apresuró a salir de la biblioteca. Percy sintió que era de su incumbencia seguirlo. Con rapidez recogió sus libros y pergamino y se apresuró a alcanzarlo. Debía llegar al fondo de todo esto...

—¡Percy! —.

¿Estaba bajo el agua? Todo estaba borroso en los bordes. Los sonidos también estaban borrosos.

>> ¡Percy! —.

Todo estaba muy lento. Percy se obligó a abrir sus ojos y vio dos formas como Harry Potter mirándolo ansioso. Por una razón desconocida, estaba acostado sobre el frío piso de piedra del pasillo.

>> Percy, ¿estás herido? ¿Necesitas a Madame Pomfrey? —.

Una mano estaba en su hombro, ayudándolo a sentarse. Se tambaleo, parpadeando e intentando enfocarse.

Era un esfuerzo mover su mandíbula—¿Dónde estoy? —¿Por qué no estaba en la biblioteca? ¿Como había llegado aquí?

—No estás lejos de la biblioteca, Percy—Le dijo Harry—Quizás te desmayaste. Puedo ir buscar a Madame Pomfrey...—.

—No—Percy luchó para ponerse de pie, confundido y avergonzado—En serio, esto es... muchas gracias por tu ayuda, pero supongo que debo volver a la torre e irme a dormir. Probablemente me he estado sobrepasando—.

—Supongo. ¿Quieres que te acompañe? —.

—No—Percy respiro profundo y logro sonreír—Estoy bien. Nada que una buena noche de sueño no cure. Aunque es extraño...—.

—¿Qué es extraño? —.

—No recuerdo dejar la biblioteca... espera... si, si recuerdo. Quería hablar con alguien, pero no está aquí—Se dio a sí mismo una sacudida—Tonterías, me atrevo a decir. Gracias por ayudarme, de verdad lo aprecio—Se rió con timidez—Solo no le cuentes a Ron o a los gemelos que me pillaste durmiendo en el pasillo. Jamás me dejarían en paz—.

Harry asintió y se marchó en dirección diferente, en persecución del estudiante que había visto hablando con Percy antes que cayera.

Harry había estado en la parte alta de la escalera y no pudo verlos bien. El otro estudiante había estado usando un sombrero, mientras que el brillante cabello rojo de Percy había estado a la vista. Harry se preguntó si esta era la misma persona que lo había atacado hace un par de meses. Sacó la capa de su mochila y con rapidez se cubrió. ¿Irían al baño de Myrtle?

Pero no... los pasos adelante se movían en diferente dirección. Harry se apresuró, intentando guardar silencio, escuchando los pasos confiados, preguntándose quién podría ser.

Siempre había creído que había sido Zach quién lo había atacado esa vez, pero esta persona no era Zach. Estaba seguro de eso.

Subió otra escalera, dobló por otro pasillo. Estaban subiendo, más y más, ahora habían llegado al séptimo piso. Harry no conocía muy bien esta parte del castillo e inquieto se preguntó si recordaría el camino de regreso. ¿Irían en dirección a la Torre Ravenclaw? Nunca había estado allí. Hermione no animaba a sus amigos a acompañarla hasta allá.

Se sintió un poco culpable por no haber ayudado un poco más a Percy, por no llamar a un profesor. Pero no podía ser evitado. Si no lo seguía ahora, perdería la pista.

La figura oscura dobló a la derecha. Harry escuchó los pasos apresurarse y luego detenerse. También se apresuró y dobló la esquina.

Su presa había desaparecido y frente a él había una pared vacía. Harry se detuvo, intentando comprender que había sucedido. Luego, muy sigilosamente, avanzó por el pasillo. De seguro había una manera...

No. No había salida. Puso su mano en la fría pared de piedra, pero no sintió nada. ¿Una habitación secreta? ¿Una habitación escondida? ¿Acaso el Profesor Snape sabía sobre esto? ¿Había revisado este lugar?

Harry estudió sus alrededores, intentando recordar el lugar. Ayudaba que había un feo tapete de un mago y algunos trolls, que parecían estar bailando. Harry hizo una mueca. A veces el mundo mágico era extraño.

Pero era un buen punto de referencia. Había una ventana a un costado del pasillo y un jarrón del porte de una personas en el otro. Harry avanzo y retrocedió, intentando grabar todo en su memoria.

Luego se sentó, con su espalda apoyada contra la pared y espero.

—Pero nadie más apareció—Harry le confesó al Profesor Snape a la mañana siguiente—Esperé hasta casi el toque de queda y luego tuve que irme. Pensé en quedarme más tiempo, pero sabía que eso lo haría enojar, y preocuparía a la Profesora Sprout—No le dijo a Snape que había considerado salir también después del toque de queda pero había estado muy cansado.

—Tienes toda la razón—Accedió Snape—Colarte tras alguien que había derribado a un prefecto fue imprudente—No podía encontrar ánimo para castigar al niño. Pero lo que dijo era cierto. Al menos ahora tenía una idea de adonde había ido el culpable.

Aunque fuese una pared en blanco. Bueno, Hogwarts estaba lleno de pasajes secretos. Snape chequeo tras el tapete y tras el gran jarrón. Era posible que el sospechoso hubiera salido por la ventana y se hubiera ido volando con un escoba escondida.

Percy fue interrogado. Recordaba muy poco de la noche anterior. Estaba en la biblioteca y luego Harry le estaba hablando fuera de ella. Se había sentido enfermo y mareado, así que se había ido a acostar de inmediato. Fue muy angustiante, y aún tenía la desagradable sensación de que tenía algo importante en su mente que había perdido para siempre. Podía ser otra de las bromas típicas en Hogwarts pero con todo lo demás que estaba sucediendo, Snape temía que no fuera así.

Después de la reunión, Harry iba de vuelta a la sala común pensado profundamente. Se detuvo de golpe cuando fue bloqueado por dos estudiantes más altos.

—Ah, es el melancólico y heroico Harry Potter, hermano mío—Fred o George Weasley le dio una gran sonrisa.

Su gemelo asintió con fuerza—Así es. Fresco de su rescate de nuestro indigno hermano Percy. Tienes nuestro agradecimiento, oh poderoso Harry—.

—...Absolutamente. Nadie le hace bromas a Percy, solo nosotros. Nadie—.

—¿Ya has puesto tus manos sobre el malhechor? —.

Harry sonrió débilmente y negó con la cabeza—Se escapo. No estoy seguro en realidad si era un chico o una chica. Estaba demasiado lejos. En todo caso, lo perseguí hasta el séptimo piso y allí desapareció—.

Los gemelos aún estaban sonriendo, pero con un brillo salvaje.

—Desapareció, ¿eh? —Repitió Fred o George—Un digno desafío. Tendremos que mantener un ojo en el séptimo piso. Quizás dos o tres. Podría ser uno de esos picaros Ravenclaw—.

—Muy posible—Accedió su gemelo—De hecho, más bien probable. Percy tiene competición en esa Casa. Mientras que nosotros nos burlamos de los TIMOS, significan mucho para el Perfecto Prefecto—.

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas—Declaró Fred Weasley, mientras él con su gemelo estaban escondidos en un salón vacío.

—Déjame echar una mirada, idiota de ojos saltones—Siseo George, tomando el pergamino con impaciencia—¡Ja! ¡Aquí estamos! —.

—Harry dijo el séptimo piso—Murmuró Fred—Séptimo piso, séptimo piso, séptimo piso... no veo una habitación allí, pero no es lejos de Ravenclaw. ¿Crees que los merodeadores se hayan perdido un pasaje? —.

—Puede ser. ¡Mira! ¡Ahí está la sala común de Gryffindor! Ron está sentado en la mesa de ajedrez. Típico de él. Está jugando con Dean, parece—George se detuvo frunciendo el ceño—Y...—.

—¿Quién diablos es ese? —Pregunto Fred, su sonrisa desapareciendo—¿Que hace un tipo llamado Peter Pettigrew en nuestra sala común? —.

Traductor: Fadamaja

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