Capitulo 15

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Jennie

Su juguete.

Ella me había llamado así. La peor parte, era que ni siquiera podía enojarme por sus palabras porque eso es exactamente lo que era.

Comprada y pagada.

Y allí había estado, finalmente empezando a jugar, y me gustó. En realidad, me encantó. Tener a una mujer tan fuerte en la palma de mi mano, eso es lo que se llama poder. Y que Dios me ayude, quería sentirme poderosa.

Tan pronto como se acercó y se cerró la puerta, la miré y vi la ira en sus ojos.

—Ignórala —dijo.

Estaba harta de que la gente actuara como si estuviera a segundos de romperme. Si no me había roto aun, seguro que no iba a hacerlo ahora.

No quería ignorarla. Quería utilizar sus palabras para hacerme más fuerte.

Quería utilizar todo lo que había aprendido hasta ahora para hacerme más dura.

—Tiene razón —dije—. Soy tu juguete.

Trató de suavizar las cosas. —No lo pienses de esa manera, Holli...— La corté.

—Y me gusta.

Se detuvo y me devolvió la mirada, como si fuera una desconocida que acababa de entrar en la habitación. Por último, el lado de su boca se levantó.

—Entonces ven aquí y déjame jugar contigo.

Fui hacia ella y cuando sus dedos se clavaron en mis caderas, no la aparté. Quería esto, la quería a ella.

Usando un dedo, inclinó mi cara hacia la suya y pasó su lengua por mis labios.

— ¿Realmente te asusto? —preguntó.

Una vez más... me trataba como si estuviera a punto de romperme. No más. Había terminado con eso.

—No. —Para mostrarle que lo decía en serio, capturé su labio inferior con los dientes y jalé. Una vez vi a una mujer hacerlo en una película, y volvió al hombre loco. Hizo lo mismo con Lisa. Sus dedos se clavaron en mis brazos mientras me movía, presionando mi culo contra su escritorio. Me miró peligrosamente y supe en ese momento que jugaba con fuego. Sin embargo, lo último que sentí fue miedo.

Me estaba poniendo a prueba, tal como lo había hecho desde el momento en que la conocí. Era un experimento para ver hasta qué punto la dejaría ir cuando lentamente pasó las palmas de sus manos por mis muslos. Era una prueba cuando metió su dedo a un lado de mis bragas y comenzó a correr suavemente el dorso a través de mí, cada vez dejando que su nudillo masajeara mi clítoris. Todo era una prueba y por los sonidos de aprobación que hacía, me sacaba sobresaliente.

Mi cabeza cayó hacia atrás, dejando que las sensaciones que su dedo creaba corrieran a través de mí. Nunca había sentido algo tan increíble.

Sacando su dedo de mi ropa interior, metió su nudillo en su boca y chupó. Casi exploté en el acto.

—Mierda. Sabes increíble. —Empezó a rodar el algodón por mis muslos hasta que mis bragas estuvieron alrededor de mis tobillos—. Te ganaste un premio. Lo has hecho tan bien, que me voy a comer tu coño y tú vas a dejarme. ¿Entendiste?

Mordí mi labio inferior y asentí.

—Voy a lamer tu pequeña y apretada hendidura hasta que me supliques que me detenga. Y luego voy a meter mi lengua profundamente en ti y chupar tu clítoris hasta que llegues. Y cuando lo hagas, voy a lamer tu dulzura y tragarla.

Mis rodillas se debilitaron con sus palabras. Dejé que me levantara sobre el escritorio. Mirando la caída del techo encima de mí, no peleé con ella cuando extendió de manera lenta y deliberada mis piernas.

No perdió el tiempo, y nunca estuve más agradecida. Su lengua se adentró en mi agujero, y luego corrió hacia arriba y chupó mi clítoris con un fuerte golpe. Me levanté de la mesa y un sonido que nunca había hecho explotó de mi boca.

—Oh, Dios mío. —Las palabras se precipitaron de mis labios.

—No me adores todavía, corazón. Apenas estoy empezando.

Y luego su boca estuvo sobre mí otra vez, trabajándome arriba y abajo. Deslizándose contra mi húmeda piel de una manera que no sabía que fuera posible. Su lengua se curvó, movió y tocó todos los nervios que tenía, haciéndome jadear y tirar de su cabello. Nunca había sido tan ruda, pero entonces, nunca me había sentido tan increíble en toda mi vida.

—Dime que quieres venirte en mi boca. Quiero oírle decir cosas sucias a tu linda boca.

Sus palabras sonaron tan lejanas, pero rompieron a través de mi maravillosa bruma. Cuando no respondí, mordió mi labio haciéndome sisear.

—Dilo —exigió.

No me importaba como sonara. No me importaba lo que decía, siempre y cuando no se detuviera.

—Oh, Dios mío, Lisa, quiero venirme en tu boca. Por favor, haz que me venga en tu boca.

Y luego llegó el éxtasis. Me sostuvo en el escritorio mientras trabajaba mi coño contra su cara. La ola de sensaciones chocó contra mí.

La música de abajo golpeaba contra la pared de vidrio en su oficina y se correspondía con el ritmo de mis latidos. Grité palabras que nunca había dicho en mi vida mientras mi liberación impactaba en mí, y mis jugos se vertían en su boca.

—Mierda. Sí, Lisa. Sí.

Fue fiel a su palabra cuando empezó a lamer mi dulzura como si estuviera sedienta. Me pasó la lengua hasta que mis piernas comenzaron a temblar y cada palabra que dije salió en un fuerte tartamudeo.

Inclinándose hacia atrás, se limpió la boca con el dorso de su brazo.

Me quedé allí, desnuda y abierta a ella mientras la habitación a mi alrededor empezaba a enfocarse nuevamente.

—Eres tan jodidamente caliente cuando te vienes.

Se bajó los pantalones y supe lo que se hallaba a punto de suceder.

No quería enloquecer, y no sabía si me sentía lista; nunca imaginé mi primera vez sobre la mesa en un club nocturno, sin importar cuán elegante fuera.

Me sorprendió. En lugar de empujarse dentro de mí, palmeó su dureza y comenzó a masturbarse lentamente.

—No voy a follarte aquí, pero todavía podemos tener algo de diversión.

Me apoyé en los codos y jadeé cuando jugó con la cabeza de su eje, corriendo por encima de mi clítoris. Presionó su dureza contra mi raja, y mis músculos se apretaron. Mantuvo la longitud de su pene contra mí con sus pulgares, bombeando sus caderas y gimiendo. Se sentía bien, su ritmo, su calor presionando contra mí una y otra vez. Podía sentir el incremento de una nueva liberación, con cada golpe de su pene, su punta se frotaba contra mi manojo de nervios.

—Voy a venirme sobre todo ese bonito coño rosa.

Agarró mis piernas y las juntó, acunando su pene firmemente contra mis resbaladizos pliegues. Abrazando mis piernas, me miró y comenzó a empujar con más fuerza. La mirada en sus ojos mientras veía hacia mi piel desnuda me encendió aún más. Extendí la mano y empujé la cabeza púrpura contra mi clítoris cuando se deslizaba a través de mis piernas con cada embestida, impulsándola a moverse cada vez más rápido, hasta que estuve segura de que iba a romperme.

— ¡Joder, sí! —Echó la cabeza hacia atrás y sentí calor escurrir en mi piel.

Continuó trabajándose, sus caderas sacudiéndose, frotando su caliente liberación por todo mi cuerpo. Verla deshacerse al venirse me empujó sobre el borde. Mi cuerpo se tensó y grité un segundo orgasmo.

Cuando mis piernas se abrieron, ella se desplomó encima de mí, su cabeza cayendo sobre mi estómago. Nuestra respiración era fuerte y rápida mientras perdía mis dedos en su desordenado cabello. Mi cuerpo vibró con las suaves réplicas de alegría. De hecho, sentí como si ronroneara.

les dejo este maratón de tres capítulos, disfruten y dejen de pedirme que actualice, xfa.

por cierto, vayan a leer olympus.

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