"Todo lo que se necesita es un mal día para reducir al hombre más cuerdo del mundo a la locura".

—Batman: The Killing Joke.

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En enero 21, la joven Park Chaeyoung fue encontrada muerta en su domicilio. Aunque la causa de la muerte fue una sobredosis, la policía llegó a la conclusión de que la droga le fue administrada en contra de su voluntad, debido a que el informe de la autopsia reveló indicios de un posible forcejeo.

En febrero 3, el joven Kim Daewoo fue reportado como desaparecido. Según entrevistas con los estudiantes de la facultad de Medicina, la última persona que pudo haberlo visto con vida fue el Doctor Choi Hyun, un profesor que solía ser amigable con sus estudiantes.

En marzo 5, el Doctor Choi Hyun también fue reportado como desaparecido.

El año de 1984 parecía estar destinado a ser particularmente cruel. Mes tras mes, estudiantes y profesores desaparecían sin dejar rastro. Cuando las víctimas eran asesinadas, el perpetrador dejaba las pistas suficientes para que la policía encontrara el cadáver, pero era lo suficientemente astuto y meticuloso como para no dejar algún rastro que pudiera delatarle.

Cuando recibí la llamada del director de la Universidad de Daejeon, apenas comenzaba el otoño. Pese a tener ciertos asuntos pendientes, acepté echar un vistazo, intrigado por la peculiaridad del caso.

No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a notar ciertos patrones. Mis sospechas iniciales se fueron confirmando a medida que encontraba posibles testigos que, al ser entrevistados, solo reafirmaban mi teoría.

Y cuando las piezas parecieron encajar, él se convirtió en mi único objetivo.

Park Jimin, el mejor estudiante de la facultad de Medicina.

Atlético, sociable, inteligente y amable. Es la última persona de la que sospecharías como un posible asesino, ¿no es así? ¿Cómo podría alguien tan bondadoso ser responsable de actos tan atroces contra sus compañeros?

No era más que basura.

Todo encajaba, y estaba seguro de ello. Convencido de que, una vez en el juzgado, no habría dudas de que Park Jimin era el asesino que habíamos estado buscando, burlándose de nosotros todo este tiempo.

Confié en mi historia, me aferré a ella.

Pero no contaba con que iniciar aquel juicio desataría mi miseria.

—Park Jimin, estás bajo arresto como sospechoso del asesinato de Park Chaeyoung, además de tu conexión con los múltiples asesinatos perpetrados en el último año.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente, y su mandíbula cayó. Miró en todas direcciones, como buscando alguna señal de que aquella declaración era una broma.

—¡N-no! ¡Debe haber algún error! —exclamó con desesperación, pero no ofreció resistencia cuando uno de los oficiales le esposó las muñecas.

Enarqué una ceja, ¿realmente esperaba conmoverme? ¿Pensaba que su actuación de inocente provocaría algo en mí? Fui yo quien decidió arrestarlo en medio de la facultad, justo donde todos los estudiantes caminaban sin cesar.

Quería que vieran con qué clase de compañero habían estado conviviendo todo ese tiempo; necesitaba que me recordaran como el héroe que logró desenmascarar a un farsante.

—Estoy seguro de que has dedicando tiempo a inventar una historia creíble, pero no la contarás hoy —miré de soslayo a uno de los policías y le hice un gesto afirmativo—. Llévenselo.

Mi sonrisa no hizo más que ampliarse cuando los oficiales comenzaron a escoltar al joven Park hacia la patrulla, bajo las miles de miradas sorprendidas de los estudiantes presentes.

Sin embargo, cuando pasó a mi lado...

Me regaló una sonrisa tétrica, como si hubiera logrado un jaque mate sin que yo me diera cuenta.

No lo entendí en ese momento, pero debí haberlo previsto.

Porque en marzo de 1985, comenzó mi tormento.

PRÓXIMAMENTE.