iii. female power

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‧₊˚「 CAPÍTULO TRES 」˚₊‧
• segundo acto •
🫀  poder femenino  🗡️

❛ tengo una lista de nombres, y
el tuyo está en rojo, subrayado
mira lo que acabas de hacerme
hacer, seré la protagonista de
tus pesadillas ❜
look what you made
me dotaylor swift

—En realidad, vine aquí a matarte.

Vaemond Velaryon quedó sorprendido por la sinceridad de Rhaena Targaryen al responder su pregunta, considerando que la joven frente a él carecía de mucha cordura.

—Pero ahora que te veo, tendrás un trágico final, pero no a mis manos. No vales demasiado la pena —continuó, viendo cómo a su alrededor la apuntaban con espadas.

Rhaena había ido al puerto de King's Landing por su tío abuelo, esperando poder acabar con el problema de una manera más rápida; matándolo. Pero tal y como decía, Vaemond no era suficiente como para mancharse las manos. Quizás podría mandar a alguien por él, aún analizaba sus opciones.

—Eres igual a tu madre, tan demente como ella.

—¿Ese es tu mejor insulto? —preguntó con una expresión burlesca, apoyándose en su espada tal y como hacía habitualmente su padre—. Si para ti el poder femenino es demencia, entonces eres realmente tú el problema.

—Recuerda con quién hablas —amenazó, exigiendo que lo tratará con mayor respeto.

—Oh, sir Vaemond —exageró, queriendo tomar sus manos sin éxito, pues las espadas a su alrededor se acercaron más—. Lamento tanto mi imprudencia. Permítame remediarlo —continuó, burlándose a cada instante—. Lo acompañaré a la corte, ya sabe, para confirmar que no existe rivalidad alguna. Usted y yo nos llevamos bien, ¿no lo cree?

Vaemond miró extrañado a Rhaena, quien solamente sonreía de lado. Él prefirió no darle más importancia y reunió a su tropa, preparándose para partir a la Fortaleza Roja. Rhaena se subió al caballo blanco que había pedido prestado y fue detrás.

Ella había llegado a King's Landing un día antes junto a Rhaenys, ambas habían volado en sus dragones. Había esperado a su madre, encerrada en su habitación temporal por si se chocaba con alguien indeseable, pero su ansiedad había aumentado y su necesidad por actuar la llevó a tomar un cabello y salir de la Corte, yendo por su tío, quien, según había escuchado, estaba llegando.

Cuando Vaemond y sus tropas estuvieron llegando, y Rhaena regresando a la corte, las puertas se abrieron. El patio principal se llenó de murmullos cuando vieron las banderas de la casa Velaryon y a el hermano de la Serpiente Marina entrar rodeado de guardias.

También llamó mucho la atención la muchacha que iba detrás de tal procesión; Rhaena. La Targaryen montaba el caballo blanco sin problema mientras observaba a su alrededor, ahuyentando a los curiosos con una sola mirada. Entonces, cuando su tío abuelo y su tropa estuvieron ingresando al castillo, alguien la llamó.

Lucerys Velaryon, el pequeño valiente de la familia, el protegido.

Rhaena miró hacia donde provenía la voz, encontrándose efectivamente con el joven que compartía sus características, y también su hermano mayor. Sonrió de inmediato, hace mucho que no los había visto. Los hijos de Rhaenyra se acercaron, ayudándola a bajar del caballo. Primero abrazó a Lucerys, quien era el favorito de sus primos por su manera de ser y las agallas que tenía a pesar de su edad.

—Los he extrañado. ¿Cómo han estado? —preguntó la Targaryen luego de saludarlos, tomando sus hombros—. ¿Siguen quitando ojos?

Rhaena ya había aprendido a humorizar sus situaciones difíciles. Podía ser cruel en un buen porcentaje, pero era la manera que había hallado para sobrellevarlo.

La broma no les cayó muy bien, pero Rhae no entendió por qué. Entonces Luke vio hacia atrás con disimulo, haciéndole saber a la castaña quién estaba ahí.

Aemond Targaryen la miraba desde una distancia considerable, atento a cada movimiento que diera. Él la había extrañado mucho. Sabía que la había perdido por un error suyo, y que por ello Rhaena no era su esposa como lo habían querido tanto de niños.

—Vámonos —pidió la de ojos oscuros de inmediato, incando a sus primos para que la llevarán lejos de ahí—. Vámonos, vámonos.

—Muy bien, sí —respondió Jacaerys, tomando su brazo para hacerla avanzar.

Así, Rhaena pudo escapar de Aemond junto a Jace y Luke.

Ella, aunque pareciera que no quería ni ver al príncipe, en realidad deseaba abrazarlo y oírlo contar historias mientras lo admiraba, detallando cada una de sus facciones con cuidado. Había cambiado y madurado mucho, pero para ella seguía igual de bien. Ahora tenía un parche de cuero sobre su ojo izquierdo, pero eso le añadía un aire misterioso, lo que, según lo que consideraba Rhaena, lo hacía mucho más atractivo.

Dioses, la Targaryen podría caer en la obsesión si no se alejaba de Aemond como había hecho los últimos años. Era muy temperamental, y sabía que no podría mantenerse firme por mucho tiempo. Aemond seguía siendo uno de sus deseos más profundos, y podría volverse con facilidad su debilidad.

—¿Una reunión? —repitió Alysanne, quien era informada por un hombre perteneciente a la corte—. ¿Y sin mí...? —añadió, supuestamente apenada. Ella ya había sospechado que esas víboras tendrían un plan.

Sir Vaemond, ni bien había llegado, se había reunido con la reina y la Mano del rey en la Cámara del Consejo.

—Lamentable, mi señora —estuvo de acuerdo Ser Erryk, miembro de la Guardia Real de Viserys.

—¿Debo preguntar de qué trató la reunión?

—Creo que ya lo deduce —respondió, uniendo sus manos detrás de su espalda.

—Se han unido a él. Vaemond, y de seguro Otto, no quieren a una mujer al mando de la mayor flota del reino.

—Le tienen miedo a su grandeza —opinó—. El ego de los hombres puede ser muy, muy, débil, y más si se trata de una mujer que puede incinerarlos con una sola palabra.

—Es estúpido —dijo Alysanne sin poder mantener la calma—. Todo esto por su ridículo temor, sus deseos ciegos de poder.

—Aún así, milady, usted será la próxima Señora de las Mareas —recordó, creyendo con fervor en la causa de la Velaryon—. Y quienes actúan en contra suya no recibirán nada más que su desprecio.

Apesar de que Erryk Cargyll servía al reino como escudo juramentado del príncipe Aegon, Alysanne había aprendido a confiar en él. Lo había conocido en una de sus primeras visitas a King's Landing junto a Alyssa, cuando visitaban al rey, pues le delegaban la protección de aquel caballero para seguridad extra, de ellas y de la reina. No querían más accidentes. Ser Erryk había visitado Rocadragón una vez, pero nadie más que su hermano gemelo Ser Arryk lo sabía. Él, en cambio, consideraba su alianza con la Velaryon una grave traición, pero no era capaz de ir contra su hermano.

—Gracias, Ser Erryk —expresó con sinceridad.

Y él le respondió con devoción: —A su servicio, milady.

Alysanne y Daemon se reencontraron con su hija muy pronto. Daemon había llegado a su habitación junto a Rhaenyra, queriendo saber cómo estaba. Entonces, mientras Alyssa y Aemma estaban en los aposentos del rey, queriendo visitarlo luego de tanto tiempo, Jace y Luke habían aparecido con Rhaena.

Ni bien la vieron, los ojos de sus padres brillaron con melancolía, su niña excepcional estaba frente a ellos nuevamente.

Alysanne fue la primera en acercarse a su segunda hija, quien de inmediato acortó la distancia con un abrazo.

—Todos te apoyamos, mamá —le hizo saber una vez más, transmitiéndole su cariño.

Daemon también se acercó y las abrazó a ambas, cubriéndolas con sus brazos.

—Te extrañé, papá —le dijo ahora al príncipe, sonriéndole—. Siempre me hace falta el mejor dragón.

Daemon besó su frente y Alysanne se hizo a un lado, dejando que tuvieron su abrazo. Ella quedó con Rhaenyra, quien la tomó del brazo y sonrió, transmitiéndole mayor calma y su apoyo en momentos tan emotivos como esos.

—¿Dónde están mis hermanas? —preguntó Rhae, quien era abrazada por los hombros gracias a su padre—. Creí que estarían aquí gritando, Aemma más que nada.

Alysanne le sonrió a su hija, acariciando brevemente su mejilla. —Ellas visitan al rey. Cuando supieron que habías, salido del castillo inesperadamente, decidieron ordenar nuevamente sus actividades —respondió, haciendo énfasis en aquella salida. Rhaena desvió la mirada, era claro que su madre se iba a enterar, siempre lo hacía.

—Y dime, padre... —habló la castaña, recurriendo a él para desviar la atención. Daemon asintió con una sonrisilla, entendiendo.

—¿Dónde está tu abuela? —preguntó Alysanne antes de que Rhaena hechizara a su padre y se dedicarán a una charla incansable.

—En el bosque de dioses, de seguro observando el árbol corazón. Ella ansía verlas —le respondió con una sonrisa.

—Gracias, Rhae.

Alysanne decidió que iría con su madre mientras Daemon se dispondría a hablar con su segunda hija. Rhaenyra decidió acompañarla.

Llegaron sin prisas, encontrándose con Rhaenys admirando la belleza de la naturaleza.

—Madre —llamó Alysanne, haciéndola voltear.

—Alysanne... —respondió, viéndola acercarse con el mismo esplendor de siempre—, mi hija —susurró, tomando su rostro antes de besar sus mejillas

—Siempre es una dicha verte —expresó antes de que se unieran en un abrazo—. Rhaena dijo que estarías aquí, y venimos con Rhaenyra.

La princesa vio detrás de su primogénita a la Targaryen, quien se sentía un poco nerviosa. Ella jamás se había relacionado tanto con Rhaenys, y luego de que decidieran "matar" a Laenor, la situación se había vuelto más tensa.

—Su tutela le ha hecho muy bien —felicitó la heredera al trono de hierro, acercándose a Alysanne. Ella tomó su mano, dándole más confianza—. La has criado admirablemente.

—Me honra, princesa —respondió Rhaenys, tratándola con la mayor consideración por su hija.

—Madre, llevamos horas preguntándonos quiénes estarán a favor de Vaemond —inició un tema delicado—. Al parecer se ha reunido con la reina y la Mano.

—Esta es una maniobra injusta, una trampa —opinó Rhaenyra—, tendida para declarar a Alysanne incapaz por ser, mujer.

—Lo sé, y lo entiendo —respondió Rhaenys, acariciando el cabello de su hija como lo hacía cuando era más joven—. Pero ahora todos actúan con crueldad, haciendo cosas peores. Todos creen que ustedes, incluida mi hija... mataron a Laenor. Y si bien pueden temerles, también hace que los odien—comentó la princesa Rhaenys.

—Creemos que... Podríamos afianzar el reclamo —expresó su hija, tomando la mano de su madre con ambas manos—. Estoy casada con Daemon, aliado con Rhaenyra, y eso ya es de mucha ayuda. Pero Rhaena también es un foco de atención.

—Ella seguirá siendo tu heredera, ¿no es así?

—Por supuesto —aclaró cualquier duda—. Ella se lo merece. Hemos decidido proponer un cambio en su apellido, declarándola Velaryon, para que nuestra casa y apellido siga al mando. Pero necesita más ayuda.

—Un hombre —mencionó Rhaenyra nada contenta con la idea—. Aemma ya está prometida a Jace, y puede ocurrir lo mismo con Lucerys y Rhaena. Se fortalecería su poder, se diría que sangre de la sangre del Señor de las Mareas es quien mantiene el legado.

—¿Rhaena siquiera lo sabe?  —preguntó Rhaenys—. Puedo recordar bien cómo Alysanne, o tú, Rhaenyra, rechazaban completamente la idea del matrimonio. Mi nieta es igual.

—Pero ahora entendemos que, en un mundo lleno de prejuicios y temor por el poder femenino, siempre podremos hacer a un hombre sonreír y continuar gobernando —expresó su hija.

—Las apoyo. Pero debemos tener presente que los Hightower mañana asestarán el primer golpe, sea de la manera que sea.

Alysanne asintió. Les esperaba un día muy duro por delante.

Luego de ello, la Velaryon decidió ir sola por sus hijas. Las encontró cuidando del pobre rey.

—¿Cómo llegó a este punto? —preguntó Alyssa al ver a su madre. La menor tomaba la mano del rey mientras este parecía descansar—. Creía que podría superarlo.

—Mi princesa... —susurró su madre, acercándose a ella—. La vida pasa, y puede ser muy dura con nosotros. Pero debemos luchar hasta el último, y eso hace nuestro rey —explicó, acariciando su cabello—. Mis niñas, Viserys Targaryen es la muestra de la lucha incansable, de la fortaleza hasta el final.

—¿Él mejorará? —preguntó Rhaena, que estaba de pie al otro lado de la cama con Aemma—. ¿Podremos volver a tener una de esas, cenas deliciosas y pláticas tan amenas como antes?

Los ojos de la Velaryon ya se habían cristalizado, ella quería desfogar toda la angustia que traía adentro, pero no quería que fuera frente a sus hijas. Recordar el pasado le transmitía calidez a su corazón, pero también le hería la idea de que probablemente no volvería a repetirse.

Pero a pesar de ello, prefirió responder: —Todo es posible si crees en ello. Vayan a descansar ya, la noche se pone y el día de mañana será muy agotador.

Las mellizas asintieron, acatando su orden. También querían ponerse al día luego de tanto tiempo. Pero Alyssa, Alyssa no quería dejar a su tío. Ella había aprendido a quererlo mucho, y a cuidarlo como a Daeron le gustaría.

—¿Y tú, Lyssa?

—Quisiera quedarme un rato más... —expresó, sintiendo cómo las lágrimas se escurrían por sus mejillas—. Quisiera darle un poco de mi vida, mamá —confesó, abriéndole su corazón—. El rey no merece estar en esta condición. Debería estar... Gobernando tan pacíficamente como siempre, haciendo sus banquetes y celebrando un buen día.

—Cariño...

—Debimos seguir visitándolo, de seguro se ha sentido muy solo.

El dolor de Alyssa llegaba al corazón de su madre, aumentaba su pesar.

—Me quedaré aquí —expresó—. No heredaré Driftmark, o gobernaré los Siete Reinos, pero si cuidaré del rey con esmero —proclamó, siendo más directa con sus deseos—. Le leeré y seré su compañía.

—Alyssa... —llamó su madre en un susurro—. Aquí no es donde deberíamos estar.

—Pero aquí es donde yo quiero quedarme. El rey merece compañía —defendió, observando al Targaryen—. Está bien, mamá, estaré bien quedándome.

—Duele... Duele —empezó a susurrar el rey, despertando.

Alyssa de inmediato le alcanzó la leche de amapolas, ayudándolo a beber.

—¿Está bien, mi rey? —preguntó Alysanne, recibiendo la copa cuando terminó el contenido.

—Merecen mi gratitud... —susurró, volviendo a recostarse—. Mi apoyo.

—Solo pedimos su bienestar —hizo saber Alyssa, acomodando las sábanas.

—Driftmark... Es tuyo, Alysanne —se dirigió a ella, recordando las palabras de su hermano—. No deben quitártelo.

—Está bien, alteza —calmó la Velaryon—. Veremos cómo solucionarlo.

El rey quiso decir más, pero prefirió guardar sus energías. Él había tenido una idea. Luego de toda la lealtad que Alysanne y su familia le habían ofrecido, él quería hacer algo por ella en reconocimiento.

A la mañana siguiente, Alysanne despertó sabiendo lo que le esperaba, que el día sería largo y sorpresivo, exhaustivo y complicado.

Por otro lado, sus hijas despertaron muy decididas a apoyar a su madre de todas las formas. Y bueno, Alyssa también con la noticia de que Daeron Targaryen había llegado en su dragón Tessarion a la Fortaleza Roja desde Antigua.

Daemon y Rhaenyra también despertaron dispuestos a darle soporte a su amada, a hacer lo que fuera necesario para que ella estuviera bien.

Cuando llegó el momento, todos se reunieron en el Salón del Trono, los aspirantes al Trono de Driftmark junto a sus aliados, quines tomarían la decisión y algunos cortesanos.

—Aunque esta Corte tiene la esperanza de que lord Corlys Velaryon sobreviva a sus heridas, nos hemos reunido con la penosa tarea de zanjar la sucesión de Marcaderiva —dio inicio Otto Hightower—. Como mano, hablo en nombre del rey en este particular y subsecuentes —concluyó, tomando asiento en el Trono de Hierro.

Alysanne no pudo detestar más aquel acto, cómo alguien tan indigno tomaba esa posición. Pero mantuvo su silencio. Miró al frente, encontrándose con los Verdes, la reina, sus hijos e hija. También se encontró a su tío Vaemond Velaryon, quien la miraba con superioridad. A su lado, Alysanne tenía a los Negros, incluida a su madre en ellos.

—La Corona escuchará a los aspirantes. Ser Vaemond de la casa Velaryon —proclamó la Mano, dándole la potestad de iniciar.

—Mi reina, lord Hand, y mi sobrina Alysanne —saludó, mirando hacia sus direcciones—. La historia de nuestra noble casa se remonta hasta la antigua Valyria. Los Velaryon han dominado los mares, tanto tiempo como los Targaryen los cielos. Tras la Maldición de Valyria, fuimos las últimas casas de su estirpe.

—¿Estamos en clase de historia, acaso? —no pudo evitar soltar Rhaena, siendo recriminada con la mirada por su melliza. Ella trataba de distraerse con alguna cosa, pues además de un poco aburrida, estaba nerviosa por la insistencia de Aemond al mirarla.

—Nuestros ancestros vinieron sabiendo que un fracaso, supondría el fin de su linaje, de su apellido. Llevo toda mi vida en Marcaderiva, defendiendo a mi hermano. Soy su único pariente masculino más cercano. Sangre de su sangre. La auténtica e inmaculada sangre Velaryon corre solo por mis venas.

—¿Acaso sugiere que por las mías, o las de mi heredera no es así? —preguntó Alysanne en voz alta, ganándose la atención—. Si te preocupa tanto la sangre Velaryon, tío, no osarías suplantarme. Pero solo miras por ti mismo y tu ambición.

—Debe aguardar por su turno —la detuvo Hightower.

—Tendrá la ocasión de defender su suplica, lady Alysanne —añadió la reina—. Tenga la gentileza de que ser Vaemond se explique.

—¿Por qué no puede soportar el poder de una mujer? —continuó Alysanne—. Me encantaría oírlo continuar humillándose. Le queda excelente.

—Deberías tener más respeto por la línea de poder. Sigues sin comprender cuál es tu lugar, continúas sobreestimándote.

—Yo soy la heredera de la Serpiente Marina, mientras tú no eres más que un rencoroso segundón.

—Esto se trata del futuro y la supervivencia de mi casa. Y aún si no terminas perdiendo Driftmark, el apellido y la sangre Velaryon, Valyria, acabarían con tu hija.

Todo el salón se llenó de murmurllos. Hasta los Verdes se mostraron sorprendidos. Los hijos del rey con su segunda esposa conocían a Rhaena, a Alysanne, y creían que la acusación de Vaemond no tenía validez. Ni siquiera la reina estaba de acuerdo, ella no apoyaba ni uno de sus motivos, pero temía que darle más poder a la Velaryon significaría un gran peligro para su familia.

—¿Qué es lo que insinúa?

—La legitimidad de esa niña —respondió, señalando a Rhaena—. No puede ser tu hija.

Entonces los murmullos incrementaron. La misma Rhaena, como sus hermanas, preparaban un millón de insultos por su atrevimiento, y la mirada de ambos padres, tanto como la de Rhaenyra, pudieron haber matado. Entonces, alguien más actuó, sorprendiendo:

—Cuide su lengua, ser Vaemond.

Aemond Targaryen había alzado la voz, defendiendo en quienes creía, apoyaba y también apreciaba.

—Es una cuestión de sangre, la mía —le respondió, indicándole que no se metiera.

Alysanne para ese punto ya tenía la mente nublada por el humo que el fuego en su sangre provocaba. Al igual que Daemon por lo que sugerían sobre su amada hija.

—Puede que las dudas hayan cesado por sus hermanas Aemma y Alyssa —prosiguió Vaemond, manteniendo un tono de voz alto—, pero solo basta verla. Es, diferente.

—Soy una Valyria —corrigió Rhaena de inmediato con la cabeza en alto.

Alysanne se fue acercando a su tío sin temor con su característica autoridad. —Y si planeas poner en duda su legitimidad, no tendrás siquiera una boca para decirlo.

—Yo solo antepongo la supervivencia de la casa Velaryon y su linaje —defendió, mirando hacia el trono de hierro—. Por ello, me postulo como sucesor de mi hermano, maestro de Marcaderiva y Señor de las Mareas.

—Gracias, ser Vaemond —habló Hightower, haciendo que Vaemond regresará a su lugar—. Lady Alysanne, de la casa Velaryon, es su turno

La heredera del mar se situó en el centro de la sala del Trono bajo la atenta mirada de todos los presentes. Los hijos del rey, incluido el recién llegado Daeron, como siempre admiraron la manera en la que podía imponerse con tan solo ser ella, y los jóvenes por el bando de los Negros estuvieron de acuerdo.

—Una traición, en todos los sentidos. Miedo por el empoderamiento de una mujer —calificó la Velaryon, mirando brevemente a su tío—. Además de subestimar la capacidad que tengo por mi género, buscan quitarle el derecho a mi hija poniendo en duda su legitimidad —citó las ofensas antes de soltar una corta risa—. Ridículo...

Cuando quiso continuar, un fuerte ruido en la entrada la interrumpió.

Entonces, todos observaron a atrás y vieron cómo las puertas del salón se abrían en su totalidad. Uno de los guardias anunció la presencia de un aliado.

—El rey Viserys, de la casa Targaryen. El primero de su nombre, rey de los Ándalos, los Rhoynar y los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino.

El salón se mantuvo en silencio mientras las cabezas se inclinaban ante el rey, que poco a poco se acercaba a su trono. Todos admiraron aquel esfuerzo, y sus más allegados se sintieron conmovidos por lo que él hacía a pesar de su grave estado.

Cuando pasó a lado de la Velaryon, fue su hija Alyssa quien fue con el rey, acompañándolo en su camino mientras apoyaba una de sus manos en su espalda.

—¿Cómo me veo...?

—Poderoso —le respondió su sobrina con una gran sonrisa, sacándole una igual.

—Hoy ocuparé yo el trono —le hizo saber el rey a su Mano, que había quedado pasmado.

Alyssa lo continuó ayudando hasta llegar al trono, fue su soporte cuando se sintió más cansado, ayudándolo a mantenerse de pie. Cuando la corona del rey cayó, fue su hermano quien rápidamente la tomó, recordándole que siempre estaría para él.

—Vamos —dijo Daemon, acompañando al rey y su hija—. Con firmeza.

Viserys finalmente pudo descansar en su trono de hierro, y fue ahí que Daemon le colocó su corona. Él regresó con Alysanne y los Negros mientras, por pedido del rey, Alyssa se mantuvo de pie a lado del trono, con cuidado de no herirse por alguna de las espadas.

—Debo admitir... Mi confusión —habló el rey, haciendo resonar su voz por todo el salón—. No logro entender por qué se postulan aspirantes a una sucesión ya zanjada. De todos los presentes, si hay alguien que conozca bien los deseos de Lord Corlys, es la princesa Rhaenys —proclamó, dirigiendo la atención a su prima.

—Así es, alteza —respondió la Targaryen, acercándose al centro del lugar. Alysanne miró a su madre, quien le sonrió sutilmente. Vaemond supo que sus posibilidades se habían reducido considerablemente—. Siempre fue su voluntad que Marcaderiva pasará a su hija, Alysanne Velaryon, y luego a su sangre, Rhaena. Esa fue siempre su idea, su deseo, y lo apoyo totalmente. Además, para no perder el sagrado apellido se me ha trasladado el deseo de que Rhaena Targaryen tome el apellido Velaryon, además de ser desposada con Lucerys Velaryon, hijo legítimo de ser Laenor, fortaleciendo más a la casa Velaryon.

Aquella noticia resonó fuerte en algunos. Rhaena, por su lado, se mantuvo inexpresiva, con la mirada fija en un punto que se encontraba frente a ella. Podía no notarlo, pero de inmediato había observado a Aemond Targaryen luego de que la noticia del matrimonio se diera a conocer. Rhae no había estado de acuerdo, pero entendía que en un mundo de hombres, ella iba a tener que mantener a uno de esa especie a su lado, y Lucerys era indicado. Eran amigos.

Pero, aún así, no podía sentirse plenamente bien. Ella no quería desposarse con Luke. Rhaena no deseaba eso, su corazón se negaba con fervor.

—Tomaré tu pedido, apoyando ambas propuestas, nombrando a Rhaena como Velaryon. Entonces, el asunto queda zanjado, otra vez —proclamó el rey—. Así pues, ratifico a lady Alysanne de la casa Velaryon como heredera de Marcaderiva, de su trono, y próxima Señora de las Mareas.

Rhaenys regresó con su familia y besó la mejilla de su hija con dulzura. Alysanne agradecía y atesoraba el apoyo de ella y el rey. Pero, la situación aún no terminaba.

—Usted vulneró la ley, y una tradición centenaria... Para nombrar heredera a su hija —expresó sir Vaemond, enfadado, tomando lugar en el centro del salón—. ¿Y se atreve a hacer lo mismo con mi Casa? ¿Se atreve a decirme quién se merece portar el apellido Velaryon y recibir su herencia? No, no pienso permitirlo.

—¿"Permitirlo"? —repitió el rey—. Has olvidado tu lugar, Vaemond.

Pero entonces, el hermano de la Serpiente Marina explotó de furia.

—¡Ella... es una mujer!, y su heredera, ¡no es una auténtica Velaryon! Y menos aún, pariente mío.

—Márchese. Ya ha hablado suficiente —quiso detener Rhaenyra algo más grave. Sabía lo enojados que se encontraban sus esposos por las palabras de Vaemond.

—Tú no eres nadie para dirigirte a mí. No es un tema de tu sangre, que está aún más manchada.

—¿También buscas meterte con mi... La princesa Rhaenyra, heredera al trono de hierro, y su descendencia? —cuestionó Alysanne, reprimiendo de sus labios la palabra "esposa". Ella se fue acercando más a Vaemond sin poder soportar más sus insultos—. ¿Acaso te atreves?

—Ellos son todo menos Velaryon, y lo sabes —dijo su tío entre dientes cuando estuvieron cara a cara, refiriéndose a sus sobrinos.

—Rhaena es mi legítima sobrina —alzó el rey la voz—, y los hijos de Rhaenyra, mis nietos. Y tú, simplemente el segundogétino de Marcaderiva. Nada más.

—Usted hace con su casa lo que le venga en gana. Pero no decidirá el futuro de la mía.

—No estás cuidando lo que dices —advirtió Alysanne sin alzar la voz, considerando que su imprudencia rebasaba los límites—. Solo te hace falta un último paso, Vaemond, ¿estás dispuesto a darlo?

—Mi casa sobrevivió a la Maldición y a un millar de tribulaciones más —continuó, cegado por sus ideologías y deseos de poder—. Y que me condenen los Dioses, pero no dejaré que se extinga por culpa de una débil mujer y su hija...

—Dilo —alentó Daemon, sintiendo que pronto podría vengar las acusaciones en contra de su hija.

—Su hija es... ¡bastarda! ¡Tanto como su prometido! ¡Son, bastardos!

El rey se enderezó en su trono con ayuda de Alyssa, que estaba más que preocupada por lo que pronto ocurriría. Su madre sacaba la daga de su vestido, y aunque nadie se diera cuenta, ella estaba lista para desquitarse por el grave insulto que recibía su familia.

—Tú eres, inútil, demente —le dijo su tío a Alysanne—. Y aquella mujer —observó a Rhaenyra—, una zorra

—¡Te, cortaré la lengua por eso! —anunció el rey al ponerse de pie.

Pero no fue necesario que actuará.

Alysanne cortó la boca de Vaemond Velaryon en un acto rápido, causando los gritos a su alrededor, del mismo agredido, quien empezaba a sangrar y sentir el inmenso dolor. Pero la heredera del mar no se detuvo, y descendió, presionando con fuerza su daga en la garganta, y posteriormente corazón, de su tío. Quiso sacárselo, pero tuvo que hacerlo a un lado, dejando que Daemon también defendiera el honor de sus esposas. Él fue un poco más eficiente y le cortó la cabeza. Los gritos de sorpresa aumentaron. Dejó tan solo la parte inferior de su cuerpo, y su lengua.

—Puede quedársela —dijo mientras tomaba la cintura de su hermosa Alysanne.

—¡Desármenlos! —ordenó Hightower.

—No hará falta —expresó Alysanne, limpiando con su vestido de color azul la sangre que había quedado en su daga.

Ninguno de ellos se arrepentía. Alysanne desde hace mucho que quería actuar en contra de quien siempre la había subestimado, y ahora que él le había regalado la oportunidad, no la desaprovechó.

Entonces, entre tanto silencio, ella volvió a hablar:

—Yo soy la honorable heredera del mar y puedo demostrar de mil y un maneras mi poder. Reclamaré siempre el derecho de mi familia. Soy de sangre Valyria, al igual que mis antepasados y descendientes.  Y si alguien vuelve a ir en contra de mi familia, todo el reino se arrodillará y pedirá piedad. Esa es mi promesa.

Daemon y sus hijas la miraron con orgullo, mientras Rhaenyra quedó embelesada por su muestra de poder y protección. Todos seguían impresionados por lo que habían presenciado, pero aún así habían entendido lo que Alysanne Velaryon decía, lo habían grabado en sus mentes.

Cuando el rey quiso volver a dictar el fin del problema, empezó a sentirse mal. Sus gemidos de dolor fueron lo suficiente para preocupar a la corte.

—¡Avisen a los maestres! —pidió Alyssa, ayudando a que se manteniera de pie y pudiera retirarse a su recámara.

La reina se acercó a su esposo y le pidió que tomará algo para el dolor mientras también se disponía a ayudarlo.

—No, me enturbiará el juicio. Debo enmendar las cosas —expresó su deseo, aferrándose en ambas para mantener su estabilidad.

Entonces, los guardias se encargaron de seguir ayudándolo a continuar. Pero Alyssa se mantuvo con él, yendo detrás para saber si estaría bien.

—Alyssa —llamó su madre, pero la joven princesa de la vida estaba decidida.

Ella no fue sola, Daeron Targaryen fue detrás.

Alysanne creyó que pronto se volvería loca si ese muchacho volvía a ser indispensable para su niña. Su familia parecía tener una fuerte debilidad por los Targaryen.

Pero esperaba que tanto como una debilidad, ellos fueran una fortaleza. Y como ella, pudieran enfrentar a todo y a todos con su compañía, reinar en los cielos y mares.

¡la heredera al mar ha hablado, tus votos y comentarios ha ordenado! 🌊

mmm, alysanne poderosa x2. 🧎

y ese poder familiar >>>
que me adopten por fa

































































































J E M I I S A 🦋
27 / 11 / 2022

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