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Seungmin se detuvo frente a su puesto de elotes favorito de todo el pueblo con una gran sonrisa en sus labios. Conocía al hijo del dueño, por lo que a pesar de que hubiera mucha gente, sabía que sería atendido rápidamente por el cariño que éste le tenía.

Sin soltar la muñeca de Hyunjin, se hizo paso entre la gente hasta llegar al frente.

—¿Qué haces? Debemos esperar hasta atrás—habló Hyunjin al notar que Seungmin simplemente ignoraba a las demás personas que estaban esperando su turno.

—Silencio, conozco al chico que trabaja aquí, es hijo del dueño, nos atenderán rápido—respondió sin mirarlo, llegando por fin al frente.

Cuando estuvieron al frente, algunas personas se quejaron en voz baja al verlos ahí sin haber esperado antes, sin embargo, nadie les dijo nada. Hyunjin se disculpó con los más cercanos y dirigió su mirada a las personas que estaban atendiendo, tratando de descifrar quién era el amigo de Seungmin que los atendería.

—¡Seunggie!—llamó emocionado uno de ellos, limpiando sus manos en su delantal antes de acercarse—Termina este pedido, vuelvo en unos segundos—le dijo a uno de sus compañeros, volviendo su vista al castaño—Me estaba preguntando cuándo vendrías de nuevo—le sonrió.

—¡Channie!—sonrió también, dando cortos saltitos de felicidad—Te presento a Hyunjin, es nuevo en el pueblo—señaló al pelirrojo quien se limitó a saludar con la mano. Seungmin se acercó a su amigo e hizo señas para que también se acercara, juntando sus manos alrededor de su oreja para que solo él pudiera escucharlo—Es un chico de ciudad, ¿no es genial?—susurró con cierta emoción.

—Déjame adivinar, ¿le dijiste que comieran elotes juntos?—preguntó divertido, cruzándose de brazos mientras Seungmin se sonrojaba sutilmente.

—Hace unos días, si, y me rechazó—hizo un puchero, viendo ocasionalmente al mayor a su lado—¡Pero hoy me invitó él! Eso es un avance—su sonrisa volvió, emocionado.

ㅡNunca cambias...—rió, negando con la cabeza—Fingiré que no me siento herido por tu nueva conquista.

—Tú me rechazaste—se encogió de hombros, hablando en tono de broma.

Hyunjin frunció el ceño con esa conversación, dándose cuenta de algunas cosas en cuanto a Seungmin, como por ejemplo, que usaba esa misma táctica de invitar a salir a alguien un poco seguido.

—Lo sé, solo bromeo—le guiñó el ojo con una sonrisa divertida—Entonces, ¿quieres dos de los de siempre?

Seungmin miró a Hyunjin con ojos brillantes, esperando que sea él el que decida lo que iban a comer, quería sentirse como en una cita en donde su chico soñado lo invitaba, aunque ni por cerca era una cita; pero Hyunjin no conocía el lugar, tampoco lo que a Seungmin le gustaba, así que asintió ante la propuesta del otro chico frente a ellos.

—Está bien, siéntense donde quieran, en un momento llego con su pedido.

El castaño jaló la manga de Hyunjin para llamar su atención, obteniéndola rápidamente.

—Dile que también quiero un jugo de moras—le susurró.

—Y dos jugos de moras, por favor—se dirigió de nuevo al vendedor, causando que riera cortamente por la manera en la que Seungmin se comportaba con Hyunjin.

Seungmin sonrió satisfecho y caminó hacia una mesa vacía al aire libre, cerca de la calle. Hyunjin se sentía extraño, él no acostumbraba a ir a lugares así; en donde él vivía en la ciudad, solía salir con sus amigos a restaurantes un poco más reservados, nunca en un puesto de comida así, y no porque no existieran, sino porque no era su primera opción comer algo en la calle, sus padres siempre le dijeron que podría enfermarse, sin embargo, no le iba a quitar esa ilusión a Seungmin de comer donde él quería.

—¿Has comido elotes alguna vez?—Hyunjin negó, analizando su entorno—Prometo que van a gustarte.

—Eso espero—murmuró. Segundos después, recordó la razón por la que lo invitó a salir, así que se acomodó bien en su asiento y carraspeó su garganta para llamar su atención—Bueno, sé que quizás te debo una explicación de lo que pasó ayer.

Seungmin se puso un poco serio, recordando ese pequeño incidente que había olvidado por completo al estar distraído con su compañía. No quería que esa salida se convirtiera en algo incómodo, pero su pecho dolió un poquito, aunque no como antes, solo era esa desagradable sensación que lo hacía cuestionarse.

—No fue a propósito—empezó a hablar, dándose cuenta de cómo la expresión de Seungmin se suavizaba—Todavía estoy en todo eso de la mudanza y ayer me avisaron que mis gatas ya estaban aquí así que salí corriendo a revisar que todo estuviera en orden con ellas... Sé que tuve que avisarte antes de irme, y lamento no haberlo hecho.

La incomodidad que Seungmin sentía, desapareció completamente, dándole paso a una sensación de emoción y alivio. No conocía muy bien a Hyunjin, existía la posibilidad de que le estuviera mintiendo, pero por alguna razón, confiaba totalmente en lo que le estaba diciendo, eso lo hacía sentir mucho mejor.

—¿Puedo conocer a tus gatas?—preguntó, dejando de lado la explicación, obteniendo una confusa expresión del mayor.

—¿Quieres?

Seungmin asintió repetidas veces con una gran sonrisa, ocasionando que a Hyunjin también se le escapara una sonrisa sin darse cuenta, sintiendo cierta calidez en su pecho que lo hizo sentir en calma a sabiendas de que Seungmin ya no estaba triste.

—Está bien—asintió el mayor.

Su orden de elotes llegó muy rápido junto a sus bebidas, Seungmin se removió feliz en su asiento al tener su comida en frente.

—Gracias, Bangchannie—dijo con voz tierna, recibiendo un "de nada, pequeño" en respuesta antes de alejarse.

Hyunjin observó el elote en su plato sin saber exactamente como se comería todo lo que había ahí sin ensuciarse, o al menos de manera decente.

—Solo haz lo que yo hago—indicó el castaño, levantando el elote desde el corto palito de madera que sobresalía para dirigirlo a su boca, mordiendo uno de los costados sin interesarle mucho ensuciarse.

—Estás todo sucio ahora.

—Eso es lo de menos—volvió a comer, limpiándose ocasionalmente con las servilletas—Come tú.

Hyunjin suspiró e imitó sus acciones, dejando de lado cualquier vergüenza que le pudiera dar el ensuciarse de esa manera con esos aderezos y el queso.

Mentiría si dijera que no le había gustado, esa simple mordida lo había dejado con muchas ganas de seguir comiendo, ¿por qué nunca había escuchado de eso en la ciudad? Las personas se estaban perdiendo de mucho.

Seungmin rió al ver la expresión de sorpresa y de satisfacción del mayor, movió sus pies en señal de emoción, sintiéndose demasiado feliz por estar con él ahí.

—¿No estás molesto ya?—preguntó Hyunjin, limpiando su boca.

—Nop—negó con la cabeza—Te perdono porque me dejarás ver a tus gatos. Pero no lo hagas de nuevo—lo señaló, frunciendo el ceño.

Hyunjin sonrió. Seungmin parecía un niño pequeño muy sonriente y extrovertido.

Estuvieron en un corto silencio, Hyunjin tomó una servilleta y se acercó un poco al menor que detuvo sus movimientos rápidamente al ver que Hyunjin se dirigía a él, poniéndose nervioso. Hyunjin limpió suavemente su mejilla sucia por el elote en completo silencio, viendo como se sonrojaba por su acción.

Seungmin sintió su corazón latir muy rápido, Hyunjin lo ponía muy nervioso, tanto que le estaba costando esconderlo. Al tenerlo un poco cerca, cerró sus ojos y levantó un poco los labios con la intención de obtener un beso en esa posición.

Hyunjin frunció el ceño y trató de no reírse. Se alejó y se recostó en su asiento sin apartar la mirada. Seungmin abrió sus ojos al no sentir más cercanía, sonrojándose de nuevo por su fallido intento por obtener un beso.

—¿Qué estabas haciendo?—Hyunjin enarcó una ceja.

—Debías besarme—respondió directamente, haciendo un puchero.

—¿En un puesto de elotes?

—¿Existe algún lugar mejor que este?

Hyunjin soltó una fuerte risa que contagió al menor rápidamente, alejando el nerviosismo para darle paso a la comodidad del momento, ignorando por completo a las personas de su alrededor y concentrándose únicamente en el maravilloso pelirrojo que estaba sentado frente a él.

Por primera vez, Seungmin sintió que era diferente.

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