• Capítulo 1 •

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Nuestra historia comienza en las alcantarillas, los lugares menos transitados de la ciudad; este lugar solo sirve como hogar de 5 mutantes: una rata y cuatro tortugas.

Todo está tranquilo, ni un solo ruido, perfecta situación que aprovechará la mutante adulta. Esta recorre su trayecto diario hasta el dojo, toma asiento frente a su árbol majestuoso y procede a tener un momento de paz.

El viento que recorre los túneles llega hasta la roedora, mueve sus pequeños bigotes levemente, provocándole una sonrisa de satisfacción. Sus piernas cruzadas le permiten una mayor comodidad; tiene las manos entrelazadas y párpados cerrados, respira profundamente, logrando que su pecho se mueva en un compas pausado.

De repente, unas voces fuera de la habitación la desconcentran un poco. Piensa en ir a pedir silencio, pero luego todo vuelve a la normalidad…de todas maneras no duró mucho, pues está vez las voces eran más fuertes. Soltando un suspiro de negación, se levanta y endereza su espalda; con ambas manos arregla la falda de su kimono y camina hasta encontrarse con una escena para nada desconocida.

Antes de decir cualquier cosa, una de sus hijas se aproxima.

–Discúlpenos, madre – Hace una corta reverencia con su cabeza–. Sé lo mucho que le incomoda tener bulla en estos momentos, pero también sabe cómo son Rose y Maddie.

–No tienes porqué disculparte – Deja de mirara a su hija y sube el tono de su voz, esta vez, mirando a las dos restantes–; además, ¿no deberían estar preparándose para la noche?

Las dos mutantes se sobresaltaron un poco al por la voz de su madre, pues no sabían que estaba presente. La de bandana roja dejo de jugar con su hermana y tomó una compostura más "madura".

–Ya estamos listas, solo debemos esperar que Debby deje su juguete y podremos entrenar.

–¿Juguete? – La de menor estatura no parecía entender el sarcasmo de su hermana.

–No es ningún juguete, Rose – Fulminó con la mirada a la recién mencionada–. Debby está analizando el aparato Krang, para que no cause ninguna anomalía en la ciudad o peor, en nuestro mundo.

–Laura, ¿por qué no vas y ayudas a tu hermana en lo que puedas? – dijo con serenidad la rata.

Está asintió y abandonó el lugar para adentrarse en el laboratorio de la mutante.

–En cuanto a ustedes dos – Las señaló con su pata. Bueno, gracias al mutágeno, ahora tenía el aspecto de una mano humana, pero las garras seguían allí–, ordenen el desorden que causaron.

–Hai – respondió sin muchos ánimos.

–No se preocupe, Sensei, dejaremos todo como estaba – Se acercó a su superior y, poniéndose de puntas, le susurró en el oído–. Por si acaso, Rose tiró la mayoría de cosas…

–Te estoy escuchando, enana.

Mientras tanto, en otra habitación de las alcantarillas se encontraba una tortuga alta y portadora de una bandana morada. Ella estaba analizando un disponible Krang que servía para abrir portales hasta la dimensión X.

–¿Cómo vas con eso, Debby? – dijo la mutante de bandana azul, entrando recientemente al laboratorio.

–Muy bien, no creí que las coordenadas entre dimensiones serían capaz de cambiarse con simples códigos de computadora – Se notaba entretenida y emocionada.

–Me gusta verte así de feliz, pero sabes que no entiendo el idioma científico.

–Oh, cierto, te lo explicaré mejor – Le señaló una silla–. Ven, toma asiento.

Después de acomodarse en la silla –cerca de su hermana–, inclinó su cabeza para ver atentamente los movimientos de sus manos; definitivamente se le notaba ansiosa.

–Como logras ver, este abre portales tiene una sustancia rosada en su interior, ¿no? – La de bandana azul asintió con su cabello– Bien, ese color representa la forma de vida en la dimensión X.

–Eso tiene sentido, ya que todo en ese lugar tenía esos tonos de colores.

–Exactamente – Enchufó el aparato a un cable, y este cable lo conectó a su computadora–. Ahora, observa esto.

Sus dedos se tecleaban certeramente las letras, logrando escribir una combinación de números en la pantalla.

070521

Después de presionar enter, ambas giraron su miraba al aparato… ¡estaba cambiando de color! La sustancia rosada había sido reemplazada por una verde, un verde muy oscuro.

–Guau, eso…

–Cambió, sí, lo sé – Sonrió–. Ese era el resultado por el cambio de coordenadas.

–¿Coordenadas? ¿Te refieres a los números que escribiste en la computadora? – dijo aún sorprendida, señalando la pantalla.

–Así es…verás – Giró un poco su silla para estar frente a frente–. Las coordenadas que puse son nuestras, es por eso que el color cambio a nuestro ambiente. Eso nos ayudaría en alguna situación peligrosa con los Krangs; puede que ellos nos lleguen a enviar a otra dimensión para dejar nuestra ciudad desprotegida, pues, si yo tengo esto, tan solo bastaría abrir el portal y no traería de vuelta a casa.

–Suena útil – Se recostó en el espaldar de su silla–, pero no sé si algún "accidente" de esa magnitud llegue a pasarnos.

–Bueno, sí – Susurró por lo bajo–, pero es mejor estar preparadas.

Un pequeño ruido metálico les llamó la atención, era nada más y nada menos que Rose, quien tocó con sus nudillos la puerta metálica.

–¿Ya terminaron de jugar a las científicas? – preguntó en son de burla.

–¿Y ustedes ya terminaron de ser amas de casa? – Lori no se iba a quedar callada en cuanto se trate de responder a las palabras de su hermana.

–¡Oye!

–Sí, ya terminamos – Maddie se unió a la conversación con una sonrisa.

–Bueno – La tortuga que portaba apariencia de liderazgo, se puso de pie–, espero que estén listas para el entrenamiento.

–¡Yo, sí! – La de bandana naranja sacó los nunchakus que tenía a cada lado de su cinturón y los giró en el aire, como si se tratara de dos hélices– Tengo una venganza planeada para alguien.

–No eres muy discreta con tus indirectas, Maddie – Debby se aproximó a sus hermanas, haciendo girar levemente su bō con una de sus manos.

–Ella tiene razón; además – La de bandana roja la señaló–, no lograrás nada, solo que yo limpie en dojo con tu caparazón.

–Atrévete, Ro-si-ta.

Ese apodo no le gustaba a la mutante, por eso soltó un gruñido y automáticamente le mostró el filo de sus sais.

–Ya verás cuando te…

–¡Chicas, chicas! – Una voz masculina resuena por cada rincón de las alcantarillas– ¿Están aquí?

Guardaron sus armas en los compartimentos de sus cinturones, corrieron hasta la sala y se toparon con un chico alto y de cabellera pelirroja. Tenía una camiseta mostaza y un jean negro; tenis blancos y el infaltable rostro atractivo.

–Adam – La mutante de bandana morada fue la primera en acercarse al chico, haciendo lo posible por ocultar su rostro de enamorada–, ¿sucede algo?

–Sí – Él la tomó de los hombros, dándole un escalofrío accidental–. De camino a la alcantarilla me topé con unos Krangs que entraban a una bodega abandonada; tenían uno de tus aparatos triangulares.

–¿Un abre portales? – preguntó con titubeos.

–¡Sí, eso!

Lori se aproximó hasta la "pareja", haciendo que el pelirrojo soltase a su hermana.

–Más te vale no haberte enfrentado a ellos tú solo.

–¿Qué tiene de malo patear un trasero robótico? – Se cruzó de brazos.

–Que ese es nuestro trabajo, dah – Rose se señaló con el ceño fruncido.

–Bueno, pero no me pasó nada, ¿de acuerdo? – Rodó los ojos– Tan solo les robé su abre portales y listo, problema resuelto.

–¿¡Qué!? – Debby entró en pánico– Dame esa cosa, rápido.

Adam jamás había visto a la mutante de ese humor, así que obedeció a su orden lo más rápido posible.
La tortuga de bandana morada tomó el dispositivo, le dió vuelta y al ver cómo una luz roja estaba parpadeando, el iris de sus ojos de encogió.

–Tengo que llevar esto lo más lejos posible de las alcantarillas.

–¿Qué está ocurriendo aquí? – la voz de la rata de hizo presente.

–Sensei, sin querer Adam trajo un rastreador Krang – Le mostró el aparato parpadeante–. Tengo que llevar esto lo más lejos posible, antes de que descubran nuestra ubicación.

–Buen trabajo, Adam – Rose reprochó al pelirrojo, causando que este desvíe la mirada con tristeza.

–Vayan todos, Deborah necesitará toda la ayuda posible por si esos robots llegan a perseguirlos – Ordenó la rata con seriedad.

–Hai, Sensei – Lori dio una reverencia y todos fueron corriendo hasta los túneles para salir a la superficie.

Debby tuvo que detener su corrida, pues se percató que cierto chico estaba inmóvil en la pequeña oscuridad, cabizbajo y decaído. Se aproximó hasta él y antes de poder decirle algo, le interrumpió:

–Lo siento mucho, Debby – Miró a otro lado–. Por culpa de mi imprudencia las he puesto en peligro.

–No es como si nuestra vida haya sido segura del todo– Bromeó un poco para levantarle el ánimo, lo cuál logró a penas, dejando al descubierto una risa melodiosa–, pero cuando estamos en peligro, nos ayudamos entre todos. Así que no te sientas culpable, nosotras estamos aquí para ayudarte…

Decidió por mandarle una indirecta.

–Yo estoy aquí para ayudarte.

–Gracias – Tomó una mejilla y la acarició–, es lindo tener amigas como tú.

Era obvio que jamás le correspondería el sentimiento, sobre todo ahora que la llamaba amiga con exageración y estaba comenzando una relación con Cassandra, la jugadora de hockey.
Ya no se esforzaría, ya no trataría de alimentar un amor con palabras vacías, solo lo dejaría ir y esperaría a que la persona indicada llegara a su puerta.

–No es nada – Respondió respirando con pesadez–. Bueno, andando.

Pasamos a otra escena. Las tortugas están saltando por las terrazas Neoyorquinas, siendo perseguidos por robots que pidan sus talones.
La buena noticia es que no lograron descubrir su escondite subterráneo, pero la mala noticia era que estaba resultando muy complicado sacárselos de encima.

–¡Debby, agáchate! – gritó la de bandana naranja.

La mutante obedeció, después de bajar su Vanesa mientras corría sin parar, por encima de ella sonó cel choque filoso de unos nunchakus contra uno de los Krang. La cabeza robótica salió volando y el cuerpo quedó tieso en el suelo.

–Gracias, Maddie – dijo con algo se susto, pues los pies de su hermana pasaron muy cerca de su cabeza.

Prácticamente no podía usar su bō, pues ambas manos estaban sosteniendo con fuerza el aparato. Claro que podía atacar con una sola man, pero sus hermanas se habían ofrecido a resguardarla a toda costa.

Hace unos segundos se oyeron los gruñidos de la mutante de bandana roja, quién atravesaba sin piedad los cuerpos metálicos con sus sais, dejando a esos asquerosos cerebros por cuenta propia.

–Exactamente, ¿a dónde vamos? – preguntó Rose.

–Al muelle – contestó el cerebro del equipo–. Allí será más fácil pelear, ya que no habrán humanos a la vista.

–Entendido – Lori concordó con el plan–, apresuremos el paso.

Cuando llegaron al punto final, Debby le encargó a Adam que por nada del mundo soltara el abre portales; este accedió a su petición. Ahora sí estaban listas para acabar con los Krang.

Seis de ellos se acercaron con armas cargadas, comenzaron a disparar sin descanso, buscando dañar a las mutantes. Lori decidió pelear con una sola katana, así que mientras esquivaba los láseres, proporcionaba cortes en el robot. Llegó un punto en dónde se distrajo, así que cortó su arma en dos y luego atravesó la hoja de su katana en el estómago del Krang, logrando matar al cerebro de una vez por todas.

Rose peleaba con tres a la vez; no era complicado para la tortuga tener que esquivar y atacar al mismo tiempo. Cuando uno de sus enemigos cayó, se concentró el los dos restantes…ambos no tenían armas, pero si disparaban puños de acero. Uno de esos golpes –que fue una patada– aterrizó en la parte baja de su caparazón.

–Oh no – Giró sus sais–, me tocaste en dónde no debías.

Lanzando un grito de batalla, hizo un barrido a las piernas de los robots; estos cayeron al suelo y la tortuga impidió que se levantan con una clavada de sus sais en ambos rostros.

–Eso es para que aprendan a tratar a una mujer, pedazo de circuitos.

Por otro lado teníamos a las dos tortugas restantes, quienes batallaban con un Krang por su lado. Debby disfrutaba hacer girar su bō, sumando que se lucía con movimientos ágiles y rápidos. El robot trató de dispararle al rostro, pero ella fue más rápida y sacando a la luz su naginata, penetró la salida del láser, logrando que el arma se electrocutase y dañara severamente a su portador.

Giró para ver cómo estaba su hermana, pero se preocupó al ver cómo el Krang tomaba un extremo del nunchaku, se lo quitaba y lo tiraba lejos de su alcance. La tortuga parecía no tener opciones de ataque, hasta que Debby gritó:

–¡Maddie! – La de bandana morada le hizo unas señas con las manos, obteniendo un asentimiento de su parte.

–¡Lista! – respondió la más baja con alegría.

Debby corrió hasta el Krang, hizo una patada vertical, logrando alzar al enemigo unos centímetros más de su altura promedio. Luego le hizo una base con sus manos a su hermana, ella vino corriendo, puso su pie en la base y saltó por los aires.

–¡Booyakasa! – gritó para después dar una patada severa en el abdomen del robot, mandándolo varios metros lejos…cayó en el agua.

Cuando aterrizó, recogió su arma y chocó puños con la mutante.

–Buen trabajo, ahora hay que deshacernos de ese artefacto – Lori había guardado sus katanas, para después señalar con seriedad lo que Adam tenía en las manos.

–¿Deshacernos de el? No, quiero conservarlo – Debby fue hasta el pelirrojo y le quito el dispositivo de las manos–. Sabes cuánto me gusta reprogramar estas cosas.

–Bueno, entonces quítale el rastreador de una vez – Sentenció.

La tortuga abrió un pequeño compartimento que se ubicaba en la parte trasera del abre portales, movió unos cables y la luz roja desapareció.

–Listo, todo arreglado.

–Krang debe capturar a las conocidas como tortugas para llevarlos ante Krang.

Así es, puede que el rastreador se haya apagado, pero esos seis robots no eran los únicos que los iban persiguiendo. Ahora eran como veinte; estaban acorralados, sin salida alguna.

–¿¡No habías desactivado el rastreador!? – Rose estaba alterada, pero no dudo en poner una pose de batalla.

–Sí lo desactivó, pero esos Krangs no eran los únicos persiguiéndonos – Adam defendió a la mutante.

–¿Retirada? – preguntó Maddie colocándose detrás de la líder.

–Eso iba a decir, pero nos tienen rodeados – Un robot les apuntó con su arma–…y sus armas están cargadas.

–¿Algún plan B, intrépida líder? – La de bandana roja miró de reojo a su hermana.

–Eh…

–Yo tengo una idea – dijo Debby en susurros–, pero no sé si les guste.

–Solo haz lo que tienes que hacer y rápido – Rose retrocedió un poco, pues los robots estaban caminando hacia ellos.

–Bien.

No tenía una computadora para revisar las coordenadas ya codificadas en el dispositivo, pero no había tiempo; tan solo pudo fijarse de que no portaba un color rosado, sino uno azul. Esto nos daría como resultado de que, cuando el portal se abriera, no los transportaría a la dimensión X.

Presionó el botón triangular del centro, a continuación dejo el dispositivo en el suelo, un portal con la misma forma se abrió, dejándolos a todos sorprendidos. ¿Querían una salida? Tenían la salida.

–¡Entren, ya! – ordenó la de bandana morada.

Ninguno lo pensó dos veces. Las mutantes junto con el chico humano ingresaron a ese inmenso triángulo azul; lo atravesaron a gran velocidad, esquivando con torpeza algunos disparos del enemigo. Al llegar al otro extremo, Debby cerró el portal, soltando un suspiro.

–No es lo que tenía en mente, pero servirá por ahora – Lori estaba con su corazón latiendo a mil, así que se recostó en uno de los muros de un edificio.

–¿Dónde estamos, Debby? – La de bandana naranja miraba a su alrededor, dándose cuenta que estaba atardeciendo.

–No estoy muy segura, no tengo una computadora a la mano para revisar las coordenadas del dispositivo – Admitió–, pero es otra dimensión.

–Parece la nuestra – Adam asomó su cabeza por el borde del muro, viendo a mucha gente caminar normalmente–. Todo es igual.

–Ninguna dimensión es igual, siempre hay algo que las diferen…

–Bueno, eso no importa ahora – Rose sacudió sus manos, pues al cruzar el portal había caído de rodillas y sus manos se ensuciaron con el pavo del callejón–, debemos buscar un lugar en dónde escondernos y luego salir en la noche para investigar.

–Sí, pero, ¿a dónde iremos? – Todos miraron a Maddie– ¿En esta dimensión existirán las alcantarillas?

Lori no pudo evitar reír por lo bajo, pues lo que más le gustaba de su hermana, era lo adorable que se veía.

–Descuida, buscaremos una, ¿de acuerdo? – Maddie asintió sonriente.

Los 5 subieron ágilmente por las escaleras de incendios que se encontraban en los extremos de cada edificio. Cuando llegaron a las azoteas, se detuvieron un momento para apreciar el panorama; edificios, parques y la Estatua de la Libertad se observaba a lo lejos.

–Qué curioso, esta dimensión nos condujo hasta una ciudad de Nueva York – Rose se cruzó de brazos–. Demasiada coincidencia para ser verdad.

–Bueno, al menos es una ciudad que conocemos a la perfección – Animó el pelirrojo.

Siguieron con su recorrido, era fácil ubicarse en esta dimensión, ya que las calles y avenidas eran las mismas. Se detuvieron en frente de una tapa de alcantarilla, justo en la calle de Nueva Jersey, Lori miró a sus acompañantes, recibiendo un sí de cada uno. Removió la tapa y uno por uno fueron bajando a los túneles subterráneos. Caminaron un corto trayecto, atravesaron unas vías de tren para encontrarse a un varón de tren algo peculiar.

–Chicas – Señaló Adam–, ¿acaso ese no es su Tortumóvil?

–No puede ser – dijo asombrada la pequeña Maddie.

–Más coincidencias – Rose resopló.

–Bueno, tiene cierta similitud – Debby no dejaba de admirarlo, el diseño era muy parecido al que construyó ella.

–Esperen – La líder detuvo el andar de todos, extendiendo su brazo izquierdo como un símbolo de alto–...Debby, ¿no creer que en esta dimensión existamos nosotras?

–Ahora que lo pienso, sí, es muy probable – Rio nerviosa–. Estoy 98% segura de que si caminamos un poco más, no encontraremos con mutantes.

–¿Por qué solo un 98% de certeza? – pregunta Rose.

–Porque, como dije antes, sí o sí debe haber algo que diferencie nuestra dimensión con esta.

–¿Nos arriesgamos? – pregunta Adam, dirigiéndose a Lori.

–No nos queda de otra – Desenfunda sus katanas con sumo cuidado–, pero tengan sus armas listas, por si acaso.

Al aproximarse a esa entrada de tren subterráneo, escucharon voces masculinas que sonaban muy animadas.

–¡Ja! ¿Vieron cómo le partí la cara a ese Krang? – Se oía lleno euforia.

–¡Fue excelente! – Continuó una voz no tan grave– Pero hubieran visto como derroté a patadas a los dos robots.

–Yo te ayude con eso, Mikey – Esa voz era más calmada, pero se podía apreciar seriedad en el comentario.

–Bueno, lo importante es que ganamos – Se escuchó cómo chocaban palmas.

–¡Booyakasa! – Gritaron los cuatro.

–Un segundo – Maddie estaba algo enojada, pues pensó que su frase tenía derechos de autor. Evadiendo las advertencias de Lori, salió a la luz– ¡Oigan, esa frase la inventé yo!

–Chicos, sus armas – Se oyó el filo de una espada–, ahora.

La líder se preocupó por lo que pudieran hacerle a su hermanita, así que ordenó que todos salieran a la luz. Se pusieron a ambos lados de la de bandana naranja e invitaron la pose de los mutantes, con armas en mano.

Lo que antes era desconfianza, se volvió curiosidad para los dos bandos.

–Guau – Mikey bajó sus nunchakus–...no me digan que estoy viendo un espejo.

–No sería un espejo certero – Donnie analizó la apariencia de cada tortuga–. Hay algo diferente...

–Si es un espejo, ¿desde cuándo tengo curvas? – Rafa quería explicaciones.

Leonardo intercambió miradas con su contraparte, dándose cuenta de lo que estaba pasando y que estaba muy lejos de ser una broma de mal gusto.

–Guarden sus armas.

–Pero, ¿y si es obra del Krang? – El mutante de bandana roja lo encaró.

–Es muy pronto para saberlo, ahora guarden sus armas.

Sus hermanos hicieron caso.

–Antes que cualquier cosa – Leo giró el rostro para ver a su hermano–...Donnie, ¿has estado experimentando con portales de nuevo?

–No, para nada – Negó con su cabeza.

–Bien – Se aproximó a las femeninas, pero mientras más lo hacía, su contraparte y la de andaba roja apretaban sus respectivas armas–...no, tranquilas, no les haremos daño.

Había sinceridad en su mirar, Lori lo notó.

–Guarden sus armas – Ordenó. Todos le obedecieron, excepto una de ellas–. Rose...

–¿Esperas que baje la guardia justo ahora?

–Rose.

–Argh, bien – Guardó sus sais.

La contraparte de esta tortuga quedó muy sorprendido con el parecido de comportamiento, ambos eran tan testarudos y necios. Eso le llamó la atención, pues no dejaba de mirarla.

–¿Quiénes son? – Se atrevió a preguntar el líder.

–Me llamo Lorena, ellas son mis hermanas Roselyn, Deborah y Maddison – Las iba señalando a cada una–. Oh, él es Adam.

El pelirrojo saludó con la mano, causando que cierta tortuga de bandana morada se sorprendiera al notar gran parecido por cierta chica.

–¿Por qué se parecen a nosotros? – Miguel Ángel vino corriendo hasta las chicas, mirando excesivamente a su contraparte.

–La respuesta es simple – Habló Debby–; venimos de otra dimensión.

–¿Es una broma? – Rafael se acercaba al grupo junto con Donatello– Donnie deja de jugar con los portales, pero su otro yo no.

–No le hagas caso – Donnie se dirigió a su contraparte, pues vio como se había ofendido por el tono de voz usado–, para mí es divertido experimentar con aparatos Krang.

–¿Verdad que sí? – La mutante inteligente se sentía a gusto con su contraparte– Cambiar las coordenadas...

–Descubrir otras dimensiones – Continuaba Donnie.

–¡Es asombroso! – exclamaron ambos.

Aquellos cerebros se habían alejado del grupo de forma discreta, ahora estaban sentados en el sofá, disfrutando de la compañía y de la mentalidad del otro.

–Vaya que se parecen – dijo Rafa, pero alguien más logró escucharlo.

–Y que lo digas – Rose se posicionó a su lado, cruzando los brazos–. Todavía no logro entender que hay de divertido en toda esa...locura científica.

–Exacto – El mutante de bandana roja sonrió de lado, mirando de reojo a su contraparte–, es cosa de nerds.

–¿Quieren algo divertido? Patear las cabezas metálicas es los Krangs es lo que más disfruto – Pensó en voz alta la mutante.

–¿Qué me dices de pelear con Cara de Pez o Rahzar?

–Ellos son el postre – Por primera vez se atrevió a mirar esos ojos esmeralda–; te lo sirven al final, pero lo disfrutas más.

Rafael no pudo evitar sonreír complacido porque alguien compartiera sus mismos pensamientos y gustos. Era algo obvio, ya que estaba conversando con su versión femenina, pero jamás pensó que se sentiría tan a gusto con una chica igual a él.

–Entonces, ¿te llamas Maddison? – La chica asintió– Lindo nombre, ¿puedo llamarte Maddie?

–Solo si yo te puedo llamar Mikey – Se acercó un poco a su contraparte, sonriéndole cómo acostumbraba.

–¡Claro que sí! Pero antes, debo hacerte una pregunta importante – La faceta de Miguel Ángel cambio a seriedad, sorprendiendo a la tortuga, pues su voz se había vuelto grave–... ¿tienes un Gatito Helado?

–Estás bromeando, ¿verdad? – Maddie se cruzó de brazos y el mutante entrecerró los ojos– ¡Claro que tengo uno!

–¡Asombroso! Sí nos parecemos.

Mikey no pudo controlar su nivel de alegría, pues sin previo aviso tomó a la chica por la cintura, la elevó e hizo que girase. Ella solo se limitó a sostenerse de los hombros del chico, pero también a controlar el rubor en sus mejillas.

Después de compartir unas cuantas risas, la devolvió al suelo con delicadeza.

Era oficial, Maddie estaba flechada... ¡y por su contraparte! Creo que todos estamos de acuerdo en que era de esperarse, pues nadie la conoce mejor que "ella misma".

Cada mutante conversaba animadamente con su opuesto, hasta incluso el menos alegre; Rafael estaba recargado en la pared, mirando fijamente a Rose. Totalmente inesperado.

–Me gusta saber que en tu dimensión también soy líder – Leo no sabía cómo empezar una conversión, pero terminó hablando lo primero que se le vino a la mente.

–Creo que era más que obvio, pero sí, es satisfactorio tener el liderazgo en tus manos – Contestó con serenidad, pero a la vez algo cortante.

–Y, dime, ¿cómo haces para controlar el comportamiento de tu hermana? – Ella le miró con una ceja alzada– O sea, hablo de Roselyn, ya que es igual a Rafael.

–Bueno, no lo llamaría "controlar", sino manejar y aprender de el – Leonardo no entendía–. Sí, ella posee un comportamiento impulsivo, pero sí hay confianza, sabrá cuando son los límites.

–Interesante.

Lori suspiró, soltando una risa. Fue a parar frente a su contraparte y le miró con una sonrisa ladeante.

–¿Eso es lo que harás con tu contraparte? ¿Pedirle consejos de cómo ser un buen líder o hermano?

–Me atrapaste, no soy muy bueno iniciando conversaciones – Rio apenado.

–Bueno, ten confianza conmigo – Le extendió el puño–, después de todo, soy tú.

La mirada zafiro de ella despertó un cosquilleo en su estómago. Se quedó unos segundos analizando cada rincón de su rostro, pero luego reaccionó y chocó puños con ella.

–Eso haré.

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