Capítulo 1

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Harry suspiró por cuarta vez en menos de quince minutos.

Estaba aburrido, desparramado en una de las sillas que había al exterior de la cafetería, mientras veía a decenas de estudiantes andar rumbo a sus respectivos salones.

Omegas, alfas y betas formaban parte de la reconocida institución y los dos primeros, estaban bajo el estricto reglamento de llevar un control preciso con sus celos, a base de métodos que los ayudaran a canalizar sus aromas.

Así, evitaban el desastre comunitario que las feromonas emanadas por naturaleza, podrían desatar.

Eran cúmulos de gente transitando en grupos, riéndose a carcajadas escandalosas y derrochando júbilo puro; al ser la semana inicial de clases, aún podían presumir de un ambiente escolar relajado y sin preocupaciones.

La Universidad en la que Harry Styles estudiaba, era por mucho, una de las mejores en artes visuales y plásticas de todo Londres, y aunque ya no se encasillaba como un alumno de nuevo ingreso, su primer año ahí, lo describía con una sola palabra:

"Extraordinario".

No entró en el nivel de popularidad deseado por cualquier chico universitario, pero podía presumir que poco a poco fue forjando diversos lazos amistosos con gran cantidad de chicos y chicas de su mismo curso.

El omega de ojos verdes se consideraba un muchacho promedio con notas sutilmente arriba del promedio, no era el más inteligente pero se esforzaba por obtener buenas calificaciones, aunque en ocasiones realizara sus tareas en un margen crítico de tiempo antes de la entrega.

La adrenalina de hacer su tarea una noche antes, a veces le daba el sazón divertido a su trayectoria escolar.

Para ese semestre, se prometió unas trescientas veces no procrastinar en exceso. Ahora vería que tan rápido rompería su juramento.

Bebió un sorbo más de su café americano, regañándose internamente por no haber traído consigo un abrigo más afelpado; la mañana era fría y con un poco más de suerte, tal vez llovería a eso de las diez u once de la mañana.

Su primera clase era a las ocho y media, su reloj de pulsera no mentía cuando le informaba analógicamente que faltaban diez minutos para tener que moverse a su salón y no obtener retardo con su profesora.

Se puso de pie, dispuesto a emprender camino hacia el edificio que le correspondía, cuando una voz que tan bien conocía, se le filtró por los oídos.

—¡Harry!

El nombrado viró ante el llamado y tuvo que sonreír con amplitud.

A lo lejos, un beta de cabello castaño con reflejos rubios, movía su mano de lado a lado mientras se le acercaba a zancadas, cargando con su mochila y deslumbrando a todos gracias a la singular sonrisa con brackets que tanto le caracterizaba.

Se aproximó a trompicones hasta él, con los brazos extendidos cual escena dramática en películas, dónde los personajes principales no se veían desde hace siglos.

Ellos solo dejaron de frecuentarse en el periodo vacacional. Eran un par de exagerados.

—Hasta que te apareces —murmuró el ojiverde, apretándolo con fuerza—. ¡Quedamos de estar aquí a las ocho!

—¡Oh, a mí también me da mucho gusto verte! —El otro rechazó el reclamo.

—¿Ya viste la hora? Son casi las-...

—¡Me alegra que tus vacaciones hayan sido increíbles!

Sinvergüenza.

Su mejor amigo era un caos de pies a cabeza.

Tras romper la conexión del apapacho fraternal, Harry tuvo negar suavemente con la cabeza en resignación.

—Tu impuntualidad me estresa, Niall —farfulló al entornar los ojos.

—Te prometo que esta vez hay un buen motivo para justificar mi retraso —Bailó las cejas, divertido—. A que no adivinas de lo que me enteré hace un rato.

—Es el primer día de clases, ¿y ya te encargaste de recopilar el chisme?

Era asombrosa la habilidad que el joven de ojos celestes poseía al recabar la información más reciente.

—Me lo vas a agradecer, Harold —Acercó su dedo índice a la nariz afilada contraria, y la tocó dos veces—. Primero que nada, ¿qué taller piensas elegir este semestre?

¿Los talleres?

¿Qué tenían de relevante las asignaturas curriculares?

—No lo sé, ni siquiera he visto la tira de materias optativas —Se sinceró, encogiéndose de hombros—. ¿Por qué eso sería importante? ¿No escogeremos lo mismo?

Por tercera vez consecutiva, Harry esperaba que Niall y él eligieran el mismo taller que debían de tomar para los créditos extra.

Temió que su irlandés favorito lo abandonara.

—Claro que llevaremos el mismo —Aseguró en cambio—. Pero estoy seguro de que tú vas a querer ser quién lo elija para ambos...

Styles seguía en el limbo de lo consternado y lo curioso. Arrugó el entrecejo, observándolo confundido.

—¿De qué hablas?

Por su parte, Niall dejó que sus comisuras se estiraran todavía más hacia arriba.

—Este año, hay un nuevo taller acerca de la teoría del color, algo así escuché —comentó, y se tomó la libertad de agarrar el vaso térmico que resguardaba el café del rizado—. ¿Y sabes quién lo va a impartir?

—¿Quién? —Ladeó la cabeza—. Si me dices que te refieres a la profesora Edevane, yo estoy fuera de tomar cualquier clase con ella, no tenía consideraciones con nosotros y jamás quedaba satisfecha con nada.

—¿De qué te quejas? —Desvió brevemente el tema—. ¡Obtuviste un sobresaliente con ella!

Bueno, eso era cierto. Al final de todo, fue de los más reconocidos en el curso.

—A costa de lágrimas y sufrimiento —Le restó importancia con un ademán—. Si es con ella, definitivamente mi respuesta es un rotundo no, yo prefiero mil veces seleccionar otra cosa.

—¿Estás seguro? —Tomó un trago largo de la bebida caliente y prosiguió—: Que lástima, porque sé que cuando sepas quién será el titular del taller, irás corriendo a apuntar nuestros nombres a la lista...

Sin saber la dirección de la conversación, torció los labios y estrechó un poco más sus orbes.

—¿De quién hablas?

—No lo sé, quizá tu vecino... —masculló, notando la palidez instantánea en el omega—, uno por allá de la adolescencia y tu eterno crush...

—Jódete —Le cortó la intención de parlotear—, estás mintiendo.

El beta inhaló hondo, y sus fosas nasales se ensancharon de manera graciosa, no había dejado de sonreír.

—¡No miento!

—Estás jugando, no es cierto...

Parecía aturdido, casi nervioso.

—¡Te estoy diciendo la verdad! —Niall lo tomó por los hombros y lo sacudió unas cuantas veces—. Louis Tomlinson será el encargado de inaugurar ese taller a partir de este semestre.

El ojiverde abrió y cerró la boca sin llegar a concretar ningún vocablo.

—¿Ya te descompusiste? —Lo zarandeó con más fuerza—. ¡Hazza, vuelve!

Y reaccionó.

—¡No hagas eso! —Le sujetó de las muñecas, alejándose de su agarre—. Si me dices que es una broma, te voy a degollar...

—¡No es una broma! —chilló, cruzándose de brazos—. Una fuente muy confiable me lo dijo.

—¿Quién?

—Se dice el pecado, no el pecador.

El ojo derecho de Harry, brincó ante el estrés provocado.

—Probablemente te engañaron —constató y carraspeó la garganta—. Vi a Louis en las vacaciones, no mencionó nada de volver a esta especie de reformatorio juvenil. Se graduó el semestre pasado y al salir, nadie querría pasar más tiempo aquí por voluntad propia.

Una ceja del ojiceleste se arqueó.

—¿Qué tan seguro estás?, ¿Ahora sí hablaste con él?

—Uhm... algo así, lo saludé un par de veces... —titubeó, rascándose la nuca—. Él fue muy amable y me entregó la correspondencia una mañana...

—¿Al menos ya sabe tu nombre?

—Lo sabe —Hizo un mohín y acotó con una sonrisita satisfecha—. El día que me entregó el correo, platicamos unos diez minutos y luego salí corriendo porque creí que vomitaría.

El beta le devolvió el gesto afectuoso, al oír la breve anécdota.

—Llevo un año conociéndote y creo que tu enamoramiento eterno con ese alfa es lo único que no termino de entender —refutó, plisando el entrecejo.

—No estoy enamorado de él —Se defendió—. Solo lo encuentro atractivo.

—Ajá, lo encuentras atractivo de pies a cabeza, desde los quince años según sé...

Si bien era cierto que Harry babeaba por Louis desde que lo conoció, todavía le apenaba admitirlo, o cuando menos decirlo en voz alta.

Recordaba a la perfección el día en que el enorme camión de mudanza aparcó frente a la casa contigua a la suya, como fue que se asomó por las cortinas entreabiertas para enfocar a sus nuevos vecinos y el momento en que sintió un torbellino en su estómago cuando vio a cierto castaño de ojos azules descender del vehículo familiar.

La sala de su casa, se llenó del singular aroma de mandarinas y cedro en un santiamén.

Su flechazo fue inmediato, solo necesitó verle a través del cristal y su corazón galopó a mil por hora al encandilar el bonito rostro de su nuevo vecino.

Cada que coincidían dándose un saludo cortés o incluso únicamente al sonreírse mutuamente, trataba de moderar el calor en sus mejillas; su omega se removía inquieto, exigiéndole que se acercara a conversar más allá de un "hola" con el alfa.

Pero sus piernas no le respondían, se quedaba estático y en el peor de los casos, ni su propio nombre recordaría al intentar presentarse como era debido.

Por ende, siempre se conformó con verlo de lejos, admirándolo en silencio e imaginando escenarios que los incluyeran en diversas situaciones que prefería mantener bajo llave.

—Bueno, eso es lío mío —refutó, apartando la mirada—. Además, Louis es sencillamente inalcanzable, me lleva cinco años y yo juego un papel igual a cero en su vida.

—Porque tú así lo quieres —Niall contraatacó—. Eres uno de los chicos más lindos en esta escuela, y no solo lo digo yo... lo dice la ciencia.

Ambos se rieron bajito, porque a decir verdad, Harry si era considerado uno de los omegas más hermosos de la universidad.

Y bueno, Niall tampoco podía dejar de alardear que él también entraba en la lista de los betas más atractivos y ocurrentes.

O al menos eso decían sus compañeros de generación.

—No se trata de eso, Louis no es cualquier alfa, es el alfa que cualquiera sueña con tener a su lado —Inspiró profundo y mordisqueó su labio—. Incluso yo... pero no me mortifico.

El rubio se sobó el mentón al analizar la situación.

—En eso si tengo que darte la razón, curiosamente ese chico tiene demasiado admirador y eso que ya no estudia aquí.

—Lo sé, y de todos los grados —Miró sus tenis. Un cordón lo tenía desatado—. Como sea, no nos apuntaremos en su taller... sería un suicidio para mí.

—¿Estás seguro?

—... Sí —No sonó convencido.

Joder, no lo estaba.

—Vale, como quieras —El beta reprimió una sonrisita cómplice y cogió ambas correas de su mochila—. ¿Nos vamos? Probablemente la señorita Baker nos coloque inasistencia.

—¿Qué? ¿Por qué? 

—La hora...

Harry batió las pestañas con rapidez y observó el reloj en su muñeca.

Eran las ocho con cuarenta y tres minutos.

Trece minutos tarde.

—¡Niall James Horan! —voceó en reprimenda y se golpeó la frente con su palma—. ¡Siempre nos pasa esto por tu culpa!

—¿Yo qué? —Defendió su integridad y le señaló con el dedo—. ¡Tú fuiste el que se quedó ahí parado pensando en Tomlinson!

—¡¿Qué?! ¡Eso no es cierto! —Escandalizado, escaneó el perímetro, solo para cerciorarse de que nadie lo hubiese oído.

Por fortuna, la mayoría de los alumnos iban apresurados hacia sus respectivos salones y el color carmín en sus mejillas no tardó tanto en desaparecer.

—Como sea, si te vas a quedar ahí babeando, asegúrate de conseguir balsas para la sociedad estudiantil —dijo, emprendiendo su camino hacia el aula establecida—, no nos queremos ahogar.

La cara de Harry se convirtió en un auténtico poema.

Su semblante cambió, pero sin asombrarse en lo absoluto por el modo que su mejor amigo tenía al soltar las cosas; siempre era directo y sin filtros.

Se le agradecía en ocasiones, pero esta no era una de ellas.

Lo siguió, arrastrando sus pies por el piso de concreto y hundiéndose en los pensamientos generados por la simple oportunidad que la vida le estaba brindando ese semestre.

Aprender los temas en el programa de estudios, realizar las tareas requeridas, pero con la enorme ventaja de ver a Louis diario por toda una hora y media completa, quizá convivir un poquito más con él...

Encajó los dientes en su mejilla interna y se removió los tirabuzones de la frente.

No sonaba mal.

○°• ✎ •°○

Niall tendría todo el derecho de jactarse en su cara y de repetirle un "lo sabía", después de la estupidez que cometió.

Al principio, el bolígrafo bailó entre sus dedos y pensó seriamente en cambiar de opinión e inscribirse al taller de maquetas, aunque eso implicara que el rubio lo odiara momentáneamente por no considerar su nula habilidad con el manejo de las cosas miniatura.

Pero el simple hecho de ver el listado casi lleno, con una cantidad relevante de personas, le orilló a escribir su nombre y apellido en menos de un respiro.

Aparentemente, muchos querían pertenecer a la clase donde él mismísimo Louis Tomlinson, sería titular.

Algunos por el aprendizaje que podían obtener de tan destacado estudiante, otros más por presenciar el desarrollo de semejante Adonis.

La belleza y la inteligencia eran la mezcla perfecta de palabras para definir al alfa de ojos zarcos.

Y ahora, sería un alumno suyo junto a su mejor amigo, pues ya los había anotado sin pensarlo demasiado.

No obstante, todavía tenía una posibilidad de darse de baja en caso de caer en las redes del pánico y decidir no cursar el polémico taller.

Era un paso con los ojos cerrados, a causa de su errático y descerebrado corazón.

—El que le tenga miedo a morir, que no nazca —reiteró, cerrando los ojos por un segundo.

Solo quería verlo, se conformaría con mirarlo hablar y le prestaría una excesiva atención para obtener la mejor nota en su curso.

Nada del otro mundo, solo una llovizna lejana a convertirse en tormenta.

Sería fácil, por supuesto que sí.

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○°• ✎ •°○

Hola amores, ¿qué les pareció el primer capítulo? ♥︎ Espero les guste la historia, tengo muchas ideas por aterrizar.

Nos vemos prontito, les amo muchísimo, un besote.♡
María.

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