Capítulo 32

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La falta de experiencia en el rubro de las ventas le estaba jugando en contra a Harry.

Llevaba tres semanas laborando y los errores que cometía continuamente en la tienda, lo tenían abrumado.

A pesar de conocer mucho en materiales especiales de arte, no se acoplaba al ritmo, se demoraba en atender, los clientes no conocían la paciencia y mucho menos cuando se retrasaba en la entrega de pedidos que las personas hacían en línea.

Ana movía el cielo y la tierra para ayudarlo, pero sus propias tareas la limitaban, no podía hacerse cargo de cosas extras, la demanda de artículos era alucinante y por ende, los minutos libres en el día eran contados.

El omega esperaba con ansias su hora de comida por dos razones: veía a Louis y existía la posibilidad de sentarse una hora entera a reposar.

Atesoraba esos sesenta minutos como un obsequio divino.

—Necesito dormir un día entero —murmuró, desparramándose en su silla y cerró los ojos—. Estoy cansado, me gusta mucho este lugar, pero es demasiado trabajo.

—Sabes bien que no tienes necesidad de hacerlo —Louis reiteró—. Entiendo que tus padres lo hacen porque se preocupan, pero conmigo nada te va a faltar.

—Yo no estoy contigo porque me puedas solventar la vida —contrapuso al suspirar—, no soy un interesado que espera ser mantenido por su alfa.

Claro que anhelaba compartir su futuro con él, pero también aspiraba a realizar cosas por mérito propio.

—Me encanta que seas así de independiente —dijo, picando las últimas verduras al vapor que había en su plato—. Aunque para ser sincero, no me gusta verte así de agotado, tienes más ojeras que antes.

Harry abrió un ojo para mirarlo.

—¿Insinúas que me veo feo?

—No, amor, por supuesto que no —musitó al pasar bocado—. Me refiero a que se nota que no has descansado como se debe.

—En la escuela era igual —Calló brevemente al bostezar—, estoy acostumbrado a dormir periodos cortos de tiempo.

—La universidad te quitaba horas de sueño por las tareas —Levantó la mano hacia el mesero y le pidió la cuenta—. En cambio, el trabajo te provoca insomnio por la gran cantidad de preocupaciones que tienes, no sé si fue buena idea que entraras aquí...

La verdad, el alfa se sentía culpable por el estado actual del menor. No había día que no luciera hermoso, pero se notaba bastante que las jornadas laborales lo estaban consumiendo, el pobre no estaba acostumbrado a los pesados deberes en la sucursal.

Un desgaste físico que se veía a todas luces.

—No me quejo del empleo, me siento bien aquí —Su labio inferior sobresalió—. Poco a poco iré adaptándome, lo prometo.

El mesero se acercó a la mesa que ocupaban en el restaurante, con la cuenta sumada y la terminal lista. Louis realizó el pago, agregando una buena propina porque la comida y el servicio habían sido fenomenales.

—Confío en eso, cariño —afirmó al alzarse. Se acomodó las mangas de su camisa blanca—. ¿Nos vamos ya?

Harry lo observó con ilusión en cuanto examinó su atrayente apariencia.

—Sí, ya casi termina mi turno para comer —Logró responder, en tanto se levantaba de la silla—. ¿Tienes alguna junta hoy?

El alfa le tendió la mano, sonriendo al sujetar la suya y asintió sin ánimos.

—Sí, tengo reunión con tres proveedores en veinte minutos —Suspiró, al caminar por la acera—. Creo que me puse la soga al cuello, mis papás ya pretenden que de verdad me quede a dirigir esta tienda.

—Y tú no quieres...

—No, me gusta aprender cosas nuevas pero sé que esto no es para mí —Ladeó la cabeza, apretando los labios en una línea—. Además, estuve viendo que otras opciones existen para liberar mi título...

—¿Y qué novedad encontraste? —Volteó a verlo sin dejar de andar y sonrió por inercia.

—Los seminarios de titulación, son tres meses... Al finalizarlo, puedo realizar mi trámite.

—¡¿De verdad?! —Agrandó los ojos, sorprendido—. Diablos, como se nota que ni siquiera me tomé la molestia de buscar información sobre las titulaciones cuando estudiaba.

Una risilla mutua fue despedida al detenerse en el último cruce vial.

El enorme edificio de PaperTom's apareció nuevamente en el panorama.

—Yo tampoco lo sabía, y siendo honesto, elegí la liberación de pasantías por una razón en específico —confesó, avistando el semáforo.

Harry frunció las cejas, ignorando el sonido que los autos hicieron al transitar a toda velocidad por la avenida y se fijó en el rostro de su alfa.

—Tengo curiosidad —musitó, examinando el lindo perfil—. ¿Cuál fue esa razón?

—Quería acercarme a ti —admitió, sin atreverse a establecer contacto visual—. Yo ya no tenía motivos estudiantiles para ir a la facultad, pero tú estabas ahí y no quise perder la oportunidad de conocerte más.

Anonadado, el omega batió las pestañas.

Se había pasmado, incluso tuvo que dejarse guiar al cruzar la calle, sintiendo el tirón en su brazo cuando el semáforo les dio el "siga", porque él no fue capaz de avanzar por sí solo.

Al estar al otro lado de la vía vehicular, se mantuvo estático en la banqueta sin estorbar en el paso, haciendo que Louis también cesara sus zancadas y lo divisara con un conocido tono rosáceo expandiéndose por sus mejillas.

—¿Qué? —inquirió, escondiendo muy mal su vergüenza—. No me taches de acosador, por lo que más quieras, no lo hice con malas intenciones.

—¿Tú de verdad elegiste ser maestro para estar cerca de mí?

—Bueno, puede ser... —Se balanceó con un pie—. Te juro que nada estuvo planeado, mi idea era intentar hablarte cuando te encontrara por los pasillos, jamás me imaginé que te inscribirías al taller...

La sorpresa que se llevó y la emoción que sintió al verlo sentado en una de las bancas aquel lunes, la guardaba bajo llave en su corazón.

—Es que eso no fue casualidad —Recordó la conversación que tuvo el primer día de clases con su mejor amigo—, digamos que... yo supe que tú ibas a ser el docente y por eso me inscribí.

Louis arrugó la frente al escucharlo, sus orbes se achinaron en acto reflejo.

—¿De verdad?

—Sí, el rumor corrió rápido por la escuela, fue imposible que Niall no se enterara —comentó con diversión—. Me lo contó cuando nos encontramos y honestamente, el taller que ibas a impartir era el único bueno de este semestre.

—Entonces te anotaste por la materia, no por mi —dijo juguetonamente, al sujetarlo por la cintura con una sola mano—. Aunque siempre me evadías, sigo resentido por eso.

Harry crispó las comisuras hacia arriba, ya no controlaba la bomba de sentimientos intensos con la que cargaba.

—¿Qué debía hacer? —Ubicó las manos sobre sus pectorales, mirándolo con dulzura—. Me ponías nervioso, tenía miedo de decir una estupidez.

—Salías corriendo en cuanto me veías, omega tonto —farfulló y luego le obsequió un lametón en la esquina derecha de su boca—. Yo siempre pude olerte, ¿sabes?

—Yo también, guapo.

Se olvidaron de que estaban en la calle, jamás les importaba el lugar cuando se trataba de demostrarse el irreprimible cariño que les nacía.

Culminaron su breve conversación llena de confesiones con un beso, uno decente y a su vez meloso, un roce blando de labios que los hizo sentir en las mismas nubes gracias a la conexión permanente que el destino les otorgó.

Así era el amor.

Volvieron a sus puestos, igual de atontados y con la mente divagando en otra galaxia.

El omega se dedicó a realizar el inventario de un lote entero de pinturas acrílicas, repitiendo tres veces el conteo al perder el hilo por estar pensando en lo mucho que amaba Louis.

Aterrizó cuando su encargado se le acercó, tocándole el hombro y llamando su atención.

—¿Sí? —inquirió, cortés—. ¿Qué pasa, Khalid?

—¿Tú recibiste el pedido 506? —El chico le preguntó, mientras miraba su tableta electrónica—. Tengo su registro de hace tres días, solicitó varias cajas de material.

Velozmente, sacó la pequeña libreta que guardaba en sus pantalones para regular sus tareas y buscó el número de serie con el que entró dicha compra.

—Uhm, sí, yo lo acepté —constató con naturalidad al hallarlo—. ¿Hay algún error con la venta?

—No, es solo que la cliente está aquí, solicitando un reembolso porque no recibió nada de que lo compró —esclareció, deslizando el dedo en la pantalla táctil—. Y el pedido está marcado como aceptado.

A Harry se le congeló la sangre.

Se encajó los dientes en la lengua por la incertidumbre y presuroso, caminó hasta la computadora dónde se registraban los pedidos en línea.

Tecleó la secuencia de dígitos y el programa arrojó todos los materiales que fueron vendidos, así como la ubicación de entrega.

—Mira, ven a ver —Le pidió al otro omega que se aproximara a visualizar—. Aquí está marcada la compra, no hay nada fuera de lo común.

Khalid se acomodó los lentes al leer en el monitor, confirmando que efectivamente, la venta se había hecho sin ningún problema.

Por desgracia, encontró el fallo al revisar las condiciones del envío.

—No cerraste el pedido, Harold —avisó, señalando la barra de estatus—. Solo lo aceptaste, pero no enviaste nada al almacén para que lo surtieran.

El menor se humedeció los labios, repasando los datos en la pantalla y se cubrió la boca con sus manos al confirmar que no concluyó con el proceso de venta.

—Joder, no puede ser —Estaba totalmente mortificado—. ¿Y le hicieron el cobro aun así?

—Sí, los días de tu capacitación te expliqué que debíamos tener cuidado con eso —Presionó un par de teclas, desplegando ventanas de apoyo—. Los de almacén son quienes se encargan de abastecer y realizar los fletes de mercancía, pero si nosotros no enviamos la información, ellos no pueden hacerlo.

Él lo sabía, había escuchado a su encargado repetirle cientos de veces los detalles sobre los pedidos en línea.

Era terrible que hubiese tenido un error de esa magnitud.

—¿Qué debo hacer ahora? —preguntó, sumamente inquieto—. ¿Bajo al almacén a comunicar que necesitamos surtir una compra con urgencia?

—No, vinieron directamente por el reembolso.

—No sé que pasó, te juro que soy muy cuidadoso, no creí que-...

—Oye, he visto que tienes muchos problemas con esto, no le he pasado el reporte a mis superiores porque tienes buen ánimo y haces tu mejor esfuerzo —Le hizo saber con amabilidad—. Esta vez si tengo que enviarles el informe, la cantidad pagada fue grande y recursos humanos se encargará de manejarlo.

El semblante del omega decayó, era un fracaso como vendedor.

Seguramente Louis estaría decepcionado de su pésimo desempeño.

—De acuerdo, asumiré mi responsabilidad —susurró, sin saber que más añadir—. ¿Puedo seguir con mi trabajo?

—Sí, continúa con lo que estabas haciendo y si te mandan a llamar, por favor no demores en subir.

Khalid no era un omega severo, conocía perfectamente la empatía, pero como encargado de piso, tenía que comprometerse.

Aunque quisiera ayudarlo, no podía hacerlo, una cosa era considerarlo buen elemento y otra muy diferente, omitir los desaciertos.

Resignado, Harry retomó su actividad, regresando al acomodo de su lote de pinturas y trató de concentrarse completamente en su labor.

Sin duda era un imán de problemas, no salía de uno cuando ya se había metido en otro.

○°• ✎ •°○

Louis salió del sanitario con un presentimiento extraño alborotándole la quietud y captando con el olfato ese débil aroma a mandarina que su omega emanaba.

Se había tomado un minuto para echarse agua en la cara, pronto tendría la reunión con los proveedores y no pretendía aparecer en la sala de juntas con la cara de idiota que siempre mostraba.

Programó bien su estrategia, necesitaba sellar el trato con los empresarios, no podía darse el lujo de perder a tan magnates distribuidores...

No obstante, las prioridades cambiaban en un pestañeo.

Diez minutos de retraso no lo harían ver como un descarado impuntual, iría a corroborar que todo estuviese marchando bien en planta baja y enseguida tomaría el elevador de vuelta, disculpándose con una linda sonrisa por tardar.

Tuvo que detener su carrera e intención al encontrarse con su hermana en el pasillo de las oficinas.

La chica venía en sentido contrario, con el celular en la mano y resonando los tacones en el piso de granito.

—Hasta que te encuentro —espetó, tapándole la circulación—. ¿Dónde diablos estabas?

—Cagando en el baño —La tomó de los hombros y la sacudió levemente—. Tengo prisa, pulguita, muévete.

Ella frunció el entrecejo, obstaculizando su huída al sujetarlo del brazo.

—En primera, te he dicho mil veces que no me digas así aquí —refunfuñó—, en segunda, te estaba buscando porque tengo que comunicarte algo.

—¿No puedes encargarte tú de lo que sea que esté pasando? Estoy ocupado, tengo la reunión a la que me mandaste y me urge ir.

—¿Quieres que yo me encargue incluso si se trata de tu omega?

El castaño cambió su semblante jovial al oírla, representando la intranquilidad que sintió con un gesto.

—Lo sabía, ¿qué pasa con Harry? —No evitó preocuparse de más—. ¿Le hicieron algo?

Abigail denegó la probabilidad con un meneo de cabeza y le mostró el registro que Khalid le envío, en el móvil.

Era el estado de un pedido incompleto, una compra realizada con anterioridad que no fue entregada por los miembros del almacén.

—Él cometió un error con una venta —explicó, señalando una cantidad en la pantalla con su uña larga—.  Ahora nos están solicitando un reembolso de más de dos mil libras.

Louis leyó rápidamente la hoja que su hermana le enseñó en digital y comprendió porque su alfa no se hallaba sereno.

Su instinto protector se activó por la tristeza que Harry posiblemente sentía, lo conocía, las complicaciones lo ponían nervioso.

—Oh, vaya... Eso es malo, ¿no?

No podía darle importancia, no cuando su lobo gruñía por cuidar a su omega.

—Bastante, los de recursos humanos quieren hablar con él, pero yo les dije que lo arreglaría directamente contigo —argumentó, bloqueando su celular—. No me gustaría que Styles tuviera que pasar por el regaño de Isa y Matías, los dos son muy intransigentes cuando se trata de pérdidas grandes.

—Que no piensen en alzarle la voz —declaró, con severidad—. Hay que hacer el reembolso y ya, ¿cuál es el lío?

—El lío es que la venta se hizo a Courtney Rowell, la dueña de la galería "Trazo y pigmento" —Se peinó dos mechones largos y ondulados que le caían por la frente—. Además, es de nuestras mejores clientes.

¿Courtney Rowell?

Esa magnífica beta era reconocida en el mundo del arte, su galería era la tercera más visitada anualmente y la quinta más comercial en la ciudad, las obras que exhibía ahí, se vendían por los autores que lo permitían y a su vez, recibían una gratificación a la habilidad que demostraban tener en la pintura o escultura.

Se encargaba de impulsar el talento joven, de crear colecciones contemporáneas y por supuesto, de fomentar la cultura.

Louis había leído sobre ella en múltiples blogs y revistas. No tenía idea de que adquiría sus materiales en la empresa que su familia fundó.

El mundo era muy pequeño.

—Con mayor razón hay que hacer la devolución —No controló el toque de emoción en su voz—. ¿Ella está aquí?

—Está allá abajo con Khalid, le dije que la podría subir en cuanto te informara lo ocurrido —Abi golpeó el piso varias veces con la punta de su zapatilla—. Voy a reunirme con ella y después le llamaré a Harry para tú hables con él.

—¿Te parece si hacemos un trato?

Su hermana rodó los ojos, ya pronosticaba el cambio de planes.

—Te escucho.

—Tú ve a la aburrida junta y yo me encargo de hablar con Courtney —Se acomodó el nudo en su corbata—. Quiero conocerla, sabes que soy un gran admirador de su trabajo.

Y lo era.

En verdad, amaba el labor que esa mujer hacía en el sector, era una persona influyente y tenerla enfrente sería como cumplir una meta.

Además, Abigail se lo debía, no podía creer que nunca le dijera que semejante artista era una compradora recurrente del lugar.

—¿Podrás con la responsabilidad? —Se golpeó la barbilla con el índice—. No lo sé, Boo, ella es complicada.

—Lo haré bien, confía en mí —dijo, al inflar graciosamente el pecho y echar los hombros hacia atrás—. No diré nada malo, me reservaré cualquier tontería que se me ocurra.

—Uhm... Bien, resuelve esto primero y después podrás ir con Harry, ¿de acuerdo?

No le convencía tanto la condición, pero al menos ya sabía que nada grave le había sucedido a su cachorro.

Le correspondía resolver el dilema en el que se había metido.

—Sí, está bien, pero que nadie lo moleste. Yo me encargo de solucionar las cosas.

La omega chasqueó la lengua y enseñó una media sonrisa al utilizar nuevamente su teléfono. Le envío un mensaje a Khalid, diciendo que subiera a la señorita Rowell a la oficina de su hermano.

Louis le agradeció con un apapacho efusivo y recibió una mordida en el brazo cuando Abigail se sintió asfixiada.

Ya estaba acostumbrando a las manías de su hermana.

Ambos acabaron riendo y después se movieron a sus respectivos sitios, deseándole una buena tarde a los demás empleados mientras se organizaban mentalmente.

El alfa arribó a su oficina, un cubículo que su familia le acondicionó para que tuviera un espacio digno y presentable. Acomodó su escritorio, esparció un poco del aromatizante en aerosol y alineó las sillas frente al mueble, deseando que la distinguida Rowell las encontrara cómodas.

Abrió su laptop y tomó asiento dónde le correspondía, entrando al sistema de ventas en cuanto el ordenador se encendió.

Le urgía dar una buena impresión, admiraba muchísimo a la mujer que iba a entrar y ser eficaz era punto clave, darle una resolución adecuada y evitar que hubiesen malos entendidos con la empresa.

Además, ayudaría a que Harry saliera bien librado de lo suscitado.

Tenía todo calculado.

A los pocos minutos, una de las secretarias tocó la puerta y le indicó que pasara con un ademán.

—Señor Tomlinson, la señorita Rowell está aquí.

—Gracias, adelante.

La chica dejó el paso libre y él se irguió al pararse de su silla, recibiendo a la imponente mujer de cabello negro que le caía hasta la cintura.

Courtney ingresó, analizando el perímetro con un corto vistazo y de inmediato lo miró, sin modificar su faz neutral.

Louis le sonrió y la invitó a sentar con un ademán.

—Hola, buena tarde —Saludó, con una fina reverencia—. Mi nombre es Louis y yo me encargaré de solu-...

—Un momento —Alzó la mano y pausó su presentación.

Parpadeó hacia la pared que el ojiazul tenía a sus espaldas.

—Dígame.

—Esa pintura... —Apuntó aquello que había captado su interés—. Claramente eres tú.

El alfa viró hacia atrás, ahí estaba su retrato, lo presumía orgullosamente como un tesoro.

—Eh, sí, no tengo gemelos —bromeó, y al instante recordó que no debía hacerlo—. Quiero decir...

—Impresionante, es realmente bellísima —Afortunadamente, ella estaba sumergida en la pieza artística—. Me interesa.

—¿Qué?

—Es magnífica... ¡Sí! Oro puro.

—... ¿Disculpe?

Courtney obtuvo sus gafas del bolso que colgaba de su hombro y esbozó una sonrisa ancha al asimilar en increíble nivel de detalle en un rostro humano.

Difícilmente se topaba con algo similar.

Era una joya escondida.

—Necesito que me contactes con el autor.

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¡Hola, bebés! Espero les guste el capítulo, les amo mucho, gracias por votar y comentar. ♡
María.

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