Epílogo

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Era la tercera vez que Harry se frotaba los ojos con insistencia.

Se había retirado los anteojos, aun le faltaba acostumbrarse a usarlos, pero el uso continuo de la laptop era dañino para su vista y no quería estropeársela más.

Bostezó, estirando sus extremidades y su espalda se escuchó crujir cuando intentó destensar los músculos en ella.

Eran las once de la noche y quizá ya debería estar durmiendo, envuelto en su manta favorita o echo un ovillo entre las cobijas que Louis le marcó con su aroma. Sin embargo, la tarea era primero, y aunque si estaba tumbado cómodamente en el colchón, tenía que enviar un archivo antes de que el reloj marcara las doce.

Suspiró, volviéndose a colocar los lentes y le dio una última leída a su trabajo para la materia de gestión de proyectos, cerciorándose de que la ortografía estuviese completamente limpia.

Harry no sufría con eso de desvelarse haciendo los deberes académicos, todos lo sabían y ahora que había regresado a estudiar, hasta lo hacía con gusto.

Un año después de la boda con el alfa de sus sueños, consiguió entrar a otra de las universidades de arte en la ciudad, una que tenía la opción de la educación a distancia e incluso, en sistema híbrido.

Eso le vino de maravilla, porque había logrado organizar sus estudios y su trabajo de una manera eficaz, ayudando a Louis por las mañanas con el tema de la galería que fundaron, y por la tardes dedicándose de lleno a tomar sus clases en línea.

Únicamente asistía dos días a la semana para algunos talleres prácticos y a revisiones con los profesores que solicitaban proyectos desde el día uno.

Estaba sumamente feliz con el rumbo que su vida de casado había tomado, por fin sentía que las cosas estaban saliendo bien y no podía pedirle más a la vida.

Ya se merecían esa estabilidad.

Con las ganas de salir adelante intactas, él se encargó de afinar los últimos detalles de su entrega parcial, mientras las escaleras que conducían hacia la planta alta, sonaban al ser pisadas por los zapatos lustrados de un alfa que volvía del trabajo.

Harry sonrió al captar su olor cuando llegó y movió su nariz al percibir que su aroma se había intensificado más de lo normal.

¿Tenía algo que ver que ya no tomaban supresores? Sí, probablemente.

La puerta de la habitación principal se abrió, y bajo el umbral, apareció un Louis que venía con el cabello más revuelto que nunca, el nudo de la corbata deshecho y las mangas de su camisa dobladas hasta los codos.

Parecía que un camión le había pasado por encima.

—Necesito un masaje con urgencia —imploró, al botar el maletín con el que cargaba—. Vengo de cuatro reuniones con posibles patrocinadores, dos visitas con los colaboradores y hasta pasé a PaperTom's para ver a mis padres.

—Hola, amor, buenas noches —musitó, al mirarlo con simpatía—. Día pesado, ¿eh?

—Ni te imaginas, cachorro —Se terminó de retirar la corbata—. Ocupo dormir un día entero.

El aludido sonrió, presionando la tecla que enviaría el trabajo de investigación que tenía pendiente.

Luego de cumplir con su tarea, cerró la laptop, ubicándola en el mueble a un lado de su cama y se acomodó, esperando que su alfa se tumbara con él.

Eso también era parte de la rutina.

Louis lo divisó con una sonrisa igual de amplia y no dudó ni un segundo en dejarse caer entre sus brazos, abrazándolo por la cintura en tanto ocultaba el rostro en su pecho.

Los dos inspiraron, embriagándose con el exquisito olor opuesto y fueron arropados por el calor de su hogar.

—¿A ti cómo te fue? —El mayor cuestionó, al acurrucarse—. ¿Terminaste lo que debías entregar hoy?

—Sí, justo acabo de enviarlo al correo de mi profesora —Empezó a repartir varias caricias en su cabeza—. ¿Tienes hambre? Preparé la cena hace un rato.

—Si tengo, pero no me quiero mover de aquí —Cerró los ojos, aferrándose más a su cuerpo y hundiendo la nariz en su camiseta de pijama—. Aparte hueles tan bien...

—Siempre dices lo mismo, desde que me conociste.

—Y jamás he mentido, de verdad me gusta mucho.

El omega amaba que su alfa se pusiera así de empalagoso.

—Vamos, te voy a preparar la bañera —avisó, trazando una línea con el índice por su espina dorsal—. Tomarás un baño, vamos a cenar y nos abrazaremos al dormir, ¿sí?

Mhn... La idea me gusta, pero me temo que eso de abrazarnos no funcionará —La voz le salió amortiguada porque tenía la cara oculta en su torso—. Pateas mucho al dormir y por mi seguridad, tengo que dejar treinta centímetros de separación entre nosotros cuando nos acostamos.

Ugh... Siempre me reprochas eso, eres un dramático.

Louis soltó una risa floja, incorporándose y lo contempló directamente a los ojos.

Quedaron cara a cara y en consecuencia a la proximidad, las mejillas del rizado se ruborizaron ligeramente.

—Si por salvaguardar mi físico soy un dramático, entonces si lo soy —bromeó, al enarcar una ceja—. ¿Y por qué te pones rojo, mi amor?

—No me puse de ningún color, basta —Trató de controlar la evidente tibieza que le trepó a los pómulos—. Estás loco.

—¿Lo estoy? —farfulló, al sujetarlo con suavidad por el mentón—. ¿O será que estás nervioso?

Harry tragó saliva ruidosamente.

Joder, ¡claro que estaba nervioso! No podía controlarse cuando su esposo lo miraba así y mucho menos lograba calmarse si lo tenía tan malditamente cerca.

El efecto que tenía sobre él, sólo se intensificaba con el paso de las estaciones.

—Bueno, es hora de que te sirva de cenar, te espero allá abajo —exclamó, rehuyendo del toque en su quijada—. También alistaré la bañera, recién compré una bombas que prometen ser las mejores del mercado.

Hizo el intento de levantarse, trató de rodar para salir de la cama, pero no lo consiguió ya que fue sujetado de la cintura y gracias a un movimiento rápido que definitivamente no vio venir, acabó tendido boca arriba en el colchón, con Louis encima suyo.

Respiró pausado, las manos del alfa reposaron a los costados de su cabeza y siseó al notar que una rodilla se había colado entre sus muslos.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Qué te parece que estoy haciendo? —Le devolvió la cuestión, al relamerse una comisura—. ¿No dijiste que me servirías de cenar?

—¡¿Qué?! —Sus ojos se extendieron—. Yo me... yo me refería a la comida que está en la cocina.

—A mí me apetece solamente lo que tengo aquí.

Era el colmo, ¡todo lo tomaba a su conveniencia!

Con diversión, el ojiazul sacó la punta de la lengua y se inclinó para delinear con una horrible lentitud su labio inferior, dejando un rastro de saliva que le brindó un brillo tentador al habitual color cereza de su boca.

Por inercia, Harry acabó separando las piernas, sintiendo como el pulso se le estaba disparando a niveles no convencionales y reprimió un jadeo, formando de nuevo el contacto visual con Louis.

—Alfa, ¿te sientes bien?

—Sí, de maravilla —susurró, hundiendo la cara en el hueco de su cuello—. Maldición, me encanta tu aroma.

Estaba rozando su piel con la nariz, olisqueaba justo en el sitio donde debería estar la marca de su lazo...

—Amor, espera —Al omega se le habían puesto los vellos de punta—. ¿Cuándo es tu celo?

—En dos días —Juguetonamente, le plantó un beso húmedo en la sensible zona—. Aunque... creo que puede llegar antes.

—Sí, ya me di cuenta —Sus párpados estaban a punto de caer, el extremo racional pendía de un hilo—. Por eso necesitas alimentarte, por favor vamos a que cenes y tomes un baño.

—¿Y si mejor te follo y después hacemos el resto? —consultó, al raspar sus dientes con gentileza—. ¿Qué opinas?

El menor se mordió la cara interna de la mejilla.

Siempre caía en las garras del deseo.

—Te propongo algo —Le posicionó la mano en la nuca y enredó sus dedos en los mechones de ahí—. Primero come algo, y después nos duchamos juntos, ¿qué dices?

El alfa se alejó de su cuello y lo escrutó con los iris encendidos.

—¿Es un trato?

—Lo es —Afirmó con un débil cabeceo—. Te preparé papas rellenas al horno, tienes que probarlas.

Mhn, bien —Tuvo que conformarse al no tener alternativa—. Pero cuando termine de cenar, tú serás el postre.

Un suave beso fue depositado en los labios de Harry y después, Louis se levantó de la cama, dejándolo con el corazón latiendo a mil por hora.

Él se pasó la mano por la frente, tomándose un respiro para recuperar la cordura y encogió las piernas cuando las reacciones naturales de su cuerpo estuvieron a nada de traicionarlo.

Prefirió sentarse a esperar que su ritmo cardíaco se normalizara, expulsando bocanadas largas de aire mientras observaba como su esposo se colocaba las pantuflas.

—Por cierto, ¿te dije que conseguí cerrar dos contratos para el patrocinio de nuestra galería? —expresó con satisfacción y tomó asiento a la orilla de la cama—. Logré una alianza con dos empresas dedicadas a la difusión de arte en el país.

—¡¿Qué?! —Su semblante resplandeció en una mezcla de entusiasmo y asombro—. ¿En serio lo hiciste?

—Sí, las reuniones del día de hoy fueron para eso —Volvió a mirarlo, moviendo las cejas de arriba hacia abajo—. Los dueños quedaron encantados con el concepto que manejamos y aceptaron ser participes del proyecto.

El omega sonrió de oreja a oreja, dando un leve salto en el colchón.

—¿Eso quiere decir que ya contaremos con cinco colaboradores?

—Espero que con seis, mañana tengo otra junta con el último que contactamos.

—Por Dios, cruzaré los dedos —parloteó, animado—. Yo tengo que visitar tres de los cinco lugares que tenemos en mente para la siguiente exposición.

—¿Y tus clases? —Frunció levemente el ceño—. Te toca día presencial en la universidad.

—No te preocupes, ya me organicé —Le guiñó el ojo con cierto toque de complicidad—. Todas las citas son temprano, así que por la tarde puedo tomar mis tres clases correspondientes.

Tras asentir conforme, Louis llevó la palma extendida a su mejilla y la frotó con cariño.

—No sabes como me alegra que hayas retomado tus estudios —dijo, rozando su pómulo con ternura—. Te admiro muchísimo.

—Yo también te admiro a ti, Lou —Batió dulcemente las pestañas—. Gracias por siempre apoyarme.

—Nunca dejaré de hacerlo —Le pellizcó delicadamente la nariz—. Por algo estamos casados, ¿no?

Harry meneó la cabeza en un asentimiento y levantó la mano para mostrar su reluciente anillo de bodas, junto a la pulsera de oro que le fue obsequiada en aquella singular ida al centro comercial.

—Que afortunado soy de llevar la sortija que hace juego con la tuya.

El alfa liberó una risilla inocente, alzando su palma y la juntó con la contraria, entrelazando sus dígitos a la perfección.

La preciosa joya se veía magnífica en el dedo anular de los dos.

—Te amo, cachorro, jamás voy a cansarme de recordarte que eres el amor de mi vida.

—Tú también eres el amor de mi vida y te amo muchísimo más de lo que tú a mí.

Ugh... Me encantas, vamos a cenar ya mismo porque me estoy muriendo por joderte —La burbuja del romanticismo fue pinchada—. Anda, incluso yo te llevaré.

—¿Cómo?

La respuesta a su interrogante llegó en cuestión de segundos, pues Louis se puso de pie y sin ningún tipo de dificultad, lo cargó sobre su hombro como si de un costal se tratara.

Harry parpadeó azorado, haciendo su lucha por acomodarse mejor ya que fue tomado por sorpresa y no evitó reír cuando una de sus nalgas fue ligeramente sacudida por una palmada.

No respingó, ya conocía los hábitos de su esposo.

○°• ✎ •°○

Louis despertó a eso de las dos de la mañana.

Se removió entre las sábanas, gruñendo cuando una inesperada ola de calor agitó sus entrañas y el aire abandonó sus pulmones, haciéndole jadear en el borde de lo sofocado.

Sudaba como si la habitación ardiera en llamas, su camiseta se encontraba completamente empadada y la quemazón que empezaba a concentrarse en su abdomen, era apenas soportable.

Se retiró los cabellos de la frente húmeda, resoplando al erguirse en su lecho con los labios agrietados por la falta de hidratación. El cuerpo le dolía, sus músculos se hallaban más tensos que nunca y la sangre era bombeada con celeridad a través de sus venas.

Estaba mareado, sediento y el dolor que ya sentía en la polla no lo dejaba pensar con claridad.

Con otro gruñido atorado en su garganta seca, dirigió la vista a su omega, quien yacía echo un ovillo bajo una manta gruesa. Él no sabía si en realidad hacía frío o calor en la habitación, solo percibía como algo ardía por debajo de su piel y la cabeza le estaba dando vueltas, no podía parar de pensar en apagar el incendio que estaba convirtiendo en cenizas su juicio.

Inhaló profundamente, con una punzada lastimándole las sienes y atinó a bramar, asfixiado por una segunda oleada electrizante que terminó disipándose en su entrepierna.

Y posiblemente sus quejidos fueron una señal de alerta, porque Harry se despertó muy sobresaltado antes de que pudiera siquiera llamarlo.

Demoró un instante en entender lo que sucedía, el aroma de su alfa picaba con una intensidad irreal en sus fosas nasales y tuvo que barrer las pestañas un par de veces, al tiempo en que prendía la lámpara que descansaba en su buró.

—¿Lou? —titubeó, tratando de adaptarse a la iluminación artificial—. ¿Qué ocurre?

Lo oyó gruñir en una contestación breve y rápidamente le tocó la frente con el dorso de la mano para medir su temperatura.

Estaba malditamente ardiendo.

—Amor, calma... —retomó, limpiándole el sudor que le brotaba por los poros—. Es tu celo.

—Se adelantó, lo siento —Su tono fue más ronco de lo habitual—. Perdón por despertarte, es que yo-...

—Tranquilo, no te preocupes por eso —Se removió, quitándose la suave manta de encima y se acercó un poco más a él—. Relájate, ¿sí? Me haré cargo de ti.

Louis negó rotundamente, siendo todavía consciente de lo que acontecía a su alrededor.

—No, tu debes dormir —estableció, al frotarse con ansia la coronilla—. Necesitas descansar, mañana tienes que ir a clases.

—Calla, avisaré que mi esposo entró en celo y que por supuesto, debo atenderlo.

—Que no, tu asistencia es más importante.

—Amor, unas cuantas faltas no hacen daño.

—Mierda, no quiero que te sancionen por mi culpa... —bufó, apretándose el puente de la nariz—: Ya no.

Harry suspiró, esbozando una media sonrisa.

Ese era su alfa, el que siempre ponía su bienestar por encima del propio, el que pensaba primero en él, antes que en nadie más.

Pero vamos, era claro que no permitiría que pasara su ciclo en la soledad de la habitación y ciertamente, jamás fue un sacrificio servirle de ayuda en ese tipo de casos.

Así que, entre la disputa que seguramente Louis tenía en su mente sobre lo que debía y lo que quería hacer, él aprovechó para cambiar de posición, con el objetivo de borrar cualquier remota idea de no ser utilizarlo para saciar su sed.

Se arrastró por el montón de cobijas, con las rodillas apoyadas en el colchón y audazmente, terminó por acomodarse a horcajadas sobre su regazo, sujetándose de sus hombros al formar el punto de apoyo perfecto.

Acabó por sentarse en aquella prominente erección que resaltaba por debajo de unos pantalones de pijama, pudo sentir la jodida dureza en el pliegue de sus nalgas y emitió un jadeo bajo cuando movió experimentalmente las caderas, restregándole lentamente el culo.

El mayor jadeó, mordisqueándose el labio con vigor y no se resistió a tomarlo por la cintura, hincando sus yemas en la delicada piel de ahí.

—¿Qué tan malo podría ser que faltes y regreses oliendo a mí? —inquirió, apretándolo con tenacidad.

Harry gimió sin pudor alguno, las primeras gotas de lubricante empezaron a escapar de su orificio.

—Es diferente, ahora estamos en casa, así que no te contengas —Le suplicó—. Tómame, alfa.

El ruego hizo que Louis dejara a su lado animal gobernar, permitiéndole a su lobo que le drenara la razón y en un santiamén, se encontró obedeciendo los mandatos de su instinto.

No fue condescendiente ni mucho menos paciente con su precioso omega; lo tumbó de espaldas contra la cama, ocasionando que rebotara una sola vez y con desesperación, enredó los dedos en el elástico de las dos prendas que cubrían la parte baja de su cuerpo.

Tiró de su short de pijama y de su ropa interior, importándole muy poco que trajera una divina pieza de encaje. Le gustaba, era obvio que amaba cuando su cachorro usaba esa clase de lencería para él, pero lo único que quería en ese momento era hundirse en aquel sitio que se encontraba húmedo y listo para recibirlo cuando se le diera la gana.

—Mírate, estás tan excitado —Otro gruñido grave al notar que su miembro también se hallaba erecto—. Abre tus piernas, amor, déjame ver.

El ojiverde tragó en seco y no tuvo más remedio que aplastar los talones en las sábanas, flexionando las rodillas y acató la orden, separando los muslos que ya estaban salpicados de su esencia.

Su entrepierna quedó al descubierto frente al apuesto alfa que se lo estaba comiendo con la mirada y gracias al toque de vergüenza que le embargó, se volteó hacia una pared de la habitación.

—¿Qué ocurre, amor? —El castaño barboteó, acercando dos dedos a tan íntima zona—. ¿Puedo tocar aquí?

Y mierda, a Harry se le fue el aliento.

De la nada, su empapada entrada fue tanteada con sorna por un par de dígitos traviesos que rasparon insistentemente el borde de su agujero, recolectando una buena cantidad de lubricante mientras su tolerancia era puesta a prueba.

El índice del mayor toqueteó su húmeda abertura, se jactó de él con una ceja arriba al escucharlo gemir y acto seguido, se acercó los dedos a la boca, enredando la lengua en ellos cuando chupó todo el líquido que brotó de su omega.

—Me encanta como sabes, podría pasar la eternidad comiéndote el culo —refutó, al relamerse los labios—. Pero no está noche, hoy quiero follarte hasta el amanecer.

Con los orbes cristalizados, el implicado consintió la propuesta.

—Úsame —imploró, con la voz quebrada—. Prometo servirte hasta que te sientas mejor.

—Eso lo sé, no saldrás de aquí hasta que haya terminado contigo —Eso había sido una promesa—. Eres el único que puede tener mi nudo.

Olvidándose del decoro, Harry deslizó las manos por sus propios muslos y apartó todavía más las piernas, entregándose en bandeja de plata al alfa en celo que prometía arruinarlo.

—Y me muero por sentirlo, así que por favor... —Barrió la yema del dedo medio por encima de su orificio y tarareó—: Pon tu polla aquí, te lo ruego.

¿Quién era Louis para negarse a una invitación indecorosa?

Doblegado por la lujuria y por su menester de acabar con la incomodidad en su pene, se deshizo de los pantalones delgados que utilizaba para dormir y prácticamente se arrancó el bóxer negro, arrojándolo al tapete que habían comprado en su luna de miel.

Alcanzó el pequeño bote de preservativos que mantenía en el buró, rasgó impacientemente el envoltorio de uno y no tardó en extender el látex por su hombría, jadeando al colocárselo hábilmente.

Con la prisa reinando en sus acciones, sujetó al omega por los muslos, clavando sus dedos cuando lo acercó lo más que pudo de un tirón e hizo que le rodeara la cadera con ambas piernas, mientras observaba fijamente su rostro.

Trazó una sonrisilla malvada, envolviendo su pesada polla con una mano y se alineó, restregándose burlonamente para conseguir que Harry se retorciera entre gimoteos.

—¿Por qué eres tan bonito y tan provocador? —vaciló, al presionar únicamente la punta contra el anillo muscular—. Siempre buscas que te arruine.

El ojiverde ya se había cubierto la boca, se estaba mordiendo los nudillos gracias a la rápida intromisión inicial.

Y en cuanto la primera estocada llegó, tan dura como honda, no pudo contener el grito que casi lastimó sus cuerdas vocales, arqueando la espalda por inercia y crispando los dedos de sus pies al sentir el pene erecto de su alfa entrando de un solo golpe en él.

—Joder, Lou... —siseó, derrochando una sonrisa de plena satisfacción—. Me encantas, esto me encanta.

—Lo sé, bonito —Medio gruñó, deslizando la lengua por sus colmillos—. Ahora gime y repite mi nombre, que solo eso me hará saber lo mucho que te gusta ser follado.

Una segunda embestida enérgica, logró robarle un chillido agudo al omega.

Los testículos del castaño golpearon con ese par de redondas y pálidas nalgas, generando un sonido grotesco que retumbó en las paredes de la habitación. El brusco empujón de caderas provocó que ambos se mecieran en sincronía, con miradas abrasadoras y murmullos suplicantes.

Los celos del alfa siempre eran realmente bestiales, parecía que un ente maligno se apoderaba de él porque una vez que empezaba, era imposible que parara hasta que su nudo creciera una y otra vez. Se olvidaba por completo de ser cuidadoso con la fuerza que ejercía y tampoco se preocupaba por disminuir la velocidad de sus penetraciones.

Le volvía loco ver como su polla entraba y salía con tanta facilidad de aquel angosto agujero, le ponía demasiado el chapoteo que se producía debido al lubricante derramado por Harry y disfrutaba un montón verlo mordiéndose la boca hasta dejarse los labios hinchados.

El vaivén era bruto y placentero, guiado por lo que la naturaleza le exigía, por esa ansia de colmar el apetito sexual. El corazón del golpeaba en la caja torácica y gemidos del ojiverde se convertían en una preciosa melodía para sus oídos.

Su precioso chico estaba deshaciéndose en el goce, le apretaba los talones en la zona lumbar, tratando de aproximarlo lo más que podía porque al parecer quería que todo fuera verdaderamente impetuoso y así, tendría razones buenas para no poderse levantar de la cama por lo menos en tres días.

—Alfa, b‐bésame —titubeó, con unas cuantas lágrimas desbordando de sus ojos—. Bésame, anda.

—¿Eso quieres? —Lo atenazó con mayor presteza de las caderas—. ¿Un beso mientras de jodo así de bien?

—Sí, eso quiero —Estaba cegado por el placer invadiendo su cuerpo—. Bésame.

Podía sentirlo más profundo, enterrándose sin compasión en su interior y por ende, estaba a punto de enloquecer.

Recibió los labios de Louis con una mordida de por medio, pasando los brazos por atrás de su cuello y le gimió en la boca luego de que una estrepitosa acometida más le fuese obsequiada.

—Anúdame —Pudo susurrar, arrastrando las letras y haciendo una pequeña pausa en el sofocante acto—. Por favor... Dame tu nudo.

El alfa bramó alterado, sujetándolo del cabello y forzó sus rizos al tirar de ellos, obligándolo a echar la cabeza hacia atrás.

Lo oyó jadear sorprendido, su cuello quedó al descubierto y él se humedeció los labios, inclinándose para dejar otro sendero de besos húmedos sobre su tez, cepillando peligrosamente los dientes mientras continuaba arremetiendo con alevosía en su agujero resbaladizo.

Harry estaba en la cumbre del éxtasis, con los ojos llorosos, disfrutando de cada estocada, de cada caricia y de esa singular protección que su alfa le otorgaba.

Porque estar con él, era el significado de la felicidad, su vida por fin era perfecta, tal cual la había soñado...

Y al observarse con los iris oscurecidos, se sonrieron en complicidad.

—Te amo —farfulló el rizado, cayendo en la adrenalina de su próxima liberación—. Quiero... quiero me marques.

—Por Dios, cachorro —Una punzada arremetió en el vientre de Louis—. No lo pidas así, porque no me voy a resistir.

—Necesito que lo hagas —Se aferró a los cabellos de su nuca y asintió en una doble confirmación—. Márcame, t-te lo ruego.

—Amor...

—Por favor —Volvió a rogar, a punto de echarse a llorar escandalosamente—. Lo necesito.

Quizá se trataba de un fugaz momento por la excitación, por hallarse en el punto más álgido de su encuentro o tal vez, Harry estuvo esperando a que su celo llegara para pedírselo...

La realidad, era que se trataba de la última opción.

El tema de la marca había tomado mucha importancia en él, a pesar de que ya tenían una unión destinada a la cual no le hacía falta nada, admitía estar muriendo por crear ese lazo místico que desarrollaban las parejas de enamorados.

No perdía nada con intentarlo y si el otro se negaba, lloraría un buen rato por el rechazo pero después escucharía sus razones para comprender el porqué no compartía el pensamiento de crear tal enlace.

Sin embargo, el resultado fue a su favor.

Porque Louis, siendo víctima del mandato y del estado irracional actual, ya estaba sobre su glándula de apareamiento, tronando los labios en ella y raspando los caninos con menos delicadeza que antes.

Su respiración se había hecho pesada, podía escucharlo exhalar e incluso disminuyó la velocidad de los empujes contra su culo.

—Dime que estás seguro —Le solicitó, una última vez—. ¿Lo estás?

Él ladeo la cabeza, entregándose al ofrecerle un mejor acceso y cerró los ojos.

—Lo estoy —Afirmó, temblando bajo su cuerpo—. Hazlo.

No había marcha atrás.

Estando ahí, en la calidez de su habitación, pasando por la delirante etapa inicial del celo y gozando de su buena química sexual, el ojiazul decidió acatar la bendita solicitud.

Y sucedió.

Harry dejó de inhalar por la nariz, reteniendo el aire cuando sintió el primer indicio de una mordida leve, ligada a una suave succión que le dejaría una mancha violácea e inmediatamente después, unos colmillos atravesaron su piel.

Perdió la noción del tiempo por milésimas de segundo, o posiblemente por un minuto completo, ni siquiera lo sabía.

Los dientes se clavaron con firmeza en su cuello, justamente sobre su glándula de aroma y eso causó un lloriqueo alto que al final, adoró por ser producto de la tan esperada marca de unión.

No fue consciente de lo que sucedía a su alrededor, se encontraba flotando en una nube, tiritando por un placer demencial que lo sometió debido a que Louis lo masturbó, ayudándole a correrse para aminorar el posible dolor de la herida recientemente abierta.

La marca de pertenencia ya estaba en su cuello y su enlace estaba firmado.

Hasta la eternidad.

—Eres mío, mi omega, mi cachorro, mi esposo —Louis pronunció, al pasar la lengua por la mordida expuesta—: Mi lindo artista.

El aludido no tuvo la fuerza para responder, pensó que en cualquier momento iba a morir.

Sí, fielmente creyó que acabaría en la tumba ya que al alfa se le ocurrió la brillante idea de propinarle tres embestidas extra, retomando su tarea de follarlo hasta que no pudiera más y volvió a sollozar, perdido en el limbo de la sobre estimulación cuando el primer nudo de la noche se hinchó en su interior, quejándose por el conocido ardor de su agujero estirándose.

Se hallaba completamente aturdido por el remolino de sensaciones, había sido enviado a otro planeta y estaba seguro de que no saldría de la cama por una semana entera.

Aun así, estaba feliz.

Porque su omega había sido reclamado por un magnífico alfa y ahora, sus lobos aullarían con más alegría.

○°• ✎ •°○

El fin de semana no tardó en llegar y Harry inclinaba la cabeza hacia un lado, mientras se miraba al espejo.

Llevaba quince minutos observando su reflejo y no era que su vestimenta le disgustara o algo similar, simplemente no quería colocarse la camisa de botones que debía portar aquella tarde.

Las reuniones con los colaboradores eran importantes, se trataba de juntas con empresarios extremadamente exitosos y para dar una buena impresión, tenía que utilizar atuendos más formales de lo común.

Suspiró, rascándose la coronilla y alzó el gancho en el que su prenda estaba colgada, sin ninguna clase de arruga.

Sus labios se torcieron en una mueca de disgusto, de verdad era un martirio que la ropa casual estuviera mal vista en ese tipo de situaciones y era un horror tener que portarla cada que había contratos por firmar en juego.

No tenía más opciones.

Pensó que no había demorado tanto tiempo en su burbuja de indecisión, creyó que aún tenía una considerable holgura de minutos, pero lamentablemente se había equivocado.

Porque gracias a su tardanza, la puerta de la habitación fue abierta y un Louis totalmente apresurado se asomó, en busca del omega que no movía ni un solo músculo.

—Cachorro, ¿qué sucede? —cuestionó, mirándose el reloj que traía en la muñeca—. Llevo rato esperándote en el auto, ¿por qué ni siquiera te has terminado de cambiar?

—Perdón —Lo avistó por el reflejo—. Es que no quiero usar esta cosa.

La camisa había sido ligeramente sacudida y el alfa por poco rodó los ojos.

—Solo es por lo que dura la reunión, ya sé que no te gustan las camisas de mangas largas y ya llevó una que te podrás poner al terminar —Le explicó—: Y no sé por qué no te gustan, si te lucen bastante bien.

—Es que son incómodas —repeló, en un bufido—. Además, me va a lastimar del cuello...

Quizá usar el pretexto de la marca era un truco sucio, pero si bien era algo cierto.

No tenía ni cuatro días en su piel.

—¿Te duele? —El alfa se mortificó momentáneamente—. ¿Quieres que la sane?

—No, por ahora todo bien, pero el tejido va a rozar y tal vez me molestará.

—No te abroches los dos primeros botones, eso ayudará.

—Igual la va a cubrir —exclamó, al girarse para encararlo con un gesto lleno de desanimo—. Y yo quiero que todos la vean.

A pesar de que tenían el tiempo encima, Louis sonrió.

—¿Quieres que las personas noten que ya estás marcado por mí? —Con ternura, le acomodó dos rizos sueltos atrás de la oreja.

Uhm, sí... ¿Es demasiado raro?

—No, ni un poco.

El omega imitó la curvatura de sus labios.

—Me gusta tenerla —confesó, apretando los dedos alrededor del gancho que sostenía—. Si te soy sincero... creí que nunca lo ibas a hacer.

—¿Ah, sí? —Frunció el entrecejo—. ¿Por qué lo dudabas?

—Pues... No recuerdo si alguna vez tocaste el tema, creo que nunca lo conversamos —Se remojó los labios y encogió los hombros—. La verdad, pensé que no querrías marcarme cuando te lo pedí.

La frente de Louis se arrugó en exceso.

—No tenía motivos para negarme —estableció, al tomarlo de su mano libre—. Solo quería que tú estuvieras seguro, porque de haber sido por mí, me habría enlazado a ti desde la primera vez que tuvimos sexo.

—... ¿Lo dices en serio? —El rubor se esparció por sus cachetes—. ¿Y por qué nunca me lo dijiste?

—No te quería presionar —Pestañeó con tranquilidad—. Honestamente, yo tenía miedo que al vivir juntos las cosas cambiaran, porque no es lo mismo un noviazgo a un matrimonio y temía que esto no funcionara.

—Yo también tuve miedo de eso, pero nos supimos adaptar muy bien —dijo, con simpatía—. Me gusta ser tu esposo, me siento feliz viviendo a tu lado y eso no va a cambiar jamás.

Gracias a la aclaración, el alfa resolló calmadamente.

—Sabes que un lazo roto puede ser perjudicial, ¿no? —Lo vio asentir y entonces, prosiguió—: Yo no quería condenarte, cachorro.

—¿Condenarme?

—Así es. Si te hubiese marcado en nuestra luna de miel y las cosas no hubieran salido bien por cualquier razón...

—Ambos íbamos a sufrir —Complementó la idea. Ya comprendía mejor la realidad del asunto—. No quisiste que nos precipitáramos.

—Exacto —Apretó los labios por un instante—. Ya hemos actuado aceleradamente en muchas ocasiones y creo que por nuestro bien, necesitábamos esperar un poco más para unirnos en este aspecto.

La decisión había sido muy sabía.

Louis conocía infinidad de historias sobre matrimonios fallidos, desde sus propios familiares cercanos hasta de amigos que vivían con padres divorciados.

Y también reconocía que quienes más padecían en ese tipo de circunstancias, eran los omegas.

Por ende, se negó a poner en peligro a Harry, no quiso exponerlo a un lazo que el día de mañana, podría ser la causa de un malestar mayúsculo.

Aunque estaba seguro de que jamás iba a dejar de amarlo, quería que el ojiverde estuviera seguro de haber elegido a un buen alfa.

Porque joder, al inicio todo era color rosa, le prometía el mundo entero, le juraba que no había persona más espectacular en la galaxia con la que quisiera estar, pero en ocasiones los sentimientos cambiaban y si en días pasados, Harry hubiese llegado a decirle que ya no quería estar más con el, lo habría dejado ir aunque eso le dejara el corazón echo trizas.

Su felicidad era lo más importante, y si al final no era con él, tampoco se la arrebataría.

Y por eso había esperado para hacerlo, por eso había dejado que los meses corrieran. Así, cuando sucediera, el pacto sería sellado con un amor bien fundamentado que los uniría hasta el fin.

Como en ese preciso momento.

—¿Ya te he dicho que eres el hombre más perfecto de la galaxia? —El menor no había dejado de sonreír—. En serio, me alegra haber coincidido contigo en esta vida

Usualmente, el castaño no se sonrojaba, pero en esta ocasión sus pómulos se tintaron de carmín.

—Te prometo que en las siguientes también estaremos juntos —Le guiñó un ojo y le dio un corto beso en la frente—. Por cierto, una cosa más...

—¿Qué pasa?

—¿Quieres vestirte ya? —Le acunó las dos mejillas con las manos y presionó, haciendo que su boca se crispara—. Ya vamos tarde.

—De acuerdo —tarareó, al ser soltado—. Pero no me abrocharé los primeros botones.

—Trato hecho —refutó—. Y no te preocupes, ya habrá otro día en el que puedas presumir que eres un omega con dueño.

Harry entornó los ojos y ya no tuvo la intención de poner excusas.

—Bien, lo acepto —Con un fingido pesar, empezó a desabotonar la prenda para sacarla del gancho—. Aunque pienso que hay otra forma de hacerle saber a todos que ya tengo alfa.

—¿La hay?

—Ajá.

—Ilústrame.

El rizado chasqueó la lengua y se dio la media vuelta, quedando de frente al espejo otra vez.

—Si me ven con una barriga y con ropa de maternidad... —vaciló, al bailar las cejas—. Tal vez pueda ser de ayuda cuando mi cuello esté cubierto.

Con gracia, Louis ensanchó los orbes y se cruzó de brazos.

—No hasta que te gradúes, lo sabes —espetó, con una divertida autoridad—. Luego de eso, te voy a llenar de hijos.

—Demonios, desde que obtuviste tu título estás insoportable  —Deslizó los brazos en las mangas blancas de la camisa—. Vamos, una niña y no pido más, ¿te parece?

—Claro, cuando salgas de la universidad lo intentaremos —Dio dos pasos en retroceso rumbo a la puerta—. Aunque... Yo me encargaré de que consideres tener más de un bebé.

Antes de que Harry pudiera contestarle, el alfa se escabulló escaleras abajo, no sin antes recordarle que si no bajaba en cinco minutos, se iría sin él.

Cosa que era una total mentira.

Inspiró hondo, dejando a un lado el odio por la ropa formal y se vistió con lo que le tocaba usar. Se acomodó el cuello, respetando su imposición de dejarlo abierto e inconscientemente, se colocó de lado para contemplar su silueta en el espejo.

Se miró y a su vez, pensó en los tiempos venideros.

Realmente esperaba que luego de disfrutar de una magnífica fiesta de graduación, el destino le diera la oportunidad de crear a un pequeño ser que sin duda, llenaría su futuro de pura dicha.

El sueño de tener un crío ya estaba en su plan de vida y anhelaba poder cumplirlo en un par de años.

Sabía que paso a paso, conseguirían cada uno de sus propósitos.

Y definitivamente estarían juntos para celebrar.

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Meses después, tenemos epílogo. 😭 Espero lo hayan disfrutado, les cuento que cuando vuelva por aquí, les traeré un extra muy soft, lo prometo. 💘
Les invito a leer mis demás historias, espero verles por allá, un besito, les amo. María.

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