14. The journey starts

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Después de que dieran las doce y los invitados del baile comenzaran a disfrutar aún más de la noche; Corbyn y yo escapamos de palacio a toda prisa.

En quel momento me encontraba recogiendo todo lo que podría necesitar para el viaje mientras mis ojos se movían nerviosos por toda la casa y mi respiración se agitaba.

¿De verdad me iba a marchar?
¿Dejar todo detrás sin decir nada?

Cerré el saco con mis cosas dentro y me senté en el suelo con la cabeza agachada, acercando las piernas a mí pecho.

Sollocé en silencio ahogando las ganas que tenía de gritar. Mi pecho se oprimía cada vez que pensaba demasiado en la situación en la que me hallaba.

Sabía que me metería en problemas al ayudar a Caelo, pero nunca pensé que tendría que dejar a mi familia y ocultarles la verdad.

Volvería, claro que lo haría. Pero no sabía si ellos me aceptarían de nuevo o si siquiera seguirían vivos en ese entonces.

La guerra empezaba en una semana y eran tres amaneceres de viaje, más otros tres para la vuelta.
Llegaría justo a tiempo si no nos retardábamos, pero aún así tenía miedo de que toda la tensión del combate adelantara la guerra y que ellos murieran.

Tampoco les podía decir a dónde iría, era más seguro que no supieran nada.
Corbyn y yo ya lo habíamos acordado, pero algo en mí insistía en salir corriendo y contarles la verdad, aunque aquello costase mi cabeza.

Un pequeño roce en mi hombro me hizo alzar la cabeza aún con los ojos brillantes por las lágrimas.
El rubio me sonrió con tristeza y se sentó a mi lado.

—No hace falta que vengas si no lo deseas —susurró y acarició mi espalda reconfortándome.

—Tengo que hacerlo —suspiré—. Caelo se convirtió en mi responsabilidad desde que le liberé. En cambio, no entiendo por qué tú me acompañas.

—Porque no sabes el camino —dijo simplemente, pero en sus ojos parecía estar ocurriendo una enorme batalla—. Y quiero ayudarte.

Bufé malhumorada tras oír su última frase. El hecho de que me quisiera ayudar sin siquiera alguna razón era estúpido.

—¿Por qué? —cuestioné molesta, olvidando de pronto que él seguía siendo el príncipe de Lectus.

Sonrió una vez más, pasando un mechón de mi pelo detrás de mí oreja.

—Me gustas Adela, ya te lo dije. También quiero ayudar a Caelo, es una buena dragona.

Me sequé las lágrimas y sonreí levemente; prestando atención solo a la parte en la que hablaba de la criatura.

—Al menos podría decirle a Zachary donde me dirijo, él sabe lo de Caelo y...

—Es mejor que nadie lo sepa. Mi coartada nos servirá a los dos. ¿Vale? —asentí con pesadumbre.

—¿Y cuál es tu coartada? —sonrió con sorna y me ayudó a levantarme.

Recogió mi bolsa de la mesa y abrió la puerta de la casa aún sin hablar, molestándome con la intriga.

—¿Me dirás? —pregunté medio curiosa, medio desesperada—, ¿O debo suplicar por ello, oh, mi príncipe? —expresé dramáticamente.

Rió un poco, seco y apretando la mandíbula. La última parte le había molestado de verdad y me sentí algo cohibida por ello.
Pero él solo se limitó a subir a su caballo mientras yo le imitaba sin esfuerzo.

—Le dije al rey que pasaría una semana contigo en el castillo Sed crustula*, uno de los mejores palacios de Curnos a mí parecer, para enamorarte y comprometernos antes de la guerra.

Mi garganta quedó seca, mis cejas se fruncieron y mi boca quedó entreabierta después de oír sus palabras.

—¿Qué? —exclamé sorprendida.

—Era una buena excusa Adela, parte cierta y parte incierta. ¿Qué más da? —espoleó su caballo e hice lo mismo para seguir escuchándole—. Terminarás casándote conmigo de todos modos.

Entorné los ojos sin mirarle, mordisqueando el interior de mi mejilla con una mueca.

¿Cómo podía prometer proteger mi felicidad y a la vez ser tan arrogante de la nada?

La confianza que tenía sobre su persona me sacaba de quicio. Me atraería si no fuera porque... Era un príncipe y un hombre; ellos siempre creían poder conseguir lo que se les antojara.

—No seas tan confiado, Besson. No me atrae la superioridad.

—Lo sé, pero me encanta molestarte —sonrió de nuevo—. Creo que para gustarte debería recoger escamas de Caelo, pegarmelas por el cuerpo y escupir fuego ¿Estoy en lo cierto?

Reí divertida negando con la cabeza, quitando el peso en mis hombros que había causado sus estúpidos coqueteos.
Me lo merecía por el comentario del príncipe.

—-Si haces eso, lo más probable es que huya.

—Lo trataré de recordar —los dos sonreímos.

Nos quedamos un rato en silencio mientras nuestros caballos cabalgaban con lentitud detrás de las casas del pueblo, siguiendo el camino hacia el establo de Jack.

—Aún así, no sé qué te a hecho pensar que aquella excusa se la creerían los Herron —me miró confuso y procedí a explicarme mejor—. Ellos me conocen, Zach me conoce y sabe que tú no me gustas. No se va a creer que yo haya accedido a pasar una semana contigo para después desposarte.

Corbyn soltó con fuerza un poco de aire por la nariz y sonrió. Sentí en el ambiente algo de pesar y tristeza, lo que intentó ocultar con una sonrisa mientras no me miraba.

—Si conoce que no os gusto, sabrá que hay algo más detrás de esto e intuirá el viaje para salvar el dragón.

Me quedé pensativa ante su sensatez y asentí, comprendiendo, con las cejas juntas.

¿Cómo era posible que ya tuviera todo pensado y planeado?

Después de un corto tramo llegamos al bosque donde Caelo nos esperaba al lado de Jack.

—Tened cuidado —susurró asustado entregándonos la cuerda atada a la pata del dragón—. Me comentaron que hay tribus peligrosas más lejos de Mensam ruptur*². Intentar no pasar por allí.

—No te preocupes, Jack. Estaremos bien —sonreí para relajarle, aún no sabiendo a lo que se refería. Quizás solo necesitaba calmarme a mí misma.

Corbyn inclinó la cabeza para hablarle más cómodamente con una mirada calmada.

—Tranquilo Avery, yo he pasado por allí muchas veces y nunca me ha ocurrido nada. Serán cuentos para que los niños no se acerquen.

—Eso espero —puso una mueca parecida a una sonrisa—. Porque lo que cuentan no es nada bueno. Dicen que hay brujas y monstruos feroces...

Miré a Caelo y pestañeé despacio. Lamía su pata entretenida mientras respiraba con calma.
Si los monstruos eran como ella, no teníamos nada de lo que temer.

Al ver que no respondimos, Jack suspiró y tomó mis manos con fuerza—. Buena suerte.

Asentí mirando sus ojos preocupados y me incliné con gratitud.
Sonreí intranquila y ambos le despedimos con la mano mientras avanzábamos por el camino hacia el bosque.
Caelo nos seguía con lentitud.

Me giré hacia atrás para observar por última vez, en un largo tiempo, el castillo de Lectus.

—Vamos a volver —dijo el rubio con tranquilidad al ver dónde se dirigía mi mirada—. Lo prometo.

(...)

Habíamos cabalgado por más tiempo del que podía asimilar pero en aquel momento los caballos ya descansaban pastando en el campo.

Yo estaba recostada en el suelo cerca del río, jugando con la hierba a mí alrededor.
Hasta que una espada cayó a mí lado y me levanté asustada ahogando un grito.

Puse mis manos en mi pecho tomando aire y fruncí el ceño a aquel rubio.

—¿Qué? —preguntó por mi mirada masacradora.

—Me podías haber dado —espeté enfadada.

Sonrió negando con la cabeza y me entregó la espada que hacía segundos casi me había matado.

—Sé que quieres defender a tu familia y que incluso morirías por ellos —comentó.

-¿Qué...?

—Déjame acabar —rió por mí impaciencia—. Lamento que no puedas entrar en el ejercito, en serio, yo no puse esa regla —se aclaró la garganta—, pero podrías ayudarlos de otra forma.

—¿De qué hablas?

—Colócate en posición de defensa —le obedecí lentamente—, voy a entrenarte.

Oh por los santos dragones.
Acabaría muerta antes de que la guerra diera comienzo.

* Sed crustula : But the cookies! 😏

Mensam ruptur: table breaker. (Por Jonah)

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[4-12-2022] Que cringe daba antes, lol.

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