Capitulo VIII

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Sus manos eran cálidas, transmitían seguridad, sus dedos rozando se entre si era ameno. Lo sintió tan cercano que a pesar de que su corazón latía sin frenesí, sentía paz y tranquilidad.

Tan perdida e ilusa a su alrededor, solo observando su mano con la sensación de cosquilleo.

-¡¡Eli!!-exclamó la voz demandante de su hermana Verónica reventando su burbuja. -¿Estás escuchando?- protestó ligeramente molesta. Elizabeth se entorno nerviosa y apenada.

-Eh... Si, si- contestó rápidamente bajando la mirada. -Lo siento- espeto en bajo.

-Estas muy distraída esta mañana- hablo ahora la dulce y preocupada voz de su hermana mayor. -Ni siquieras has tocado tu comida- la ojiazul observó su plato, evidentemente solo había estado jugando con los utensilios y pinchando la comida en su plato lleno. -¿Te pasa algo?. ¿Estas mal?, ¿te sientes mal?-

-No, no. Nada de eso- respondió rápidamente vacilando.

-No me digas que sigues pensando en lo de ayer- soltó una risa escandalosa la de cabello corto. Margaret la vio confundida pidiendo una explicación; con una expresión burlona la segunda continuó. -Ayer, a Eli y al señor Meliodas los obligue a tomarse de las manos. Se pudieron haber soltado en seguida pero siguieron así- Elizabeth cubrió su rostro sonrojado. -Creo que es por eso que ha estado mirando su mano-

-Oh, ya veo- dijo Margaret con una sonrisa cómplice a su hermana menor. -¿A caso gustas del Señor Meliodas?- Su rostro quedó al descubierto ante esa sorpresa, ¿le gustaba el rubio?. Ni ella sabía que era lo que sentía, era inefable y extraño, le incomodaba y a la vez agradable.

-No...bueno si, pero no de esa forma- titubeo -¿Entiendes?-

-Ni tu te la crees- murmuró con negación Veronica.

El resto de su comida, Elizabeth desviaba el tema cada vez que se dirigía una y otra vez al mismo rumbo hasta que cada una finalizo y se marchó por su cuenta.

Ya más tranquila y librada de las preguntas incómodas de sus hermanas, se dispuso a ir a su habitación hasta que el llamado de su caballero la alertó.

-¿Princesa Elizabeth?-

-Señor Meliodas- sonrió.

-Elaine la espera en la biblioteca- soltó un jadeo, por andar perdida olvido por un momento su compromiso con la hermana menor de King.

-Gracias, y ¿en donde esta Diane?-

-Esta con ella- dicho esto la peliplata se dirigió a paso rápido seguida de Meliodas a la biblioteca.

[...]

-Buen dia, princesa- con voz al unísono, la castaña y la rubia hicieron una reverencia ante esta.

-Buen día señorita Elaine. Buen dia Diane-regreso saludo a ambas chicas para enfocarse en la rubia. -Espero que haya pasado buena noche en su aposento-

-Nunca tuve una cama más cómoda- soltó melosa y juguetona haciendo reír a la princesa por su comportamiento adorable.

-Vamos, te presentaré al bibliotecario- Elaine siguió a la princesa dejando a la oji violeta con el rubio.

-Eh, ¿Meliodas?- llamó en tono tímido.

-¿Si?. ¿Que pasa Diane?- puso su atención en la dama.

-¿Puedo hablar un momento contigo?-

[...]

-Buen día Helbram- esbozo una sonrisa al joven de cabellos verdes al igual que sus atuendos.

-Buen día alteza- sonrió de regreso. -¿Que tal la mañana?-

-Tan única y hermosa- ambos rieron ante su peculiar forma de saludarse cada dia que se cruzaban. -Helbram, te presento a Elaine-

-La hermana menor de King. Me comentó que estaba aquí- extendió su mano a la rubia. -Un gusto-

-El gusto es mío- estrecho su mano con el.

-Elaine a partir de hoy va a ayudarte en la biblioteca, y sería de mucha ayuda si la apoyas en las labores diarias -pidió amablemente.

-Por la hermana de mi mejor amigo, lo que sea- hizo una seña a la blonda de acompañarlo, quien emocionada accedió junto con la albina.

Durante unos minutos, el peli verde se dedicó a explicarle desde cómo acomodar y administrar los libros, hasta los que ocupan seguido la familia real entre uno que otro empleado, así como horarios y sus horas libres.

El caballero de armadura verde y ojos ambarinos entró a la biblioteca buscando a su hermana, asegurándose de su progreso en su nuevo trabajo. Sonrió al verla tan relajada y animada acompañada de Elizabeth y Helbram.

-Veo que te adaptaste rápido- la rubia volteo a mirar a su hermano mayor sonriente.

-¡King!- le dio un abrazo rápido.

-Hola Helbram, veo que ya conociste a mi hermana- se dirigió ahora a su mejor amigo quien tenía libros en mano.

-Si. Ahora ella es mi ayudante-

-Espera alteza, le ayudo con eso- la rubia se acercó a la albina, que se encontraba bajando unos libros de los estantes altos.

-¿Cuanto tiempo se quedará?- cuestionó el bibliotecario observando a la ambarina.

-No lo se. Ya depende de ella cuánto tiempo quiere quedarse, aunque conociéndola se quedará un largo periodo- soltó un suspiro. King aunque no lo dijera, le alegraba tener a su familia cerca.

[...]

-¿Que pasa Diane?- pregunto el rubio a la oji violeta.

-Primero, quiero disculparme por lo de ayer- observó sus pies mientras se tambaleaba nerviosa mientras inhalaba profundo. -Yo... yo convencí a la princesa de salir, aun cuando ella no quería y sabía que no debía - Meliodas frunció el ceño.

-Si quieren dar un paseo podrían habérmelo dicho, hubiese cancelado mi salida con Zaneri- se cruzó de brazos ladeando la cabeza.

-Es precisamente por eso que salimos- murmuró confundiendo al rubio. -Nosotras los seguimos- Meliodas alzó las cejas en sorpresa, absteniéndose a preguntar la razón, dejo que la castaña continuará. -Verás, eh... Yo estaba celosa... y... y quería saber si tenías algo con Zaneri por qué...- vacilo con sus mejillas rojas. -Porque yo estoy enamorada de ti- el rubio se quedó en silencio, no dijo ni mostró expresión alguna a pesar de estar anonadado por la revelación de Diane. -Perdón otra vez, no culpe a la princesa, ella accedió por mí e incluso sabe lo que siento yo por ti-

-Esto... Diane no se que responder- rascó nerviosamente su nuca para pasar a una postura más erguida. -¿No crees que fuiste muy impulsiva?- su tono de voz sonaba más a un regaño. -Algo le pudo pasar a la princesa o a ti y yo no estaba para protegerlas- soltó mostrando su frustración y confusión.

-Lo siento- agacho la mirada con sus labios temblando.

-Respecto a tus sentimientos...- dudo un poco sus palabras,pero debía ser honesto con ella y no darle falsas esperanzas. -No puedo corresponderte y no porque tenga algo con Zaneri- explico con una leve sonrisa. -Tengo una única responsabilidad y no puedo permitirme comprometerse a tener una relación. Eres una buena mujer Diane, pero yo no soy el tipo de chico que necesitas- palmeo un par de veces su cabeza de manera amistosa. Diane sonrió satisfecha por su sinceridad aunque lastimada por la misma.

-¿Podremos seguir siendo amigos?- el rubio asintió.

[...]

-Dime King...- el susodicho miro al peli verde -¿En verdad te gusta la dama de compañía de Elizabeth?- sonrió. King enrojeció mientras su rostro se deformó en una mueca.

-¡¿QUE?!-

-Hay King, eres tan obvio con tus sentimientos- negó divertido por el comportamiento pasmoso del de pelo cafe. Se cruzó de brazos observando a su mejor amigo de reojo con la ceja levemente arqueada esperando su respuesta.

-Si, bueno...- agacho un poco la cabeza soltando un bufido. -No se, ella es linda y agradable- guardaron silencio durante unos largos segundos.

-Dile- King lo vio confundido. -Dile lo que sientes- levantó la voz alarmando al ambarino, lanzándose a Helbram para tapar su boca con ambas manos.

-¡Oye callate que te podría escu...!- volteo a ambos lados buscando a la de coletas percatandose de su ausencia.-¿En donde esta por cierto?- retiró sus manos de la boca del peliverde, buscando a la chica pero solo estaban su hermana y la ojiazul. -Alteza...- la peliplata lo miro. -¿Ha visto a la señorita Diane?- la ojiazul busco con la mirada para negar con la cabeza.

-Estaba aquí cuando entramos- se quedó pensativa. -Tampoco está el señor Meliodas-

-No se preocupe, yo los busco- King camino entre los pasillos que formaban los estantes de la biblioteca hasta escuchar voces cerca. Se acercó escondiéndose del par atento a la conversación.

-¿Podremos seguir siendo amigos?- escucho la tímida voz de Diane. Vio su capitán asentir a lo que, la de coletas se abrazó a él repentinamente con alegría.

Celos. No había otra palabra para describir el conjunto de emociones desagradables al presenciar esa escena y aunque Meliodas tuviese una cara de indiferencia y no correspondiera el abrazo, con el simple hecho de que ese afecto y sentimientos sean para su capitán, no podía evitar sentir celos invadirlo.

Tratando de mantener su temperamento, se acercó con incomodidad.

-Capitán, Diane- ambos voltearon a ver al peli café.

-¿Que hay King?- el rubio apartó con amabilidad a la oji violeta. -¿Qué ocurre?-

-La princesa lo busca- mintió con la finalidad de apartarlos aunque sea.

-El deber llama- sonrió ladinamente y se dirigió hacia donde la princesa. -Princesa Elizabeth- está lo volteo a ver. -¿En que me necesitaba?- la chica arqueó la ceja confundida, mando a ver en donde estaba, no lo necesitaba para nada en específico. Vio que detrás de el venían King y Diane, suponiendo que el de armadura verde fue el que le mintió al rubio por alguna razón que le preguntaria mas de rato.

-Hum...- busco una excusa. -¿Me podrias ayudar a bajar ese tomo?, es un poco pesado.- señaló un libro grande de entre las estanterías más altas. El ojiverde asintió gustoso de ayudar mientras King se sentía aliviado de que la princesa captará su mentira blanca.

En cuanto Meliodas bajo el grueso y viejo libro, la chica de ojos azules suspiro con cansancio y se dispuso a hojearlo un poco.

La tarde paso lento y agradable, la albina dejó a Elaine y Helbram hacer su trabajo. King regresó a su puesto, sin salvarse de la sonrisa cómplice y ansiosa de Elizabeth, en otro momento le diría la verdad de su mentira.

-Alteza- llamó una chica pelinegra, integrante de los caballeros sacros y dama de compañia de Verónica.

-¿Si, Guila?-

-Sus hermanas esperan reunirse con usted en la sala del trono- respondió con serenidad y amabilidad.

-Bien, gracias- la chica se retiró con una pequeña inclinación. -Diane tomate si quieres unos minutos- indicó la albina. -Tengo que ir con mis hermanas- la de coletas asintió, dando una reverencia se marchó, despues de todo necesitaba un descanso despues de el rachazo por parte del rubio.

La albina junto con su caballero se encaminaron a la sala del trono, donde esperaban las hermanas mayores.

-Margaret, Veronica- ambas femeninas la voltearon a ver. -¿Para que me necesitaban?- cuestionó con curiosidad-

-Gilthunder nos mandó a llamar- soltó un suspiro cansado la de cabello corto. En menos de un minuto, el ojiazul hizo su aparición en la sala.

-Altezas- llamó el hombre pelirosa haciendo una inclinación ante las tres princesas de Liones.

-¿Que paso Gil?- con una sonrisa, Margaret se dirigió a su caballero.

-Su padre, solicita su presencia en Camelot - el rostro del trío de chicas cambio a mas serio y preocupado.

-Le sucedió algo a papá?- preguntó alarmada la peliplata.

-No. Solo me informaron que, lamentablemente el Rey de Camelot falleció de un ataque- terminó en un suspiro.

-¡Que horror!- jadeo la mayor tapando su boca ante la noticia.

-Su padre las manda a llamar para velar a su majestad- las doncellas solo tenían una mirada decaída, bien el rey Uther Pendragon siempre fue como de la familia a pesar de estar a miles de kilómetros y no verse muy seguido, su reino junto con el de Camelot eran una fuerte alianza. -Preparen sus cosas, partiremos ahora a Camelot- ordenó Gil a lo que estas asintieron para ir a sus respectivos aposentos. -Meliodas, te quedas- dijo una vez que perdió a la albina de la vista.

-¡¿Que?!-exclamo frunciendo el ceño. -¡¿Pero porque?!- exigio cruzándose de brazos.

-Baltra así lo ordenó- respondió el ojiazul soltando un suspiro, preparándose mentalmente para discutir con un terco capitán.

-¿Qué hay de las damas de compañia?-

-También se quedan- el sentimiento de fastidio se hizo presente.  -Relájate, descansa-

-Pero estoy bien, a aparte que es mi deber- Gil rodó los ojos, ahí de nuevo su tonta excusa de que es su deber.

-¿Estas bien?- arqueo la ceja con ironía. -¿Cuándo fue la última vez que dormiste bien?. Sin velar a la princesa o despertar antes que ella-cuestionó en tono preocupado. -¿Cuándo fue la última vez que te relajaste y dejaste de preocuparte de manera enfermiza?- Meliodas apretó los labios pensativo y no porque lo que su compañero decía era verdad, si no que pensaba la manera de lograr dejar que fuera a acompañar a la princesa.

-¿Si algo pasa en el camino?-

-Lo ves. No seas paranoico, Howzer nos acompañara a mi y Griamore junto otra docena de guardias- se quejo.

-¡Me niego!- espeto firme a su palabra.

-Meliodas, no seas necio- regaño frustrado.

-No me lo puedes impedir- sonrió triunfante.

-No si se lo ordenó- sus ojos se ampliaron. Giró su cuerpo para ver a la albina con una expresión seria. -Gilthunder tiene razón, a veces me siento agobiada y no por tu presencia, si no que lo veo mas cansado aunque me lo niegue constantemente- inhalo profundo antes de continuar. -Por eso me veo con la obligación de ordenarle que se quede aquí y se tome un par de días en lo que regresó- a pesar de su preocupación y enfado por la tenacidad del rubio, se mantenía serena. Meliodas abrió la boca pero antes de este pudiese contrarrestar, la chica no se lo permitió. -Sin objeción y es mi última palabra- alzó la voz y se retiró de la escena dejando a ambos caballeros sin habla.

-¡Caramba!- exclamó Gil soltando una carcajada. -Es la primera vez que veo que alguien te calla, y para el colmo Elizabeth- continuo mofándose aunque sorprendido de que la peliplata sea la causa. -¿Qué le pasa, ca-pi-tán?-

Meliodas salió de su trance, pensó por un momento la situación. Camino en dirección al aposento de su princesa ignorando las quejas del pelirosa, esta eran de las pocas veces que le hablaba en ese tono aunque en esta ocasión la vio más molesta que de costumbre.

Vio la puerta abierta y a la joven dentro rebuscando entre sus cosas. Vacilante a lo que le diría para hacerle cambiar de opinión, toco la puerta un par de veces.

-Adelante- dijo un poco más calmada. El blondo entró a la habitación, sentándose a orillas de la cama al lado de una pequeña maleta marrón abierta.- ¿Que se le ofrece, señor Meliodas?- la chica preguntó .

-¿Está segura de esto?- pregunto el rubio observando a la chica guardando un par de prendas en la maleta.

-Creí haberlo dejado en claro- contesto con la misma voz serena y autoritaria sin dirigirle la mirada.

-Siento que no cumplo con mi trabajo- susurro agachando un poco la mirada sonriendo levemente.

-Lo hace, siempre ha sido fiel a su palabra. No hay duda- suavizó su tono de voz. -Pero entienda que también debe descansar o enfermera- cerró la maleta y la tomó entre sus manos dedicándole una sonrisa a su caballero. -Nos vemos en un par de días- se dio la vuelta y se dispuso a marcharse.

-Princesa Elizabeth- Meliodas tomo rápidamente su mano, esta sintio un escalofrio recorrer su cuerpo cuando el frío metal del guantelete rozo su mano. Posó sus ojos en los esmeraldas de el, este tiro un poco de su brazo acercandola a el y así rodear con su brazo su cintura posando su mano en la espalda baja, mientras la otra en la parte posterior de su cabeza, apoyando su mentón sobre el hombro de Elizabeth. La chica tembló al sentir el aliento del rubio rozar su cuello sin embargo no se movió. -Si desapareces de mi vida, yo ya no tendré razones para vivir... Así que, vive por mí.- Elizabeth amplio sus ojos en sorpresa sonrojándose hasta las orejas.

Se separó un poco de él, observó su rostro preocupado y sus ojos brillantes. Sonrió dulcemente cerrando sus ojos.

-Se lo prometo- dicho esto, tomo su maleta y fue a reunirse con sus hermanas mayores, dejando al rubio.

-¿Porque... dije eso...?- balbuceo Meliodas cayendo en cuenta de las palabras que salieron de su boca.

Mientras tanto en el pueblo de Liones, el pelinegro de ojos verdes caminaba paciente y observador en su entorno, no lograba recordar gran cosa pero se sentía familiar y cercano.

Caminó un par de calles más, entre casas rondando cuidadoso de no parecer sospechoso hasta detenerse en una casa en particular.

Enseguida la reconoció, junto con el alrededor. Su hogar.

Observó que parecía ser habitada. Con la pequeña esperanza de que su hermano viviera ahí, se acercó y tocó a la puerta.

Por un momento se mostró inquieto cuando al fin la puerta se abrió.

-¿Sí?- respondió con voz melosa.

Zeldris miro a la joven rubia y ojos púrpura frente a él, ella no era quien buscaba.

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Ahhhh que bonitos, creo que me pase con las raciones de amorsh para una pequeña escena melizabeth. No se me ilusionen demás criaturas, recuerdenlo :v.

Otra sorpresa, apareció Gelda. Ella será importante para el desarrollo de Zeldris bebé y es todo lo que puedo decir de ella.

Sin más, gracias por leer.

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