Capítulo XIV

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— ¿Segura de que quiere hacer esto?— pregunto perezosamente caminando detrás de las dos féminas. 

Ha pasado casi una semana desde que Elizabeth y Meliodas se enteraron del compromiso de Gilthunder y Margaret Liones, ahora se encontraban colocando anuncios para informar a la gente del reino de su celebración del mismo esa noche.

— Si, muy segura— asintió Elizabeth con emoción mientras se abrazaba a la pila de papeles. — Además no hay que preocuparse, usted viene con nosotras—.

— Así es, la última vez dijo que para la próxima le avisaramos y nos acompañaría—  recordó la de coletas. 

— Pero son solo avisos, no es un paseo— carraspeo pues era sabido que al rubio no le gustaba salir del castillo.  — Cualquier otro personal pudo hacerlo—.

— Lo se, pero necesitaba salir y dar un respiro— suspiro la albina observando su alrededor.

— ¿Y para eso era necesario que saliera así de... esa manera?— bufo recorriendo la con la mirada de pies a cabeza.

Elizabeth portaba una falda blanca entreabierta por los costados con una blusa sin tirantes azul de cuello y una manga del mismo color en su brazo izquierdo y peculiar moño en el cuello.

— Diane me lo prestó— dijo insegura.  — ¿Tan mal me veo?— Meliodas negó con la cabeza.

— No es eso...— murmuró con el ceño fruncido a un par de hombres que veía fijamente a las doncellas con descaro. — Solo me molesta como te ven los demas—. 

— No lo había notado— respondió inocentemente mientras observaba a su alrededor.

— Capitán, deje de preocuparse por eso— intervino Diane.  — La princesa se ve hermosa, ¿no lo cree?— este desvió la mirada sin responder. 

No iba a negar que esa ropa le favorece, a diferencia de sus vestidos voluptuosos, esa falda resaltaba sus caderas y le daba una buena vista de sus piernas largas y su meneo ligero al caminar era provocativo, aunque los buenos escotes de su pecho cuando usaba uno de sus vestidos también le gustaban...

Agito la cabeza, ¿porque rayos pensaba de esa manera de la princesa?, se molestaba de las miradas de otros y él era el primero en hacerlo; debería dejar de escuchar las ideas pervertidas de Ban.

Durante un largo tiempo Meliodas acompañó a la chicas emocionadas, peleando consigo mismo cada vez que su mirada se concentraba en la distraída albina. El leve rojo en sus mejillas no se hacían de esperar cada vez que veía a los ojos a la chica y esta le sonreía.

No lo entendía, siempre fue discreto y firme y nunca le había faltado al respeto o hecho algo impudoroso, pero ahora no podía evitar verla como la mujer en la que se estaba convirtiendo.

Él esperaba pacientemente fuera del local donde la peliplata y castaña entraron a pegar el anuncio de la fiesta de compromiso de Margaret y Gilthunder, mientras trataba de despejar su mente de cualquier pensamiento... sugerente.

— ¡Capitán!, ¿ya terminaron?— se acercó el ojirojo mientras soltaba un bostezo.

— Algo así— respondió  — ¿Ustedes?—  Ban asintió.

— Claro, pero estaba pensando en que ya que estamos afuera...—.

— No gracias—  interrumpió en seguida.

— Ni siquiera me dejaste terminar, capitán—  se quejó su mejor amigo con un puchero.

— No hace falta que me lo digas para saberlo—  arqueo la ceja.  — Además, no quiero ni una gota mas de alcohol— respondió incómodo por recordar los hechos pasados. — Suficiente tuve...—.

— ¿Te acordaste de algo?— curioso preguntó.

— Puede ser— se quedaron unos momentos en silencio hasta que Ban decidió volver a hablar.

— Fue inesperado que Gilthunder le propusiera matrimonio a la princesa Margaret, aunque ya lo veia venir...— dijo haciendo dudar al rubio, no le gustaba a lo que quería llevar la conversación, lo conocía lo suficiente como para no fiarse.

— Creí que había una ley que lo prohibiera—  respondió.

— Ya ves que no, así que lo tuyo con la princesa Elizabeth puede funcionar— canto con una sonrisa, ahí estaba lo que temía.

— Para empezar, ella no es nada mío y otra cosa, ¿de donde sacaron esa estúpida idea de emparejarme con ella?— cuestionó con curiosidad, el peliblanco se alzó de hombros.

— La verdad no sé, siempre estabas para cuidarla y protegerla que supusimos que lo hacías porque ella te gustaba o algo así. No soy un fanático del romance pero...— respondió sin mirarlo. — Siempre estuvieron juntos desde hace casi diez años desde que dices que la conociste en la biblioteca del castillo— soltó un suspiro. — Además, la manera en la que uno al otro se miran, es difícil de descifrar; es como si se entendieran sin hablar y como si de verdad anhelaran estar juntos.— Meliodas miro al suelo bufando, pero su corazón acelerado.

— Eso es ridículo, alucinan sentimientos que no existen. — siseo burlándose de ese hecho, se negaba a aceptar que era verdad. —Solo lo dicen para molestarme—.

—¿Escuchas lo que dices?, no paras de dar la misma excusa una y otra vez, tanto que hasta tu te la crees— respondió con ironía. — Admito que sí, me paso del límite con mis bromas, pero lo que digo es en serio, allá tu capitán si te quieres engañar...— hablo con seriedad. — Pero habrá un punto en el que ni tú podrás negarte a lo que sientes en realidad— eso puso en duda al ojiverde, era de las pocas veces en las que el de ojos rojos hablaba con serenidad y cuando lo hacía, solía ser verdad. 

¿Cómo fue que comenzó a ver a Elizabeth de otra forma?, antes alegaba quererla como una hermana menor y ahora irónicamente agradecía de que no lo fuera biológicamente. De un día para otro sus ojos veían lo hermosa que era hasta llegarse a preguntar, ¿cómo lograba ser adorable y seductora a la vez?. Tal vez Ban tenía razón de cierto modo, adoraba a esa joven y la quería pero a la vez que comienza a atraerle físicamente, pero aun así no era suficiente.

Seguramente sería puro gusto lo que siente, un sentimiento débil y casto.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sordo sonido de unos tacones acercarse a ellos.

— Perdonen la tardanza— la voz de la albina les llamo la atencion. — Había mucha gente— el rubio se perdió por un momento en su danza al caminar.

— Tranquila- sonrió el rubio dandose una bofetada mental, otra vez la miraba indebidamente— ¿Y Diane?— preguntó al percatarse de la ausencia de la castaña.

— King esta con ella— respondió. — Algo quería decirle y decidí dejarlos solos—.

El grupo de tres se quedó charlando mientras esperaban a los otros dos, o quizás... tres. 

Howzer, Diane y King se acercaban a ellos, el de cabello verde con una cara de pocos amigos y King con un rostro de felicidad. Pues tanto King como Howzer hiban a pedir a la de coletas ser su compañera de esa misma noche, peticion aceptada al de ojos ámbar quien tuvo la suerte de preguntar primero.

— ¿Ya nos vamos?— pregunto Meliodas al lado de la princesa.

— Si claro— asintió la ojiazul. — Aun tengo que ayudar a mis hermanas a supervisar el resto de los preparativos—.

— Huuu, pero que hermosa vista...—  se acercó Howzer a la albina embobado con un sonrojo, ignorando su posición y el hecho de que estuviese faltandole al respeto de alguna manera. Esto fue el colmo para Meliodas. — ¡¡HAAAAAAA...!!—  se quejó de dolor tapando sus ojos, ya que el rubio se interpuso entre ambos y pico los ojos del de cabello verde.

— Es una medida disciplinaria—  bufo con el ceño fruncido al peli verde. Vio a su alrededor que los presentes e incluso Elizabeth estaban sorprendidos por su escena de... ¿celos?, podría decirse que lo eran o al menos para King y Ban. — ¿Que?— cuestiono con ligera molestia arqueando la ceja.

— Nada, señor Meliodas— lo tomó por el hombro tranquilizando su repentina molestia.

— Princesa Elizabeth...— llamo King cambiando el tema. — ¿Le molestaría si le quito un rato a Diane?, quiere comprar un vestido para hoy en la noche— la peliplata sonrió a la pareja y asintió. El par no tardó para marcharse del lugar en busca de una boutique.

— Bien, vámonos— chocó ambas manos el albino relajando el ambiente. — Debo aprovechar que King no estará ahí en el castillo—  sonrió de lado a lo que el rubio solo negó con la cabeza.

— ¿Que tienen planeado?— preguntó ingenuamente la chica, el varón solo se alzó de hombros.

El trío se dirigió de regreso al castillo, olvidando a Howzer adolorido tirado a media calle.

[Boar Hat ]

— Oh, esto es increíble— exclamó soñadora Gelda observando el anuncio que Ban había dejado.

— ¿Qué pasa?—  pregunto la pelinegra acercándose.

— La princesa Margaret anunciara su compromiso con Gilthunder esta noche— respondió mientras continuaba leyendo.

— ¡Que hermoso! — chillo Ren con una mano en la mejilla. — Sabía que ellos estarían juntos—.

— Zeldris...— el ojiverde la vio indiferente.  — ¡Hay que ir!—.

— No le veo lo divertido— respondió en un bufido. — Pero ve tú, yo paso—

— Por favor— tomo sus manos sorpresivamente. — No seas aburrido, necesitas divertirte—  sonrió  rogando.— Puede que encuentres informacion de tu hermano— le murmuro, el pelinegro lo pensó un momento hasta que accedió.

— De acuerdo— respondió con resignación.

— Gracias —  sin contener su emoción, dejó un casto beso en su mejilla sorprendiendo a Zeldris haciendo que un ligero sonrojo apareciera en sus mejillas mientras la pelinegra se burlaba por su reacción.

[Castillo de Liones]

— Alteza— llamo Ban a la joven.  — ¿Elaine está en la biblioteca?—

— Si, ¿porque?, necesitaba...— lo volteo a ver, pero este ya no estaba.  — ¿En donde esta?—  cuestiono con sorpresa.

— Se fue de caza— se alzó de hombros el ojiverde caminando con sus manos en sus nuca.

Con la duda de lo que el caballero iba a hacer con la hermana menor de King, continuó su camino al lado del rubio hasta llegar a la sala de ceremonias, encontrándose con sus hermanas supervisando y unos cientos de empleados preparando todo para esa noche .

— Margaret, Verónica. Ya volvimos— entró sonriente al enorme salón .

— Eli — la mayor se le acercó. — Necesito que me ayudes a escoger un color— le mostró dos pedazos de tela de diferente color. — Fucsia o Lila—.

— Me gusta el lila, combina con tu cabello— respondió concordando con ella.

— Hablando de combinaciones, ¿tienes pareja para esta noche, Eli?— preguntó Verónica acercándose.

— ¿Pareja?— dudosa arqueo la ceja.

— No planeas estar por ahí sola por sin ningun lado... o, ¿si?—  apoyó sus manos a la cintura sonriendo ladinamente acción no pasando por desapercibido por la mayor quien sonrió cómplice. —Y no me digas que estarás con la señorita Diane porque nuestro padre ya se adelantó a decir que ella puede disfrutar de la noche por su cuenta— en ese momento entendió el porqué King estaba tan nerviosos y quería estar a solas, le pidió ser su pareja y ella apenas lo entendía.

— La verdad no...— eso fue más que suficiente para Verónica para seguir con su plan.

— Señor Meliodas— la de cabello corto ahora se posó al lado del rubio exaltado por su repentina cercanía.

— Si alteza—   respondió con ligera incomodidad.

— ¿Sería pareja de mi hermana esta noche?— Elizabeth se sonrojó mientras trataba de oponerse pero esta la callo posando su dedo índice en los labios.

— Ah...— antes de que pudiese responder, fue interrumpido.

— Así usted también podrá disfrutar de la celebración sin descuidar a mi hermana— respondió ahora Margaret

— A menos que usted ya tenga planes con alguien más...—  el rubio negó. — Por qué está obligado a tomarse la noche libre y mi padre no lo querrá cerca de mi pequeña Elizabeth—  advirtió la de cabello morado revolviendo el cabello de la peliplata, ignorando sus quejas.  — A menos que sean una pareja, igual si no quiere podemos conseguir a otro...— sugirió convincente, dejando a el chico sin opción, aunque la idea no le desagradara.

— De acuerdo— respondió rápidamente sin dudar, no estaría dispuesto a dejarla fuera de su alcance y menos con alguien más.

— Señor Meliodas, no es necesario— tartamudeo totalmente roja.

— Estaré más tranquilo si está conmigo— sonrió amablemente, la chica solo se dio la vuelta tapándose el rostro escondiendo su reacción ante las miradas burlonas de sus hermanas mayores.

— Está decidido—  celebró la mayor. — Asegúrese de usar ropa más casual. Se cansara con esa armadura— el blondo asintió.

— Me lo agradecerás más tarde— le murmuró Verónica a su hermana, acto seguido esta se destapó el rostro para mirarla fijamente.

— Mentiste— murmuró incrédula.

— No del todo— se alzó de hombros divertida mientras seguía con sus pendientes.

[En la noche ]

Meliodas se daba un último vistazo en el espejo de cuerpo completo, era raro que usara ese tipo de ropa pero era lo más decente que tenía, pero ¿sería suficiente para la princesa?. Una camisa negra de mangas largas y cuello de tortuga, al igual que sus pantalones y un chaleco largo carmín que ocultaba la espada que colgaba a su costado dejando puestas las hombreras y la greba de la armadura de color negro.

Salió de su habitación y camino a la de la doncella esperando a que esta saliera, pero no pasaron ni diez minutos para que este se impacientara, ¿cuanto tardan las mujeres en arreglarse?.

— Creo que ya tardó mucho—  tocó un par de veces la puerta. — Princesa Elizabeth, ¿esta lista?— pegó su oreja esperando una respuesta.

— Si, lo siento— la escucho decir del otro lado.

En un par de segundos la puerta se abrió revelando a la princesa portando un hermoso vestido celeste con mangas abultadas y olanes en la parte de su generoso escote continuando por su torso hasta la unión con la falda del vestido.

Los ojos de meliodas se dilataron ante esa imagen, esbozo una sonrisa mientras hacía una reverencia a la chica.

— Se ve hermosa, princesa Elizabeth— halago haciéndola sonrojar.

— Gracias— sonrió . — Y usted no se queda atrás, señor Meliodas—  devolvió la reverencia a lo que el contrario soltó un suspiro.

— Me permite— le extendió su mano hacia la joven quien gustosa entrelazo sus dedos con el.

Un caballero escoltando a su princesa, era como un sueño de cuento de hadas hecho realidad.

1, 2, 3... Prepárense a contar.

1, 2, 3... Prepárense a bailar.

1, 2, 3... Esta noche acaba de empezar.

[Pueblo de Liones]

Hermosos faroles de fuego iluminaban las calles del pueblo, la gente lacia en elegantes y finos atuendos mientras otros eran preferían atuendos más humildes. Muchos se dirigen al gran castillo mientras otros gozan de celebrar al aire libre y bailar en las plazas principales; se podía sentir la emoción de la nación y con ella tranquilidad.

Mientras tanto, en una casa aún habitada, un pelinegro con traje color vino y detalles plateados, esperaba a la dama impaciente mientras caminaba de un lado a otro a los pies de las escaleras de madera.

—¡ Gelda!— llamó desde la planta baja. — Estas tardando mucho— se quejo desasosegado.

— Cinco minutos más— respondió divertida, Zeldris soltó un bufido ya que eso le dijo hace cinco minutos y hace cinco minutos le dijo lo mismo.

— ¿Cuanto significa cinco minutos para una mujer?— rodó los ojos con ironía.  — Se más específica—.

— Bien, 47 minutos más—  el ojiverde gimió de frustración y sorpresa, ¿tanto tiempo ocupa para  solo cambiarse de ropa?.

En pocos minutos escucho el sonido de unos tacones bajando por las escaleras.

— Creí que tardarías...—  se quedó sin habla al ver a la rubia con una sonrisa en carmín bajando sensitivamente cada escalón luciendo un vestido blanco pegado a su cuerpo con un escote en forma de "v" y su cabello trenzado   —...más— termino de decir.

— Veo que si te quedo— vio el traje color vino que el pelinegro llevaba puesto ajena a la mirada verdosa. — Te ves guapo— alago a lo que este rápidamente desvió la mirada fruncida y su corazón comenzaba a palpitar por su cercanía. — Vamonos—  sin esperar, ella lo tomó por el brazo y salieron de la casa.

¿Que les parecio el capitulo? Los sentimientos de Zeldris bebé están empezando a emerger de su cuerpecito malvado y está avanzando más rápido que Meliodas lol :v.

Y respecto a Meliodas, empiezan los celos involuntarios (para nada de hermanos, como él dice) ... ¿que piensan?.

¿Quieren melizabeth?, algo van a tener >:3.

Quiero leer sus comentarios. Respecto a spoiler del siguiente capítulo, creo que ya sabrán de lo que va a pasar...

Pdt: que opinan de la nueva portada o estaba mejor la anterior.

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