🔮 Capítulo 1.

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Secundaria.

Podría describir una sola palabra para Secundaria; horror.

Entras en la pubertad, nadie te entiende, estas colmado de emociones que ni tú mismo te explicas, quieres escapar, encerrarte, decirle adiós a tus hermanos o hermanas quienes te tratan de soportar y sumando a eso, generas conflictos con ellos por tener esos cambios de ánimo demasiados bruscos (si es que realmente tienes hermanos) pero, lo más difícil y lo peor de todos los problemas, el acné.

Es insoportable tener esos granos que te salen en la cara sin poder ocultarlo, claro que para una chica llevar maquillaje lo complementa pero el dilema es que soy alérgica a todo tipo de maquillajes que cubren las imperfecciones, por lo tanto, me hacen salir más provocando que tenga desniveles en el organismo.

Y como adolescente odié aquel extraño suceso y que al principio no se entiende.

Las hormonas.

Sí, las hormonas, esas diminutas composiciones químicas, son las responsables de regular nuestro estado de ánimo.

Pero no estamos aquí para que te hablé de una clase de biología, si bien, sabemos que es un proceso en donde todos hemos pasado o llegarán a pasar por lo mismo y que es completamente normal. Me costó demasiado, fui objeto de burlas, hasta creí que tenía amigos.

Simplemente fue un caos.

߷

Abril 16, secundaria Camelback, phoenix, arizona 2015.

—Señorita Roberts, ¿podrías mencionarnos de que está compuesto el átomo de carbono?

—Sí, maestro Oxbort su composición menciona que esta compuesto por seis electrones. Está presente en la Tierra en un estado simple, hecho de carbón y diamantes, compuestos inorgánicos y de compuestos orgánicos como: biomasa, petróleo y gas natural. El símbolo que lo caracteriza es una: C.

—Muy bien Beka —Dijo el maestro haciendo contacto visual conmigo y luego con mi compañero.

—Aprende de tu compañera Steve Ayers. A ti te había preguntado, y ni siquiera contestas. Si sigues así, probablemente reprobaras este año —Concluyó el maestro.

—No se preocupe maestro, con nuestra pequeña maestra... —Dijo Steve sin terminar la frase. Soltó algunas carcajadas, provocando que ese comentario más risas de otros compañeros se le uniera.

Al escucharse un silencio por parte del resto de la clase Steve volvió a hablar.

—No tengo porque contestarle, ella abogo por mi —Concluyó él, pasando sus brazos alrededor de su cuello balanceándose en su propia silla.

Ese chico lo odiaba, tan desinteresado en la forma de expresarse en sus palabras, su mirada prepotente, bromista.

Solo porque tenía cara bonita, nadie le decía nada. Bueno al menos el maestro Oxbort, no le hacía efecto.

—Calma, calma. Chico, ese no es la forma de tratar a Beka ni de nadie. Y Steve...estas castigado, te iras a detención ahora mismo. y los demás, se han ganado una tarea extra, usted no, señorita Roberts. Puede irse al receso. —Concluyó él.

Pude ver que Steve se levantó de mala gana, arrastró sus pies y soltó un bufido pasando por mi asiento, hizo un ruido que no entendía del todo que me causo cierta incomodidad.

Al escuchar lo que el profesor mencionó después de que le dijera a Steve que se fuera, quede estupefacta.

¿Me podía ir? ¿realmente había escuchado bien? A veces odiaba ser la inteligente de la clase, ya que sentía el odio en las miradas de mis compañeros pero, ¿Cómo no podía protestar contra el maestro?, debía obedecer.

Di un ligero suspiro, me levanté de mi pupitre y me dirigí hacía la puerta de manera tranquila, pero, no logré visualizar lo ocurriría después. Me encontraba en el piso, ¿la razón? uno de mis compañeros estiró su pie haciéndome tropezar provocando que mis libros se soltaran de mis manos, y mi cuerpo hiciera un ruido sordo, sumándole que mis anteojos volaron produciendo un eco en los pasillos, ese eco hizo que se escuchara demasiado fuerte. Todos los demás alumnos estaban en sus clases. Sólo faltaba algunos minutos para poder salir al receso, era la única boba que se encontraba en el piso.

Solté un ligero bufido por la frustración que sentía. 

Uno de mis mechones se encontraba en mi cara y lo alejé con brusquedad, entrecerré mis ojos para intentar ver, pero era tan borroso que solo miraba manchas deformes de mis compañeros quienes estaban sentados y estallaron en carcajadas al ver aquel numerito que había hecho. Menos el maestro.

Él volvió a interferir por mí, lo cual resulto ser un alivio. Estiré mi brazo para alcanzar mis anteojos, me los puse y parpadee un par de veces, me arregle mi cabello y me incorporé limpiando mi ropa del polvo que estaba en los pasillos.

Observé por un instante al maestro Oxbort y debo decir que es muy atento conmigo, pero no, no ese tipo de «atenciones», no me gustan los mayores.  El me da consejos sobre el de no darle importancia a las bromas que hacían los estudiantes lo cual ha surtido efecto más o menos.

Él es de contextura delgada, estatura media, tez morena, ojos negros, cejas delgadas y una nariz romana junto a su cabello corto. Usualmente llevaba un conjunto de pantalones y suéter con cuello de tortuga, que lo caracterizaban siempre cuando paseaba por los pasillos de la secundaria. 

Eso hizo que una sonrisa en mi rostro se formara al recordar aquellos momentos.

Al quedarme unos minutos parada afuera de mi salón, miré como el maestro retaba a mis compañeros. Él me dio una pequeña sonrisa disimulada, haciendo que por inercia me reconfortara al instante, luego su mirada se volvió más seria debido a que los estudiantes protestaban por otra tarea más a causa de mi caída, me reí para mis adentros por presenciar aquello.

Y vaya que bien merecido lo tienen.

Me dirigí lo más alejado posible saliendo del campus y de la visión de los demás alumnos, yendo hacía un extremo donde se visualizaba a lo lejos jardines con grandes árboles y mucha vegetación. Era parecido a un prado lleno de flores coloridas que hacían un camino cada vez que pasabas.

¿Cómo soy? bueno, debo decir que me considero una chica bastante tímida a mi parecer, subrayo esa palabra ya que a mi juicio me veo una persona introvertida, ya que me es difícil tener amigos por la inteligencia que tengo, ya que el hecho de sacarme calificaciones altas soy un blanco fácil de burlas y me molestan por cualquier cosa diminuta y hasta tonta: ya sea por mi cabello, rostro, incluso hasta mis propios anteojos diciendo que no combinaban con mi aspecto. Pero a la poca gente que me conoce me dicen que soy una persona extrovertida. Cosa que todavía no me lo creo.

Mi cabello es castaño oscuro, bastante largo, tez blanca, ojos pardos casi con un toque verde en ellos y una nariz respingada. Siempre me gustaba vestirme de pantalones de esos pescadores que llegasen hasta la rodilla cubriéndola por completa, mis zapatillas y camisas llamativas que combinasen con los pantalones siempre y cuando estas, llegaran a mi cintura.

Puede que para algunos la ropa que llevo sea horrible, pero a mi me gusta y eso debe importar.

Al llegar a mi destino me senté en uno de los grandes árboles apoyando mi espalda en el tronco del árbol, cerré mis ojos tan solo unos momentos y me deje llevar por la brisa del viento que hacía que mi cabello bailara de la misma forma que soplaba, escuchar el cantó de algunos pájaros me hacia reconfortar que no estaba sola.

Dejé salir un suspiro y luego busqué entre mi mochila el libro que empezaría a leer.

Otra cosa que me gusta es los libros. Me encanta los libros, siempre leía uno nuevo cada vez que tenía tiempo libre, me fascina la lectura y diría que es uno de mis pasatiempos favoritos junto con el arte.

Estaba tan absorta en aquel libro que hablaba sobre magia y encantamientos.

 Lo cual era falso, todo era inventado en mi opinión

 Que solo escuchar el sonido de la campana había dado un respingo.  El receso había terminado.

No sabía cuantos minutos había pasado, desde los minutos extra que me dio el maestro por contestar la pregunta, el tiempo lo había percibido tan corto. Con sólo escuchar la campana me había dejado con una sensación de amargura, porque no quería regresar y menos en volver a ver a mis compañeros, simplemente era un dolor de cabeza para mí.

Me incorporé para regresar, echando mi libro en la mochila, volví atravesar todo el camino para cruzar la puerta del campus y al estar ya adentro me quedé quieta tan solo unos segundos observando a miles de chicos entrar nuevamente y sus risas. 

Al parecer les encantaba estar aquí, cosa que me aburría. 

Me dieron un empujón no tan fuerte como para no perder el equilibrio, escuchando »muévete rarita« seguido de una risa masculina, no era de mi salón, pero al parecer me conocía.

Apreté la manga de mi mochila fuertemente, apretando mis labios con fuerza y continúe mi camino. En los pasillos del instituto se veía propagandas pegadas en cada una de las esquinas de las paredes anunciando: »únete a nuestro club« y cosas por ese estilo. Cuando llegué a mi casillero debía cambiar mis cuadernos por otros.

Pero me llevé otra sorpresa. Alguien me había pegado notas plegables y varios dibujos más, bastantes grandes para mi impresión y que sin lugar a dudas eran muy llamativos aunque debo reconocer que se tomaron la molestia de dibujarme de manera infantil y frases como: «Roberts es una cualquiera», «Le gusta al maestro Oxbort» y otras que no era necesario nombrar.

Con la impotencia que de a poco se apoderaba en mí, arranqué todo y cada una de las malditas notas del casillero y las lancé al instante a un basurero que estaba cercano, introduje la combinación y abrí la puerta con un estruendo que sabía que llamaría la atención de los presentes. 

«¡¿Cómo era posible que esparcieran rumores así!?» —Pensé

—Vaya, parece que los rumores eran ciertos... —Dijo una voz femenina a mi lado.

Al escuchar esa voz bulliciosa de «esa» persona, mi humor se descompuso en segundos, rodee mis ojos haciendo eco en mi mente en todo lo que ella decía, esa voz chillona, gangosa y que además tenía aires de ser superiora al resto, de creerse millonaria cuando sus propios padres no tenían con que caerse muertos, no me gustaba para nada.  Solo sabía que sus padres eran de mucho esfuerzo, pero desgraciadamente Clarisa Evans, sostenía una idealización de considerarse poderosa y de grandes millones, sin mencionar que la susodicha posee su cabello rubio al natural, ojos azules, tal como si fuera una celebridad, alardeando con más razón.

Al principio no quería contestar, pero esa chica desde que pertenezco a la secundaria, comenzó a hacerme la vida imposible.  Si te hostigan demasiado debes defenderte, ¿no?

Comencé a reírme. Que era lo único que podía hacer en mi defensa. Pero se me ocurrió una brillante idea para contestarle.

—Vaya pero es Clarisa Evans, a diferencia tuya, ese título el que me han apodado de »Zorra« te queda bien a ti.

Miré que iba a protestar ya que formo una «O» con su boca, incluso a agarrar parte de mi ropa, pero se recompuso dejando en el aire sus manos y apretando una de ellas. 

Aquello me dio la oportunidad de seguir hablando.

—A diferencia de ti, mis calificaciones las gano con mi intelecto y no necesito estar en clases extras o en salones en donde estoy sola con cualquier maestro —Dije manteniendo contacto visual con ella—. Y parece que Steve, te está engañando.

«Ya me tenía harta esa idiota de Clarissa ¡Pinche zorra!»

Utilizar estos beneficios para sacarle provecho para mí, estaban dando buenos resultados. Ventajas de ser una observadora en clase y ver todo lo que hacían los demás para utilizar como método de defensa.

Sería muy provechoso.

Clarisa se tensó, apretó ambas manos, el color de piel que poseía en sus manos blancas ahora se encontraba de una tonalidad roja, podía sentir la impotencia que emanaba cada uno de sus puros junto con la rabia que la estaba carcomiendo.

Ella sabia que decía la verdad.

—¡Eso no es verdad!, ¡mi Steve no sería capaz, me las pagarás por no tener la suficiente evidencia cuatro ojos! —Exclamó Clarisa yéndose con su populoso ejército de amigas.

Di un ligero suspiro, cerrando otra vez mis ojos, mentalizando que sorpresa se me avecinaba »espero que no sea nada malo«, luego volví abrir mis ojos, cambié mis cuadernos, cerré mi casillero y me fui de ahí.

Imaginaba que a medida que avanzaba hacia mi salón, mi cerebro procesaba millones de sorpresas, que estaría por confirmar. Pero lo que nunca pensé en los años que he estado en la secundaria Camelback...

Que esa sorpresa, me haría renacer en algo sorprendente.

En algo que aquello no estaba ni en mis más oscuros pensamientos.

Ser una Bruja.

߷

¿Y bien que les ha parecido el primer capítulo?

Se que la principio puede ser hostigoso pero quise empatizar con el lector quien haya pasado o esta cursando la secundaria, pues es un proceso sumamente normal y que quise plasmarlo en este capítulo.

y que si estas sufriendo acoso, di basta, las palabras son más poderosas, no te quedes callado.

Se despide Sel 🌙

*Reeditado: 29/03/2021

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