La tríada de los tiradores

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Binghe jamás se había sentido tan ansioso por una fecha hasta ahora.

Posó la mirada sobre el televisor, el cual informaba gracias a la conductora de las noticias acerca del discurso que daría el gobernador Yue Qingyuan por ser el día de la Independencia, la plancha situada frente a palacio de gobierno yacía ya con gente animada y con la bandera de Cang Qiong al ser un evento nacional.

—En unas horas el gobernador saldrá a darnos unas cálidas palabras de aliento conmemorando el día en que Cang Qiong encontró la libertad y justicia, haremos cobertura del evento en el cual habrá música, comida típica y también invitados especiales, no se lo pierdan por el canal TV-Hun.

Luo apagó la televisión, faltaban escasas horas, tiempo suficiente para poder tomar una ducha, afeitarse y cortarse el cabello ya que lucía como un completo vago con las hebras largas y onduladas.

El último mes y medio lo había pasado como todo un ermitaño, solo salía para comprar lo necesario y se volvía a encerrar para ahogar su miseria con latas de alcohol y comida pre cocinada, no era vida pero la realidad es que no deseaba hacer nada por su propia cuenta.

Su corazón latía desbocado al saber que podía tener la oportunidad de ver a su Shen Jiu, aquel ser que hirió injustamente, buscaría la forma de redimirse ante él exponiendo toda la culpa que había sentido por haberlo herido de esa forma.

También se vistió de acuerdo a verse como un civil, incluso se atrevió a visitar su almacén de municiones, aunque realmente no tuvo la intensión de tomar ninguna arma de largo alcance, así que solo se conformó con una navaja de doble filo solo por mera seguridad propia.

Al cumplir la mitad de la hora estimada su móvil sonó, atendió al ver que quien llamaba era Mobei Jun por lo que se extrañó de ello ya que su comportamiento para con el hombre había sido demasiado huraño como para darle fiel seguimiento a su amistad.

—¿Qué? —Gruñó sin poder evitarlo.

—¡Hey Binghe! ¿Cómo estás? —La voz de Mobei Jun comparada con otras veces lucía un tanto apagada.

—Bien, ¿qué ocurre?

—Nada, me preguntaba sobre lo que harás hoy.

Binghe observó el reloj en la cocina, cerró la puerta de su almacén y avanzó tranquilo hacia la sala, intuyó que Mobei hacía referencia a su misión por lo que le fue fácil mentir.

—Ya sabes lo que haré, estaba por irme para instalarme.

—¿Ya tienes el lugar? —Preguntó curioso.

—Sí, hay un hotel a menos de un kilómetro que por la altura me da la estabilidad perfecta para alcanzarlo.

—¡Oh bien!

—¿Deseas algo más?

—No. ¿Qué tal unas cervezas después? ¡Tengo algo que contarte! —Esta vez su voz tuvo toques de emoción.

—¿Ah sí? ¿Qué? —Gruñó no siendo empático con la felicidad ajena.

—Solo te diré que conocí a alguien y me ha dado un buen motivo para no desanimarme, pero bueno te dejo para que cumplas tu misión. ¡Nos vemos!

Binghe permaneció mudo, el sonido ruidoso que provino del celular le hizo apagar el aparato, le parecía demasiado extraño escuchar a su amigo tan animado por alguien, lo curioso no fue que estuviese emocionado, lo que le intrigaba era saber que Mobei Jun se había dignado a conocer a una persona ya que en todos sus años de amistad el más joven se mostraba negativo con las relaciones.

Dejó de pensar en ello, se observó una última vez en el espejo del baño de la planta baja donde comprobó que su cabello corto no mostrara ningún mechón largo, su rostro afeitado lucía rejuvenecido y aunque no dormía lo suficiente, se obligaba a hacerlo para encontrarse con Shen Jiu y no verse tan demacrado, fue así y pensando en él que abandonó su hogar y se encaminó directo al centro de la ciudad, habiendo abandonado por completo la meta de matar a Yue Qingyuan para obtener una medalla de honor, su objetivo era otro y mucho más importante: Su Shen Jiu.

Al llegar al gran espacio que tenía vista hacia un hermoso palacio bien adornado y colorido, logró darse cuenta de que ya había la suficiente gente como para permitirse camuflarse entre ellos y así acercarse lo más que pudiese hacia el balcón principal para buscar a Qingqiu.

No se arriesgaría a entrar al lugar ya que conociendo a su espía era probable que le negaran la entrada como pasó cuando acudió a la casa de Yue, por ende buscó un buen lugar para tener la mejor vista, fue así que esperó paciente a que el evento empezara y finalizado el mismo buscaría a su amado en busca de una charla para demostrarle que ya nada importaba si no estaba a su lado.

Fue así que cimentó sus pies y mantuvo la vista hacia el balcón, ignorando por completo el protocolo de ser un buen francotirador, aunque claro él no tendría que saber sobre la misión secreta que se le había encomendado a su mejor amigo, uno que ya estaba establecido en su lugar de ataque.

Mobei Jun tenía una maraña de emociones, la desaparición de Xiao Jiu solo le hacía sentir confuso, gran parte de él quería localizarlo para exigirle una explicación a su abandono mientras que otro lado deseaba abrazarlo para retomar esa rutina de ser catadores de comida rápida.

Pese a toda duda, dedujo con el pasar de los días que la única opción viable y segura era que lo encontraría a lado de Yue Qingyuan ya que era su secretario y como tal debía estar cerca de él, ya fuese dentro o fuera en el balcón.

Así que con ello en mente tomó su inseparable Black Fusión, sabía que no se comparaba con la CheyTac de Binghe, incluso su mira era de laser, comparada con la de su sargento que tenía bastante ventaja por ser holográfica y con retícula de cruz, sin embargo lo que le beneficiaba era su peso ligero ya que no pasaba los cinco kilos y aunque no se podía desarmar era lo suficientemente delgada como para caber en una maleta deportiva junto con sus respectivas y no tan letales municiones calibre 5.5.

Al guardar sus cosas también se ocupó de utilizar doble vestimenta para pasar desapercibido al concluir su misión, el lugar que había encontrado era perfecto ya que su rifle no tenía un alcance tan largo como la de su sargento, sin embargo le hacía correr riesgo de ser fácilmente atrapado por lo que debía ser rápido con su trabajo.

Abandonó su casa con el objetivo de encontrar a Xiao Jiu, debatiéndose ahora entre disparar o no ya que el gustar hacia el secretario había comenzado a tomar fuerza en su interior; en el camino su mente solo navegaba entre sus recuerdos felices con él y aquellos que eran un bosquejo confuso de voces y sonidos distorsionados.

Decidió que lo mejor era ubicar al secretario y acabado el evento acudiría en su búsqueda para hablar con él; fue por eso que cuando llegó a la biblioteca pública lo primero que hizo fue comprobar que nadie lo viera.

A pasos calmos entró al lugar para permitirse pasearse entre las estanterías, tenía suerte de que aún no cerraran del todo el lugar, la celebración sería entrada la noche por lo que se ocultaría alejándose de las cámaras para no ser detectado, había estudiado apenas las salidas viables en caso de persecución y también se había asegurado de dejar su camioneta en un lugar clave para abordarla con rapidez.

Recorrió el segundo piso con tranquilidad, la ventana yacía en la esquina izquierda, justo era la única ventana disponible para poder dar un tiro diagonal ya que no podía ejecutarlo líneal por la poca visibilidad que tenía al estar en un balcón opuesto a donde se encontraría Xiao Jiu.

La diferencia de altura era mínima, la biblioteca pese a tener la misma fachada era solo unos metros más alta que palacio por lo que tendría que bajar el rifle para hacer del tiro algo diagonal hacia abajo.

Cerca de las ocho las luces se apagaron dejando a Mobei Jun por completo solo, agradeció haberse ocultado de las cámaras para no ser detectado, de igual forma hizo uso de una gorra y un cubrebocas negro para no revelar su rostro por si la cámara llegase a ser infrarroja.

Afuera la multitud en la explanada frente a palacio de gobierno se encontraba animada, varios portaban pelucas con los colores de la bandera, también había diversos puestos de comida y un pequeño escenario en una esquina donde por medio de una lona publicitaria, anunciaba que ahí darían un show diversos cantantes de moda.

La euforia de los ciudadanos era contagiosa, más de una vez Mobei Jun sonrió y llegó a tararear algunas canciones que el escenario había puesto por las bocinas, se preparó sacando el rifle y observando gracias a la mira el balcón que permanecía cerrado y con las espesas cortinas rojas de terciopelo cerradas.

Quince minutos después, las cortinas se abrieron y las puertas de madera y cristal también, a pasos lentos surgió del iluminado lugar un sonriente y bien vestido Yue Qingyuan, alzó las manos y saludó enérgico hacia los ciudadanos que gritaban entusiastas por la salida del gobernador.

—¡Buenas noches hermosa ciudad de Cang Qiong! —Yue Qingyuan sostuvo un micrófono, mostrándose solo ante todos.

La gente aplaudió y elogió al guapo hombre, quien giró el rostro un segundo hacia atrás y tras un ligero movimiento retomó su postura, segundos después salió del lado derecho su pareja; Shang Qinghua.

Mobei Jun observó atento, un momento después salió un hermoso y bien trajeado Xiao Jiu, quien iba reluciente con una gabardina verde colocada sobre sus hombros ya que se apreciaba por debajo una camisa negra apenas abierta del cuello permitiendo exponer un poco de su piel blanquecina.

—Tan hermoso. —Musitó el futuro sargento.

—¡Celebremos y honremos a nuestros antepasados que lucharon por la libertad y la justicia! ¡Porque gracias a ellos mantenemos nuestra cultura, nombre y apellidos, porque somos auténticos ciudadanos libres de la represión! —Yue Qingyuan alzó las manos incitando a la gente a ondear la bandera, pronto él se vio también ondeando la bandera nacional con orgullo.

Mobei Jun encendió el laser y apuntó, sería más fácil con ese tipo de mira ya que no tendría que hacer cálculos tan exactos y tampoco tendría que preocuparse por mantenerse estable, el lugar donde diese la bala sería igual de mortal.

Deslizó el dedo del gatillo; observó a Xiao Jiu una vez más y suspiró bañando su vista en la belleza de una persona sonriente y animada, una que extrañamente segundos antes de disparar fijó su mirada en su dirección, tensándose por completo, sin embargo ya era tarde y la decisión ya estaba tomada.

—Lo siento.

Y disparó.

—¡Luces muy guapo, Xiao Jiu! —Halagó un sonriente Shang Qinghua.

El nombrado le devolvió la sonrisa, su vestimenta negra había sido seleccionada por mero protocolo de compañía, para no verse como un guardaespaldas decidió utilizar una gabardina verde que le llegaba a medio muslo, era su favorita y solía utilizarla en eventos importantes y de lujo, la colocó sobre sus hombros y acomodó de manera en que no se cayera por su espalda.

Su cabello iba ligeramente despeinado, dándole un toque demasiado seductor pero que por cortesía de Shang Qinghua había decidido acceder a tener al estar delante de la peinadora profesional.

—Estoy seguro de que te lloverán pretendientes con esa apariencia, me fascina ver tus ojos delineados —volvió a halagar al ver que el secretario se había maquillado—, luces como una obra de arte.

—¡Basta, es demasiado halago para mí! —Sonrió observando al más joven.

—¿De qué hablan? —Intervino un animado Yue.

—De lo bien que luce Xiao Jiu, esta noche lucirá hermoso frente a todos.

—Shang tiene razón —Yue admiró el cuerpo ajeno antes de asentir—, luces bien, espero me tengan envidia porque trabaja conmigo el mejor secretario.

—Realmente ya no es tu secretario, quien lo presumirá soy yo porque es mi asistente.

Shen Jiu tan solo observó a la pareja discutir antes de disculparse con ellos para retirarse un segundo, ya que se encontraban desde la mañana en el palacio, podía por fin darse un respiro del gobernador y su pareja para acudir al comedor, la ansiedad generada en todo el día se había transformado en hambre por lo que necesitaba ingerir algo antes de empezar a sudar frío o peor, tener un desmayo como le venía ocurriendo seguidamente.

No revelaría ni mucho menos le confesaría a la pareja que se había desmayado dos veces más desde aquel suceso, prefería mantener en anonimato su estado de salud, así como tampoco les había dicho que solo tomaba vitaminas y que no había acudido al médico por falta de interés ya que encontraba más importante el ver películas que pensar en su salud.

Tomó un plato pequeño, sirvió una porción considerable de fruta picada y comenzó a comer, afuera se escuchaba el sonido de la gente, pese a que había muy poca aún, generaban el ruido suficiente como para ser consciente de que el evento era grande.

Yue Qingyuan había ordenado que el desfile que solía pasar en las noches fuese trasladado al día para tener una mejor visibilidad de los bailarines y carros alegóricos, también mandó a colocar un escenario donde contrató a los mejores artistas del momento, quería celebrar su primera Independencia como gobernador en grande.

El tiempo fue pasando, la angustia y ansiedad de saber que había dos posibles tiradores tras de Yue le hacían querer escapar y fingir que nada había pasado y que jamás había laborado para el gobernador.

La emoción negativa fue trepando lentamente por su esófago a tal grado de que tuvo que dejar la comida en el plato para acudir de emergencia al sanitario a eliminar lo que ahora le ahogaba y le impedía respirar.

Vomitar no era de sus mejores maneras de eliminar el estrés pero últimamente no hallaba forma de calmarse, se había encerrado en su departamento para evitar ver a Mobei Jun, para no desmayarse en lugares incorrectos ni para tener severos ataques de vómito pero nada de eso había resultado ya que cuando todo parecía ir con calma, llegaba cierta hora y le hacía saber que no, que su cuerpo se estaba desmoronando a tal grado de aceptar la comida para después rechazarla, ser inmune a los analgésicos y tener como consecuencia crisis de ansiedad que iban desde el sudor extremo hasta no poder controlar su cuerpo debido a los espasmos propios de sus nervios.

Finalmente y cuando su estómago se vació, abandonó el sanitario para conformarse con agua simple y café, eran sus aliados aunque sabía de sobra que el café le estaba generando gastritis por lo dolores estomacales que solía tener cada mañana, sin embargo era la única bebida que le ayudaba a espabilar y mantenerse alerta.

Cuando la hora llegó, suspiró intentando aparentar estar relajado, aunque su postura totalmente recta y acartonada fuese contraria a su plástica sonrisa. Acudió directo hacia el balcón principal, lugar donde se encontraba Yue delante de Shang quien le arreglaba la corbata con sumo cuidado, ver a la pareja solo le causó un cosquilleo de envidia, por lo que decidió girar el rostro en otra dirección mientras seguía avanzando.

—¡Oh A'Jiu, aquí estás! —Yue sonrió causando que el nombrado se detuviera y asintiera.

—¿Está listo señor?

—¡No podría hacerlo mejor, gracias a ti podré dar un buen discurso! —Sinceró ganándose una mirada curiosa por parte de Shang, a lo cual se dirigió hacia él para explicarle— Tenía demasiadas dudas sobre lo que diría, sin darme cuenta había muchas frases repetidas por lo que solicité ayuda y amablemente A'Jiu me corrigió lo escrito.

—Era un discurso muy emocional pero tan repetitivo que parecía plana de niño. —Admitió el ex secretario entre sonrisas.

—Ya lo escucharás y te deleitarás con mis palabras. —La frase fue dirigida hacia un sonriente médico.

—¿Qué podría esperar del gran Yue Qingyuan?

—Señor, es hora. —Intervino el secretario de gobernación.

El nombrado asintió; tras tener la corbata ajustada se alejó de Shang para colocarse frente a las puertas del balcón principal, la emoción y el ruido externo solo causaron que los nervios incrementaron por lo que cuando se vio revelado avanzó y lo primero que hizo fue alzar las manos en forma de saludo.

La explanada estaba llena, todo lucía tan colorido que se deleitó con la vista de la gente alzando la bandera, niños en los hombros de sus padres luciendo en sus mejillas los colores de la nación, los puestos ambulantes bien iluminados, el escenario listo.

¡Todo estaba perfecto!

—¡Buenas noches hermosa ciudad de Cang Qiong! —Habló después de que le fuese cedido un micrófono.

La gente aplaudió y elogió al guapo hombre, quien giró el rostro un segundo hacia atrás y tras un ligero movimiento retomó su postura, con ello solo invitó a Shang Qinghua y a Shen Jiu a acercarse.

—¡Que nervios! —Musitó el más joven avanzando hasta colocarse al lado izquierdo de su prometido.

Del otro lado se situó Shen Jiu quien se animó a anchar su sonrisa, contemplando a la gente que yacía en la gran explanada, motivada y llena de energía, por un segundo se dejó contagiar por el ánimo ciudadano, disfrutando del momento, tan solo permitiendo que Yue diese inicio a su discurso.

—¡Celebremos y honremos a nuestros antepasados que lucharon por la libertad y la justicia! ¡Porque gracias a ellos mantenemos nuestra cultura, nombre y apellidos, porque somos auténticos ciudadanos libres de la represión! —Yue alzó las manos incitando a la gente a ondear la bandera, pronto él se vio también ondeando la bandera nacional con orgullo.

Shen Jiu giró el rostro hacia el candidato quien de un momento a otro lucía un diminuto y casi imperceptible punto rojo en su frente. Su corazón latió con fuerza llenándose de adrenalina, volvió la vista veloz hacia el lugar que él conocía como la biblioteca y contando mentalmente, estiró la mano hacia el hombre y se lanzó sobre él.

El sonido de la bala estrellarse contra la ventana y posteriormente contra la pared causó que la gente comenzara a gritar llenándose de pánico, Shen Jiu solo tuvo oportunidad de empujar al hombre hacia atrás usando su propio cuerpo como escudo, pronto cayó sobre él y de inmediato fueron auxiliados por todos los guardias.

—¡Señor, señor! —Shen Jiu gritó asustado.

Yue Qingyuan le observó aterrado, pronto se giró para encarar a Shen Jiu e intentar ayudarlo a ponerse de pie, sin embargo cuando el espía intentó moverse soltó un bajo gemido, la sensación de ardor se extendió por todo su cuerpo de forma inmediata; el calor le quemaba a tal grado que cayó de nuevo al suelo, posando esta vez la mano sobre el lateral derecho de sus costillas.

La sensación de asfixia acudió casi al instante, intentó inhalar con fuerza pero aquello parecía como si respirara a través de una bolsa, parpadeó intentando fijar la vista; todo comenzó a tornarse borroso y las voces empezaron a sonar distorsionadas, entre su propio caos el aire comenzaba a escasear más.

Sus ojos lagrimearon por el esfuerzo de jalar aire, ahí acostado sobre su lateral solo se podía apreciar a un ex secretario luchando por oxígeno, Yue Qingyuan se acercó a su secretario sujetando su rostro con ambas manos mientras que Shang Qinghua le auxilió al echar atrás el saco para buscar la herida.

Segundos después y palpando la zona, se encontró con su mano manchada de sangre, no era necesario ser médico especialista para deducir lo que tenía, el pecho del asistente subía y bajaba con tal fuerza que temía un infarto.

—Al hospital, posible neumotórax.

Los guardias acudieron a buscar a los paramédicos que yacían afuera, todo el movimiento era tan lento para Shen Jiu que entre más se concentraba menos entendía.

Cerró los ojos unos segundos intentando calmar la punzante y caliente sensación contra su piel sin embargo la necesidad de oxígeno solo le alteraba logrando lastimarse más ya que ahora por cada inhalación sentía que millones de agujas se clavaban en su piel haciendo de aquello algo demasiado doloroso.

No fue consciente ni tampoco logró oír los gritos desesperados de un sargento que había entrado por la fuerza, exponiéndose ante un muy asombrado Shang Qinghua quien solo le observó anonadado.

—¡No me hagas esto! —Binghe se arrodilló de inmediato a lado del espía, inconscientemente lloró por ver así a la persona que amaba, palpó la herida intentando inspeccionar y medir la gravedad del disparo pero sus nervios le cegaron y solo ocasionó que comenzara a temblar por ver la sangre en su mano— ¡Resiste, resiste por favor!

Shen Jiu abrió apenas los ojos, la figura borrosa de Binghe le hizo sonreír apenas.

—Estás aquí. —Musitó dolorosamente.

—No hables, no lo hagas por favor. —Binghe sollozó tocando apenas el rostro de su amado.

Los paramédicos llegaron con la camilla; Shen Jiu dejó de oír, de ver y de ser consciente, todo se sumió en la oscuridad. Afuera el caos reinaba, un tiro había salido fallido, un aspirante a sargento huía asustado y un sargento había encontrado la munición letal que le estaba causando la muerte a su amado, detectando de inmediato al homicida.

Todo se redujo a culpa, la tríada se había reunido en el mismo lugar, uno esperanzado, otro dudoso y uno decidido, siendo este último fielmente entregado a su palabra de interponerse entre la bala para salvar a un hombre que era inocente.

Y ahora; Mobei Jun estaba en problemas, y muy serios.



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