Objetivos de oro

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Qing Jing Village es considerado uno de los suburbios más respetados, tranquilos y seguros de Cang Qiong —la agente de ventas caminaba a paso calmo mostrando la bonita casa de dos pisos, igual a las demás con la excepción de que era de un color café crema. Binghe iba casi a la par admirando el tranquilo paisaje—, como es un residencial privado, tiene un pequeño centro comercial interno, mini super 24/7, parque y por supuesto su respectiva área deportiva, solo tienen acceso los habitantes de aquí y como podrá ver, la ubicación es perfecta para estar tranquilo.

—Perfección pura —admitió Binghe adentrándose a la casa que había sido abierta, con un estilo ciertamente americano y muy lujoso, ahí imaginó un sinfín de lugares para colocar sus muebles, guardar sus armas y tener un cómodo descanso—, he buscado el silencio por años, la ciudad es demasiado ruidosa y peligrosa hoy día, por lo que me siento seguro aquí.

—Debe saber que sí, es de los residenciales más alejados del constante ruido, como le dije, la seguridad es lo más importante para nosotros por lo que los asaltos están en perfecto cero.

—Me encanta.

Binghe visitó cada espacio, idealizó lo que quería en cada recámara y sonrió satisfecho de saber que al fin había encontrado un lugar idóneo para descanso y sobre todo, para pasar desapercibido.

—¿Entonces? —La agente de ventas sonrió esperando firmar un contrato.

—Me quedo aquí. —Afirmó con orgullo.

—¡Perfecto!

La mañana era cálida, el fraccionamiento perfecto, la simetría de las casas daban el toque de una perfecta película americana en casas lujosas, con la pequeña diferencia de que aquí todos eran asiáticos. Binghe se sintió tan aliviado consigo mismo que no dudó en firmar y sellar el contrato, el gobierno le debía una buena casa para permitirse ese lujo de tranquilidad.

—¿Cuándo podré empezar mi mudanza?

—Cuando guste, si lo desea desde hoy adelante, su credencial de residente será entregada lo más pronto posible para que no tenga problemas de entrada y salida de aquí.

La sonrisa de Luo Binghe se ensanchó más, la idea le emocionaba a tal grado de que agradecía ya tener prácticamente todo listo para ser movido.

Con aquello en mente, siguió su día esperando pasar la primera noche ahí en lo que ya consideraba un hogar fijo.



—¿Jiu? —La tranquila voz de Qingyuan a través del intercomunicador hizo al secretario levantar la vista al instante del teclado.

—¿Sí señor? —Respondió al instante.

—Ven por favor.

El nombrado no respondió, en su lugar se levantó de inmediato y acudió a la oficina principal del hombre que era su jefe. Con movimientos lentos planchó su pantalón con las manos y tras alisarlo eliminando las arrugas, abrió la puerta para toparse con un Yue Qingyuan frente a su computador.

—¿Necesita algo?

—Sí, pasa la agenda de hoy para otros días, quiero salir a comprar ropa.

—Pero señor —Xiao Jiu le observó extrañado, tenía sastre personal ¿por qué exponerse así?— ¿No desea que le hable al sastre?

—No, quiero salir.

—De acuerdo pero...

Finalmente Yue Qingyuan apartó la vista del computador y se enfocó en el secretario, quien se inmutó, no por temor, sino por respeto.

—Quiero salir a comer con mi mejor secretario ¿acaso no puedo darle ese gusto a quien prácticamente me salvó de morir saturado entre pendientes? —el candidato sonrió aligerando el ambiente; Xiao Jiu solo pudo relajar un momento los hombros antes de asentir— cancela todo y nos vamos.

—Sí señor.

Xiao Jiu abandonó el lugar, cerró la puerta con cuidado y sacó un móvil donde texteó rápidamente antes de acudir al intercomunicador donde dio la orden de preparar la camioneta blindada junto al cuerpo de escoltas para salir.

Con rapidez canceló todas las citas ya programadas para acomodarlas y distribuirlas correctamente entre diferentes días de la semana, tras haber hecho eso, se colocó el auricular que se vinculaba con el cuerpo de escoltas para tener contacto, hecho eso ingresó de nuevo a la oficina donde informó que podían retirarse.

El camino fue tranquilo, Yue Qingyuan solía ser curioso y preguntar más sobre el secretario que llegó a él cuando su campaña apenas arrancaba y que por consiguiente le ayudó a organizar todos sus tiempos de forma correcta.

—¿Qué hay de tu familia? —Cuestionó mientras el secretario iba con la mirada fija al frente.

—Mis padres viven en la capital por lo que casi no nos vemos. —Tan cortés y cortante como siempre, eran sus respuestas automáticas lo que habían generado interés en el candidato.

—¿Y tu pareja?

—No tengo interés en ello.

—¿Acaso no piensas tener una familia? Eres joven y hermoso.

—Gracias. —Jiu se limitó a hacer una reverencia antes de volver la vista hacia el frente.

—¿Qué harás cuando mi mandato acabe?

—Buscar otro empleo.

—Siempre tan directo y serio.

Xiao Jiu giró el rostro y observó al hombre, con gran esfuerzo sonrió o eso intentó ya que de sus labios solo se formó una extraña mueca que a Qingyuan pareció divertida por el esfuerzo que su formal secretario hacía.

—La vida es corta Jiu, eres joven y hermoso como ya lo mencioné antes, estás en derecho de enamorarte y formar una familia, que el trabajo no sea un pretexto para aislarte y cerrarte a nuevas oportunidades.

—¿Lo dice por experiencia?

—Sí —esta vez Yue fue quien giró el rostro hacia la ventana, observando el paisaje de una ciudad mullida e inundada por el tráfico—, perdí a quien amaba por sumirme en la política.

El secretario se limitó a guardar silencio, ya que no sabía si romper la barrera entre la empatía y la curiosidad, por lo que decidió callar a la espera de que el hombre siguiera hablando.

—Le perdí la pista hace muchos años, podría decirte que él apenas tenía casi veinte años cuando yo me distancié —tras unos segundos, se giró y observó a su secretario—, tal vez tenga tu edad.

—¿Por qué no aplica las palabras que me dijo para usted?

—¿Yo? —negó lento otorgando al joven secretario una sonrisa comprometedora—, Shang jamás me perdonó el abandono.

—¿Shang?

—Shang Qinghua.

Las facciones de Xiao Jiu se mantuvieron estáticas, Yue Qingyuan observó a su secretario, la mirada de este era de nada total, no había sorpresa ni interés y eso, muy en su interior lo agradeció porque hablar de la persona que amó aún dolía.



La misma rutina se repetía; el joven secretario abandonó el auto con suma cautela, a pasos calmos avanzó hacia el buzón donde extrajo su correspondencia y posteriormente se dirigió hacia la entrada de su casa. El protocolo de revisión minuciosa era diario y por regla, así que se tomó el tiempo de analizar la puerta, de verificar que no hubiese nada fuera de lo normal.

Entró a oscuras, con los sobres en mano y la mirada aguda aún en medio de la oscuridad, debía cerciorarse bajo la penumbra que no hubiese nadie dentro, una vez comprobado todo, encendió las luces y avanzó con calma hacia su oficina donde depositó la correspondencia en su elegante escritorio.

Siendo jueves, era noche de surtir su despensa por lo que necesitaría cambiar sus ropas a unas más informales, debía despeinar su cabello y también eliminar la elegancia de él.

El mini súper estaba cerca, posiblemente a cinco minutos caminando por lo que llevar el auto era innecesario y sería benéfico para sus piernas que casi no tenían ejercitación; eran momentos así en los que se sentía libre y sin ataduras, retomaba la vida de un civil común y sin trabajo importante, incluso se podría decir que era feliz aparentando ser alguien normal.

Ya en el interior del supermercado, decidió que sería una buena noche para consentirse un poco, casi no tenía debilidad por las cenas elaboradas pero se le antojó consentirse al comprar un paquete de carne en filete para hacerla en estofado.

Estiró la mano y justo cuando estaba por tomar el paquete, otra más grande y estética se cernió sobre ella y la sujetó.

—¡Oh lo siento! —el secretario se sobresaltó y alejó la mano casi al instante, volteó hacia el dueño de la mano y se disculpó— ¡Perdón!

—No, yo lo siento, tome el paquete —la voz masculina y amable hicieron a Xiao Jiu sonreír con suavidad—, tomaré las costillas de res.

Ante aquella victoria de haber ganado el mejor corte, decidió ser amable para no sonar tan osco ni malagradecido por lo que usó su mejor lado amable para compensar su triunfo.

—Si le sirve de consejo, las costillas las puede acompañar con un buen puré de papa.

—¿De verdad? —el alto sonrió asombrado, siguiendo el consejo del extraño, tomó el paquete de costillas y lo colocó sobre la canastilla— ¿con qué bebida debería completar esto?

—Mh —Xiao Jiu miró dubitativo hacia el pasillo de vinos—, tal vez un merlot joven o un cabernet, si no gusta de vinos puede ser una simple soda o incluso cerveza.

—Me agrada este lugar, está bien surtido —el alto observó el perfil del joven de tez clara solo unos segundos antes de animarse a hablar de nuevo—, soy Luo Binghe, nuevo en este suburbio.

El secretario se mantuvo neutral, observó rápidamente al alto y asintió internamente, era muy guapo sí por lo que solo por cortesía decidió decirle uno de sus tantos nombres.

—Qingqiu. —Respondió el ajeno volviendo la vista al extraño quedando maravillado por aquella sonrisa suave que le era ofrecida y que a cambio fue correspondida con una similar.

—Gracias por el consejo, cenaré delicioso. —Binghe decidió que era momento de dejar ir al hermoso joven frente a él, esperando encontrarlo en un futuro de nuevo.

—De nada. —Tras aquellas palabras el secretario se alejó en dirección opuesta sintiendo sus mejillas ligeramente calientes, necesitaba urgentemente alejarse o pasaría un bochorno frente a un apuesto hombre.

A pasos dignos se encaminó hacia el área de harinas, alejándose del hombre y también de las palabras que le mencionó su jefe sobre conocer a alguien.

Tras hacer la paga de su compra, tomó su bolso ecológico y se marchó del lugar, su mirada se paseaba de lado a lado hasta que terminó por girarse al sentir que era seguido y observado; su mano derecha se dirigió hacia el interior de su pantalón dispuesto a sacar el arma para apuntar, más se detuvo al ver al hombre de nombre Binghe a pocos metros de él.

—¡Hey!

Y Qingqiu suspiró aliviado.

—Hola —respondió tan natural como pudo— ¿vive por aquí?

—Sí, a pocas calles de este lugar —Binghe se colocó a su altura y caminaron hacia la misma dirección—, por fin encontré un lugar tranquilo.

—¿No gusta del ruido?

—No, estaba cansado de ello, me gusta aquí, me queda cerca de mi trabajo.

—¿En que trabaja? —Qingqiu se sorprendió por ser curioso, lo que no era con Qingyuan.

—Soy militar.

—¡Oh! —El fingido asombro hizo a Binghe sonreír porque él si lo creyó.

—¿Y usted en qué trabaja?

—Oh, soy asistente de marketing, algo aburrido pero me da de comer. —Le restó importancia al encogerse de hombros con suavidad. Una mentira más, una menos, nadie lo descubriría.

—No lo creo, tienes porte de ser algo más que asistente, algo así como modelo.

El ambiente sereno, las palabras tranquilas, las sonrisas expuestas y la compañía bien recibida, hicieron que Qingqiu se sonrojara de nuevo con levedad por lo que decía su acompañante.

—No me considero tan bueno para ser modelo, creo que prefiero la intimidad del anonimato. —Respondió segundos después con tranquilidad, restando lo importante para centrarse en algo más, la palabra militar.

—Oh, ahí vivo —Luo señaló su casa un tanto emocionado haciendo al hombre de mirada esmeralda detener sus pasos para ver si era cierto o no lo que pasaba—, si se te ofrece algo, no dudes en acudir a casa.

—Yo... —lentamente señaló su hogar justo frente al alto, haciendo acopio de una falsa felicidad de ser vecinos, sonrió lo más que pudo y moduló su voz— vivo frente a usted.

—¿En serio? ¡Que emoción! No lo olvide joven Qingqiu, si necesita algo, estaré para usted.

Xiao Jiu quedó inmerso en las palabras pasadas, tanto que no notó el tono coqueto empleado por el apuesto hombre de tez clara, quien le espetó mediante gestos que entrase a su hogar para así concluir la noche, cada uno en su respectiva casa.

—Descanse señor...

—Luo. Luo Binghe pero preferiría el tuteo y que me digas Binghe.

—Descansa Binghe. —Corrigió avanzando por el camino de piedras hacia su hogar.

—Hasta mañana Qingqiu. —La sonrisa en cara de Binghe hizo al hombre estoico y de porte elegante sonreír naturalmente, negó algunas veces antes de internarse en su hogar, donde toda felicidad pasó a ser olvidada.

A pasos rápidos, dejó la bolsa de compra en la cocina, encendió todas las luces y colocó música aleatoria, abrió solo un poco las cortinas de la sala y cocina que daban vista al hogar ajeno y tras hacer eso, acudió escaleras arriba a la recámara que daba vista al patio trasero.

El cuarto consistía de un escritorio grande donde descansaban algunas carpetas. Un estante donde había más carpetas ordenadas por abecedario y una silla de oficina.

Qingqiu tomó asiento y se agachó hacia un cajón del mismo escritorio, al abrirlo sacó uno de tantos móviles desechables, marcó el número que se sabía de memoria y esperó.

—¿Diga?

—¿Será posible que Yue Qingyuan sospeche algo? —Soltó de golpe.

—¿Por qué?

—Se acaba de mudar un hombre a la casa de enfrente pero él es un militar. —Gruñó la última palabra casi con desespero.

—Actúa de acuerdo al plan, entre más civil te veas ante el vecino, mejor.

—De acuerdo, seguiré como si nada.

—Te envié una carta.

—Ya la leo.

Y colgó.

Tras tomar un respiro, bajó de nueva cuenta hacia la cocina, donde con aparente tranquilidad sacó las cosas de la despensa, las acomodó y procedió a hacer su cena, mientras se cocinaba todo, acudió a su otra oficina que se encontraba un cuarto después de la sala, se adentró y abrió toda la correspondencia; leyó la carta anónima tomándose unos segundos en recordar lo que había sucedido en el día, quemó la carta y tomando papel y bolígrafo, escribió dos palabras que guardó en un sobre con destino confidencial.

«Shang Qinghua».

Si en verdad su vecino había sido mandado para vigilarlo, entonces apresuraría las cosas y pondría fin de una vez a la misión.



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Xiao Jiu tiene muchos nombres, todo tiene un porqué uwu

Shang Qinghua es el ex de Yue, era necesario xD 

Gracias por su apoyo uwu


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