Capítulo IX

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Es de predecir que ambos no estaban al tanto de que Kendra y Roger se habían aliado con la fuerza policiaca hasta ese momento que una patrulla los estaba buscando, pero... eso no significaba que les daría ventaja a los adultos.

La mujer y el hombre llegaron a un pequeño pueblo caminando detrás de un policía, quien les informaba que había visto a dos adolescentes en la calle, posiblemente siendo Harry y Louis deambulando por el lugar. Roger era el que prácticamente caminaba a paso veloz directo a la camioneta donde estaban detenidos los supuestos chicos.

Sin siquiera detenerse a analizarlos, Roger tomó de las muñecas al chico, agitándolo y preguntándole por Harry. La chica que estaba a un lado, gritaba por miedo; inmediatamente el policía y Kendra detuvieron a Roger pidiéndole que se tranquilizara y dejara de espantar a los dos adolescentes que obviamente no eran Harry y Louis.

Su respiración era acelerada, estaba perdiendo mucho el control de sus impulsos por la desesperación de encontrar con urgencia a Harry. Salió corriendo del lugar y Kendra fue detrás de él.

—¡Roger!, ¡Roger, háblame! —Pedía la mujer caminando detrás de él—Dime qué ocurre.

Al estar un poco más alejados de los policías y de los adolescentes, Roger detuvo su paso, al igual que Kendra, y volvió a verla cara a cara. Se tomó su tiempo para responder, haciendo que la preocupación inundara la mente de Kendra.

—Tienes razón, Kendra—empezó, hablando aún con dificultad, recuperando el aliento—. Me di por vencido, me retiré y cuanta más presión para regresar, más me alejaba.

Desvió la mirada hacia la estructura abandonada que tenían enfrente de ellos—. Mientras sólo era un rostro en la pantalla, casi..., casi podía tolerarlo. Condenaron a un chico a una vida que jamás pidió, pero...—volvió a mirar a la mujer, quien permanecía atenta—es como la maldición de todos los secretos, sólo fue empeorando.

Su mirada se empezó a cristalizar y su voz a temblar.

—Cada vez que lo recuerdo... lo que hice, las decisiones que tome... te juro que no había alternativa—retiró por un momento sus lentes para limpiar sus ojos, evitando que empezaran a caer las gotas saladas, nuevamente se los colocó y peino su cabello.

—Pero eso no importa, ¡enfrente el problema! Sólo que no imaginé como dicha solución me iba a afectar... me está matando. Tengo que arreglar el daño.

No tuvo oportunidad de responder antes las palabras de Roger cuando una llamada para Kendra los interrumpió, tomó el móvil colocándolo en el oído.

—¿Sí? —Pregunto dándole la espalda a Roger para darle algo de espacio de calmarse. La llamada era de la doctora que estaba a cargo de la salud de Harry.

—La sangre de Harry tiene niveles elevados de troponina, no es una buena noticia Kendra.

—Gracias—respondió simple, pero el informe que le dieron se sintió como un golpe en el estómago.

Cerró los ojos, soltó un suspiro y miró a Roger.

—Háblame de la troponina—en eso la mirada que tenía sobre el suelo fue hacia la mujer, quien parecía algo molesta y preocupada a la vez.

—¿Qué?

—¿Troponina elevada en Harry? —Todo el rostro de Roger se puso pálido y se acercó a la mujer, quien pedía una explicación ante lo que le acaban de informar.

—Sus niveles de fibra muscular disminuyeron, le-leí el estudio no representa un problema por sí sólo, pero en combinación con niveles elevados de troponina...—hablo muy rápido que tuvo que hacer una pausa, una pausa para decir el riesgo por el que estaba pasando Harry—. Sufre de agrandamiento del corazón—Kendra abrió más los ojos—, su corazón no tolera nuestra atmósfera, la gravedad...—negó con la cabeza—se le agota el tiempo.

La conversación quedó ahí viendo el peligro que estaba empezando a acechar, volvieron a su labor de encontrar a Harry, esta vez con más desesperación que antes.

Harry disfrutaba del viento sobre su rostro, haciendo que su cabello fuera para atrás, al mismo tiempo que también degustaba de una deliciosa hamburguesa. Extendía los brazos sintiéndose tan libre, y Louis lo miraba con una sonrisa mientras tomaba el control del volante.

El rizado tenía la mitad del cuerpo asomándose por la ventana.

—¿Es un globo? —Exclamó—¡Louis! —Dio unos golpes a la ventana para llamar su atención—¡Louis hay un globo! —Señaló el cielo. El castaño sonrió amplio, soltando una pequeña risa, dándole la razón al rizado. Era tan adorable como se emocionaba con pequeñas cosas como esas.

—¡Es enorme! —Entró en el auto volviendo a tomar asiento, continuando comiendo su hamburguesa. Louis lo miró de reojo sin dejar de sonreír, sin dejar que las arruguitas bajo sus ojos se desvanecieran.

—Tienes que dejar de comer es el, ¿quinto?

Negó con la cabeza, sonriendo con la boca llena—¡Es una delicia!

Igualmente, Louis negó con la cabeza.

—Oye puedes ver si hay adentro algo de dinero—señaló la guantera, pues cuando los descubrieron en el restaurante tuvieron que cambiar de auto—. Los viajeros siempre reservan un poco—mencionó mientras Harry rebuscaba.

Su atención se fue mejor a una armónica que encontró, intento ver por los agujeros que traía, pero no veía nada.

—No, se usa con la boca sólo tienes que soplar—mencionó Louis.

Harry sopló, pero no sucedió nada y es que lo estaba haciendo a una distancia larga.

—No, tienes que...—iba explicar mejor cuando un sonido del instrumento lo interrumpió—¡Sí, eso es!

Harry sonrió amplio, mostrando ambos hoyuelos hacia Louis. Volvió a repetir la misma acción dejando salir una pequeña melodía del instrumento. Continuó unos minutos más, hasta que lo dejó a un lado y regresó a comer su hamburguesa, sin darse cuenta de que se había manchado un poco en la comisura del labio; Louis si lo noto.

—Tienes un poco...—señaló acercando con lentitud su pulgar—. Te ensuciaste la cara—rió, acariciando la comisura de su labio para limpiarlo—. Ya está.

—Gracias—susurró algo tímido Harry empezando a sonrojarse, la caricia de Louis se había sentido como una pluma sobre su piel.

—De nada.

Continuaron su trayecto rodeados de un cielo lleno de globos aerostáticos, esos que llamaron la atención de Harry desde un principio. Hacía ver todo más colorido y feliz, tanto así que Louis apostaría que terminaría con el rostro adolorido de tanto sonreír, algo que no había hecho hace bastante tiempo, no hasta que conoció a Harry.

Su siguiente parada fue una tienda departamental, ahí conseguirían algo para donde dormir, pues aún faltaba mucho camino y ya estaba empezando a anochecer, y algo para cambiar la ropa de Harry.

Sin evitarlo, también se pusieron a jugar con el carrito por los pasillos de la tienda.

—Muy bien—dijo Louis llegando a lado de Harry, tomó las prendas que estaba sobre el carrito y se las extendió a Harry—. Vete a cambiar, tranquilo hay millones de estas tiendas y ganan mucho dinero—dio un apretón en su hombro, mientras se iba a buscar algo para él.

—Pero hay cámaras—Louis rodó los ojos, divertido y se dio la vuelta regresando con Harry.

—Está bien, está bien, pero es lo único que nos queda así que...—sacó unos cuantos dólares de su chaqueta y los dejó encima de la ropa que traía Harry—. Compra esas cosas y vete a cambiar—hizo al rizado girar en su propio eje y le dio un leve empujón para que se fuera.

El castaño caminó unas cuantas secciones de ropa antes de encontrar algo que le gustara: una sudadera azul grisácea con pequeñas franjas rojas, unos jeans azul celeste y unos tenis blancos.

En lo que Harry iba a la caja a pagar y a cambiarse, Louis se encargó de conseguir las otras cosas que necesitaban: una tienda de acampar, bolsas para dormir y una linterna.

El rizado salió del baño ya vestido con la ropa que le entregó Louis, la cual, consistía en una camisa de cuadros de color rojo, morado y blanco, unos jeans negros y unos tenis blancos, encima traía también un suéter verde oliva oscuro; al salir logró ver a unos niños dibujando en el espejo del baño y al verlo, ellos salieron corriendo de ahí.

A la espera de Harry, el ojiazul estaba tocando un piano que había en exhibición, con las cosas cerca y muy concentrado sin darse cuenta que Harry estaba caminando hacia él. Este se detuvo detrás de un estante, sólo para ver y escuchar a Louis sin interrumpirlo.

Sus dedos se deslizaban por las teclas sintiendo una agradable sensación llegar a su pecho, lentamente cerró sus ojos dejándose guía por la música.

Been up all night, not sure how to say this right, got so much to lose... Never been so defenceless oh-oh, you just keep on buildin'up your fences, but I've never been so defenceless ooh-ooh...—sus ojos se abrieron lentamente visualizando al rizado parado con una bolsa que tenía su ropa anterior, Louis lo miró sorprendido y el ojiverde se acercó lentamente.

—Hola...

—¿Esa canción es tuya? —Preguntó posicionándose a un lado.

—Es posible—respondió tímido.

—Es hermosa.

—Como sea—respondió desviando la mirada para evitar que viera su sonrojo, sin darle mucha importancia.

Se levantó tomando el carrito y jalandolo hacia donde estaba Harry, ambos quedaron frente a frente viéndose sin decir nada. Louis sonrió divertido.

Nunca había escuchado cantar a Louis y posiblemente sea la última vez que lo haga, pero... qué magnífica sorpresa se llevaron sus oídos, podía apostar que escuchar a Louis cantar era escuchar a un ángel, un hermoso ángel con ojos azules y cabello castaño.

—¿Qué ocurre ahí dentro? —Refiriéndose a qué estaba pensando el rizado.

Este rió nervioso acomodando sus rizos y comenzando a sonrojarse.

—N-no lo sé—sonrió nervioso. Louis le guiño un ojo antes de volver al carrito para tomarlo e irse.

—Compre bolsas de dormir—le informo, el rizado asintió.

—¿Listo? —Harry respondió con la cabeza empezando a caminar detrás de Louis.

—Yo conduciré esta vez—mencionó Harry.

—En tus sueños—contestó divertido, comenzando a correr para tomar impulso y subirse en el carrito que, por inercia, se movía solo. Harry corrió detrás de él sonriendo y soltando pequeñas risas. Eran tal cual dos adolescentes divirtiéndose entre ellos, dos adolescentes que estaban descubriendo sentimientos más profundos por el otro, incapaces de dar el siguiente paso, aún.

Pasaron unas cuantas horas más, donde esperaban algún otro reporte de parte de la policía sobre dos adolescentes que vagaran por los lugares. Esta vez, deteniéndose a analizarlos para comprobar que se trataban de Harry y Louis.

Exactamente hasta a las 6 de la tarde llegó un nuevo policía ante ellos, informándoles que habían visto dos chicos en una tienda departamental; un rizado ojiverde y un castaño ojiazul, la clara descripción de Harry y Louis.

Gracias a las cámaras de seguridad, que en su momento le preocuparon a Harry, el video mostraba la escena en la que Louis le extendía las prendas a Harry; otra grabación en donde se visualizaba a castaño escogiendo sus prendas, una tercera en la que corrían y reían por los pasillos jugando con el carrito y la cuarta donde ambos iban empujándose divertidamente, sonriendo y riendo mientras salían por la parte de atrás de la tienda llevando consigo el carrito con bolsas dentro.

—Se mueven sin rumbo—mencionó Roger a lo que Kendra asintió—¿Por qué Nuevo México? —La mujer no tenía ni la menor idea.

Sentía que ya no conocía al rizado, puesto que lo único que sabía de él es que en cuanto tocara la Tierra quería ir a encontrase con Louis, además de buscar y conocer a su padre, pero ¿hasta Nuevo México? 

Tal vez, como mencionó Roger, no sabían en donde se encontraba e iban de estado en estado hasta encontrarlo, haciendo algunas paradas, ya sea para comer, descansar, recargar gasolina o simplemente buscar su próximo punto de llegada.

Ellos cada vez estaban más lejos y el tiempo estaba avanzando muy rápido para Harry, tenían que darse prisa en llegar a la nueva ubicación que habían encontrado antes de que, nuevamente, se movieran hacia otro y los volvieran a perder. Sabían que los buscaban por lo que era evidente que no permanecerán en un mismo lugar, al menos no todo el día, sólo hasta la noche donde tendrían que descansar.

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