EPÍLOGO: RANGOS Y PROPUESTAS

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tercera y última, perdón las molestias, quité los separadores intermedios porque wattpad me odia:(.

Cinco años y seis meses después.

Louis gustaba de admirar el paisaje cuando iba de vuelta al castillo.

Había tomado un gran afecto por la naturaleza, no al grado de conocer toda la flora existente de la región, pero un cuarenta por ciento, ya lo llevaba ganado. Hablando de eso, traía consigo un bonito ramo bajo el brazo, que le compró a una señora en el pueblo.

Era algo que haría feliz a su persona favorita en el mundo.

Los cinco muchachos que le acompañaban, continuaban envueltos en una plática que trataba de ignorar, pero le parecía lo bastante interesante como para no prestarle atención. 

"¡Pero fue un accidente! ¡Ya te he pedido disculpas por ello!" Exclamó uno.

"Matt, casi me dejas sin brazo."

"¡Lo sé! Pero te juro que fue un accidente, creí que ya tenías el escudo listo."

"¿En verdad?" Comentó sarcástico. "¡Edsel te pidió que esperaras!"

"No lo escuché..." Matt agachó su cabeza con pena.

"Bueno, afortunadamente no pasó a mayores." Otro de los chicos intervino, rompiendo el silencio incómodo que se creó. "Arthur, deja de reprocharle, ya entendió lo que tiene y lo que no tiene que hacer."

"Deja de defenderlo, no es un niño."

"Tú tampoco lo eres y a veces te comportas como uno."

Todo el regreso fue exactamente igual, y Louis no hacía más que bufar en sus adentros, había elegido muy mal a sus acompañantes pero se dio cuenta muy tarde.

Según su superior, ya estaban calificados para llevar a cabo un rondín digno; y no se había equivocado, lo habían hecho de maravilla e incluso dieron más de lo que tenían que dar. Todos hicieron su trabajo estupendamente, revisando cada mínimo espacio de los pueblos y repartiéndose las áreas para ir a las lejanías a corroborar el orden.

Jamás había visto a nadie tan entregado... Después de él y sus amigos, claro.

Pero nadie le había comentado que existían roces entre ellos: Matt y Gio contra Benjamín, Arthur y Edsel.

Por lo que había escuchado sin querer, y por lo poco que ya los conocía, supo que Matt era un joven muy distraído, que en varias ocasiones estuvo a punto de ocasionar accidentes entre sus compañeros, pero gracias al ser misericordioso del cielo, no ocurrió nada.

Le recordaba un poco a Liam.

No era una riña incesante, eran desacuerdos y varios comentarios desatinados por parte de ambos grupos, nada de que preocuparse pero si para incomodarse.

"Sir Tomlinson... ¿Cuándo es la siguiente visita?"

La pregunta, hizo que se enfocara de nuevo en la realidad.

"En un par de semanas... ¿Por qué?"

"¿Nos elegirá de nuevo?" Los ojos de Matt se achinaron de la emoción. "Creo que lo hicimos bien."

"Silencio, eres tan odioso, deja de presionarlo." De nuevo, el menos tolerante de los cinco, expresó lo que pensaba.

"¡No seas grosero! No hay porque ser hostil todo el tiempo." Gio defendió a su amigo.

"Es desesperante."

"Oh, entonces no te entrometas porque nadie pidió tu opinión."

"Chicos, basta." Louis estaba desesperándose, solo ocupaba que dejaran de discutir.

Decidió poner orden, porque a pesar de entretenerse con las disputas, también lo estaban sacando de quicio. Así que hizo aquello de parar a su bonito caballo negro, que había bautizado como Magno; tiró de las riendas, haciendo que el precioso corcel diera vuelta a la izquierda, tapando el camino y logrando con eso que sus compañeros pararan también.

"Les voy a pedir un favor." Replicó, recorriendo los rostros enfrente suyo con la mirada. "Llevan hablándose mal desde que salimos del último pueblo, y eso es triste. Son colegas, deberían llevarse bien, se supone que al ser parte de los mosqueteros debe existir una hermandad entre ustedes y yo veo que no la hay."

"La hay entre algunos..." Arthur se atrevió a hablar. "No sé ofenda, pero cada quien elige a sus amigos."

"Y estoy de acuerdo, pero si no se llevan, podrían intentar cuando menos no estar peleando cada cinco minutos, lo hacen tedioso." Mencionó, severamente.

"Nadie está peleando, solamente exponemos nuestros puntos de vista, ¿qué hay de malo en eso?"

Louis arrugó el entrecejo, notando la actitud tan desagradable que ese sujeto tenía. Ahora comprendía porque no se relacionaba con muchos.

"No hay nada malo." Dijo el ojiazul, antes de sonreír de lado. "Pero no me obligues a sancionarte por tu forma de ser tan deplorable, por favor. Tienen un código que el mismo rey les dijo que tenían que cumplir.... y tú no lo estás haciendo."

Los cuatro chicos restantes se mantuvieron al margen, notando el furor que se había cargado en el ambiente.

"Usted no puede sancionarme, no es mi jefe directo."

La cara del castaño borró cualquier gesto afable y cortés. Arthur le sostuvo la mirada, alzando un poco la cabeza y cuadrando su cuerpo sobre el caballo.

"Perfecto." Evadió la situación, dedicándole un gestó socarrón. "Sigamos con el regreso, ya estamos por llegar."

Con un movimiento de cabeza y una indicación a Magno, retomó la dirección, alzando su mano izquierda, e hizo la conocida seña de girar la muñeca y apuntar al frente.

En automático, Matt se sobresaltó sobre el lomo de su caballo, y Gio parpadeó, aterrizando su mente antes de jalar las cuerdas del corcel e incitarlo al galope.

Ese ademán solo significaba dos cosas:

Hacer correr a los caballos para arribar más rápido.

Y estar molesto.

Porque Louis no iba a permitir que alguien le hablara así.

Había vivido un proceso de autovaloración, por las veces que se sintió insuficiente, por las humillaciones que permitió tantos años, y por la incapacidad de asumir las complicaciones provocadas por sus decisiones arrebatadas.

La mejora se dio paso a paso, ahora solo necesitaba escuchar ese tipo de frases para ponerse alerta y recurrir al mandato establecido. Aunque aún le faltaba un poco de confianza en sí mismo, para entender su postura.

Dejó que el viento pegara en sus mejillas, y sosteniendo el ramo de flores muy fuerte, se inclinó al frente para cabalgar con maestría.

Magno era muy dócil, parecía tener una conexión mágica con su dueño; desde que Harry se lo entregó, el animal también lo eligió. Lo procuraba muchísimo, diario lo visitaba en la caballeriza, él mismo le daba de comer y peinaba su crin.

Zayn se había quedado con Vanier. Pierre terminó por cedérselo al ver que el animal solo buscaba las caricias del morocho, y ciertamente no tuvo problema con eso, era feliz de ver a su lindo amigo con un mosquetero tan capaz.

Y Liam, había recibido a Pushkin, de los más antiguos pero fuertes y nobles corceles del castillo, era un ser mágico, no había otras palabras para describirlo.

Pero Zayn aún lo miraba con recelo.

"¡Estamos llegando, bajen la velocidad!" Gritó al visualizar la frontera. "¡Troten!"

La orden fue obedecida de inmediato, y el polvo en las pezuñas se disipó, creando nubes muy tenues.

"¡Al fin, ya extrañaba mi cama!"

"Estoy seguro de que llegaré a dormir por toda la tarde."

"No necesitas anunciarlo, a nadie le interesa."

"No te estaba diciendo a ti."

Con eso último, la paciencia de Louis se esfumó, necesitaba hablar con su jefe para encontrar la solución a la arrogancia de Arthur. Solía pasar por alto algunas quejas para seguir con un ambiente de convivencia sana, pero a veces era necesario un regaño.

Los guardias del castillo repararon el regreso de los mosqueteros, y se apresuraron a abrir el gran acceso para recibirlos después de una semana a las afueras. Conforme se iban acercando, la velocidad disminuyó... estaban de vuelta en su hogar.

"Sir Louis, ¿cómo le fue?" Preguntó uno de los guardias, cuando pasó a un lado suyo.

"Hola Oliver, nos fue bastante bien, todo tranquilo." Le respondió, levantando su pulgar hacia arriba. "¿Hay espacio en la caballeriza?"

"Claro, adelante, que bueno que ya están de vuelta."

"Gracias, nos vemos más tarde."

Los seis detuvieron su andar, y casi al mismo tiempo, bajaron de aquellos lomos, estirando sus piernas en el proceso.

La espalda le tronó cuando se tomó de la zona lumbar y se echó un poco hacia atrás; tanto tiempo en la misma posición estaba causando estragos, le urgía una taza de té con un baño largo.

"Los caballos deben ir a pastar, ¿algún voluntario?" Comunicó, viendo con detenimiento las flores que serían para Harry.

Sus colegas desviaron la mirada, unos mirando al cielo, otros el piso, y uno más sus uñas.

"Bien, entonces, si ellos no comen, nosotros tampoco tenemos derecho de hacerlo." Murmuró firme, antes de darse la vuelta y tirar las cuerdas de Magno.

Calculó en su mente los segundos que una voz tardó en hacerse presente, fueron seis.

"Yo los llevo." El tono cantarín de Matt, le hizo sonreír de lado.

"Yo lo acompaño." Continuó Gio, resignándose.

Louis se detuvo, sonriendo efímero, y después eliminó todo rastro de alegría al girarse para verles a la cara.

"Bien, gracias por su cooperación." Musitó, posando ahora su vista en los otros tres. "Los llevarán Arthur y Benjamín, sin discusiones."

"¿Qué?" Uno de los nombrados, intentó reclamar. "¡Pero ellos se están ofreciendo, no puede simplemente mandarnos a nosotros!"

"¡También tenemos hambre! No es jus-"

"Lo que no es justo, es que nuestros pobres caballos vengan cargando el peso de un humano sobre ellos y nosotros solo nos dediquemos a disfrutar del panorama." No dejó que el muchacho terminara. "Así que van a tomarlos, los van a llevar al área de forraje, se van a asegurar que coman bastante bien y beban agua suficiente. Después, pueden ir almorzar sin ningún problema."

Los encargados de realizar la tarea, rodaron los ojos con molestia, no podían hacer nada más que ceder si no querían tener problemas después. Así, fueron tomando uno por uno, dispuestos a cumplir, pero cuando se quisieron acercar a Magno, Louis les colocó la mano enfrente, haciéndolos pausar su acción.

"Del mío, yo me encargo. Vayan ustedes, por favor. Los demás pueden ir a descansar o a comer, lo que gusten hacer primero."

Dicho eso, el ojiazul les dio la espalda otra vez, llevándose a su buen amigo para alimentarlo él mismo.

♤◆♧◆♤◆♧◆♤

Antes de buscar a Harry, su deber le indicaba que la primer parada era la oficina de su jefe. Tenía que cubrir con sus obligaciones y pasar el reporte; exponer los pequeños altercados que hubo a causa de los desplantes de unos cuantos.

Luego de darle la porción correspondiente a su caballo, y dejarle beber toda el agua que quiso, lo llevó a su sitio para que también tomara su merecido descanso.

Al estar frente a la puerta, tocó dos veces con los nudillos, esperando una respuesta aprobatoria para su acceso. Había dejado el ramo de flores que traía, acomodado en uno de los jarrones que adornaban el pasillo, solo en lo que salía. Y cuando el "adelante" se escuchó desde el interior, se permitió ingresar.

"¿Quién osa irrumpir mi tranquilidad el día de hoy?" Habló su superior, mientras buscaba un libro en el mueble de su oficina.

"Yo, hola..." Canturreó, avanzando hacia el escritorio.

"¡Ah! ¡Ya regresaron!"

Krov volteó de golpe, extendiendo su brazo hacia él y chocaron los puños cuando estuvieron lo suficientemente cerca; después de todo, ellos eran grandes amigos y se trataban como tal, sin importar el rango que tuvieran.

"¿Viste a Liam y a Zayn?" Louis cuestionó, quitando su sombrero. "No los he visto cuando llegue."

"Siéntate, siéntate." Pidió Krov, señalándole una de las sillas libres. "Zayn debe estar con Niall, ya sabes, y Liam fue a recibir el nuevo cargamento de escudos y espadas, el que se suponía debía llegar hace dos días."

"¿Bromeas? ¿Nos darán equipo nuevo?"

"Era un secreto, pero si, básicamente." Le sonrió, dejándose caer en su cómodo asiento. "Como sea, cuéntame, ¿Cómo te fue esta vez?"

"Excelente... todo está bastante bien, a ningún aldeano le falta nada por el momento, y nos encargamos de promover nuestros puestos libres a los interesados."

"¡Gracias a Dios! Me hacen falta alrededor de diez o veinte hombres."

"¿Tantos?"

"Si, quiero tener todos los niveles cubiertos, no me puedo permitir dejar vacíos que puedan ser perjudiciales." Encogió sus hombros al explicar lo obvio.

Krov era un excelente jefe para los mosqueteros, el título se le dio luego de que Pierre lo recomendara con el rey. No pudo estar más contento cuando aceptó, fue algo que jamás creyó poder hacer, y nunca se imaginó obtener, hasta que le otorgaron la confianza y se sintió pleno, idealizando los resultados a futuro.

"Si, hablando de tus hombres... digamos que pudiste avisarme que no se llevaban bien." Louis acusó, viendo la mueca burlona de su amigo. "¡Discutían por todo!"

"Lo sé, quería ver si el rondín les servía para unirse..."

"Te falló tu jugada, creo que ahora se odian más, ¡Y también me odian a mi!"

"Por dios, ¿Que hicieron?" Krov soltó una gran risa, colocando sus codos sobre la madera.

"¡No es gracioso!"

"¡Si lo es!"

Las cejas el castaño se alinearon, cuando vio el gesto divertido de su jefe.

"Arthur es un pesado, es muy grosero con sus compañeros y también lo fue conmigo."

"Si, es complicado de tratar pero es muy bueno en lo que hace. Además, ¿por qué no lo sancionaste?"

"Se lo dije, pero creo que eso no me corresponde a mi." Louis talló uno de sus ojos con el dorso de la mano. "Él mismo, me dijo que yo no tengo ese derecho."

"Eres el encargado de las tropas de vigilancia, claro que puedes hacerlo."

Krov tenía razón, luego de que transcurrió un año del nombramiento de Louis, se le dio el rango de líder en vigilancia. Ese día, estuvo a punto de perder el conocimiento, al oír que ahora encabezaría los grupos que harían los viajes a las aldeas.

De no haber sido porque Zayn lo zarandeó, y Liam le chasqueó los dedos en la cara, probablemente se hubiera desvanecido.

"Traté de imponer autoridad, pero no es suficiente para ellos... además, ya sabes que no me gusta ser tan intransigente." Exclamó, formando un sutil puchero. "Por eso recurro a ti, te tienen mucho respeto y te obedecen al cien por ciento."

"A ver, entiendo el punto, pero vamos a ser honestos..." Dijo, antes de tomar su jarra de agua y ofrecerle un vaso al castaño. "Tú ya no estás en la misma categoría, realmente ellos tendrían que seguir tus instrucciones sin cuestionar."

"Los mandé a dar de comer a los caballos..." Decretó y bebió de un solo trago toda el agua. "Además, ellos saben que no soy directamente su jefe."

"Está bien, entiendo que esa es tu manera de expresar tu autoridad." Hizo una pausa, dejando salir el aire de sus pulmones. "Pero si estás por encima y eso lo deben entender, porque no es que te aproveches de tu puesto, si no que tienes que ejercerlo bien."

"Lo hago, cumplo con mis obligaciones."

"Sabes que no me refiero a eso, mereces respeto y no tienes que ser mala persona para obtenerlo, a mi me respetan y me llevo bien con todos mis mosqueteros. Tú puedes hacer lo mismo."

Lo cierto, era que él no quería imponerse en ningún sentido, no quería que todos pensaran que se sentía poderoso solo por ser la pareja del rey actual, porque su relación no era un secreto en el castillo.

Aunque se enojara, y quisiera desafiar a los que se aprovechaban de la nobleza en su ser, le era más correcto contarle, a quien era la cabeza principal en todo el conjunto.

Pero por otra parte, su puesto le demandaba rectitud, y no iba a despegar los pies de la tierra, tendría que aprender a fomentar su mando.

"Bien, ya entendí y trataré de hacerlo." Murmuró, arrastrando la silla hacia atrás y poniéndose de pie. "Por lo pronto, nos vemos mañana en la práctica, iré a ver a Harry."

"De todas formas hablaré con ellos para que se relajen, pero será la última vez que lo haga." Krov se levantó también. "Necesito que tú te impongas."

Louis no dijo nada más, solo asintió con su cabeza, comprendiendo lo mencionado. Luego, fue acompañado hasta la puerta por su amigo, y tras un fuerte abrazo, salió del lugar.

Tomó con rapidez las flores que dejó afuera y caminando con tranquilidad, se dirigió a la estancia del rey. Ya no se le hacía largo el recorrido, tarareaba una canción mientras se acercaba cada vez más al pasillo que correspondía a la habitación real.

Cuando llegó, notó la puerta entreabierta, y se le hizo muy extraño porque usualmente estaba cerrada, por aquello de la privacidad.

Empujó el portón de madera, y asomó su cabeza, en busca de los ojos verdes que le robaban la respiración.

"¡Lou!"

Harry saltó de su asiento, y por el moviendo tan brusco, la silla del comedor terminó cayéndose de espaldas al piso. Con el estruendo, Louis se asustó pero no tuvo tiempo de hacer algo, porque su chico le brincó encima, rodeando los brazos en su cuello y sus piernas en la cintura.

"¡Regresaste!" Chilló feliz, repartiendo besos en todo el rostro contrario.

El castaño mantuvo una mano detrás de su espalda, ocultando el regalo, y con la otra envolvió la cadera ajena para mantenerlo en posición.

Su fuerza había incrementado considerablemente.

"Hola, amor. ¿Qué tal todo?" Murmuró, cuando por fin los pequeños besos cesaron.

"¡Bien! Excelente ahora que volviste."

Ambos se miraron y sonrieron como ese par de jóvenes enamorados que eran, emanando felicidad por cada poro. Sin embargo, justo antes de darse un beso de bienvenida, un carraspeo de garganta, interrumpió el momento.

Louis rodó los ojos mientras bajaba a su rey, dejando que sus pies tocaran nuevamente el suelo y miró por encima de su hombro, al rubio que se hallaba levantando la silla que anteriormente fue botada.

"¿Era necesario?"

"Si, porque se ponen melosos y me dan náuseas." Murmuró el consejero, enderezándose por completo. "Que bueno que ya estás de regreso, Harold es insoportable cuando te vas."

"¡Mentira!" El mencionado reaccionó. "¡Esta vez no te molesté tanto!"

"En teoría, pero me costó mucho hacer que durmieras estos días." Niall regresó a su lugar, poniéndose cómodo en el sofá. "Ni con los cuentos lo logré."

"Harry no puede dormir sin tomar una taza de té." Dijo el mosquetero, soltando una pequeña risa al ver las mejillas enrojecidas del rizado. "Quizá esa sea la razón por la que habla cuando está durmiendo."

"¡Yo no hablo mientras duermo!" Canturreó, cruzando sus brazos.

"¡Si lo haces!"

"¡Ya, Horan! ¡Tú pateas porque te mueves mucho!"

"¿Y? ¡Al menos no asusto a la gente con palabras sin sentido mientras intentan descansar!"

Louis se mofaba viendo la escena, esos dos no cambiaban para nada. Pronto, su atención fue centrada en la puerta del baño siendo abierta, revelando a Zayn; este secaba sus manos sacudiéndolas en el aire, y esparciendo gotitas de agua por todo el suelo.

El morocho alzó la vista, y lo primero que vio fue a Harry y Niall, parloteando como siempre lo hacían. Se tomó un respiro, y fue ahí cuando reparó la presencia del recién llegado.

"¡Boo!" Brincoteó emocionado, llegando a su costado. "Te extrañamos, ¿cómo te fue?"

"Yo a ustedes, todo excelente Zee, por fortuna nada fuera de lo normal."

"¿Si? ¿No tuvieron ningún inconveniente? ¿Comieron bien? ¿Bebieron suficiente agua? ¿Se ducharon?"

La torrente avalancha de preguntas, le cayó encima.

"No, todo perfecto... Si, llevamos provisiones y en el pueblo igual compramos alimentos, uhm, el agua no faltó y si, en el lago." Fue contestando en orden y levantó sus dedos para contabilizar sus respuestas.

"¡Me alegro! Es bueno que ya estés aquí." Celebró, encontrando el ramo que su amigo tenía todavía escondido. "¿Y esas para quién son?

"Es claro que no para ti."

"De todas formas no me gustan las flores, así que no te las recibiría." Se pavoneó, realizando un ademán para restarle importancia a ese asunto. "Pero hablando de los detalles... ¿Lo conseguiste? ¿Ahora si?

"Lo mandé a hacer hoy con el orfebre, lo tienen listo en una semana." Respondió, en un susurro.

"Si quieres te puedo acompañar a recogerlo cuando esté." Se ofreció, mirándolo de soslayo. "¿Y el costo?"

"Elevado, pero no importa, sé que valdrá la pena."

Lo cierto es que a Louis le llevó años juntar todo el dinero que pagó hace unas horas por aquel pequeño detalle para Harry, y lo más sorprendente de todo, es que no le pesó para nada entregar cada franco establecido para obtener lo que quería.

Le habían comenzando a remunerar su trabajo, y hubo un aumento para todo el personal del castillo, incluidos los mosqueteros. En realidad, recibían cuotas por su arduo labor, y aunque Harry siempre le decía que si necesitaba algo, no dudara en pedirlo, nunca lo había hecho; lo poco o mucho que ahora tenía, era a base del sudor de su frente.

Y estaba muy bien así.

"¡Bueno, ya!" Exclamó Niall, asumiendo la derrota. "Yo también soy un fastidioso, ya entendí."

La pequeña batalla, Harry la había ganado, y por ello sonreía con orgullo, dejando ver los hoyuelos en sus mejillas.

"¿Ya terminaron?" Indagó Zayn, estirando los brazos hacia el rubio. "¿Quieres ir por una golosina?"

"Me vendría bien, sí." Murmuró, acurrucándose en el pecho del mosquetero. "Vamos, creo que ellos también necesitan su espacio."

"Uh, si, como en diez minutos esto de comenzará a llenar de ruidos extraños y no quiero estar presente."

"¡Zayn!" El dúo de voces sonó al mismo tiempo en reclamo.

Las risas llegaron a sus oídos y el consejero solo se dedicó a lanzarle un beso a su mejor amigo, con la burla escondida en él.

"Y dice que los melosos somos nosotros." Dijo, cuando la pareja salió por fin de la estancia.

"Igual tienen razón."

Ya no esperó más tiempo, Louis al fin le mostró el ramo de flores preciosas que traía para él. Los ojos de Harry se abrieron a tope, y ese destello que los envolvía cada que miraba algo que le gustaba, llegó de manera transitoria, al igual que el aleteo en su estómago, indicándole que las mariposas habían despertado de su sueño semanal.

"¿Son para mi?" Preguntó, tocando delicadamente con la punta de sus dedos, los pétalos.

"¿Para quién más si no?" Las comisuras del castaño se levantaron.

"Son preciosas, muchas gracias, cariño."

Con sumo cuidado, el rey las tomó con ambas manos, y se sumergió en su mundo, observando con detenimiento y fijación, uno más de los ramos que le traía cada que salía. Eso lo hacía frecuentemente, siempre que cruzaba las puertas del castillo, regresaba con detalles así para su chico.

La recompensa, era la alegría que podía ser transmitida por el menor al recibir aquello que tanto adorada y de la persona que amaba con todo su ser.

"¿Quieres un frasco para ponerlas?"

"No, aquí tengo uno."

Su regalo fue colocado en un gran florero de vidrio y acomodado con calma por tamaños: las flores más cortas quedaron al frente, y las más altas en la parte de atrás.

Al terminar, se tomó un momento para inhalar el aroma tan fresco que desprendían, y su sonrisa creció. Tan entretenido estaba, que nunca notó que Louis se estaba acercado a él por detrás.

"¿Qué hiciste mientras no estuve?" Le susurró, pasando los brazos por su cintura.

"Nada, en realidad... leer un poco, ganarle tres veces a Niall en el ajedrez, cumplir con los pendientes y todo eso, fue aburrido."

"Ah, te hace falta un poco de diversión, ¿no?"

Aquello había salido en un hilillo de voz cerca de su oreja, y una sensación bastante conocida, le empezó a viajar por todo su sistema. Cerró sus ojos por un santiamén, y después, procedió a darse la vuelta, dejando en el aire, el aroma a jazmín que su cabello soltó por el movimiento.

"¿Qué clase de diversión?" Murmuró con burla, observándolo a través de sus tupidas pestañas.

"La que tú quieras, yo te puedo dar lo que necesites."

"Uhm, creo que alguien me extrañó mucho."

El mayor terminó con la poca distancia que restaba entre ellos. Su vista viajó desde la boca de Harry, hacia sus ojos, varias veces, provocando una tensión que hace varios días no había en la estancia.

"Claramente. Es decir, llevo una semana afuera." Siseó, sacando la punta de su lengua, e inició a bordear el labio inferior ajeno con lentitud.

El aliento de Harry quedó atascado en su pecho, y dejó salir la bocanada de aire cuando las manos de Louis le apretaron con premura la cintura. Se derritió con el contacto, y con la necesidad a flor de piel, su primer instinto fue juntar sus labios para aliviar todo eso que le estaba quemando por dentro.

Lastimosamente, había algo más importante que hacer.

"Antes de que esto termine en algo comprometedor, debes saber que mi madre nos espera en su estancia." El ojiverde comentó, con desgano. "Así que ahora, no podemos hacer mucho."

"¿De verdad?" Soltó un poco su agarre. "¿Qué ocurre?"

"No lo sé, solo dijo que quería vernos lo más pronto posible, y si mi lógica no me falla, creo que eso es..." Simuló meditar, torciendo la boca. "Ahora mismo."

El cuerpo del mosquetero se aflojó, dejando caer de lleno sus brazos a los costados y miró al techo suplicando un descanso a lado del rey. Por desgracia, tendría que ser más tarde, ya que sin remedio, y quedándose con las ganas de poseer a Harry de mil formas, tuvo que acatar la indicación.

"Me lo debes." Gruñó, dando un último lametón sobre los pomposos labios rosados. "Vamos."

Harry soltó una risa muy leve, antes de devolverle la acción, dejando al final un beso apresurado y malhecho.

♤◆♧◆♤◆♧◆♤

Llevaban un rato esperando en la estancia de Anne, según el recado enviado por uno de los guardias, los había citado ahí para tratar temas importantes.

Harry terminó sentándose en el gran sofá de tres plazas, y Louis se quedó de pie, hojeando uno de los tantos e infinitos libros que habían en el lugar. Lo abrió en cualquier página, solo para tener una distracción en lo que aguardaban lo que sea que fuese a ocurrir.

Estaba nervioso, no iba a mentir. Su pulso acelerado y sus manos transpirando dentro de los guantes de cuero, eran las señales más comunes, de que el estrés lo aquejaba como esas ocasiones en las que tuvieron reuniones, sin saber el verdadero trasfondo.

Pero se sentía diferente, un presentimiento raro, extraño, no sabía si era bueno o malo, pero ahí estaba, encajándose en su pecho.

Eso, hasta que la puerta se fue abriendo, tras el empuje de una personita que hace meses no veían.

Sus rostros se alumbraron.

"¡Adivinen quién está aquí!"

A Harry casi se le parte la cara por la inigualable sonrisa que mostró, y como acto reflejo, extendió de inmediato sus extremidades superiores, en espera de recibir a la invitada.

"¡No puede ser, un insecto!" Exclamó, antes de sentir unos brazos cortos, envolverse en su torso.

La niña de aparentes cuatro años, corrió hacia él, saltando sobre el sofá y tirándose encima suyo. Se apretujaron con brío, pues el no verse tanto tiempo provocaba que se extrañaran de una forma exagerada.

Fedra era la hija de Gemma, una niña que llevaba la sangre de los Styles en todo su ser. Tenía los ojos de su madre y la sonrisa de su padre, su cabello era largo, ondulado y rubio como el de Gustav, pero también había heredado esos preciosos hoyuelos que se formaban en sus mejillas al sonreír.

Para sorpresa de nadie, también tenía el espíritu guerrero impregnado en si misma. Era impresionante el desarrollo que tenía a tan corta edad, además de la inteligencia que poseía.

Y sin duda, Gemma estaba haciendo un excelente trabajo como su progenitora, la educó como Anne lo hizo con ella y su hermano, todo a su semejanza.

La pequeña era un remolino de energía acumulada, que salía cada que venía a visitarlos. Louis amaba eso de su sobrina, le encantaba jugar y divertirse sin preocupaciones.

"¿Cómo estás? ¿Qué tal te ha ido?" Harry la interrogó.

"¡Bien! ¡Ya quería verte!" La chiquilla se levantó, comenzando a brincar en su pie derecho repetidas veces. "¿Dónde está tío Lou?"

"Si fueras más observadora, te darías cuenta." Habló el mosquetero, haciendo que Fedra se girara sobre sus talones. "¿Acaso no te he dicho que siempre tienes que estar atenta?"

"¡Tío Boo!" Chilló, y con una rapidez increíble, tomó carrera para llegar a él.

Este la apapachó, y la despegó del suelo, cargándola para quedar a la misma altura.

"¡Hola princesa! ¿Cómo estás?"

"¡Muy bien! Desde que mamá me dijo que vendríamos una semana entera, me preparé trayendo todas mis cosas para jugar."

"¿Qué trajiste?"

"Tazas, mi tetera, algunas muñecas y también el escudo y la espada que me regalaste." Llevó la cuenta con sus deditos, sin borrar la alegría de su faz.

Porque si, Louis le había mandado a hacer una pequeña espada, que no fuera peligrosa. Claramente tuvo que preguntarle a su madre si le daba permiso de otorgarle una a la niña, porque en uno de los entrenamientos, había quedado encantada con la habilidad del castaño y le rogó que le prestara la suya.

No lo hizo por su seguridad, pero tras ver el llanto corriendo por la cara de su sobrina, no pudo evitar ir con el herrero al día siguiente, a pedir la fabricación de una espada de su tamaño y sin filo alguno.

Solo para darle el gusto a Fedra.

El escudo llegó después, únicamente para complementar el obsequio.

"¿Podemos jugar?"

"Más tarde, ahora estamos esperando a tu abuela, ¿Ya la saludaste?"

"¡Si! Venía con mi mamá y mi papá, pero son muy lentos y se quedaron atrás."

El encanto de la niña era genuino, cualquiera que la conociera, terminaba amándola con cada latido, se ganaba a las personas por su forma tan espontánea de ser, su educación era extraordinaria, la amabilidad, el ángel que tenía era puramente adorable.

"¿Por qué no avisaron que vendrían?" El rizado se acercó, dirigiéndose a Fedra. "Siempre me mandas una carta semanas antes y ahora no lo hiciste."

"Mamá dijo que era sorpresa, que no podías saber." Comenzó a jugar con las mangas de su abrigo. "¿Te gustó la sorpresa?"

"Me encantó."

Las voces fuera de la estancia se escuchaban cada vez más cerca, anunciando la llegada de Anne, Gemma, y ante la voz masculina que las acompañaba, sabían que se trataba de Gustav.

Pronto, el espacio se llenó de abrazos y besos de bienvenida, la princesa también extrañaba estar ahí, echaba de menos a su hermano.

"Traje jaleas, frutillas y un nuevo platillo de carne que probé hace unos días."

"¡Fantástico! Moría por verte, Gem."

Solían escribirse cartas, mandarse señales de vida con frecuencia pero no era lo mismo, fue complicado separarse luego de vivir juntos prácticamente toda su infancia y adolescencia. Pero eso no cambiaba nada, su lazo seguía siendo fuerte, tanto, como si nunca se hubieran alejado.

"¡Mis bebés!" Chistó Anne, emocionada de tener a su familia casi completa. "Me alegra tanto tenerte aquí, mi amor."

"Y a mi me gusta venir, mamá." Gemma le tomó de la mano. "Gracias por siempre recibirnos tan bien."

"Tú sabes que esta es tu casa, y la de Gus."

"Muchas gracias Anne, siempre es magnífico visitarlos." Agradeció el chico, esbozando una leve sonrisa reconfortante.

Para ese punto, Louis ya no estaba pendiente de la conversación. Ahora, se dedicaba a jugar con Fedra, ambos estaban sobre la alfombra, tirados y haciendo lo que parecía ser una rutina graciosa de ejercicio.

O como la niña lo llamaba, su entrenamiento de combate.

El rey los observaba con cariño, deleitándose con el sonido que el castaño hacia al reír, y la convivencia tan bonita que tenía con la menor. Nunca pensó que su pareja, sería tan bien recibida en su familia.

Ahí estaba, errando sus predisposiciones, cuando vio que Anne le entregó a Louis, las llaves de su habitación; o desde que Gemma, en cada una de sus visitas, le empezó a traer obsequios, incluyéndolo en su círculo social.

Louis era parte de los Styles.

Y Harry, llevaba el Tomlinson grabado en el alma.

"Tomen asiento, por favor." La reina habló, sacándolo de su ensimismamiento. "Necesito hablar con ustedes."

"¿Sobre qué?" Gemma se adelantó a todos, apartando su lugar en la sala.

"Ya lo sabrán."

Dicho esto, los hermanos compartieron miradas, algo confundidos y preocupados a la vez, no sabían que esperar porque cuando su madre se ponía misteriosa, tendían a ser noticias no tan benéficas.

Minutos después de que tomaron asiento, la reina dio acceso a dos individuos, encargados de llenar la mesa de centro con golosinas, pan y té caliente recién hecho.

"¡Comida!"

La niña se abrió paso entre los muebles, llegando con entusiasmo hacia los aperitivos. Tomó con su manito un trozo de tarta, y se lo mostró a su madre, pidiendo permiso para comerlo. Ella accedió, y sin ninguna intromisión, le dio un gran mordisco disfrutando de su sabor.

El mosquetero aprovechó ese momento, para ir a sentarse a un lado de Harry.

"Bueno, me alegra mucho tener a mis dos retoños aquí." Inició la mujer mayor, luego de recibir la taza de té servida con anterioridad. "He estado analizando un tema muy importante estas semanas."

El ambiente cambió de un instante a otro, pasó de ser tranquilidad, a un espacio incierto, con la duda flotando y esperando ser sujeta por alguno.

"¿Pasa algo malo?" Gus se inclinó hacia adelante. "¿Le podemos ayudar?"

"No, hijo, no es grave." Le contestó calmadamente. "Solo... es con respecto al gobierno de nuestro reino, a la dinastía."

Las facciones del ojiverde se retorcieron, tragando saliva, mientras que Louis apretaba su mano para transmitirle el desconcierto que le estaba asaltando.

"Harry... yo te mencioné algo hace un tiempo, y te lo he dicho recientemente..." Tarareó su madre, jugando con las pulseras de su propia muñeca. "En teoría, la descendencia es parte importante de nuestro cargo, y eso no cambia de ninguna forma."

Los presentes guardaron silencio, menos Fedra, ella solo se dedicaba a correr por el espacio libre en la estancia, sin reparar la conversación tan objetiva que transcurría.

"Nunca me opuse a tu relación con Louis, porque eres feliz con él y eso es lo más importante para mi." Confesó, regalándoles un momento de paz. "Sin embargo, para serte honesta, estuve pensando en las soluciones para conservar nuestro linaje."

"¿Soluciones?" Inquirió Gemma, con la ceja arqueada.

"Si, estuve leyendo los tratados de nuestros ancestros, busqué los pergaminos pasados, y leí un par de cosas que son de nuestro interés."

"¿Qué encontraste?"

"Bueno... una de las cosas que pude rescatar, y la que más me convenció al principio..." Hizo una breve pausa, inhalando profundamente. "Fue que alguna doncella, nos diera a un heredero."

Harry retuvo la respiración unos segundos, al escuchar la terrible oración que su madre soltó. Estaba de más decir que su chico palideció, el estómago se le contrajo y sus fosas nasales se ampliaron por la forma tan grotesca de inspirar.

¿Era una mala broma?

"¿Tú estás diciendo que..? Yo no-" Pero el rizado no pudo continuar, porque fue interrumpido por la voz autoritaria femenina.

"Espera." Pausó el intento de argumento. "Déjame terminar. Mi primera idea, fue que alguien de la nobleza tuviera la dicha de procrear contigo... pero eso iba a representar una responsabilidad muy grande para quién aceptara y además, sería cruel separar a un hijo de su madre."

"¿De verdad consideraste eso?" La princesa lucía perturbada. "¿En qué momento creíste que sería buena idea?"

Anne la miró muy sorprendida, casi nunca la cuestionaban de ese modo.

"¿Disculpa? Gemma, no me hables así. Estoy diciendo lo que pensé, en ningún momento dije que así sería." No quiso sonar enérgica, pero no lo pudo evitar.

"Aún así, ¿Cómo pudiste pensarlo? Es algo que tú no harías, no obligarías a Harry, no lo harías estar con alguien solo para tener asegurada la corona." Gruñó, con la incredulidad pintando sus palabras. "Eso no sería justo para él, ni para su relación con Louis, sería una falta de respeto."

Por su parte, los involucrados se mantuvieron en silencio, escuchando la corta discusión que había entre madre e hija. El mosquetero no quiso comentar nada al respecto pero le daba todo el apoyo a la princesa, sabía que ella tenía razón y también le causó extrañeza la propuesta de Anne.

"Lo pensé porque fue lo más coherente en su momento." Entrecerró los ojos, con enfado al escuchar el tono de voz de su primogénita. "Te repito, no estoy diciendo que es la decisión final, si me permites terminar de explicar, podrán entender."

Entre ellas nunca se peleaban, era muy raro que hubiesen desacuerdos, pero todos conocían a Gemma, y cuando algo no le parecía, simplemente lo hacía saber.

"Perdón, tienes razón." Musitó, acomodándose en su lugar, y Gustav posó la mano sobre su muslo para darle calma. "Te escuchamos."

"Gracias." Retiró la vista de su hija, y la llevó hacia Harry. "Como decía, eso fue lo primero que me vino a la mente pero tu hermana tiene razón, eso no es lo más apto para nadie."

"Y aunque lo fuera, no aceptaría." Por fin, pudo decir lo que opinaba. "Sinceramente, madre, yo no podría hacerlo, no me prestaría a eso porque yo estoy con una persona que amo y respeto sobre todas las cosas. Además, ¿qué doncella permitiría que la usaran para un acto tan ruin? Es una bajeza, no puedes simplemente usar a una persona así."

Harry había madurado notablemente, la toma del trono, lo había hecho crecer en todos los aspectos posibles. Ya no era aquel niño que creían pequeño, indefenso e inocente, no, ya era todo un hombre de veintiséis años que sabía lo que hacía y lo fundamentaba con las leyes.

Poco a poco demostró que sabía manejar a todo un reino, y tratar de una forma digna a todo aquel que servía a su corona.

"Queda claro que tú, jamás harías algo que dañe a un tercero. Por eso, la idea quedó descartada." Añadió la reina, poniendo fin a la controversia. "Me disculpo por la intención, pero fue lo más lógico que vino a mi mente en ese instante."

Anne se mantuvo firme y fuerte a pesar de todo, ella era una gran mujer, tenía mucho por delante, y tuvo que aprender a no vivir del ayer.

Claro que como cualquier persona, tenía sus días buenos y sus días malos, tardes en las que lo único que hacía era mirar al cielo en busca de su esposo, pensando en si se encontraba bien, o si ansiaba tanto como ella, encontrarse de nuevo.

Tiempo al tiempo.

"¿Entonces?" El menor cuestionó, mordiendo la uña de su dedo índice. "¿Qué otra opción existe? ¿Cambiar las leyes, quizá?"

Louis ya tenía un enorme nudo en la garganta. Cada vez que alguien tocaba el tema, no podía alejar los nervios y la sensación tan estrepitosa de querer salir huyendo.

Por su romance, estaba en juego la casta pura, la jerarquía; en repetidas ocasiones se sintió culpable por eso, por ser un chico que no podía darle un hijo al rey.

"No Harry, no puedes ir por la vida cambiando lo establecido a tu beneficio, eso no es correcto. Con la que fue cambiada, es más que suficiente, es en lo que se pudo ayudar y no hay más." Impuso, de forma atinada.

Harry no se opuso, porque sabía que su madre tenía razón, no podía eludir las cosas, haciendo solo modificaciones en los preceptos.

"Bueno..  descartando eso, lo siguiente que pude recabar, es que en teoría, al no tener una descendencia directa tuya, la corona tendría que pasar a tu hermana."

Gemma arrugó la nariz y Gustav frunció el ceño, ambos fuera de órbita.

"Imposible, yo ya no vivo aquí. Mi deber está en otro lado." Explicó, enterrando los dientes en su labio inferior. "Además, solamente podría tomar el mando si se habla de una muerte prematura por parte de Harry."

El ojiverde se tensó con la cruda mención.

"Yo no quiero morir aún." Susurró, con la voz temblorosa.

"Lo más probable es que yo me muera antes." Mencionó la princesa con naturalidad.

"¡No digas eso!"

"Yo soy más vieja que tú, ley de la vida."

"Calma, no hay por qué pensar en ese tipo de cosas, no ahora. Esto solo lo hago porque necesitamos dejar en claro lo que va a pasar en futuro muy lejano." Recriminó Anne, ahuyentando los miedos que le fueron acarreados. "Retomando, en este caso, si no pasa a tu hermana, tendría que ser alguno de tus primos, hijos de los hermanos de mi Desmond."

El cerebro de Louis hizo corto circuito con aquellos enlaces parentales que trataba de entender.

"No convivimos mucho con ellos."

"No recuerdo ni sus nombres."

"¡Vinieron a tu boda!" Espetó Harry, con una mueca burlona.

"¿Ah? No me enteré, estaba muy ocupada casándome y después en una batalla a muerte, lo normal."

Una desinflada risa salió de sus gargantas.

"Como sea, esa idea no me agrada." Gemma suspiró, perdiendo su perfecta postura y extendiéndose sobre el pecho de su amado.

"Ni a mi." Secundó su hermano, recargando la cabeza en el hombro de Louis.

"Bien, como esta plática es para concluir ese tema en familia, solo queda una opción y para mi, después del arduo análisis, es la más adecuada."

"¿Cuál?"

Ella no respondió.

Con su cabeza, hizo un movimiento hacia el frente, señalando a una criatura que corría de un lado a otro, haciendo saltos extraños y arrastrándose de vez en cuando por la duela o alfombra.

Harry y Louis tuvieron que girar, ya que se encontraban viendo del lado opuesto a la zona indicada. Mientras tanto, los padres de la niña tenían los ojos bien abiertos, parpadeando sin creerlo.

"Fedra." Siseó el mosquetero, sonriendo con discreción.

"¿Qué? ¿Mi hija?"

"La corona pasaría inmediatamente a ella, por el grado de proximidad en cuanto a parientes." Anne dijo, en un suspiro.

"¿Pero que hay del reino de Gustav? En todo caso, Fe tendría que estar gobernando sus tierras." El rey comentó, volviendo la vista a su familia.

Un silencio bastante incómodo se filtró en la sala, las miradas se intercambiaban entre sí, buscando clarificar el tema. No querían que ocurriera lo de hace unos años. La persona que tomara el trono, no lo iba a hacer de forma repentina y llevaría la preparación necesaria desde antes.

"Mamá... si Fedra se queda a la cabeza de nuestra dinastía, estarías dejando sin monarca al reino de Gus, ¿de acuerdo?" La princesa dedujo.

"Relativamente, si. A menos que él tenga hermanos, se podría presentar una situación similar."

"Soy hijo único." Habló con pesar.

Demonios.

La mano derecha de Gemma, rascaba su mentón dubitativamente, hundiéndose en un gran abismo de pensamientos que revoloteaban en su cabeza sin consideración.

"Quiero decir... estás diciendo que por jerarquía, mi hija tendría que tomar el puesto de su tío." Dicho esto, se puso de pie, comenzando un andar por el perímetro. "Y en todo caso, yo tendría que darle otro hijo a Gustav para cumplir con los requisitos de su gobierno."

"¡No! Por dios, amor, yo nunca dije que tendrías que tener otro hijo." Aclaró, escandalizada. "No puedo obligarte a eso, ni siquiera tu esposo, nadie. Y tampoco los puedo orillar a que sea mi nieta, la encargada de llevar nuestro castillo, al final, todo esto es pura premonición."

"Es un tema complicado." Harry aportó, y se talló los ojos. "No sé cómo resolverlo."

Louis le pasó el brazo por sus hombros, acercándolo un poco más y permitiendole que escuchara los golpeteos acelerados en su tórax. Iba a llorar, ahora se sentía más responsable que nunca.

"Yo si sé como."

Gemma no tardó mucho en comenzar a desabrochar el gran abrigo que traía encima, bajo las miradas inquisitivas y curiosas.

"Cariño, ¿qué se supone que ha-"

El tiempo se paró cuando el rostro de la reina se deformó con estupor, Harry recobró la felicidad y Louis, cubrió su boca con una de sus manos sin dar crédito a la realidad.

"¡De ninguna manera!"

"¿En serio?"

"¡No te lo creo!"

La princesa posó ambas manos en su vientre ligeramente abultado, éste había aumentado de tamaño y el cambio era notorio. Su esposo mordía su propio labio satisfecho, aproximándose a ella para abrazarla por la cintura.

"Era una noticia que veníamos a darles." Gustav apenas y podía contener su euforia. "¡Hay otro bebé en camino!"

"¡Voy a tener un hermanito!" Fedra celebró, bailando sin ningún ritmo en medio de la estancia.

"¿Lo sabías y no me dijiste?" Su tío menor, le reclamó.

"Mis papás me prometieron golosinas si no te decía."

"Convenenciera."

"Con... ¿Qué?"

Las risas nerviosas estallaron entre las cuatro paredes, justo antes de que los elogios comenzaran hacia la feliz pareja.

Gemma estaba formando la familia que quería, a pesar de que con su chiquilla se había precipitado. Al principio tuvo miedo por ser primeriza en ese aspecto, pero conforme el paso de las semanas, vivió un embarazo muy bien atendido, gracias a su familia y a la de su esposo.

Ahora, iba a criar a un bebé más y ella rezaba todas las noches que fuera un niño.

Siempre tuvo claro lo que anhelaba para su futuro, ser independiente era parte de su lista de deseos. Y ya lo había logrado.

Louis le dio su más sincera felicitación; de manera oficial, sería tío por segunda vez y no podía esperar el nacimiento del siguiente rayito de luz. Se alejó un poco de la bulla contenida por las buenas nuevas y prefirió ir dónde la niña.

"¿Estás emocionada?"

"¡Si! Mami dice que podré jugar con el bebé cuando nazca."

"Los bebés no son juguetes." Se burló, enternecido. "Tendrás que esperar a que crezca."

"¡Yo lo cuidaré!" Colocó las manos en su cintura, e infló su pecho para reafirmar la postura. "¡No dejaré que nadie le haga daño a mi hermanito!"

Sin duda, era hija de Gemma.

"Ojalá no crecieras." Dijo para si mismo, apretando los labios con melancolía. "La vida de adulto es un asco."

"¡Yo quiero ser grande! Para ser una mosquetera, como tú." Fedra pestañeó, dando varios aplausos.

"Serías la mejor que haya existido en años "

"¿De verdad?"

"Ajá. Tendrían que adorarte como a una diosa porque lo más seguro es que tus habilidades los dejarían boquiabiertos."

El suspiro que salió de Louis, fue a causa del baúl de recuerdos que abrió con la grata situación. Tuvo un corto viaje al pasado, al año en que su vida dio un cambio de la noche a la mañana, al ser aceptados como personal del castillo.

Dónde inició todo, con su destino incierto. El día que un mosquetero, le dio el rumbo a su vida y la ocasión dónde se encontró por primera vez con el amor de su vida, sintiendo las piernas como gelatina y el corazón en las orejas.

Entre pensamientos, caminó hacia la silla donde había dejado su sombrero y lo siguiente fue tomarlo con sus manos para regresar con su sobrina. Los orbes de Fedra lo veían con admiración, centellando de júbilo y mostrando con una sonrisa sus dientecitos blancos.

Y así como lo hicieron con él, le colocó su sombrero en la cabeza a la niña, riendo al darse cuenta que le quedaba grande y tuvo que sostenerlo del borde para descubrir su frente.

"Aquí está su corona, futura reina Styles."

"¿Uh?" Ella parecía desconcertada, ya que torció la muñeca en un ademán de duda.

Harry no apartaba sus ojos de la figura de su pareja, corroborando que tenía el más grande tesoro a su lado.

"Nada, mi pequeña mosquetera." 

♤◆♧◆♤◆♧◆♤

"A ver, dilo de nuevo."

"¿Tan difícil es?" Zayn estaba hartándose. "Boo, han sido cuatro veces las que lo hemos repetido."

"Pueden ser cinco, y eso no me quita las ganas de querer vomitar." Dijo el castaño, haciendo un puchero. "De nuevo."

Liam no reclamó nada, solo aceptó de inmediato y tomó su posición, colocando sus brazos cruzados y mirando al horizonte con desinterés. En cambio, el pelinegro tuvo que recargar su tolerancia al cien por ciento, viendo al cielo para serenarse.

"Entonces, tu llegas con Harry, le dices lo lindo que se ve, y le entregas el anillo, ¿Qué es lo complicado?"

"¡Zee!" El ojimiel le recriminó. "Hazlo bien, es momento de ayudar a Boo."

"¡Es que ya me cansé y tengo hambre!"

"Vamos a comer después de esto, una vez más, por favor." Imploró, juntando ambas palmas a la altura de su pecho. "¿Si?"

"Me vas a deber un favor muy grande, Tomlinson." Advirtió, apuntándole con su índice.

"Prometo no molestarte de nuevo cuando estés teniendo sexo con Niall."

"¿Qué? ¿En serio hiciste eso?" Liam no pudo contener la carcajada.

"Me justifico, la puerta estaba abierta y Harry me había mandado por Niall. Yo no sabía que iba a encontrar escenas explícitas entre este y el consejero." Codeó al implicado, quién tenía el rostro tan rojo como un tomate.

"¡Cállate Louis!"

"¿Y cuando tú nos molestas? ¡Ahí si tenemos que aguantar!"

"¡Payne! ¿Te estás revelando?"

"Te está afectando juntarte mucho con Krov." Las cejas de Louis bailaron de arriba hacia abajo. "Eso de ser su mano derecha, me parece muy conveniente."

"Uh, si, bastante conveniente." Se mofó Zayn. "Te está incitando a hacer cosas malas, ¿No es así?"

Liam pasó saliva un tanto nervioso, la atención ahora estaba enfocada en él, y eso no le gustaba. Menos cuando insinuaban cosas que definitivamente no eran ciertas.

O quizá, lo eran.

Porque con el transcurso de los años, su convivencia con Krov fue más frecuente y terminaron conectando muy bien en varios aspectos. Todavía tenía sus miedos, no quería ser la segunda opción de nadie, pero cuando logró ver la sinceridad en los ojos del jefe de los mosqueteros, asegurándole que sus intenciones eran totalmente buenas, tal vez optó por darle una oportunidad de conocerse a paso lento.

El muchacho en definitiva lo apreciaba mucho, y aunque no había nada en concreto, la puerta estaba abierta para aquello que el destino decidiera.

"Bueno, ya, basta." Habló, eliminando cualquier indicio de sospecha. "Zee, entra en tu papel y sé Louis, yo seré el rey otra vez."

Dos amigos se observaron con una sonrisa cómplice, mientras que el tercero se colocaba como habían quedado.

"Bien, lo haré una vez más."

Zayn se posicionó enfrente de Liam, y le sonrió con dulzura, obteniendo el mismo gesto de su parte.

"Te vas a hincar en tu rodilla izquierda, y la derecha la vas a doblar al frente, así." Le mostró la forma correcta de agacharse, y prosiguió. "Después, vas a sacar el anillo de tu bolso, y se lo mostrarás." Fingió sostener la sortija entre sus dedos, y la tendió ficticiamente. "Y vas a decir, Harry... ¿te gustaría casarte conmigo?"

"No." Respondió Liam, haciendo un acto teatral muy fuera de lo planeado. "Yo jamás me casaría con un mosquetero."

"De acuerdo, me largo." Zayn palmeó su frente con fastidio, levantándose del suelo y sacudió sus rodillas. "Los detesto."

Los dos chicos se botaron de la risa, festejando la misera tolerancia que su amigo les tenía.

"Ya, bien." Louis inspiró, inflando sus mejillas y acomodó su casaca. "Puedo hacerlo, claro que puedo."

"¿Me dejas ver el anillo?" La pregunta fue hecha por el ojimiel.

"Lo verás en el dedo de Hazz." Contestó con seguridad.

"¿Y si te dice que no?"

"¡Payno!"

"¿Ahora qué? ¡Puede pasar!"

"Eres increíble." Zayn le rodeó por los hombros. "Tienes una manera tan sutil de decir las cosas."

"¡Lo sé!"

El castaño sabía que no podría vivir nunca sin ese par y sus ocurrencias, siempre unidos, acompañándose en cada logro y derrota de su vida. Ganando batallas, entrenando hasta el cansancio y mejorando día a día; habían sacudido el peso del mundo de sus hombros y no tenían nada que demostrar.

Eran los tres mosqueteros.

♤◆♧◆♤◆♧◆♤

La carga del arreglo de flores era superior a lo que imaginó, estando ya a unos cuantos metros de la entrada hacia la estancia del rey, creyó que hubiese sido más conveniente que alguien de servicio lo ayudara.

No sabía bien que cantidad de vegetación traía, pero se veía bastante colorido y bonito, con eso le bastó.

Uno de los guardias, amablemente le ayudó empujando la puerta para dejarlo entrar, y Louis, solo pudo dar las gracias con su cabeza, pensando que el hombre no era tan servicial por no ayudarle a cargar.

Lo primero que hizo, fue dejar la gran canasta sobre la mesa del comedor, recobrando el aliento y calmando su acelerada respiración. Después, trató de tranquilizar todo lo que estaba pasando en su sistema, sentía su estómago revuelto, las manos le temblaban, y su labio ya estaba rojo de tantas veces que lo mordió.

Repitió en su mente las líneas que tenía que decir, no era tan complicado, solamente tenía que dialogar, esperar una respuesta, y llorar si era positiva o negativa.

Lo haría, ya estaba ahí.

Tardó mucho tiempo al parecer, porque al escuchar ruido en la estancia, Harry tuvo que salir a ver de qué o quién se trataba, encontrándose con un Louis turbado, moviéndose con la ansiedad desbordando, y un enorme arreglo floral esperando en la mesa de su comedor.

"Cielo, ¿Qué es esto?" Atinó a decir.

"¡No, espera!" Louis se aproximó a él con tres zancadas, y lo tomó de los hombros para girarlo en su propio eje, dejándolo de espaldas.

"¿Qué te pasa?" Le sembró el dilema, y en el rostro tenía plasmada la confusión.

"No mires, aguarda un minuto." Rogó, regresando a su lugar e intentó sosegar sus impulsos.

Con prisa, se quitó los guantes y el sombrero nuevo, aplacó sus cabellos rebeldes con una mano, y con la otra, hurgó en su pantalón, buscando ese arito de oro que le entregaría.

"¡Diablos, no!"

El sonido de la sortija chocando contra el piso, y rodando debajo de uno de los sofás, hizo que lamentara su existencia en el mundo y rogara desaparecer.

"No puede ser."

Tuvo que agacharse, a buscar la pequeña pieza que poseía un diamente incrustado en el centro. Dos años, dos malditos años le costó juntar para pagar por él, y no aceptaría que todo terminara de tal forma.

"¿Qué ocurre?" Inquirió el ojiverde, esperando poder voltear. "¿Todo bien?" 

"¡Si! Tú... mantente así, no mires." Pidió desde el piso, metiendo su mano lo más que pudo para tantear debajo del mueble. "Aguarda un momento."

Harry no entendía lo que estaba ocurriendo, solo escuchaba los bufidos de Louis, y algunas maldiciones en voz muy baja pero perceptible.

"¿Puedo girarme?"

"¡No, quédate así!" La congoja le estaba comiendo vivo. "Un minuto."

"Es que no sé qué ocurre y me estás comenzando a asustar."

"¡Maldición!" Lo ignoró por completo, cuando alcanzó a tocar el anillo con la punta de sus dedos y lo alejó más del borde. "No me hagas esto, por favor."

La angustia lo estaba golpeando, su plan se estaba yendo por la borda, y todo por su torpeza; aún era fiel creyente de que la vida lo humillaba en ocasiones solo por mero gusto.

Estaba tan entretenido, mirando por el pequeño espacio entre la duela y el sillón, que nunca se percató de que Harry había desobedecido su petición, y ahora se hallaba arrodillado enfrente suyo, asomándose por el mismo sitio.

"¿Qué buscas?"

"Un anillo." Y ahí estaba, olvidando completamente la sorpresa por lo alterado que se sentía. "Se me fue aquí."

"¿Se te cayó?" Cuestionó con naturalidad, metiendo su delgada mano para intentar alcanzarlo.

"Si, no lo veo." Louis estaba totalmente torcido del cuello, cerrando un ojo para poder enfocar de mejor manera con el otro. "¡Moveré el sillón!"

"No hace falta." Musitó el rizado, enganchando el accesorio con la yema de sus dedos. "Ya lo alcancé."

Poco a poco, fue dejando salir su mano, para no soltarlo. El mosquetero se sintió aliviado y agradecido con los dígitos relativamente largos que su pareja tenía.

Cuando por fin, el anillo estuvo afuera, el menor lo miró con el ceño fruncido, y lo puso en su mano, analizándolo con suspicacia.

"¿De quién es esto?"

El párpado de Louis empezó a brincar de tanto estrés acumulado.

"¡No! ¡Yo te lo iba a dar!"

Todo estaba confuso en el rey, su chico parecía estar en un colapso emocional enorme, y él no podía entender ni sabía como ayudarle. Por un momento, pensó en llamar a Liam o a Zayn, que le ayudaran con lo que sea que estuviese pasando.

"¿Para qué es esto?" Se aventuró a indagar, viendo con detalle el objeto en forma de circunferencia.

"Ugh, a ver... se suponía que esta maldita sortija era una sorpresa para ti, pero lo arruiné y ahora no sé que hacer." Al fin pudo decir, con el semblante decaído.

"Es bonita, pero... ¿olvidé alguna fecha especial?"

Conectaron sus miradas en automático, y la cabeza del mayor se movió de un lado a otro, negando a la cuestión. Estaba triste, su fantástico plan se arruinó, y ahora no tenía las palabras para explicarle de que se trataba el regalo que tenía para él.

"¡No! Es... uhm... " Sus ojos se cerraron, y rememoró lo que horas antes, practicó con sus amigos. "Si, lo tengo, gracias."

No tuvo remedio, Louis pasó la mano por su propio rostro, ocultando lo avergonzado que estaba de su intención fallida. Pulcramente, Harry lo tomó de la muñeca, descubriendo la cara que permanecía con las mejillas rojas y los ojos abatidos.

"¿Gracias?" Inquirió confuso.

"No te decía a ti." Musitó, inhalando con profundidad y dio orden a sus palabras. "Como sea, yo... ehm, puedes... o más bien, ¿me dejas..? ¡No! Caray."

"Louis Tomlinson, me estoy preocupando." La paciencia estaba quedándose en ceros.

"¡Perdón!" Chilló, dando un golpe en el piso con su bota, y de inmediato le quitó el anillo a Harry, levantándolo frente a su rostro. "¡Se suponía que esto sería para pedirte matrimonio."

Bien hecho, Louis.

Todo se quedó en silencio. Fue como si el mundo dejara de girar y una bruma de incertidumbre bajara del cielo, colándose por las ventanas de la estancia. Se quedaron mirando, mudos, fue lo suficientemente incómodo como para que cualquiera de los dos tosiera de forma fingida para aliviar la tensión.

"¿Q-qué?" Harry pudo concretar, con la voz titubeante.

"Yo..." Carraspeó, sintiendo la soga al cuello. "Yo acabo de echar a perder lo que suponía, era una sorpresa."

"¿De qué se trata todo esto?"

No había salida coherente, era hora, si o si.

"En vista de que acabo de estropearlo, y que recién olvidé lo que tenía que decir, iré directo al grano. Esto es para ti." Apuntó con su mano contraria, el conjunto de flores sobre la mesa. "En algún momento, si lo recuerdas, te dije que algún día te compraría uno así, digno de ti... pues llegó ese día, espero te guste."

Los labios del rizado formaron una fina línea al no saber que agregar, simplemente meditaba las oraciones que sus oídos iban captando.

"Y también, en cierta ocasión te dije que si te querías asegurar de mi amor, esperaras a que pusiera una sortija en tu dedo..."

"Estás jugando conmigo? Porque en definitiva esto no me causa nada de gracia."

Louis estaba yendo demasiado lejos, y el menor claramente se iba a enojar cuando la broma terminara.

"¡No es juego!" Rugió contrariado. "Escucha... es, no es fácil, ¿Bien? Da gracias que no he sacado lo que ya comí, aquí mismo."

"¡Que asco!" La mueca que hizo, fue el complemento perfecto. "Ya Louis, si no hablas claro, terminaré trayendo al médico para que revise si no te golpeaste la cabeza."

Un espamo le invadió el cuerpo, al oír que lo habían llamado Louis. Eso no era costumbre, no era común que le hablara por su nombre completo, eso solo significaba molestía o desagrado.

"A ver, puedo hacerlo..." Se mentalizó, y lentamente, posicionó una rodilla en el suelo mientras levantaba la otra como Zayn se lo había instruido, postrándose delante de su gobernante. "Bien... fue fácil."

La sorpresa del rey era auténtica, su respiración se incrementó, y como acto reflejo, retrocedió un paso hacias atrás. Para evitar que se alejara más, el mosquetero lo sostuvo de la mano derecha, creando un escándalo interno sin querer.

"Harry Edward Styles... yo, quiero decir, t-tú... o más bien, nosotros... ya sabes..."

"Para, si se trata de una más de tus bromas, esta vez si estarás en problemas."

Harry no le creía del todo, en diversas situaciones, le había tomado el pelo con respecto a tener una boda pequeña, y en consecuencia a eso, esperó por varios meses una propuesta que jamás llegó. Aunque lo veían como algo divertido, la realidad es que muy en el fondo, soñaba que en algún futuro, llegara la hora de contraer nupcias formalmente.

"Amor..." Los ojos de Louis resplandecieron, y sin mayores preámbulos, le extendió la sortija perdida, mostrándola sobre la palma de su mano.

"Louis, basta..."

"Te amo con cada pedazo de mi corazón, y no me imagino una vida sin ti. Me aventuré a correr el riesgo de enamorarme de la nobleza cuando te conocí, sin importarme el precio que fuera a pagar. Me fue imposible no terminar rendido a tus encantos, a tu sutileza, a tu forma de ser, a ti en general. Eres parte de mi presente, y quiero que también lo seas en mi futuro, para toda la vida... Cariño, ¿Puedo ser tu esposo?"

Una oleada de memorias fueron recayendo en ambos muchachos. Fue una conexión súbita, coordinada, porque nunca creyeron llegar a tal punto. Cuando su relación dio inicio, lo hicieron a ciegas, sin pensar en lo que pasaría al día siguiente, sin querer cuestionar al destino y dejando la gran mayoría, en manos de la suerte.

"Estás jodiéndome." Su boca no conectó con sus pensamientos, cortando el aura romántica.

"Me gustaría hacerlo." Se burló, sin quitarle los ojos de encima. "Pero ahora, solo quiero saber una cosa."

"No sigas si esto es un mal juego." Las manos le sudaban, y eso le provocó vergüenza. "Por favor, dime que no me estás molestando."

El mosquetero le sonrió plenamente y después trastabilló el pequeño accesorio entre su dedo índice y pulgar. Estaba sonrojado, el corazón le bailoteaba por todo el tórax, y se sintió brevemente responsable por no lograr credibilidad en algo tan importante.

Tenía que reducir su sarcasmo e ironía.

"¿Te casarías conmigo?"

Con ello, el rey garantizó que esta vez, iba totalmente en serio. El martilleo de su órgano bombeante lo estaba aturdiendo, tanto que solo pudo abrir la boca dos veces y volverla a cerrar cuando nada salió de ella.

Miró la joya con los ojos cristalizados, un cúmulo de sentimientos afectándole, ¿Louis había gastado su dinero en él? ¿Algo tan costoso lo merecía? Hubo una larga lista de interrogantes en su mente, pero las dejó de lado, cuando no pudo contener más la alegría que le producía la proposición tan inesperada y espontánea.

"No..." Exclamó, con las diminutas lágrimas, bajando por sus pómulos.

"¿No?" La cara del castaño decayó y su faz se opacó.

"¡No! Es decir, ¡Si!"

"¿No es si?"

"¡Si me quiero casar contigo!" Harry trató de corregir, extendiendo su dedo anular de la mano izquierda.

El pecho de Louis se hinchó de gusto, y con finura, le puso la sortija en su lugar, dejando a la vista la piedrecilla preciosa que brillaba alucinantemente, era primoroso, lo más selecto que había costeado en su existencia.

"¿Te gusta?" Mencionó, en tanto se levantaba del piso. "Lo mandé a hacer especialmente para ti."

"Me encanta, es divino." Su mano se encontraba alzada, viendo el destello de su anillo de compromiso cuando la luz solar lo atravesaba.

"Que bueno, cielo." El mosquetero le tomó de la cadera, buscando el contacto visual que tanto necesitaba. Con su pulgar, retiró las lágrimas que no paraban de abandonar los orbes esmeraldas de su prometido. "Tendrás que decírselo a tu madre."

"Oh, los sentimentalismos." Sorbió su nariz, negando con la cabeza.

"Tú estás llorando."

"¡Pero yo me caso!"

Su futuro esposo era único, la persona que todos admiraban pero que solo él, podía tener el privilegio de amar, en cualquier estación del año, día, tarde y noche.

"Te amo tanto." Habló bajito, besando con premura la mejilla caliente del rizado.

"Yo te amo aún más." Comentó, usando el mismo tono. "¿En serio quieres casarte conmigo?"

"¿Lo dudas?"

"No, pero se ha vuelto mi concepto favorito."

Sus labios se unieron en un beso, en el que se tomaron el tiempo de saborear y absorber, la dicha y fortuna de tenerse entre sí. Louis sería capaz de derretir inviernos, inventar primaveras, e incluso alejar de todos los problemas a Harry.

Ya no eran niños, pero amarse era como un juego y cada beso lo disfrutaban como si fuera el primero, cada risa, cada llanto. La monotonía no eran tan mala si la vivías con la persona adecuada, pero se encargaban de siempre darle giros a su relación para mantener esa llama prendida.

"Puede sonar obsesivo de mi parte..." Boqueó el mayor, separándose con un chasquido de la boca que poseyó. "Y perdóname, lo siento si digo que te necesito, pero no me importa porque ya no me asusta el amor. He de admitir, que cuando no estoy contigo, soy débil, y tú... tú me haces fuerte."

Y eso, había causado una explosión de adoración en el rey.

"Lou, te he amado desde que tenía veintiuno, mucho antes de que ambos pensáramos en estar enamorados." Lloriqueó, mordisqueando sus labios mientras sus manos acariciaban el rostro de su mosquetero. "Todo lo que puedo hacer, es decirte que mis brazos fueron hechos para sostenerte, yo te amé desde el primer maldito día." Tuvo que hacer una pausa forzada, para jalar aire. "S-solo salía de mi habitación, con la esperanza de que tú estuvieras ahí... sentado, haciendo cualquier cosa que te hiciera ver como el hombre perfecto."

Louis se había contagiado con el llanto, el era quién hipaba ahora.

"No me importa lo que la gente diga cuando estamos juntos, sabes que siempre quiero ser yo, el que te abrace cuando duermes, quiero que solo seamos tú y yo para siempre..." Susurró, pegando su frente a la del rizado. "Que seas feliz conmigo."

Era tanto el cariño que brotaba de su espíritu, que podía llegar a doler. Nunca supieron disimularlo, jamás lograron callar y no lo harían bajo ninguna circunstancia

"Gracias por esta vida, y por las que sigan, porque estoy seguro que te volveré a encontrar." Dijo Harry.

"Queríamos escribir la historia sobre el príncipe y el mosquetero... creo que este podría ser otro capítulo." Respondió Louis.

Harry y Louis contrajeron matrimonio unos meses después, nada ostentoso, fuera del foco público. Nadie, a excepción de sus familiares más cercanos y personal del castillo, tenía conocimiento de tal unión, porque debían mantenerlo solo para la familia. 

No les molestaba, al contrario, disfrutaban de esa parte tan privada de su vida.

Porque el cuento seguía su curso, y la vida de ambos se asentó en una fuerza inquebrantable, un lazo resistente, y un amor más que fugaz.

Cada cual con su cargo correspondiente.

Louis, mosquetero real y encargado de las tropas de vigilancia.

Harry, rey y gobernante de Francia.

Un par de jóvenes igual de inexpertos en temas diferentes. Pero con el mismo sentimiento.

Juramento de un amor eterno.

Tenemos epílogo, por fin, después de que wattpad me sacara canas con su publicación. Espero les guste y quizá nos veamos en algunos extras más adelante.

O tal vez, en una próxima fic, si gustan continuar conmigo♥︎.

Un beso, les amo.
-María.

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