Capitulo 01

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Las luces, poco a poco fueron encendiéndose, dándole de aquel modo la bienvenida a la oscuridad, los caminos entre las calles podían distinguirse perfectamente, el fulgor de aquellas lámparas dejaba verse, mientras que las personas volvían a sus casas para descansar, las cosas habían cambiado en aquel pequeño lugar, de pasar las noches en vela, de disfrutar de la noche estrellada y el brillo intenso de la luna, habían pasado al mortífero silencio, y todo por culpa del demonio tigre.

Aquella mujer, aquel demonio al que los soldados le habían dado muerte, había sido la advertencia suficiente para colocar en alerta a todos, los ciudadanos no querían tener que vivir entre esas bestias salvajes, los demonios son peligrosos y más los que podían convertirse en animales feroces como los tigres, estos atacaban sin razón alguna, eran peligrosos, secuestraban a los más pequeños para devorarlos después, seducían a las mujeres para poder hacerlas caer en sus encantos y así obtener de ellas el beneficio de la satisfacción carnal.

O al menos eso decían los rumores, las personas podían abrir demasiado la boca en ocasiones cuando ni siquiera lo amerita, y Min Yoongi, a sus cortos nueve años, lo sabía perfectamente, inflo sus mejillas mientras miraba por el ventanal pequeño de su habitación, observando como los caminos de la pequeña ciudad se iluminaban por lamparás que colgaban de las fachadas de las pequeñas casas, y también se percato de la presencia de los guardias por las calles, caminando con lanzas con puntas afiladas en las que contenían veneno de cobras negras, alertas, esperando para saber si había alguna clase de amenaza cerca.

—Príncipe Min —Yoongi miro por sobre su hombro a la persona que le llamaba, era Seokjin, su cuidador—, ya es hora de que vaya a dormir, príncipe.

—Seokjin —el mencionado observo como el pequeño de la familia Min volvía a mirar afuera, así que no dudo en caminar hasta donde se encontraba—, ¿cuándo será el día en que podamos disfrutar de las estrellas de nuevo?

—Sabe bien que su padre mando a vigilar todo para evitar que...

—Que los demonios tigre se acerquen —completo Yoongi para después rodar los ojos—, no entiendo el por qué.

Seokjin soltó una suave risa, sí, quizás la inocencia podía ser algo que hacía a la comprensión irse muy lejos, pero Seokjin sabe que Yoongi se trata de uno de sus mejores alumnos, desde que el príncipe había cumplido los cuatro años, se percato de que posee una gran comprensión y que se trata de alguien que puede aprender de otros de forma instantánea, y sobre todo distinguir bien entre lo bueno y lo malo, Yoongi no era un tonto, pero a veces parecía que el señor Min no comprendía del todo aquello, porque jamás se dignaba a darle una buena explicación a su hijo.

—Bueno, Yoongi —el mencionado no lo miro—, tu padre quiere que todos allá y aquí —puso sus manos sobre los hombros del menor—, estemos a salvo.

—Pero —Yoongi giro su rostro y elevo la mirada para poder observar a Seokjin a los ojos—, ¿por qué las lanzas? ¿No sería más fácil hablar con el demonio tigre?

—Esas bestias no entienden, joven Min —comento Seokjin—, son seres agresivos, jamás lograrán comprendernos, ni siquiera saben nuestro idioma.

—¿De verdad?

—Eso es lo que dicen —Yoongi dejo de mirarlo y paso de nuevo su vista hacia el ventanal, mirando a los guardias, los soldados portaban el arma con fuerza y su concentración estaba puesta en alerta, Yoongi jamás entendería la razón.

Para el pequeño Yoongi, los demonios tigres no se trataban de criaturas a las que se les considerase como peligrosas, sabe muy bien que toda aquella vigilancia comenzó por el hecho de que una demonio tigre había entrado a la ciudad y había atacado a los soldados y atemorizado a los pobladores, pero también es consciente de que cualquiera, inclusive el más diminuto animal, ataca o se esconde cuando se siente amenazado, los humanos no se salvaban inclusive de hacer algo como eso, y por supuesto los demonios debían ser igual.

—Debería acostarse ya, príncipe, mañana comenzarán las lecciones de escritura, le enseñaré a escribir palabras que ya se han olvidado con el tiempo —palmeo ligeramente los hombros del niño y lo soltó—, además su padre puede enfadarse si sabe que aún no está dormido.

—Esta bien —dijo Yoongi, dándole otra pequeña mirada al paisaje nocturno y alejándose por fin del ventanal.

Seokjin espero a que el niño entrase a su respectiva cama y se arropará con las sabanas para cubrirse del poco frío de la noche, en cuanto vio que el niño estuvo dispuesto a cerrar los ojos, no dudo en llevar su mano hacia la pequeña vela que alumbraba la habitación, dispuesto para apagarla.

—Seokjin —el mencionado miro al niño—, ¿papá no vendrá a darme las buenas noches?

—Sabe que su padre es un hombre ocupado —Yoongi apretó levemente sus labios.

—Cada noche es lo mismo.

—Pero no será por siempre, joven Min —Seokjin soltó un pequeño suspiro—, descanse, recobre energías para mañana, joven príncipe.

Yoongi dio un asentimiento para después disponerse a cerrar sus ojos, Seokjin en cuanto se percato de ello, miro la flama brillante de la veladora y realizando un diminuto circulo con sus labios, soplo para apagarla, la habitación quedo casi a oscuras, pero la luz de la luna lograba filtrarse por el ventanal, afortunadamente no era molesto para Yoongi, sin más, decidió salir de la habitación del pequeño, dejándolo por fin solo para que pudiera descansar.

Mientras algunos comenzaban a dormir, otros permanecían despiertos, entre los arbustos había otro niño, sus ojos eran azules como el cielo de la tarde, su piel tan blanca como la nieve, sus cabellos sedosos dejaban ver una tonalidad muy particular, siendo los cabellos de encima blancos como la luna, mientras varios mechones ocultos debajo de estos eran tan negros como el espesor del cielo nocturno, sus dientes caninos eran levemente largos y puntiagudos, portaba una orejas que se ocultaban un poco con su cabello, afelpadas de color negro con dos puntos de color blanco adornándolas por encima, y su cola lucía un pelaje blanco con rayas negras, se movía levemente, intentando no hacer ninguna clase de ruido.

En sus cortos once años, había deseado ir hacia el lugar en donde siempre se prendían luces misteriosas por la noche, su madre le había dicho que irían algún día, y ahora... ahora se arrepentía de haberle pedido que lo llevará, un pequeño rugido salió de sus labios, su corazón seguía herido por lo que había pasado, jamás en su vida pensó que llegar a ese lugar sería la perdición de su madre, jamás creyó que aquellos humanos fueran capaces de algo tan cruel.

Pero, así como ellos le arrebataron a quien más amaba en ese mundo, él les quitaría algo preciado, sobre todo a aquel hombre que había mandado a matar a todo tigre demonio que se acercase a la ciudad, Jimin le quitaría lo que más ama, así como él le había arrebatado a su madre.

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