10. Ven Conmigo

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Escuché un claxon y me asomé por la ventana, viendo a Cheryl y a un incómodo Edward.


Sin perder tiempo, agarré mi mochila y salí de casa, saludando a Edward con la mano antes de abrazar a Cheryl.

Cheryl: Buenos días. —Besó mis mejillas y me sonrio— Estaba charlando con el señor brillitos.

Hice una mueca que Cheryl ignoró y agarró mi mochila, dejándola en los asientos de atrás de su auto.

Cheryl: ¿Cómo estas?

Samantha: —Me encogí de hombros— Cansada.

Cheryl: —Sonrió con una sonrisa ladeada— ¿Qué hiciste anoche, Sammy, que no me invitaste?

Samantha: Es por entrenar con Sam, Blossom. —Gruñí—

Entré al auto y me senté en el lado del copiloto. Cheryl solo se rió y encendió el auto, comenzando a conducir.

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Cheryl estacionó el auto en el estacionamiento de la escuela y se apresuró a bajarse para abrirme la puerta, ofreciéndome su mano.

Samantha: Gracias.

Tomé mi mochila y luego la mano de Cheryl, salí del auto y sintiendo todas las miradas puestas en nosotras.

Samantha: Genial... —Suspiré cansada, colocando la mochila sobre mi hombro—

Cheryl sonrió y me acompañó hasta donde Eric estaba repartiendo folletos del baile.

Cheryl: —Tomó un folleto y sonrió— ¿Ya tienes una cita para el baile?

Samantha: ¿En serio crees que estoy pensando en un estúpido baile en este momento?

Cheryl: No, pero sería divertido. Solo imagínalo, tú y yo bailando hasta que nos duelan los pies y... —Se acercó a mi oreja y susurró— Terminemos en tu cama.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y solté un gruñido al sentir cómo algo se endurecía en mi pantalón.

Samantha: ¿Lo haces a propósito, verdad? Sabes que mis orejas son sensibles.

Me quité la mochila del hombro y la coloqué para ocultar mi erección.

Cheryl: Lo siento, no puedo evitarlo. Eres tan linda cuando gruñes.

Se detuvo y sonrió maliciosamente al mirar detrás de mí.

Samantha: ¿Qué sucede?

Miré hacia donde ella estaba mirando y vi cómo Rosalie se acercaba, claramente molesta, con los ojos llenos de furia.

Rosalie: ¡Tú! —Gruñó, agarrándome del brazo para apartarme de Cheryl— ¿Qué crees que estás haciendo frente a la escuela?

Cheryl: ¿Y tú qué crees que estás haciendo? —Me agarró también del otro brazo, atrayéndome hacia ella— Arruinando nuestro momento.

Rosalie: ¿A eso le llamas un momento?

Continuaron tirando de mí de un lado a otro mientras se insultaban entre ellas, hasta que finalmente gruñí y me solté de las dos.

Samantha: Cheryl es suficiente. Puedes irte.

Rosalie sonrió orgullosa como si hubiera ganado, pero la miré con desaprobación, lo que la hizo dejar de sonreír y cruzarse de brazos.

Samantha: Sé lo que estás haciendo, y no es divertido.

Cheryl: Para mí sí, Sammy. —Me besó en la mejilla y se despidió de Rosalie con un gesto de la mano— Adiós, Barbie.

Cheryl se fue, y suspiré antes de mirar a Rosalie

Samantha: ¿Era necesario eso?

Rosalie gruñó y me agarró del brazo, llevándome lejos de los demás alumnos que nos observaban.

Cuando estábamos lo suficientemente apartadas, me solté de su agarre.

Samantha: No entiendo por qué los celos.

Rosalie: Sabes lo difícil que es... —Gruñó y me agarró de los brazos, atrayéndome hacia ella— No sabes lo difícil que me resulta contenerme para no lanzarme sobre ti y marcarte ahí mismo cuando te veo sonriendo y coqueteando con todas.

Abrí la boca sorprendida, no sabía qué decir; las palabras no salían, me encontraba abriendo y cerrando la boca como un pez.

Samantha: Lo siento...

Rosalie me miró sorprendida y confundida al mismo tiempo.

Samantha: Te he estado ignorando últimamente, y lo peor es que cuando te hablé de mis sentimientos por ti, llegó Cheryl y volví a ignorarte.

Agarré sus manos y las llevé a mis labios, besando sus nudillos.

Samantha: Me gustas, Rosalie Hale, y quiero que sepas que eres la única chica con la que quiero salir.

Rosalie estaba más confundida que antes; ahora era ella la que abría y cerraba la boca sin saber qué decir.

Samantha: No tienes que preocuparte por Cheryl, somos solo amigas y le gusta provocar, es su forma de divertirse.

El sonido del primer timbre anunció que las clases estaban a punto de comenzar.

Samantha: Bueno... —Dejé un último beso en sus nudillos y solté sus manos— Ya debemos entrar.

Me giré, pero Rosalie me detuvo agarrándome del brazo y atrayéndome hacia ella, pasando sus brazos por mis hombros y abrazándome.

Rosalie: Ven conmigo... —Susurró—

Samantha: ¿A dónde, exactamente?

Rosalie: —Se alejó un poco y me miró a los ojos— Al baile... Ven conmigo al estupido baile, por favor...

Sentí cómo mis mejillas ardían y volví a sentir el latir acelerado de mi corazón y mi miembro crecer por la cercanía.

Samantha: Está bien...

Rosalie sonrió y besó mi mejilla.

Samantha: Ahora, si me permites... —Volví a cubrir mi erección con la mochila— Tengo que hacer una parada en el baño.

Me alejé de Rosalie, escuchando su risa angelical, y salí casi corriendo hacia la escuela...

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Limpié mis manos después de revisar el aceite del auto de mi hermana mientras ella salía de la casa con una cubeta.

Bella: ¿Cómo te fue?

Hacía apenas unas horas que había dejado a Cheryl en el aeropuerto después de que me ayudara a buscar un traje para el baile.

Samantha: Bien. Cheryl dijo que cuando vuelva te llevará de compras.

Bella: Dijo que quemaría mi ropa si no me pongo algo de color. —Miró su atuendo— Esto tiene color.

Samantha: Sí, algo.

Revisé rápidamente la batería del auto y saqué mi teléfono, abriendo la aplicación de mensajes. Le había enviado un mensaje de buenos días a Rosalie, pero aún no me había contestado, y eso me preocupaba. Siempre que le mandaba un mensaje, ella contestaba en pocos minutos.

Alguien saltó sobre el auto, haciendo que el capó cayera sobre mi cabeza, pero no me importó y seguí viendo los mensajes que le había mandado a Rosalie.

Mi Angelito❤️

Buenos dias linda <3

Holaaaa?

Si te secuestraron manda un 2 y te voy a buscar

Fruncí el ceño.

¿Rosalie me estaba ignorando?

Levantaron el capó del auto y lo aseguraron para evitar que volviera a caer.

Rosalie: ¿Estás bien?

Aparté la vista del teléfono y miré a Rosalie, quien me sonrió.

Samantha: Sí, solo que la chica que me gusta me está ignorando. ¿Puedes creerlo?

Rosalie: —Frunció el ceño y se cruzó de brazos— ¿Y quién es esta chica?

Samantha: —Besé su mejilla y guardé mi teléfono— ¿Por qué no contestaste mis mensajes?

Rosalie: Estaba ocupada. —Suspiró— Edward está haciendo una locura.

Samantha: ¿Una locura?

Edward y mi hermana se acercaron a nosotras.

Edward: Entonces, ¿vendrás? —Le preguntó a mi hermana—

Bella: ¿Y si no les caigo bien?

Rosalie resopló y la miré sin entender.

Edward: ¿No te preocupa estar en una casa llena de vampiros, sino pensar que no te aprueben?

Samantha: ¿Por qué mi hermana estaría en una casa llena de vampiros?

Rosalie: Edward la invitó a cenar para que conociera a todos.

Samantha: Mmm, eso no parece una buena idea, sin ofender a los vampiros.

Rosalie: Gracias, al fin alguien está de mi lado... Pero ¿vienes, verdad?

Samantha: Por supuesto.

Sonreí y observé cómo una familia cruzaba la calle, notando a lo lejos el auto de Billy acercarse.

Samantha: Es mejor que se vayan. —Cerré el capó del auto—

Bella: ¿Por qué?

Edward y Rosalie vieron el auto y comprendieron.

Bella: ¿Qué pasa?

Edward: Una complicación.

Rosalie: ¿Nos vemos mañana?

Samantha: Claro.

Rosalie besó mi mejilla y se fue junto con Edward. El auto de Billy se estacionó y de él bajó Jacob.

Samantha: Hola, querido Rapunzel.

Jacob: Hola, Blanca Nieves.

Gruñí y abrí la puerta del auto para que Billy bajara.

Bella: ¿Hola? ¿Viniste a ver si la estoy cuidando? —Señaló la camioneta—

Ayudé a Billy a sentarse en su silla.

Jacob: —Rió— Se ve bien, le arreglaste la abolladura.

Bella: Sí.

Le quité la bolsa de comida a Jacob, que Billy rápidamente me quitó.

Billy: En realidad, vinimos a visitar tu televisor. Es el primer partido de los Mariners, además Jacob no deja de fastidiar con que quería verte otra vez.

Jacob: Sí... gracias. —Le dijo a su padre avergonzado—

Billy: Soy honesto, hijo.

No pude evitar reírme de lo avergonzado que se veía Jacob y lo incómoda que estaba Bella.

Charlie: ¡Vitamina R! —Mostró las cervezas de la marca R—

Billy: Bien hecho, jefe. —Levantó la bolsa de papel— Pescado con papas fritas al estilo Harry Clearwater. Tuve que quitárselas a esta. —Me señaló— Antes de que se comiera todo como la vez pasada.

Samantha: Oye, les dejé el pescado.

Jacob: Y las migajas de las papas.

Golpeé el hombro de Jacob y los demás rieron. Billy le entregó la bolsa a Jacob, y Charlie le dio las cervezas a Billy antes de comenzar a empujar su silla de ruedas.

Billy: ¿Alguna novedad en el caso Waylon?

Charlie: Bueno, no creo que haya sido un animal.

Billy: Nunca creí que lo fuera.

Samantha: Me alegro de no ser la única.

Charlie: ¿Supieron de eso en la reservación? Mantén a tu gente alejada del bosque.

Ayudé a mi padre a subir a Billy por las escaleras hasta la entrada.

Billy: Lo haré. No queremos que nadie más salga lastimado. —Miró a Bella— ¿No es así?

Abrí la puerta y dejé que todos entraran antes de cerrarla.

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Me miré por quinta vez por el espejo y observé lo que tenía puesto.

Samantha: ¿Crees que voy muy elegante?

Bella: No, ¿ya nos podemos ir? Edward nos está esperando desde hace veinte minutos.

Suspiré y acomodé mi cabello para agarrar los tres ramos de flores que había comprado esta mañana.

Samantha: Bien, vamos.

Las dos bajamos y saludamos a Edward. Entramos al auto, me senté atrás mientras mi hermana se sentaba al lado de Edward. Ellos hablaban mientras yo le mandaba mensajes a Rosalie diciéndole que ya estaba en camino.

A los pocos minutos llegamos a la casa de los Cullen. Edward fue el primero en salir del auto, usando su velocidad vampírica para ir al lado de mi hermana y abrirle la puerta.

Samantha: Muchas gracias, Edward. —Dije con sarcasmo abriendo mi puerta—

Suspiré y entramos a la casa. Edward le ayudó a quitarle el abrigo a mi hermana mientras yo acomodaba las flores de los ramos.

Bella: Esto es increíble. —Miraba a todos lados— Qué grande y luminoso es.

Edward: —Se quitó el abrigo y lo dejó al lado del de mi hermana— ¿Qué esperabas, calabozos, ataúdes, fosos?

Bella: No. Sin fosos.

Samantha: Yo esperaba menos ventanas.

Subimos unas escaleras, pero Edward se detuvo a la mitad.

Edward: No tenemos que escondernos aquí.

Subimos unos escalones más y comenzamos a escuchar música clásica.

Edward: Les pedí que no hicieran todo esto.

Terminamos de subir las escaleras y un olor a tocino llegó a mi nariz.

Rosalie: Ni siquiera son italianas.

Emmett: Una de ellas se llama Bella.

Carlisle: Estoy seguro de que les gustará de todas formas.

Rosalie: —Suspiró— Huelen eso, ahí viene la humana.

Llegamos a la cocina y Esme fue la primera en saludarnos.

Esme: Chicas, estamos cocinando comida italiana para ustedes.

Edward: Bella, ella es Esme, prácticamente mi madre.

Samantha: Hola de nuevo, señorita Esme.

Esme: Solo llámame Esme, cariño.

Samantha: Bien, este es para usted. —Le entregué uno de los ramos— Espero que le guste.

Esme: Muchas gracias, son hermosas —Dejo el ramo en la mesa— Espero que tengan hambre.

Bella: Sí, por supuesto.

Edward: Ya comió.

Rosalie apretó tan fuerte el plato que lo rompió y se acercó a nosotros.

Rosalie: Perfecto.

Samantha: Yo no había comido. —Susurré viendo la ensalada en el piso—

Bella: Como sé que ustedes no comen...

Esme: Por supuesto. Eres muy considerada.

Carlisle se puso al lado de Esme y Emmett al lado de Rosalie apoyando su brazo en sus hombros, lo que hizo que frunciera el ceño por su cercanía.

Edward: Ignora a Rosalie. Yo siempre lo hago.

Rosalie: Sí. Sigamos fingiendo que esto no es un riesgo para nosotros.

Emmett le dio un pequeño golpe en el hombro.

Bella: Jamás le diría nada a nadie.

Carlisle: Ella lo sabe.

Samantha: No lo parece.

Emmett: Sí, bueno, el problema es que todo el mundo los vio juntos...

Esme: Emmett. —Lo interrumpió—

Rosalie: No, ella debe saberlo. Toda la familia quedará implicada si esto termina mal.

Bella: Mal sería... Si el menú fuera yo.

Todos rieron, menos Rosalie y yo.

Samantha: —Suspiré y miré a Rosalie— Creo que esto no va a funcionar.

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