PRESENTAR UN PERSONAJE: ¿QUIÉN LO PRESENTA?

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Este tip no es exclusivo de los textos fantásticos (pocos lo son en realidad), pero creo que tiene especial interés porque los personajes fantásticos muchas veces presentan, además de los problemas habituales, otros propios.

Al presentar a un personaje por primera vez en un escrito necesitamos lograr varias cosas y por desgracia algunas compiten entre sí:

a) Darle una apariencia visual, que el lector pueda imaginarlo para que forme parte del "sueño vivido y continuo" (*) que se experimenta inmerso en una lectura. Hay que recordar que el aspecto de los personajes fantásticos a menudo es inusual: marcas de nacimiento, cuernos ocultos bajo el sombrero, una joroba bajo el abrigo donde oculta las alas...

b) Que sea memorable. Que cuando volvamos a referirnos a él un par de párrafos más adelante, el lector recuerde de quién hablamos. Al menos en este punto un par de alas ayudan a recordarlo.

c) Que se mencionen los detalles relevantes. Si el anciano que entra en una habitación es en realidad un mago y no hacemos mención siquiera del bastón plagado de runas que lleva, estamos haciendo trampas al lector, que es tanto como hacernos trampas al solitario.

d) No ponernos pesados. Si detenemos la narración para detallar hasta la última runa del bastón del mago, estamos interrumpiendo el sueño. Es bueno recordar que no tenemos que contarlo TODO la primera vez que el personaje aparece, y que los personajes que no volverán a aparecer más allá de una escena no necesitan demasiado detalle.

Estos puntos pueden ser más o menos sencillos dependiendo del personaje y el enfoque que tomemos para presentarlo y una de las primeras decisiones que tenemos que tomar es: ¿quién va a hacer aquí las presentaciones?

Tenemos suerte: Tolkien, consciente de que Trancos es mucho Trancos, dosifica despacio su presentación, y en ese proceso utiliza los tres enfoques.

Presentación por parte del narrador.

De pronto Frodo notó que un hombre de rostro extraño, curtido por la intemperie, sentado en la sombra cerca de la pared, escuchaba también con atención la charla de los hobbits. Tenía un tazón delante de él y fumaba una pipa de caño largo, curiosamente esculpida. Las piernas extendidas mostraban unas botas de cuero blando, que le calzaban bien, pero que habían sido muy usadas y estaban ahora cubiertas de barro. Un manto pesado, de color verde oliva, manchado por muchos viajes, le envolvía ajustadamente el cuerpo y a pesar del calor que había en el cuarto llevaba una capucha que le ensombrecía la cara; sin embargo, se le alcanzaba a ver el brillo de los ojos, mientras observaba a los hobbits.

Esta es la primera vez que Trancos hace su aparición y de momento es un mero bosquejo: está encapuchado, su aspecto es de alguien que viene de muy lejos, pero no es un vagabundo (buen calzado y ropas, pipa esculpida). Y parece que vigila a los hobbits.

La ventaja de presentarlo así es la eficacia: tenemos total libertad de contar lo que queramos de nuestro personaje. Podemos describir su apariencia, mencionar que lleva una carta en el bolsillo "cuyo contenido le preocupa" o cualquier otro detalle que sea relevante.

Su inconveniente es que no podemos mentir. Incluso escamotear información relevante es hacerle trampas al lector. 

Pero sin necesitamos retrasar la información, hay medios:

🖋 No entrar. Si el carácter y pasado de nuestro personaje es un dato que queremos retrasar, nada nos obliga a hablar de ello. Podemos presentar a un personaje solo por su apariencia externa o por sus acciones.

🖋 Contar desde el foco de otro personaje. En esta primera descripción de Trancos, el narrador lo muestra tal y como Frodo lo ve y no va más allá.

🖋 Referirnos explícitamente a la imagen que proyecta sin entrar en si es real o no "la gente decía de él que era un santo".

🖋 Adelantar e insinuar "El señor Field, caballero que no se distinguía por su perspicacia, le suponía un carácter candoroso" ("Las damas de Grace Adieu").

Presentación por parte de otro personaje.

¿El? respondió el posadero en voz baja, apuntando con un ojo y sin volver la cabeza. No lo sé muy bien. Es uno de esos que van de un lado a otro. Montaraces, los llamamos. Habla raras veces, aunque sabe contar una buena historia cuando tiene ganas. Desaparece durante un mes, o un año, y se presenta aquí de nuevo. Se fue y vino muchas veces en la primavera pasada, pero no lo veía desde hace tiempo. El nombre verdadero nunca lo oí, pero por aquí se le conoce como Trancos. Anda siempre a grandes pasos, con esas largas zancas que tiene, aunque nadie sabe el porqué de tanta prisa.

Aquí Tolkien profundiza algo más. Si antes hemos visto su aspecto más externo, Cebadilla nos da ahora un par de datos importantes: el nombre por el que se le conoce (y nombrar a los personajes da para varios capítulos); que no es un ignorante (sabe contar buenas historias); y que "va y viene", aunque nadie sabe para qué.

Las ventajas de ese enfoque son varias:

📝Es un cajón de sastre, ya que dependiendo de qué personaje presenta, podremos dar una visión u otra.

📝Aquí ya podemos mentir tanto como queramos: el personaje que presenta puede vivir muy engañado o tener interés en falsear la información.

Como desventaja, ocupa mucho más espacio, por lo que es un recurso a manejar con cuidado. Además, debemos ser coherentes con quién hace las presentaciones: necesitamos comenzar con lo que resulta más llamativo para el personaje que presenta, que no es necesariamente lo más importante.

Se presenta él mismo.

Bueno, tengo cierto aspecto de villano, ¿no es así? dijo Trancos con una mueca de desdén y un brillo extraño en los ojos. Pero espero que lleguemos a conocernos mejor.

[...]

—Primero tenía que estudiaros y estar seguro. El enemigo me ha tendido trampas en el pasado. Tan pronto como decidí la cuestión, estuve dispuesto a contestar todas las preguntas. Pero he de admitir —añadió con una risa rara— que he esperado que me aceptaran por lo que soy. Un hombre perseguido se cansa a veces de desconfiar y desea tener amigos. Pero en esto yo diría que las apariencias están contra mí.

[...]

—Que eres un individuo audaz —dijo Trancos—, pero temo que mi única respuesta, Sam Gamyi, es ésta. Si yo hubiese matado al verdadero Trancos, podría matarte a ti. Y ya lo hubiera hecho, sin tanta charla. Si quisiera el Anillo, podría tenerlo... ¡ahora!

Trancos se incorporó y de pronto pareció más alto. Le brillaba una luz en los ojos, penetrante e imperatoria. Echando atrás la capa, apoyó la mano en el pomo de una espada que le colgaba a un costado. Los hobbits no se atrevieron a moverse. Sam se quedó mirándolo, boquiabierto.

—Pero soy por fortuna el verdadero Trancos —dijo, mirándolos, el rostro suavizado por una repentina sonrisa—. Soy Aragorn hijo de Arathorn y si por la vida o por la muerte puedo salvaros, así lo haré.

Bueno, ahora sabemos algo más de Trancos sin duda. Si antes se nos ha descrito su aspecto, nombre y a qué se dedica, ahora le estamos echando un vistazo a su interior. Sabemos que se duele de la desconfianza que inspira. Que afirma estar perseguido y sentirse solo. Pero cuando los hobbits siguen sin fiarse, les hace notar que es mucho más fuerte de ellos... para de inmediato comprometerse a protegerlos, con su propia vida de ser necesario. ¿Dice la verdad? Los hobbits aún no están seguros...

Esta forma creo que es una de las más complicadas, así que aparte de Trancos, pondré otra presentación más: el comienzo de "El corazón delator", de E. Poe

¡Es verdad! Soy muy nervioso, extraordinariamente nervioso. Lo he sido siempre. ¿Pero por qué dicen que estoy loco? La enfermedad ha aguzado mis sentidos en vez de destruirlos o embotarlos. De todos ellos el más fino es el oído. Yo he escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra, y no pocas del infierno. ¿Cómo, entonces, puedo estar loco?

Con esta forma de presentar se da información por lo que cuenta, por la forma de hablar y por lo que elige o no contar. Es un enfoque con el que podemos enriquecer mucho la narración, pero también meter la pata con facilidad.

✍Necesitamos ser muy coherentes con el personaje: ¿realmente confesaría eso? Aunque lo que cuente sea cierto, ¿tiene esa imagen de sí mismo? (poca gente se considera a sí mismo un canalla, por eso la aceptación de Trancos de que su aspecto no inspira confianza es una muestra de sinceridad). ¿Sería eso lo que primero pondría sobre la mesa al hablar de sí mismo en esas circunstancias?

✍Necesitamos tener muy presente a qué interlocutor habla: ¿a uno al que quiere agradar? ¿A uno al que sabe necesitado de su ayuda, pero que desconfía de él, como Trancos? ¿A uno genérico con el que se permite ser más sincero, como quien escribe unas memorias para ser abiertas tras su muerte? ¿Se justifica, se jacta? ¿Qué le obsesiona?

✍Los rasgos físicos a menudo no se pueden poner sobre la mesa, ya que generalmente no nos describimos físicamente cuando hablamos de nosotros mismos. Hay muchas excepciones, claro: que lo físico marque mucho (gigantes, enanos, contrahechos, montaraces de mala catadura...); que el personaje simplemente sea vanidoso; que se sienta inseguro y quiera confirmación por parte de su interlocutor...

✍Por eso ayuda que los rasgos psicológicos nos den una imagen mental. Nos imaginamos flaco y consumido al "terriblemente nervioso", mientras que el gesto de Trancos, que puede amenazar a los cuatro hobbits él solo, hace que nos lo imaginemos con un físico acorde.


——

(*) John Gadner "Para ser escritor".

Escrito por ChusAlvarezM.

La imagen es libre de derechos (de Pixabay).

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