━━ ⚡: capítulo uno

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EL LADRÓN DEL RAYO
ACTO I: LA FORASTERA

🏛🔥🧢⚡🌊

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CAPÍTULO I:
Me topo con una señora gorda y su mascota demoníaca

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¿Alguna vez os habéis sentido como el ser más defectuoso de todo el planeta? ¿Uh? Pues bien, afortunados ustedes los que habéis respondido con una negativa, probablemente vuestra vida esté llena de grandiosas oportunidades a la vuelta de la esquina, terminareis siendo futuros presidentes, medallas de oro adornarán los anaqueles de sus futuras casas de campo, o incluso algunos clavarán la bandera de la libertad en la lejana superficie de la Luna.

Genial, vuestra familia estará orgullosa.

Sin embargo, para ustedes, los que respondieron inconscientemente en sus cabecitas grenchudas llenas de demonios mentales e inseguridades que solo acrecientan sus ganas por echarse a llorar... lamento informarles que la vida os pateará el trasero de forma majestuosa y antes de que tengáis tiempo de pronunciar el nombre de Zeus sin que un rayo te parta en mil pedazos.

Defectuoso. Una palabra pequeña, pero que abarca un signficado tan molesto como una piedra en el zapato izquierdo. Así era como me sentía yo las veinticuatro horas del día, siete días a la semana, en casi todos los trescientos sesenta y cinco días del año. Desde el primer tropezón que daba en la mañana de camino al colegio, hasta mi inexplicable imposibilidad a la hora de leer en alto "Agnes Griffin es una retrasada" cuando el profesor Sweeney lo escribía en el pizarrón delante de toda la clase.

Así que sí, podría decirse que soy una niña defectuosa.

Pero ya que estamos... me parece que luego de tanta verborrea ha llegado la hora de las presentaciones.

Mi nombre es Agnes Griffin, y soy lo que muchos llaman una aberración de la naturaleza. Un ser viviente con más hiperactividad que una ardilla cafetera. Lo más parecido una inválida mental que a una cría de doce años con serios problemas de miopía, o dislexia... un diagnóstico que sabría de no ser porque a mi brillante papá (resalte la palabra brillante) se le ocurrió que ir al oculista era un gasto innecesario, que yo estaba perfectamente, que era única, especial, y toda esa mierda sentimental que acostumbran decir los padres para avergonzar a sus hijos delante de las señoras mayores.

Pero siendo realistas, yo distaba todo un océano Atlántico de ser una chica "única".

Malas calificaciones, retraso en el aprendizaje, pérdida de memoria a corto plazo, ansiedad... Vamos, todo lo que hace falta para ser un mestizo. Aunque cabe destacar que por aquel entonces yo no tenía idea de que ese término realmente existiese, ni mucho menos que había dioses que se liaban con humanos y luego dejaban pequeños vástagos regados por todo el país... pero claro, toda esa ola de información forma parte de un montón de mierda para la que ninguno de vosotros estáis preparados. Porque ni siquiera yo lo estuve en su momento.

Podría decirse que descubrir la verdad que ocultaba mi verdadero origen hizo que las interrogantes que acumulé por años finalmente dejaran de ser un tormento para mí. Que varias de las cosas extrañas que solían ocurrirme a menudo finalmente tuvieran sentido; como la vez en la que una señora que se parecía mucho a mi cuidadora de kinder quiso secuestrarme en su carreta para transportar calabazas, o la vez que creí ver a una ardilla convertirse en un perro rabioso del tamaño de un caballo y cuyos ojos desprendían un brillo rojizo casi infernal.

De más está decir que nadie nunca creyó en ninguno de esos disparates, mucho menos cuando comenté que a la señora de las calabazas le habían brotado grotescas alas de murciélago donde se suponía que debían estar sus brazos. Era una historia demasiado fantasiosa para creer, y de haber tenido la edad que tengo ahora, lo habrían atribuído a las palabras de una adolescente bajo un efecto serio de marihuana en sangre.

Ahora, yéndonos a la parte interesante de esta historia, la cual os explicará con lujo y detalle el cómo mi vida acabó entrelazada con la de tres chavales que casi me llevan al borde de la muerte ━en más de una ocasión━, pero que terminaron siendo el verdadero sentido de toda mi travesía como heroína hasta su final, me gustaría guiarlos hacia el principio.

Todo comenzó en Filadelfia, en la casa de madera al final del camino. Me encontraba sentada en mi cama, dibujando a base de lapices negros una imagen del Partenón de Atenas que había encontrado en uno de los libros de mitología antigua que tenía mi padre en su estantería.

Yo misma no me consideraba una maestra en el arte del dibujo, pero al menos, plasmar edificios no era tan complicado como plasmar rostros, y las columnas griegas eran estriadas y sin base, ungidas en una majestuosidad divina que para una personita como yo, que no había visto absolutamente nada del mundo, resultaba impresionante siquiera imaginarlo.

A mi lado Zephyrus, nuestro viejo perro beagle, apoyó la cabeza sobre el colchón y me miró con ojos suplicantes, como si quisiera recordarme que su personalidad de can hiperactivo no podía permanecer más tiempo encerrado dentro de aquellas cuatro paredes.

"Me aburro", podía interpretar su expresión en mi cabeza, casi como si realmente me estuviera hablando con la mirada.

La verdad, es que yo también me encontraba en un estado de nerviosa indecisión, debatiendome entre si quedarme tranquila en mi cuarto ━lo cual, dado a que padezco de un serio trastorno de hiperactividad, resulta bastante difícil━ o salir y enfrentarme a la tía Jules y sus numerosas tareas. Aquella mujer parecía ignorar completamente que las vacaciones de verano habían comenzado hacía solo unos días, lo que para la mayoría de los críos de mi edad consistía en alucinantes viajes a las islas del Caribe, fiestas nocturnas, o incluso la vieja y tradicional visita familiar a Disneyland. Pero claro, nada de eso existe cuando vives con un padre desempleado y la hurraca de su hermana.

━¡Agnes! ━cierto, una cosa que debéis saber de mí es que, si me hubieran dado un dólar por cada vez que mi tía gritaba mi nombre en el día, habría sido más rica que el presidente de los Estados Unidos.

No respondí. Tan solo alcé el semblante hacia la puerta, me quedé quieta, y llevé una mano al hocico de Zephyr para evitar que soltara un ladrido que pudiese delatarnos. Pretendía hacer el menor ruido posible en aras de hacerle creer que no estaba en casa.

━¡¿AGNES GRIFFIN ACASO ESTÁS SORDA?!

Ni modo, tocaba enfrentarse al monstruo así lo quisiera como si no. Pero si tan solo mi fuerza de voluntad hubiese sido la misma con la que solía comerme una hamburguesa con patatas, entonces no me habría tomado tanto tiempo bajar las escaleras hasta la cocina-comedor, el espacio más reducido de la casa después del baño, para luego seguir en andas hasta el porche.

Jules ya me esperaba ahí, doblada sobre sí misma mientras se ocupaba de trasladar una planta de una maceta a la tierra.

Al verme, se reincorporó con una expresión hosca.

━¿Qué rayos estabas haciendo? Llevo horas llamándote, mocosa. Las compras en esta casa no se van a hacer solas.

━Estaba viendo las imágenes de un libro sobre edificaciones y artificios griegos. Papá dice que es instructivo.

La hurraca hizo una mueca:

━Bah, no seas ridícula. Las crías de once años no van leyendo ese tipo de cosas que a nadie le gusta.

━Las grandes empresas de este país discrepan contigo, Jules.

━Lis grindis imprisis di isti pis discripin cintigi ━repitió en tono burlón━ Anda, coge el dinero y lárgate de una vez. Tu padre llegará en cualquier momento y no hay ni una tostada partida a la mitad dentro de esa cocina. La próxima vez que intentes pasarte de lista conmigo dormirás en la caseta del patio.

Créanme, a veces no sonaba tan mal. Por lo menos, la caseta era lo más cerca que estaría de un trato V.I.P. por su parte.

Cuando entré a la cocina, divisé un billete arrugado de cinco dólares y unas monedas encima de la mesa. Los tomé y busqué mi abrigo antes de salir por la puerta hacia el sendero que conducía al pueblo. Zephyr me siguió de cerca, moviendo su cola de un lado a otro con alegría. Supuse que aquel paseo saciaría sus ganas de aventura por las próximas horas.

Atrás quedó la destartalada cabaña, y el olor embriagante del jardín de acacia que la rodeaba.

Papá y yo nos habíamos mudado cuando tenía cinco años, y desde entonces habíamos pasado villas y castillas ahí. Era una edificación antigua de dos plantas hecha de madera, llena de muebles viejos e instrumentos de caza que alguna vez pertenecieron a mi abuelo. Bosques de robles se agolpaban en los costados de la casa y nos protegían de la vida salvaje que habitaba en los alrededores, desde mapaches ladronzuelos hasta conejos de pelaje espumoso.

Mi tía, Julianne ━esa señora tan agradable que habéis conocido━, odiaba a los conejos más de lo que odiaba a los mapaches, porque estos se colaban en su huerto a cualquier hora del día y devoraban los brotes de los nuevos cultivos. Por tanto y más, la valla que rodeaba la cabaña debía ser repuesta cada cierto tiempo, aunque esto no evitaba que muchos se colaran por agujeros de tierra, y entonces, me tocaba a mí deshacerme de ellos antes de que saliera enloquecida con la escopeta de papá en brazos, disparando a diestra y siniestra.

Suponía que la tía Jules no era una mujer que estuviese muy bien de sus cabales, y ella en retrospectiva parecía adivinar los pensamientos que pasaban por mi cabeza, ya que me detestaba tanto o incluso más que a los mendigos conejos. A veces, por breves instantes, imaginaba que venía un viento del Norte tan potente que se la llevaba volando lejos de aquí, al mundo de Oz, donde podría reinar con sus hermanas las malvadas brujas del Oriente y Occidente.

Así al menos nos habría dejado en paz a mí y a papá.

Mientras caminaba por la arboleda, dando tumbos como una indigente que busca un grupo de gitanos a la desesperada mientras Zephyrus correteaba y ladraba euforicamente, percibí como algo pasó a gran velocidad por mi lado, rozando el lóbulo de mi oreja en un segundo antes de posarse en la rama de un abeto justo frente a mis ojos.

El ruiseñor trinó con su canto grácil, casi como si se riera de mi sedentarismo. Arriba, allá donde no alcanzaba a ver, el resto de las aves comenzaron a hacer lo mismo mientras daban saltos de una copa a otra, creando un verdadero paisaje que daba prueba de las maravillas que se escondían en los terrenos verdes de Filadelfia.

Yo inhalé, aspirando el aroma a tierra mojada y resina fresca.

Gotas de rocío caían desde las hojas e iban a parar a mi nariz, mis pestañas, e incluso se me quedaban enredadas en la melena castaña. Tuve el impulso de deshacerme de los zapatos para sentir la tierra debajo de los dedos, pero eso sólo me hizo pensar en que las personas me mirarían mal cuando llegara a la gasolinera, así que me acomodé el abrigo y terminé de recorrer el sendero hasta llegar a la carretera.

━Buen día, Barkley ━saludé al pasar al interior de la gasolinera, a un hombre que se encontraba trasladando una caja del almacén hacia el mostrador.

Barkley era un señor ya mayor, que bien podría haber sido mi abuelo. Era descendiente de nativos afroamericanos que se habían trasladado desde New Orleans en los años 70. Su padre había dirigido esa gasolinera antes que él, al igual que su tío, por lo que podría decirse que era como un negocio familiar.

La tienda siempre estaba llena de comestibles y chuches para niños, además de piezas para autos, aseo e incluso camisetas con la leyenda "Yo amo Tacony Creek" grabada con letras grandes y rojas.

La primera vez que pisé aquel sitio no debí llegarle ni a la cintura, porque Barkley tuvo que agacharse para poder preguntar como me llamaba. Recuerdo bien que mi padre le contestó con un: "Esta es mi hija, la señorita Agnes Griffin". Y desde entonces no paró de llamarme así.

━¡Señorita Agnes! Qué placer volverla a ver por aquí ━exclamó, mostrando una de sus avejentadas, pero siempre relucientes sonrisas━ ¿Qué tiene de nuevo para contar? ¿Cómo le va a su papá?

━En California, por negocios.

━¿Otro nuevo libro?

━Eso espero. Se ha esforzado mucho esta vez. No creo que lo rechacen ━seguidamente, señalé la sección de granos━ ¿Puedo?

━Por supuesto.

Elegí una bolsa de medio kilo de frijoles que estaba ubicada en una sección con un cartel de OFERTAS DE LA SEMANA, luego agarré una barra de mantequilla, dos hogazas de pan, y me dirigí hacia la sección de semillas para buscar una bolsita de grelos que le sirviesen a Jules para su huerto. Los cuales no alcancé a ver por ningún lado.

En medio de mi búsqueda, no me percaté del cuerpo desconocido que se interpuso en mi camino. Así que acabé estrellándome y, muy idiotamente, dándome de cueces contra el suelo del pasillo.

━¡Oh! Disculpa, cielito. No te habíamos visto.

Al levantar la vista, me topé con una señora corpulenta, de mejillas regordetas y ojos brillantes que iba enfundada en un vestido estampado, el cual la hacía ver como un trozo de tamal mal envuelto.

En sus brazos, cargaba con un chihuahua igual de feo en una bolsa de esas especiales para mascotas.

━No se preocupe ━meneé la cabeza, y casi como si hubiera soltado el chiste más gracioso de todos, la gorda se echó a reír.

━Pero, menuda niña tan encantadora ¡Y qué ojos tan bonitos tienes!

No era la primera vez que alguien me halagaba por mis ojos, ya que estos eran de un azul tan claro similar al cielo (herencia de mamá), pero escucharlo por su parte hizo que el estómago se me congelara.

De alguna forma extraña que no logro describir, sus palabras se me asemejaron mucho al siseo de una serpiente, y su mirada de ojos penetrantes continuaba sin apartarse de mi, al punto de casi atravesarme como una bala de la escopeta de papá.

Afuera, los ladridos de Zephyrus eran estridentes.

━Esto... gracias. Nos vemos ━realmente esperaba no verla nunca más en mi vida.

Fui, y dejé mis cosas encima del aparador junto a la caja registradora.

━Quiero esto, Barkley.

━¿Nada más, señorita Agnes?

━Nada más ━respondí nerviosa━ ¿No tiene semillas de Grelos?

El mayor frunció los labios, negando para sí:

━Temo que se nos han agotado. Pero si vienes mañana temprano, te dejaré elegir los mejorcitos de la primera tanda.

━Gracias, Barkley

Salí de la gasolinera con la misma velocidad que el correcaminos de los Looney Tunes. Al verme, Zephyr igual salió escopetado, pero incluso cuando ya me encontraba lo bastante lejos, continuaba percibiendo aquella sensación molesta de unos ojos siguiendome de cerca. Quizá fuese mi paranoia por la incómoda expresión de la señora de la tienda, o quizá solo me estaba afectando de más el andar sola por aquellos lares con los chicos del colegio transitando y siguiendome el paso en sus bicis.

━¡Eh, mirad! ¡Es la chica salvaje! ━podía escucharlos gritar a mis espaldas, porque aquel era el nombre por el que más se me conocía en la comunidad.

Cosa chistosa, una vez aparecí sin zapatos en el salón de clases por accidente y jamás lo dejaron pasar. Aunque tampoco es como si yo no hubiera hecho mucho para no ganarme aquella reputación. La fama de transitar por los bosques sola en lugar de ir y tener verdadero contacto con el mundo exterior me precedía. Pero a mi padre no le gustaba que me alejara mucho de la zona, más que nada por los incidentes que ya les he comentado que sucedieron cuando era niña.

Siempre me decía «Intenta no ir demasiado lejos. Solo hasta donde llegue el aroma de la Acacia».

La tía Jules entraba en discrepancias con respecto a su exagerada sobreprotección continuamente. Por eso, cuando él no estaba, aprovechaba cada segundo para convertirme en su carrito de compras personal. Enviándome hacia los rincones más recónditos del bosque para buscar cosas... e incluso al pueblo. Donde los chicos y chicas de mi edad me miraban de forma extraña, como un extraterrestre que se resbaló del platillo y vino a parar ahí.

Sus risas y burlas me acompañaban hasta que me introducía en la maleza rápidamente, un lugar por el que ellos no se atreverían a seguirme, pero incluso cuando el chirriar de sus bicicletas contra el asfalto se perdía a lo lejos, el eco de lo que sus palabras dejaba en mí continuaba afectándome por más tiempo. En ocasiones, una voz en mi interior me ordenaba que los ignorase. Una voz que me acariciaba los sentidos con la misma delicadeza del batir de las alas de una mariposa, y luego desaparecía... dejándome calmada, pero tan vacía como en un inicio.

A veces me gustaba pensar que era mi madre, o más bien, mi subconsciente tratando de hacer una vaga imitación de cómo se escucharía de estar allí conmigo. No me gustaba pensar mucho en ella, pero en ocasiones me era inevitable.

Al llegar a un espacio del páramo que era más pasto que hierbajos, me permití descansar encima de las raíces de un roble y, más rápido que un rayo, Zephy cayó encima mío como bala de cañón, haciéndome escupir el aire de tajo.

━¡Oye! Ten más cuidado. Casi me dejas sin intestinos ━repliqué, dedicándole una mirada severa que a él no pareció afectarle en lo más mínimo.

"Huelo huesos" interpreté su expresión, una costumbre que me daba muchísima gracia porque me hacía sentir como si realmente ambos estuviésemos hablando "Huesos. Sabrosos huesos"

Rápidamente se puso a olisquearme la cara, y yo me eché a reír mientras trataba de quitármelo de encima. La verdad, es que Zephyr a veces era un payaso, pero comenzaba a creer que tenía algún tipo de poder mágico que le permitía percibir mi tristeza o mi pánico.

━Vale, ya me haz ayudado lo suficiente, grandullón ━dije al atraparlo entre mis brazos. Zephyr continuó resistiéndose al principio, pero al sentir como me aferraba a él, se acurrucó todavía más contra mi regazo━ Siempre sabes cómo devolverme al mundo real ¿No es así?

"Ese es mi trabajo, Agnes" me dijo con la mirada "Estoy aquí para cuidarte. Tú solo dímelo y ya está".

Sonreí, levantándome para depositarlo de vuelta en el suelo y dejarlo olisquear sus huesos en paz. A nuestro alrededor se abría paso un sendero de helechos aterciopelados, los pájaros cantaban y la luz del Sol apenas podía colarse por debajo del techo de hojas que nos cubría, por lo que todo parecía un poco oscurecido.

De pronto, un ruiseñor me pasó por al lado a toda velocidad, haciéndome saltar por el susto.

Luego a ese se le sumó otro, y otro, y otro... hasta formar una espiral de aves por encima de mi cabeza que graznaban al unísono y agitaban sus alas de forma violenta. Casi como si quisieran advertirme de algo.

》Alejate
》Alejate
》Alejate

Zephyr alzó la cabeza de pronto en alerta y observó el sendero por el que habíamos venido. Sus ojos brillaban tanto que, por un instante, creí malinterpretar lo que sea que me estuviera transmitiendo en esos momentos por un muy descabellado "Creo que huelo monstruos"

━¿Qué sucede, chico? ━pregunté, acariciandole las orejas con mimo. Pero él no movió un músculo.

En ese instante, algo en la maleza se movió. Algo pesado, y lo suficientemente grande como para liberar un bufido similar al de un toro. Un toro exageradamente grande. Pero según yo, los ganados no estaban sino en los prados, lejos del bosque ¿Por qué entonces una vaca vendría a parar ahí?

Esperé un poco, pero nada más volvió a escucharse. Ni siquiera las aves, que habían estado comportándose de forma extraña, se habían desperdigado por diferentes direcciones como si nada extraño hubiera pasado realmente allí.

Confundida, me llevé la bolsa de las compras al pecho.

━Vámonos, Zephyr.

Y volvimos juntos a la cabaña, sin sustos, ni distracciones, ni más percances de por medio.... o eso creí en un inicio. Porque nada más cruzar la puerta mosquitera de la entrada, me encontré con la tía Jules sentada en una de las butacas del salón, leyendo lo que parecía ser una carta recién salida del sobre bajo una expresión de evidente enojo.

━Tu padre no va a volver.

. Así como lo leéis.

Mi vida empezó a dar giros muy locos a partir de ese preciso momento.








08/01/24

Debía subir este capítulo el domingo, pero como que las cosas se complicaron y solo tuve tiempo de editarlo hoy 😅✋🏻 Espero que se me perdone tal falta y no me abandonen ahora que recién inicia esta aventura. La cual, btw, estará LLENA DE SORPRESAS. Tanto para nuestra protagonista como para nuestro trío de oro 🌊🐐🧢

KXVSJXUESKHDLSJW Ya quiero que los lean interactuando!!! Tengo preparadas muchas ideas para este primer acto de El Ladrón del Rayo. Así que agarraos bien a sus sillas porque El Árbol de la Vida promete y mucho.

Also, no olviden dejarme lo que os ha parecido esta pequeña introducción para que conozcáis un poco más a Agnes. Ahora ¿Qué opinan de mi chica? ¿Y de su tía Jules? ¿Creen que sea buena o una villana? ¿Qué le habrá sucedido a su padre? ¿Y Zephyrus? ¿Cuántas ya se encariñaron con nuestro perrito guardián? 🐶

Venga, no se contengan, comenten y voten para que la próxima actualización venga que se mata!!

Con todo el cariño del mundo,

Debbie
semidiosa hija de Poseidón 🌊

Poster por fkwaynee

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