Capítulo único

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Un par de grandes bolsas de caramelos, chicles, galletitas dulces, bombones de chocolates y toda clase de chucherías colgaban de cada mano de Park Jimin. ¿Por qué? ¡Era Halloween! Apenas pasaba de las ocho de la mañana y todo estaba muy movido en su vecindario. Sus vecinos lo saludaban a su paso por frente a sus casas, bromeando sobre la gran cantidad de dulces que había comprado, por tal de no repetir lo sucedido el año anterior. “La tragedia”, era como llamaban al desastre que amaneció siendo la residencia Park aquel primero de noviembre. Esa noche, Jimin salió de fiesta con sus amigos, aprovechando que sus padres habían ido a visitar a sus abuelos. ¿Cómo iba siquiera a imaginar que su techo, paredes y puerta principal estarían llenos de huevos crudos que se habían estrellado para dejar su marca y olor característico, y el papel higiénico estaría enredado por todo el portal y jardín?

Si bien eran niños, había sido noche de brujas y una casa cerrada que no respondiera a los dulces demandados era blanco fácil para las travesuras, eso no hacía que el joven Park dejara de ver a los infantes como criaturas del demonio perpetradoras del crimen que lo obligó a limpiar a fondo las pruebas de las fechorías. El retorno de sus padres fue antes de lo previsto y fue sorprendido intentando deshacerse de la evidencia. De más está decir que obtuvo un gran regaño, no dejar la vivienda sola había sido la única petición, una que sus progenitores no dudaron que su obediente hijo cumpliría; Jimin siempre había sido un chico estudioso y de poco salir. Pero ese año era distinto, era la despedida de Jeon Jungkook, quien dejaría Busan para iniciar sus estudios de Cine en una universidad en Seúl. Jimin no podía dejar de asistir, aunque implicase desobedecer.

¿Quién era Jeon Jungkook? El chico popular que asistía a toda clase de fiestas porque invitaciones le sobraban; el que siempre sonreía, cantaba y bailaba sin reparos; el extrovertido y genial. Pero Jeon era algo más, era el amigo y confidente de Jimin, su compañero inseparable en noches de películas, quien le brindaba una sonrisa hermosa cada mañana y… su crush de preparatoria. Sí, Park había sido flechado. Si bien el cabello azabache, a juego con ojos grandes y expresivos, el rostro hermoso, el cuerpo atlético y estatura y porte de galán habían hecho a medio colegio babear por Jungkook, Jimin se había enamorado de la amabilidad oculta tras la fachada, esa que nadie descubría por quedarse deslumbrados por las apariencias y estancarse en estereotipos idealizados, en lugar de mirar un poco más allá.

—¡Ya he vuelto! —exclamó, dejando los dulces sobre la isla de la cocina y sacando unos puñados a un cuenco de cristal para colocarlos en el pequeño estante al lado de la puerta.

—Ya te demorabas, creí que te nos habías escapado otra vez. —La voz de su madre se escuchó acercarse.

La señora Park bajaba por las escaleras, secando sus manos en su delantal amarillo. Su cabellera castaña estaba recogida en una coleta algo floja y usaba un vestido beige, holgado, de mangas hasta el antebrazo y que se extendía hasta la mitad de sus piernas; sus pies descansaban en unas cómodas pantuflas. No llevaba maquillaje y su estilo era casual, pero eso no le restaba elegancia ni belleza. Era una mujer muy bien conservada.

—Ya basta de eso, mamá, sabes que no soy así. El año pasado era… especial.

—¿Ah, sí? Pues recuerdo haberme encontrado mi casa llena de huevos y papel higiénico a mi regreso, no un yerno.

—¡Mamá! —le reclamó.

Se sentía agradecido de formar parte de una familia de mente abierta que hubiese aceptado su homosexualidad de la mejor manera y que lo apoyara, pero esos comentarios esporádicos vergonzosos era algo que aún no aprendía a manejar.

—¡¿Qué?! Sabes que adoro a Jungkook, me hubiera encantado que fuera parte de la familia.

—Sé que lo adoras. Pero también sabes que es imposible que haya algo entre nosotros.

Sí, era imposible. No porque Jeon no estuviese interesado en los hombres, pues era abiertamente bisexual; ni porque Jimin fuera mal parecido, no era para nada el caso, su cabello castaño, facciones hermosas, sus labios carnosos y su esbelta figura, habían atraído varias miradas; mucho menos se trataba de falta de química, porque había de sobra. Simplemente, el tema romance nunca salió a flote entre ellos. Jungkook tenía planes futuros que no involucraban a Busan, y Jimin se había quedado en su lugar natal, estudiando ingeniería para heredar el pequeño negocio automotriz de su padre. ¿Cómo podrían, siquiera, converger sus mundos?

—Lo único imposible es revivir de la muerte, hijo mío. Además, que pueda o no haber algo entre ustedes, no cambia el hecho de que sean amigos, así que seguramente estás emocionado por hoy, ¿cierto?

¡Claro que lo estaba! ¿Cómo no estarlo? Después de un año, Jungkook vendría de visita. Había prometido que Halloween sería su fecha de partida, pero también la de su regreso anual. Jimin solo asintió con una pequeña sonrisa avergonzada en el rostro. Su madre le despeinó los cabellos y añadió:

—Por ahora dejemos la nostalgia y ayúdame a decorar la entrada y el jardín. Tenemos que adelantar todo lo más posible, así solo nos quedará a tu padre y a mí disfrazarnos. Nos encargaremos de mantener nuestro perímetro libre de niños lanza huevos para que puedas irte a encontrar con Kook y tus amigos.

Las horas se fueron volando en medio de decoraciones y arreglos. Cuando la noche comenzaba a caer, Jimin salió de casa dejando a su madre vestida de bruja y a su padre de momia; todavía reía al recordarlo dar vueltas alrededor de sí mismo para enrollarse en los vendajes.

Sus amigos lo estarían esperando en frente del campus de la universidad para poder encontrarse más fácilmente entre la multitud de universitarios celebrando Halloween, en medio de alcohol y tal vez más drogas ilícitas de cuya existencia tenía conocimiento. Jimin no era de frecuentar esa clase de sitios, mucho menos de compartir con tantas personas que no conocía y con quienes no tenía nada en común; era más de lugares pequeños donde se sentía confortable y le era más sencillo entablar una conversación con las personas, cara a cara y con menos ruido e ilegalidad de por medio. Sin embargo, ese era el punto de encuentro.

El paso del tiempo y darse la oportunidad de conocer a otros le permitió ver que no todo era una odisea problemática. Haber podido conocer a Namjoon, Seokjin, Yoongi, Hoseok y Taehyung, todo gracias a Jungkook, le hizo comprender que no podía juzgar sin conocer. Esos chicos habían demostrado ser sus amigos y serle incondicionales a pesar de no tener los mismos intereses. Por ellos pasaría un rato en ese sitio y trataría de divertirse, después de todo, un buen rato se pasa con buena compañía, sin que importe mucho el lugar.

—¡Vaya, vaya! ¡Mira nada más quién acaba de hacer acto de presencia! —Kim Taehyung lo recibió desde varios metros de distancia, con su característica sonrisa cuadrada—. Pensé que te asustarías y no vendrías a cumplir con el reto.

—Prometí que vendría. ¿De qué reto estás hablando? —Chocó puños con todos a modo de saludo.

—¿No has faltado porque era una promesa, o porque hoy vuelve Jungkook? —Esta vez fue Seokjin, el rostro más atractivo del grupo, quien preguntó con perspicacia.

—Soy un hombre de palabra. Jungkook no tiene nada que ver… Además, no solo se trata de él, quería pasar el rato con ustedes, chicos —dijo, sonrojado y con evidente nerviosismo.

—¡Eres tan tierno! —Tae lo apretó por el cuello y se abrazó a él con fuerza—. Es bueno que tú mismo confirmes que eres un hombre de palabra, porque tienes que cumplir tu promesa.

—¡Chicos, ya la he traído! —Un joven de cabello rojo se acercaba al grupo, con una Jack O´Lantern en las manos—. Hola, Jimin. Esto es para ti. —Le puso la calabaza en las manos a Park.

—Hobi-hyung, ¿cómo es posible que tu cabello haya cambiado de negro a rojo en menos de veinticuatro horas? Y otra cosa, ¿qué es esto? —Alzó la calabaza.

—Es algo indispensable para tu reto. —Nuevamente, otra persona se añadió a la conversación, recién llegando desde el otro lado de la acera.

—Yoongi, pensé que no vendrías ya. —Esta vez fue un joven alto, que hasta el momento no había pronunciado palabra, quien lo recibió. Un par de hoyuelos aparecieron en sus mejillas al sonreír.

—Sabes que no me lo perdería por nada del mundo, Nam, pero hubo mucha clientela hoy. Parece que a toda la ciudad le dio ganas de ir a comprar discos de música de terror al mismo tiempo. Le pedí al gerente que me dejara salir un poco antes, tenía que ver a Jimin cumplir su promesa. —Sonrió con malicia hacia el nombrado.

—Namjoon-hyung, tú que eres el serio de este grupo, ¿podrías explicarme de una buena vez qué está pasando? —preguntó Jimin, ya hastiado de que le continuaran tomando el pelo.

—Es simple, Jiminie, solo tienes que llevar esa Jack O´Lantern a la tumba del Sr. Lee que está sobre la colina en el centro del viejo cementerio, colocarla sobre la lápida, prender la vela en su interior, sacar una foto como evidencia y regresar aquí. —Sonrió como si lo que acababa de decir fuera lo más casual del mundo.

—¿Se refieren a la tumba del hombre que fue ahorcado el siglo pasado porque en el sótano de su casa se encontraron los huesos de los niños que desaparecieron en Halloween durante cinco años? ¿Ese Sr. Lee? —Todos asintieron—. ¡¿Están locos?! ¡No voy a ir ahí, no prometí hacerlo!

—No, no lo hiciste. Lo que prometiste el año pasado fue que le confesarías tus sentimientos a Jungkook antes de que volviera a ser Halloween, y que si no lo hacías, cumplirías cualquier castigo. Tu plazo se venció —aclaró Hoseok, acomodando su cabellera roja con expresión triunfal.

—¡No recuerdo haber prometido algo como eso! ¡Si es una broma, paren ya!

—Sabíamos que podría suceder algo como esto, así que nos encargamos de guardar evidencia. —Taehyung le puso la mano en el hombro—. Nam, ¿qué tal si le muestras a Jimin el video? Ya que te ha catalogado como el serio del grupo, de seguro te creerá.

Los ojos de Jimin casi se salieron de sus órbitas al ver cómo en la primera y única borrachera de su vida, había metido la pata hasta el fondo. Solo recordaba haberse levantado con una jaqueca horrorosa y sin recordar demasiado de lo sucedido en la noche después de que Jungkook se marchara a la capital. Además, se había encontrado con demasiados huevos que limpiar y papel higiénico que recoger como para preocuparse por hacer intentos inútiles de rememorar.

—No aceptaremos justificaciones como: “estaba borracho, no sabía lo que hacía” —intervino Jin—. Aunque sé que un hombre de palabra, tal y como te catalogaste, ni siquiera pensaría en negarse, ¿verdad?

—No te preocupes tampoco por no estar cuando JK llegue, nos avisó que se retrasaría unas horas por el tráfico; probablemente llegue cerca de la media noche. —Namjoon se sumó a los impedimentos.

—Nos dijo que no te avisó porque temía que te quedaras en casa viendo películas en lugar de salir a disfrutar. —Tae apretó el agarre en su hombro.

«Mierda», pensó Jimin. Todas sus posibles rutas de escape mental habían sido bloqueadas.

—¡Relájate! —Esta vez fue Yoongi quien le habló—. Todas las historias del Sr. Lee son solo cuentos para asustar a los niños y que no vayan al cementerio abandonado.

—Si sus padres no quieren que vayan, por algo será, ¿no lo creen? ¿Por qué tengo que ir yo?

—Es Halloween, Jiminie —dijo Hoseok—. Truco o trato, ¿recuerdas? Si no cumples, te toca aceptar la travesura, es algo que sabes muy bien. Tu propia casa ya sufrió las consecuencias una vez. —Le colocó un encendedor para la vela en un bolsillo, le dio la vuelta y le dio un empujoncito para que se marchara.

—¿Truco o trato? ¿Es esa la lógica tras esta broma? —cuestionó incrédulo Jimin.

—¡Fighting! —le dijeron al unísono.

—¡Todos son unos demonios! —les gritó y se fue.

“Tranquilo, sabemos que a pesar de todo nos quieres”, “Apresúrate si quieres volver a tiempo”. Escuchó sus gritos a modo de susurros lejanos, pero ya no quiso seguirles dando el gusto de verlo descolocado. Se tragó el miedo lo más que pudo y dirigió sus pasos lentos y temblorosos rumbo al cementerio a las afueras de la ciudad.

Las decoraciones que estaban a medio colocar en la mañana ya estaban completas, dando un aire terrorífico y a la vez festivo a la calle por donde pasaba. Las luces, las calabazas, los niños corriendo alrededor luciendo sus disfraces mientras cargaban con sus cestas llenas de dulces; la frase “truco o trato” llegaba a sus oídos desde cada portal y los pequeños malhechores corriendo en huida tras una travesura le pasaban corriendo por al lado de vez en cuando.

«Truco o trato», pensó. Esa frase clásica del Halloween lo había llevado a su situación actual.

A medida que sus pasos se iban alejando del centro, Jimin notaba como el espacio entre las casas se iba haciendo mayor y las luces y las personas transitando, disminuían. Tragó en seco cuando sus ojos quedaron fijos en la última vivienda de la calle, donde vivía Kang Hyunsoo. Los “adornos”, si se les podía llamar así, tenían motivos un tanto tenebrosos; colgando del árbol en el patio delantero se encontraba un maniquí demasiado realista como para no creer que fuese un ser humano, y del lado contrario, un muñeco con forma de cazador sostenía un hacha encajada en un tronco cortado a sus pies, donde un lobo decapitado yacía sobre un charco de sangre que Jimin suponía que fuera pintura. Todo era tan realista que resultaba demasiado escabroso.

—A este hombre le gusta demasiado el Halloween, o tiene un serio problema —susurró.

—Buenas noches, Park. ¿Se le ha perdido algo en mi casa? —Si ya de por sí estaba asustado, que una presencia que no sintió llegar le hablara al oído desde su espalda, le sacó un grito y le hizo dar un salto para alejarse.

—Buenas noches, señor Kang —saludó con voz temblorosa y aún sintiendo su corazón latir en sus oídos—. Solo me quedé admirando sus adornos.

—Eso no es lo que alcancé a escuchar —respondió con voz grave y ecuánime.

«Mierda», pensó Jimin.

—¿Qué hace tan lejos de casa?

El agarre de Jimin alrededor de la Jack O'Lantern se afianzó y su mirada se desvió hacia la reja que se encontraba a unos veinte metros, poco más allá del final de la carretera.

—Yo... debo ir a un lugar.

—El niño cobarde que siempre orinaba sus pantalones al escuchar mis historias no debería intentar entrar al cementerio abandonado. Mucho menos en Noche de Brujas.

—A donde yo vaya no es asunto suyo. —Se dio la vuelta—. ¡Ah! Y no soy un cobarde. —Se alejó hacia la entrada del cementerio y cruzó entre dos barrotes rotos de la reja principal, obviando el “KEEP OUT” escrito en visibles mayúsculas.

—¡Ten cuidado, hoy el Sr. Lee podría salir de su tumba a buscar más niños para comerse! —La voz de Kang era lejana, pero fue lo suficientemente estridente como para hacerle erizar la piel.

Cada paso que Jimin daba lo hacía más consciente de la creciente lejanía de las luces de la ciudad y de cómo el cielo solo era iluminado por la delgada sonrisa de la Luna en su fase de cuarto menguante. El sonido de los búhos y grillos era la única compañía al crujir que producía el pasto seco bajo sus pies. Ver las primeras tumbas fue lo único necesario para que el miedo enfriara su espina dorsal y se tuviera que impregnar del valor que no tenía para permitir que un pie diera paso al otro. Sacó su celular y encendió la luz de la linterna, con cuidado de que la calabaza no se le cayera por llevarla con una sola mano.

Un sonido proveniente de unos arbustos a su lateral lo hizo desviar su atención. Cuando alumbró y vio salir una pequeña rata, se tranquilizó. El suspiro de alivio se cortó en medio de su garganta al sentir una mano sujetar con fuerza su pie, saliendo de debajo de la hierba seca mezclada con tierra. La adrenalina hizo su trabajo y entre gritos y jadeos despavoridos logró zafarse y correr varios metros, tropezando y sin poder creer lo que acababa de suceder, todavía con la frialdad del tacto en su tobillo. Los ruidos a su alrededor de escuchaban cada vez más aterradores y cercanos, podría incluso jurar que en medio de su aturdimiento podía escuchar el sonido de las risas maléficas de las brujas, iguales a las de las películas de terror que tanto odiaba. ¿Por qué le había tocado vivir una, precisamente en Halloween?

El aliento se le iba cuando tuvo que recargarse de un viejo árbol, sin saber hacia dónde se dirigía o dónde se encontraba la salida. La Jack O'Lantern ya no estaba en sus manos y tampoco recordaba en qué lugar la había soltado. En sus manos solo conservaba el teléfono porque su subconsciente parecía haberlo ayudado a aferrarse a su única fuente de luz confiable. Sintió unas gotas frías caer sobre su cabello y al alzar la mirada, mojaron su rostro.

«Por favor, Dios, dime que no ha empezado a llover».

Sus ojos solamente encontraron unas nubes aisladas, incluso las estrellas eran visibles. Un par de gotas más cayeron y cuando las limpió, la luz en su mano le permitió ver el color carmesí del líquido. Al enfocar la luz de la linterna hacia las ramas secas del árbol que le había servido de soporte, pudo ver lo que parecía el cadáver de un gato negro decapitado, cuya sangre descendía por el tronco y las gotas salpicaban cada vez que el pico del cuervo sobre él devoraba sus entrañas. Un graznido y aleteo del ave bastaron para que Jimin volviera a salir corriendo, de nuevo sin rumbo, tratando de procesar lo que sucedía.

—Todo esto tiene que ser mi imaginación, mi miedo. Lo de hace un rato de seguro fue una rama. ¡Eso es! Me enredé con ella y el temor me hizo creer que era una mano. Y ese cuervo de antes, seguro que era coincidencia que estuviera ahí y... —Tiró de sus cabellos y una risa desquiciada abandonó sus labios. Se reía de sí mismo y sus justificaciones, tan locas como lo que le estaba sucediendo.

Se detuvo en seco. Frente a él se encontraba una colina no muy empinada y en la cima se observaba una única tumba alejada de todas las demás, cual si los sepultureros hubiesen dejado a propósito un perímetro. «La tumba del Sr. Lee», pensó. La idea de que dicha separación era para evitar que el resto de los espíritus no se contagiaran con su maldad y descansaran en paz, pasó por su mente. La única buena noticia era que ver esa lápida lo ubicaba en el espacio, de cierta manera. Tal vez subir la elevación le daría una vista más panorámica del lugar, podría al menos ver las luces del vecindario y ubicar su camino de retorno. La idea de acercarse a ese sitio protagonista de sus temores de infancia, y aparentemente de adultez, no le causaba ninguna emoción, pero era la única solución que su cerebro había logrado procesar. Solo lo tranquilizaba la idea de que podía tratarse de una colina cualquiera y que la separación de las lápidas fuese pura casualidad; no había leído el nombre grabado en la piedra, ¿por qué tendría que ser necesariamente el de Lee?

—No puede ser...  —susurró. Una silueta comenzaba a alzarse por detrás de la lápida en la cima de la colina—. Tiene que ser una broma.

Un hacha se alzó en manos del hombre de rasgos imprecisos y fue lo necesario para que el miedo que clavaba los pies de Jimin al suelo de disipara, se diera la vuelta y se lanzara a correr en sentido contrario, retrocediendo los pocos pasos que había logrado dar.

—¡Mierda! —exclamó—. ¡Auxilio! ¡Alguien ayúdeme, por favor! —Ya no le importaba nada, solo sabía que cada vez que volteaba, veía el hacha balancearse colina abajo en manos de su perseguidor.

Localizó un espacio algo más despejado de lápidas que supuso podría usar a modo de camino para alejarse a mayor velocidad, pero al acercarse un poco más sus ojos captaron una figura de cabello largo y desordenado, vestida completamente de blanco, cuyos ojos sangraban y le sonrió con diversión diabólica, dejando escapar de entre sus labios un montón de fluidos negros que hicieron a Jimin soltar un grito tan fuerte que casi desgarró sus cuerdas vocales. En un nuevo intento de huida sin rumbo, tropezó, perdió el equilibrio y cayó por un pequeño desnivel. Sintió un golpe fuerte en su cabeza, luego todo se nubló hasta volverse negro.

—Jimin... Jimin. —Desde la nebulosa de su mente, escuchaba una voz tenebrosa que lo llamaba, pero no lograba identificarla.

Un fuerte agarre se afianzó a su cuerpo y la sensación de alarma lo hizo abrir los ojos rápidamente, intentando huir una vez más que lo que fuera estuviera apresándolo.

—¡Ahhhh! ¡No! ¡Suéltame, aléjate de mí! —Pataleó con fuerza y empujó para zafarse.

—¡Minie, soy yo! ¡Deja de patearme, por Dios!

—¿Kookie? —Su visión se aclaró y pudo identificar el rostro de Jungkook, que lo sostenía entre sus brazos—. ¿Dónde...? —Miró a su alrededor—. Aún estoy en el cementerio...

—Tranquilo, estoy contigo. Solo llevas pocos minutos inconsciente.

¿Minutos? Para Jimin se habían sentido como una eternidad, pero, más importante, ¿cómo Jungkook podía saber eso? ¿Cómo había llegado tan rápido? Antes de que pudiera preguntarle nada u orientar sus pensamientos por completo, escuchó unos pasos acercarse a ambos.

—No... ¡No, no, no! ¡Aléjense! —Se aferró con más fuerza al cuerpo de Jungkook. A ellos se estaban acercando el hombre con el hacha y aquella silueta terrorífica vestida de blanco.

—Tranquilo, Chim, solo soy yo. —La voz de Taehyung se escuchó desde el leñador. Se libró de una máscara oscura y la peluca, dejando ver su rostro—. ¿Estás bien? ¿Te golpeaste muy fuerte?

—Realmente no pensé que te asustarías tanto, Jiminie. —El rostro de Hoseok apareció cuando la entidad vestida de blanco limpió su rostro usando las mangas de su vestido—. ¿Te duele mucho el golpe? ¿Puedes levantarte?

—¿Todo bien con Jimin? —Jin se acercaba a paso veloz con el cadáver decapitado del gato en una mano, y el cuervo en la otra. ¿Eran juguetes?—. Vine corriendo en cuanto me llamaron.

—Sí. Lo revisé mientras estaba inconsciente y parece que se desmayó más por el susto que por otra cosa. Su cabeza está intacta.

—¡Qué bueno! Nam y Yoongi vienen en camino, andan recogiendo el resto de muñecos que nos prestó el señor Kang. —Jin desvió su mirada hacia Jimin—. No nos dejaste usar ni siquiera la mitad de nuestras cartas.

La mente del joven Park era un lío, entre demasiados pensamientos e ideas que quería exteriorizar, solo una interrogante abandonó sus labios:

—¿Qué... significa esto?

—¡Happy Halloween! —le dijeron todos a la vez.

—Están bromeando, ¿verdad? —Una vena de enojo comenzó a crisparse en su frente—. ¡¿Me hicieron pasar por todo esto solo como broma de Noche de Brujas?!

—“Truco o trato”, te lo dijimos desde el inicio. Además, Jungkookie quería enseñarte sus progresos en este año estudiando Cine —explicó Hoseok.

—¡¿Están locos?! ¡Pude haber muerto de un infarto! ¡Pude haberme herido de gravedad por culpa de su “juego”! Y tú... —Miró a Jungkook—. ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡Sabes que odio las películas de terror!

—Lo siento, Minie, te juro que...

—No me jures nada —lo interrumpió—. ¿Crees que una simple disculpa bastará? No crean que esto ha...

Esta vez fueron las palabras de Jimin las que se cortaron en el aire, los labios de Jungkook sellaron los suyos en un beso tierno y suave.

—¿Y qué tal esto? ¿Cuenta como disculpa? —Park estaba atónito, tanto que Jeon le ofreció una explicación por sí mismo al ver que el chico en sus brazos no parecía capaz de formular palabra—. Tienes que entenderme. ¿Cómo crees que me sentí al tener que esperar por todo un año a que el chico que me gusta cumpliera su promesa de confesarme sus sentimientos, y que jamás sucediera?

Las mejillas de Jimin se encendieron al escuchar de boca del propio Jungkook que sabía de sus sentimientos, ¡y que eran correspondidos!

—Lo sentimos, Chim, no nos dimos cuenta de que Kook había escuchado tus palabras del año pasado. Ya te habías quedado inconsciente por la bebida cuando sucedió —aclaró Taehyung.

—¡Son unos idiotas! —le dijo a sus amigos—. ¡Y tú eres un gran idiota! —Regresó su atención a Jungkook y lo agarró por la camisa—. A veces ni siquiera sé por qué me gustas tanto. —Y unió sus labios en un segundo beso, esta vez apasionado.

¿Seguía enojado? ¡Claro que sí! Esa broma obviamente se les había ido de las manos y lo había hecho pasar por la peor noche de su vida, pero todo eso podía pasar a un segundo plano en este momento, luego se vengaría. Ahora solo quería su recompensa: seguir probando esos labios que había deseado por demasiado tiempo. Ni siquiera sabía si una relación entre él y Jungkook funcionaría, sus caminos en la vida divergían bastante, pero de eso también se preocuparía más adelante; después de todo, es la muerte lo único que no tiene solución. De alguna manera lo harían funcionar, eso quería pensar.

¡Holiwis! Hace mucho tempo que no escribía un shot, así que no sé cómo quedaría (aparte de que soy terrible resumiendo 😅).

Lo hice como parte de una dinámica en un grupo de WhatsApp, escogí hacer un shot de Halloween que tuviera en la temática un cementerio abandonado. Es algo bastante sencillo y convencional, lo hice entre ayer y hoy. Espero les haya gustado. 💜

Chao chan 😘

Espero nos leamos en próximas historias.

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