Epílogo

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No pensaban que los cambios empezarían en menos de un día. Fueron muchas emociones en el momento que contó el rumbo que ahora tendría su vida a su familia; fue difícil decírselo a sus amigos.

A quienes se los ocultó por varios meses, no por querer entristecerlos, sino porque aún no era un hecho confirmado. A pesar de eso, no se lo tomaron mal, en cambio, se sintieron orgullosos por ese logro, por ese sueño cumplido, tanto que, por más que les doliera, los acompañarían al aeropuerto.

Fue un poco inesperado que a la hora de confirmar que irían a la universidad de Francia, inmediatamente les pidieran de su presencia a finales de julio, para hacer papeles y ese tipo de cosas.

La ventaja de eso es que tanto Henry como Teresa, podrían empezar a familiarizarse con el ambiente, tomar el vuelo juntos y aprovechar el tiempo antes de dedicarse a sus estudios y que sean poco constante en verse.

Al ser estudiantes, tenían un pase especial en los viajes, el precio por un vuelo era un poco menos, pero serían realmente pocos meses que pudieran regresar a casa. Como lo son las vacaciones de invierno y las de fin de curso, puede que eso sea lo triste, sin embargo, siempre podrían mantenerse en contacto, ya sea por llamada o mensajes.

El día de la partida de ambos fue entre semana, viernes quince de julio, para ser más específicos. El vuelo sería en la tarde/noche para que estuvieran llegando allá el sábado por la mañana. Teresa llegó al aeropuerto juntos con sus padres, Ricardo, Avril y Lazy, mientras que Henry también con sus padres, Paula, Gideon y Mark. La última vez que se reunirían así por un tiempo.

Entraron al aeropuerto a registrar las maletas para después comenzar con la peor parte, despedirse. Obviamente hubo muchas lágrimas, pero más que tristes eran de orgullo.

—¿Prometes que nos escribirás y hablaremos siempre que podamos? —Preguntó Avril en medio de un abrazo entre las tres, con algunas lágrimas cayendo por sus mejillas.

—Se los prometo, les mandaré fotos de todo—respondió Teresa.

—Tampoco nos cambiaras por nada en el mundo, ¿verdad? —Habló esta vez Lazy.

—Jamás lo haría, ustedes son mucho para mí y aunque conozcamos nuevas personas ustedes siempre serán primero—Respondió Teresa terminando el abrazo y caminando hacia sus familiares.

Su madre era la más... emotiva, pues no había parado de sollozar desde que llegaron al aeropuerto, su padre en cambio, estaba con la mirada cristalizada, tratando de mantener la postura, aunque en el interior estaba muy triste, pero a la vez orgulloso de lo que su hija había logrado.

—No pensé que este día llegaría, mi pequeña hermanita ya se va a la universidad y para variar en otro país, otro continente—mencionó Ricardo cuando ella estuvo enfrente de él. Teresa rio con pereza acercándose a abrazar a su hermano.

Él hizo lo mismo apretándola lo más fuerte sin llegar a lastimarla. Aunque él no estaba llorando a simple vista, tenía la mirada algo cristalizada.

—Gracias por todo el apoyo Rick, te prometo que no será la última vez que sepas de mi—ambos rieron con poca emoción por el momento.

—Cuídate, es lo único que te pido y que seas responsable con todo.

—¿Por qué siento que me lo dices en un doble sentido? —Respondió en voz baja divertida para que sus padres no la escucharan.

—Lo es, por una parte, pero yo hablo en general—respondió.

—De acuerdo, entonces yo te pido que hables con Paula—Ricardo hizo un gesto de confusión y Teresa sonrió levemente—, no me niegues que no pasa nada, estos últimos meses los he visto muy juntos.

Ricardo dejo salir una risa floja—. Sólo nos volvimos buenos amigos porque tú y Henry salen, además no soy el tipo de persona que le guste mucho, incluso está intentando algo con una chica.

Teresa abrió más los ojos en sorpresa—¿Ella es...?

—No me toca decírtelo—interrumpió Ricardo señalando a Paula, quien estaba algo perdida en sus pensamientos, se encontraba a un lado de sus padres, mientras Henry se despedía de ellos.

Entonces Teresa también decidió ir a despedirse de ella, fuera de sacarse de dudas, la consideraba una segunda hermana desde de que se enteró de todo lo que hizo cuando las cosas entre Henry y ella se empezaron a complicar.

—Estoy feliz por ti Teresa—mencionó Paula cuando estuvieron frente a frente.

—Muchas gracias Pau, te voy a extrañar mucho—tímidamente se acercó a abrazarla y aunque eso tomó algo de sorpresa a la otra chica, correspondió la acción.

—Y yo a ti.

—Yo... em había notado que Rick y tú se habían empezado a acercarse y pensé muchas cosas hasta que...—estaba hablando muy tímida y con algo de nervios, no quería incomodarla—. Me dijo que hay alguien más, espero no te importe que me haya dicho.

Paula se separó del abrazo y la miró con una sonrisa tímida—. Si bueno... no me molesta que te haya dicho, de hecho, creo que tú más que nadie puede entender en parte mi situación—ambas rieron y Paula continuó—. Soy bisexual, por si lo preguntas y me alegra que ya lo sepas, ahora somos familia, ¿no? —Sonrió.

Sintió lindo que ahora Paula también la consideraba parte de su familia y le tuviera confianza para decirle ese tipo de cosas—. E-es genial Pau, ¿y quién más lo sabe? Si no te molesta responder—susurro, por si acaso.

—Bueno obvio Hen, Rick, Gideon, tú y.... en algo futuro cercano pienso salir del closet con mis padres—sonrió levemente.

—Espero que todo salga bien, no te rindas con esa chica y sabes que siempre puedes pedirme cualquier consejo si lo necesitas. Sobre como expresarte, porque yo no sé nada sobre chicas en ese sentido—rio nerviosa y Paula la abrazó nuevamente, sonriendo un poco más.

Se notaba algo de incomodidad aun cuando se despidieron de los padres del otro, no obstante, las felicitaciones fueron el tema principal.

—Cuidas a mi hermana Henry—sentenció Ricardo a él cuando estaban abrazándose. Él asintió con la cabeza.

—Y si van a aprovechar que van a estar solos, siempre con un estudio previo y con protección—Henry se ahogó con su propia saliva empezando a toser, al mismo tiempo que su rostro comenzaba a tornarse rojizo de las mejillas.

—N-no hemos que-querido hablar sobre e-eso, pe-pero te juro que tendremos cuidado en todo—respondió nervioso y Ricardo sólo lo miraba con una sonrisa, le gustaba molestar a ambos en diversos aspectos.

Se entendía que tanto sus hermanos como sus padres les recodaran sobre eso, pues se iban los dos solos, pero no es que lo fueran hacer; digo, fueron tímidos en decir sus sentimientos y en decir él te amo, dudo que al menos lo hayan pensado, además vivirían en diferentes lugares por la ubicación de sus universidades.

"Vuelo trescientos uno con destino a la cuidad de Paris, pueden empezar a ir a la sala cinco para esperar indicaciones de abordaje"

—Supongo que ya tenemos que irnos—comentó Teresa posicionándose en medio de todos con una pequeña mochila por detrás. Henry, quien seguía algo sonrojado, se puso a lado de ella.

Avril corrió sin poder evitarlo a abrazar a ambos por última vez, después se les unió Lazy, Mark y Gideon. Las familias de ambos sólo sonrieron con nostalgia.

—Los extrañaremos mucho, esperamos volver a verlos pronto—mencionó Lazy terminando el abrazo.

—Claro que lo haremos, Lee—sonrió Teresa volviendo a sentir la mirada cristalizada.

Entonces Henry tomó la mano de Teresa para comenzar a caminar juntos hacia la zona de revisión y así irse a la sala correspondiente. Se limpió algunas lágrimas y también empezó a caminar con él, viendo hacia atrás mientras se despedía con un movimiento de mano de sus padres, de Ricardo y de sus amigos.

En silencio pasaron por revisión, subieron las escaleras y buscaron su sala, era una de las últimas por lo que el recorrido fue un poco largo. Cuando estuvieron en la correcta se sentaron a lado del otro, sosteniendo aún sus manos y acariciándolas como forma de calmarse.

—Los voy a extrañar demasiado—mencionó Teresa recargándose en el hombro de Henry. Él hizo lo mismo, pero en su cabeza.

—Yo también, pero no te preocupes seguiremos todos en contacto y los vendremos a ver pronto—con su mano libre le acaricio la mejilla.

—Eso es lo único me alivia—mantuvieron unos minutos el silencio hasta que Teresa continuó la conversación—¿Dónde nos quedaremos?

—Podemos quedarnos en casa de mi tía o en mi departamento, como más te sientas cómoda—respondió. Sin soltarse, Henry la abrazo por los hombros.

—¿Tienes un departamento?

—No es cien por ciento mío, pero podría decir que es una ayuda de mi tía por un tiempo.

—Te llevas bien con ella, ¿no? —Él asintió—Bueno que te parece si llegamos con ella y al día siguiente nos quedamos en ese departamento tuyo. Me gustaría conocerla.

—¿No te sentirás incómoda cuando em... tú sabes vayamos a mi departamento?, porque puedo quedarme con mi tía y tú en mi departamento o viceversa—Teresa sonrió un poco por lo muy preocupado que sonaba Henry.

—No te preocupes Hen, no conozco a tu tía y creo que eso sí me haría sentir incómoda—él iba hablar, pero Teresa lo calló poniendo el dedo índice en sus labios—y no me importa compartir departamento contigo, la solución es obviamente dormir separados, además sólo serán pocos días. Yo me iré a vivir a las habitaciones que tiene la universidad—termino de hablar y le sonrió a Henry, quien poco después también lo hizo.

Tu ne sais pas quand je t'aime—se acercó a besar sus labios.

Moi aussi je t'aime—respondió cuando se separaron del beso.

Unos minutos más tarde fue anunciando el inicio de abordaje para su vuelo.

Ver el amanecer de París es una de las imágenes más bellas que haya visto y que jamás piensa olvidar. No pensaba volver ahí dentro de unos años, pero la vida le dio un giro de ciento ochenta grados y se encontraba en el mismo lugar donde muchas cosas cambiaron, donde nuevas empezaban.

Bajaron del avión siendo casi las diez de mañana ahí, recogieron sus maletas, que eran dos por cada uno, y salieron del aeropuerto rumbo a tomar un taxi hacia la casa de la tía de Henry.

Teresa se encontraba nerviosa, era conocer otra familia de Henry que hablaba completamente francés, no obstante, no dudaba de su habilidad en el idioma. También por el hecho de que conocería una nueva parte de Francia, ya no la muy turística, sino en la que se tenía y vivía una vida como en cualquier lugar.

Las calles eran ligeramente diferentes, pero se mantenía esa esencia parisina; los edificios, en su mayoría, pintados de colores neutros, blancos y algunos tonos en verde. Si no conociera Paris, fácilmente podría pensar que se trata de alguna cuidad de Inglaterra u otra parte del continente europeo.

Doce de la tarde llegaron a la primera ubicación. La casa era grande, blanca, con dos ventanas en la parte delantera, la puerta color café claro y alrededor de toda la casa había un pequeño jardín, lleno de diferentes flores de colores. En la entrada había una pequeña escalera para llegar a la puerta.

Agradecieron al conductor y ambos llevaron sus maletas consigo hacia la entrada, donde Henry tocó el timbre y Teresa no podía dejar de mirar hacia los lados. La puerta fue abierta revelando a una mujer con cabellos castaño claro y ojos azules.

Henry, je suis contente que tu sois lá! —Exclamo acercándose a abrazarlo y besar su mejilla repetidas veces, Teresa se quedó a un lado en silencio.

Tante Odette moi aussi je suis content de te voi.

Regarde comme tu es beau et grand—Henry rio nervioso y sostuvo la mano de Teresa—. Oh désolé, je n'avais pas réalisé que tu venais avec quelqu'un d'autre—habló mirando con una sonrisa a Teresa.

Ne t'inquiete pas, tante elle est Teresa, ma copaine, Teresa ma tante Odette—presentó Henry.

Salut Madame—habló tímida y Odette le sonrió.

Salut Teresa. Passer, passer s'il vous plaît.

Ambos voltearon a verse y sonrieron entrando a la casa con sus cosas. El interior era grande, muy parecida a la casa de Henry, sólo que la sala estaba al final del pasillo, el comedor de lado derecho y la cocina de lado izquierdo. A mitad del pasillo estaba las escaleras hacia un segundo piso.

—Je vais faire du thé, je veux que tu me dises tout, Hen—mencionó Odette yendo a la cocina. Dejaron sus cosas al comienzo de las escaleras y pasaron a la sala.

—Es muy bonito y minimalista—comentó Teresa sentándose en el sillón blanco.

—Debo decir que tomé el mismo gusto por ella—mencionó Henry también sentándose a su lado, abrazándola por los hombros y acercándose entre ellos.

—¿Cómo te sientes? —Temió que su pregunta la hiciera sentir mal, pero al verla sonreír sutilmente supo que no lo hizo.

—Estoy bien, será difícil de asimilar, pero todo está bien—sonrió más y se acercó a besar su mejilla.

Se escucharon pasosrápidos desde las escaleras hasta la entrada de la sala. Un chico de no más dequince años se asomó muy feliz y confundido al mismo tiempo. Henry volteó averlo y sonrió acercándose a él.

¡Henry! —Gritó el chico mientras le daba un abrazo.

¡Hey! Petit garçon, comment ça va?

—Très bien et toi? Ça fait longtemps depuis les dernières vacances que je t'ai vu—respondió y asomó su cabeza a un lado para mirar a Teresa—Qui est elle?

Teresa il est Andrew, mon cousin, Andrew elle est Teresa ma copaine—presentó y se volvió a sentar cerca de ella. Andrew sorprendido tomo asiento en otro sillón.

Oh un plaisir, attends tu parle français? —Ella rio por aquello último.

Oui, je parle français et anglais.

J'ai dit à Henry de m'apprendre à parler anglais, mais il ne le fera pas—fingió estar molestó cruzando los brazos.

—No es cierto, él que no "puede" cuando yo me ofrezco—Andrew le miró con indignación sin saber exactamente lo que dijo.

Je ne sais pas ce qu'il a dit mais tu mens—la pareja rio por eso.

Justo entró la tía de Henry con una charola llena de tés, las puso en la mesa de centro y murmuró algo a Andrew que salió del lugar.

Je t'ai entendu parler français Teresa, est-ce vrai? —Preguntó tomando una de las tazas, Teresa y Henry hicieron lo mismo.

Oui, madame—respondió para luego tomar del té.

Oh s'il vous plaît, appelle moi Odette.

D'accord... Odette—sonrió tímida.

El resto de la tarde transcurrió en que Odette conociera más a Teresa y viceversa, además de contar anécdotas que tuvieron durante los meses que Henry no los había visitado. Descubrió que Henry tenía otro primo, hermano mayor de Andrew, que estaba en el último año de la universidad, Matthieu.

Comieron ahí y como ambos concordaron pasaron la noche también, Henry dormiría en la habitación de Andrew y Teresa en el ex cuarto de Matthieu, que estaba enfrente de este. El baño estaba al final del pasillo y la habitación de Odette, junto a la de su esposo, estaba del mismo lado que el de Andrew.

El día se le hizo rápido que ni siquiera se acordaba de avisarle a sus padres que ya estaba en Paris, eso y por la diferencia de horario, así que cambió su ropa por el piyama y llamó a sus padres, avisándoles que estaba bien.

No duró mucho la conversación, pues además de que para ella ya era tarde, no quería empezar a arrepentirse de su decisión o romper en llanto. Colgó la llamada, saco su cepillo de dientes y salió de la habitación.

Fuera de esta estaba Henry con igualmente su piyama diciendo quien sabe qué a su primo, mientras este último reía de algo.

—¿Me perdí de algo? —Preguntó Teresa riendo sutilmente.

—Nada, sólo mi primo siendo un travieso—rio negando con la cabeza—¿Vas a lavarte los dientes? —Teresa asintió y ambos fueron al baño, mientras cruzaban miradas y sonrisas.

Estaban a punto de cada quien irse a su habitación cuando Henry la detiene con una mano en la cintura, dándole la vuelta para quedar frente a frente.

—Se te olvida algo—mencionó él sonriendo.

Bonne nuit—respondió Teresa divertida.

—Eso no, otra cosa—puso ahora ambas manos en la cintura de Teresa, ella subió ambos manos hacia el cuello de Henry, además de ponerse levemente de puntitas.

—De acuerdo, bebé—se acercó besando sus labios con un sutil movimiento. Buscaron sentirse más cerca del otro mientras que el beso no cesaba, en cambio, se profundizaba.

Se detuvieron cuando el aire les hacía falta, mirándose mutuamente estando sonrojados y permaneciendo cerca.

Bonne nuit—murmuró Henry dejando un beso en la frente de ella.

Á demain—respondió. Empezaron a separase yendo cada uno a su habitación sin dejar de mirarse, hasta que la puerta de ambos fue cerrada simultáneamente.

Al día siguiente, después de desayunar muy temprano fueron al departamento de Henry a dejar sus cosas y a en caminarse hacia la escuela de Teresa para que revisara algunas cosas. No pudieron hacer mucho ya que era domingo, así que se la pasaron todo el día fuera.

Era como la quinta cita que tenían, a solas claro, donde la mayor actividad fue tomarse fotos y caminar por todos los lugares, descubriendo nuevos y recordando viejos.

La intriga y la curiosidad de ver gran cantidad de vinos en los pasillos del mercado los hizo compra uno de ellos y que mejor forma que disfrutarlo con snacks, palomitas y una buena película en casa. Por lo que después de un largo día perdido fueron al departamento de Henry.

Era chico, pero muy cómodo; al entrar de lado izquierdo estaba la pequeña cocina con una barra para comer, en frente de esta una sala con un sillón grande y una pantalla mediana. Después si te ibas derecho estaba el pasillo que llevaba a tres cuartos, un baño y dos habitaciones.

—¿Algún género en especial? —Cuestionó Henry sentado en el sillón cambiado de canales.

—¿Comedia? —Respondió Teresa cargando dos tazones, uno de palomitas y otro de nueces.

Los puso en la pequeña mesa de centro donde también estaban dos vasos, el vino y por si acaso un refresco.

Segundos después Henry encontró una buena película que apenas comenzaba, se acurrucaron ambos, tapándose con una cobija y colocando las palomitas en medio.

—Que dices, ¿probamos el vino? —Propuso Henry minutos después.

—Desde la fiesta él y yo somos enemigos, pero... sí, muy poco—contestó tomando uno de los vasos. Henry sirvió y chocaron copas antes de darle el primer sorbo. Quedaron muy arrepentidos.

—Es muy, muy fuerte—comentó Teresa mientras hacía una expresión de asco.

—Dios, ¿cómo se supone que este es el más vendido? Sin duda el cómo los prepara mi hermana es mejor—sin más, dejaron los vasos a un lado, riendo por ellos mismos y continuando con la película.

Los minutos pasaron en donde dejaron de estar sentados a estar recostados. Teresa encima de Henry con la cabeza en su pecho de él, escuchando su respiración y sus latidos.

—Me siento más adulto de lo que ya soy—mencionó Henry.

—¿Por qué lo dices? —Recargo su barbilla en el pecho de él para poder mirarle. Henry llevó una mano al cabello de Teresa para acariciarlo.

—Ya sabes, vivir solo, tener que sostener un lugar y que... bueno... estés aquí—no dijo nada sin entender mucho a qué se refería—. Quiero decir, sonará muy apresurado, pero... así como estamos ahora, en una casa, solos, es... es como me veo en un futuro.

El corazón le comenzó a latir más rápido y las mejillas le ardían por el sonrojo por tales palabras de Henry ¿Cómo un chico como él le ha podido demostrar tantas cosas en tan poco tiempo?

Ocultó su rostro en el pecho de él—. Te amo tanto, no sé cómo no me canso de hacerlo—él la abrazo por la cintura, compartiendo ese momento y ese calor tan especial.

—No lo digo por decir, lo siento realmente. Nada ni nadie puede alejarme de ti—alzo el rostro de Teresa para besarla, tomándola con un poco más de fuerza como si tuvieran miedo de que se fuera. Ella hizo lo mismo.

Tomó parte del cabello de Henry enredando sus dedos entre los cabellos de él, quién posó ambas manos en la cintura de Teresa ejerciendo un poco de fuerza sin llegar a lastimarla.

Ambos ladearon sus rostros de lado contrario para profundizar el beso. Las manos de Teresa bajaron hacia el rosto de su novio para acariciarle las mejillas.

Se separaban cada milisegundo para tomar aire y volver a forma el beso, sintiendo cada vez las mejillas más calientes.

No se dieron cuenta cuando sus besos parecían más desesperados que románticos, hasta que Henry se percató que ya estaba bajando los besos por el cuello de Teresa. Ambos se separaron rápidamente, demasiados sonrojados, con las respiraciones agitadas y con el cabello algo despeinado.

—Lo siento, no era mi intensión—habló primero Henry.

—N-no descuida, creo... creo que nos dejamos llevar—rio nerviosa.

—Aun así, perdóname, debí preguntarte antes si estaba bien o si te sentías cómoda—Henry parecía ser un niño de diez años cuando lo estaban regañando por que hizo algo malo. Teresa sonrió y se volvió a acercar.

—Tranquilo bebé, no me incomodó sólo... no estoy lista para hacer algo más—mencionó tímida.

Henry se sentó en el sillón quedando ambos sentados frente a frente, él tomó las manos de ella antes de continuar—¡De-descuida! Yo tampoco y menos ahora que sé que tú no lo estás.

Mantuvieron unos segundos de silencio incómodo cuando Teresa retomó la conversación.

—Si quiero hacerlo, no ahora, pero si en algún futuro—le sonrió sutilmente con las mejillas un poco menos sonrojadas.

—Igual yo y no me importa si es en meses o años, yo te esperaré—también le sonrió.

Luego la película concluyó y empezaron a recoger todo. El vino lo guardaron, los platos sucios los dejaron en el lavabo y dejaron el lugar acomodado antes de irse a acostar, Henry en la recámara principal y Teresa en la de invitados, sin dejar de pensar en lo que había sucedido.

Creo que a todos nos pasa que cuando estamos pasando por buenos momentos, estos siempre hacen que el tiempo vaya muy rápido, ¿no? Tan rápido que ni siquiera nos damos cuenta que ha pasado una semana. Las despedidas se volvieron algo frecuentes desde que terminaron la preparatoria, a pesar de que estás serían temporales, en general, te dolían.

Después de esa noche, los siguientes días la pasaron juntos, más de lo que ya lo hacían. A excepción del día miércoles, pues ambos fueron a sus universidades a terminar otros trámites que tenían pendientes; lunes, martes, jueves, viernes y sábado aprovecharon al máximo.

Entre las actividades que hicieron fue andar en bici (aunque Teresa no supiera y tuvo que irse en la parte trasera de esta), visitar otros museos, como el de ceda, ir a Disneyland, subirse a la rueda de la fortuna, ir por un helado, perderse en el metro y volver a la Torre Eiffel. Donde todo comenzó.

Todavía les quedaban cosas por hacer, pero era tiempo de alejarse, al menos durante unos días o semanas. Por lo que el domingo a las cuatro de la tarde estaban en la estación del tren, esperándolo, junto con una maleta de Teresa, ya que la otra la habían dejado en su habitación de la universidad la última vez que fueron.

Ninguno hablaba, sólo se sostenían sus manos y observaban por ambos lados si venía el transporte o no. Teresa está vez si estaba nerviosa, ahora sería ella sola por las calles de Paris, por los pasillos de la escuela, viviendo en un lugar independiente. Sentía que su vida había pasado tan rápido, como un parpadeo.

El ruido intensificándose, la gente acercándose al límite de la parada y el viento llegando, fueron su señal de que el transporte se acercaba. Antes de que este llegará a su parada, Teresa volteó a ver a Henry, con una mirada nostálgica, pero alegre al mismo tiempo. Sabía que no tardaría en que las lágrimas comenzarán a salir.

Se soltaron de las manos para que Teresa pudiera saltar sobre él para abrazarlo muy, muy fuerte y sostenerlo temiendo a que desapareciera; muchas veces lo había pensado así, que Henry no era real por ser el chico más perfecto en todos los sentidos. Ambos cerraron los ojos disfrutando de ese largo abrazo, cuando escucharon al tren detenerse en frente de ellos, sólo dejaron sus rostros cerca del otro.

—Todo va a estar bien, ¿sí? —Comenzó Henry llevando sus manos hacia las mejillas de ella, limpiando algunas lágrimas que, sin evitar, cayeron.

—Te voy a extrañar mucho—sonrió a pesar de estar triste.

De igual manera le correspondió la acción—. Yo igual, prometo visitarte cada vez que pueda.

—Yo te llamaré cada vez que pueda, lo prometo.

Henry bajo sus manos para tomar las manos de la chica y darles un fuerte apretón, juntaron sus frentes mientras cerraban los ojos al mismo tiempo. Henry trataba de no ponerse nostálgico.

—Yo sé que tú vas a poder, eres una chica fuerte e inteligente que admiro mucho. Nunca, jamás estarás sola y no tengas miedo de pedir ayuda—mencionó Henry separándose un poco para mirarla al rostro.

—Gracias Henry, gracias por siempre confiar en mí, no sabes lo feliz que me haces—mencionó sin abrir los ojos aun tratando de controlar las lágrimas. Es tan sentimental.

El sonido del tren haciendo su penúltima llamada, los interrumpió.

—Cuídate mucho, Paris también puede ser algo peligroso y llámame si necesitas algo.

—Lo hare, bebé. Te amo.

Moi aussi, je t'aime beaucoup—dijo para después acercarse a sus labios para tomarlos mientras llevaba sus manos hacia la cintura de ella.

Con mucho cuidado se inclinó hacia delante para formar un beso muy romántico, provocándole una pequeña sonrisa a Teresa en medio del beso. Uno de sus brazos sostenía el de Henry para no caerse y el otro lo mantenía en el hombro del mismo.

Ladearon sus rostros para profundizar más el beso, queriendo que la sensación pudiera quedarse grabada por mucho tiempo, al menos hasta que se volvieran a ver.

Aprovecharon los últimos segundos compartiendo besos, en sus labios, mejillas, parpados, nariz y frente antes de que volvieran a dar la última llamada para subir.

Se separaron mirándose con una leve sonrisa, Teresa tomó su maleta y empezó a caminar hacia la entrada del transporte. Antes de entrar completamente, volteo a ver a Henry, quien estaba sonriendo en dirección a ella. Se despidió por última vez con un movimiento de mano y luego entró completamente.

Paso por algunos asientos hasta llegar a uno que estaba por la esquina, sentándose en el que estaba al lado de la ventana. Lograba ver a Henry, pero supuso que él no, puesto que no apartaba la mirada de la entrada por la que había pasado.

Las puertas fueron cerras finalmente, comenzando a avanzar; soltó un suspiro antes de recargarse en el asiento, observando al tren moverse. Sonrió ligeramente para ella misma mientras acariciaba sus labios, y el collar que ahora siempre formaría parte de ella, además se sentía orgullosa de lo que ahora estaba viviendo.

Por su parte Henry, una vez el tren había salido se dio la vuelta para regresar a su departamento. Tampoco podía dejar de sonreír, después de todo cosas buenas vendrían para ambos.

Llevó ambas manos a los bolsillos de su chamarra, sin embargo, de lado izquierdo sintió algo que lo hizo sacarla. Extendió su mano y se dio cuenta de que era una pulsera, probablemente un regalo de Teresa, con un llavero de un corazón partido a la mitad.

Sonrió mucho más colocándose la pulsera en la muñeca y continuó con su camino.

Una parte de Teresa siempre estaría en Henry y una parte de Henry siempre formaría parte de Teresa.

Sin duda la distancia no es un muro que te impida amar, sólo tienes que saber cómoenfrentarlo. Confiando en ti y en los demás.

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