ALMENDRA POV'S:

Debo admitir que estoy emocionada, ansiosa y nerviosa a la vez.

Me gusta Mark y conocernos me parece de lo mejor pero suelo arruinar las cosas siempre.

Con Cata y Ryan nos fuimos a ver un vestido para mi cita con Mark.

Entramos a la tienda donde nos llevó Ryan y empezamos con la locura...

Primero Cata y Ryan veían vestidos que podía ponerme para mi cita, mientras yo veía tacones o zapatillas.

Habían algunos muy hermosos, como unos tacones color piel que tenían un lazo o moño del mismo tono, por suerte había de mi talla.

Pero resultó no ser mi estilo.

Mis amigas hicieron que me pruebe muchos vestidos pero todos me quedaban mal, unos muy cortos, muy largos, muy pegados o muy flojos.

Al final me decidí comprar un vestido que era simple, era de color rojo.

Era pegado de la cintura y el resto suelto, a la altura de la cadera tenía como encaje negro alrededor de ella.

Me quedaba perfecto y decidí comprarlo junto con tacones negros y un abrigo.

Sin darme cuenta ya habían pasado dos horas desde que estábamos aquí.

Las chicas y yo decidimos ir a comprar algo para beber y comer.

CATALINA POV'S:

Con solo ver a Almendra probándose su vestido hizo que recordara que cuando me gradúe mis padres biológicos no podrán verme, quería llorar pero evite hacerlo.

A veces los extrañaba mucho.

Pero estaba muy agradecida con la vida por darme unos padres maravillosos.

Luego, llegué a casa y cené con mi familia.

También estaban ahí mis abuelitos.

Cuando la cena acabó, los acompañé a la casa de al lado.

Al regresar fui a mi habitación para bañarme y vestirme con mi pijama de helados.

Mi pijama favorito.

Me acosté y quedé profundamente dormida.

***

Me levanté con la alarma que había puesto en mi celular.

Ya que al parecer mi reloj de pingüinos estaba fallando.

Me bañé y alisté para ir al colegio.

Me puse unos jeans no tan pegados.

Con mis zapatillas plateadas, una camiseta de color gris que tenía escrito con letras negras SMILE y mi polera de color negro.

Me puse unas pulseras y bajé a desayunar.

- Buenos días - Saludé a Roberta

Aproveché el desayuno para conocer y charlar más con Roberta.

Era una señora muy alegre y responsable.

Me contó que tiene dos hijos ya mayores y tres nietos.

Su esposo trabaja de chofer también pero para una empresa.

Y viven solos en una casa que queda por el centro de la ciudad.

Cuando estaba terminando de desayunar, bajaron mis hermanos y Mateo apreció por la sala

- Hola Cata - Saludaron los tres al unísono

- Hola chicos, les gané esta vez - Saludé a todos

Parecía que el hecho de que Mateo esté aquí lograba tranquilizar la locura de mi hermana por llegar temprano.

Subí a lavarme los dientes y cuando bajé todos ya estaban listos.

Nos fuimos en el auto de Beily el cual manejó Mateo, ya que la señorita estaba de sueño y no queríamos tener un accidente.

- Llegamos - Desvié mi vista de mi cuaderno de matemáticas

Debo admitir que debería prestar más atención a las clases puesto que tenía tarea la cual no había hecho.

No solía ser así.

Pero aún estaba conmocionada por haber vuelto.

- Adiós chicos - Me despedí de Beily y Mateo

- Adiós - Mateo puso el auto en marcha

Robert y yo entramos al colegio sin articular palabra alguna.

Divisé a mis amigas en nuestros casilleros y corrí a saludarlas.

- Hola chicas - Dije acercándome a ellas

- Hola Cata - Saludaron ambas al unísono

Abrí mi casillero y de él cayó un sobre color lila que tenía un lazo color rosado.

- ¿Qué es eso? - Preguntó curiosa Almendra

- No sé - Le repondí con sinceridad

Estaba a punto de abrir el sobre pero tocó el timbre y ya no pude.

Saqué lo que necesitaba y fuimos corriendo al salón.

Llegamos como pudimos, pero por suerte la profesora de comunicación aún no llegaba.

Tenía curiosidad por saber qué hay en el pequeño sobre.

Pero no creí que el salón fuera el mejor lugar para abrirlo

Así que decidí guardarlo en mi mochila.

- Hola Cata - Antonio se acercó a mi

- Hola Antony - Reí y vi que tenía el ceño fruncido