9. PRIMER DÍA DE ESCUELA

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Antonio en multimedia.

CATALINA POV'S:

Me levanté gracias a Beily, quién entró prácticamente a gritar en mi habitación.

—¡Estamos tarde! —volvió a gritar mientras abría la puerta de golpe.

—¿Qué? —pregunté mientras me sobaba los ojos y despertando del todo.

Demonios. Debo empezar a acostumbrarme de nuevo al horario escolar.

No puedo dormir bien, porque mi organismo ya había hecho un hábito el dormir hasta tarde.

Odio el regreso a clases. Es difícil adecuarse de nuevo, pero hay algo que hace esto totalmente diferente: Mi regreso.

—¡Párate y cámbiate!

¿Olvidé mencionar que mi hermana detesta llegar tarde?

Es lo que más odia en su vida y parece que esta vez, Robert y yo seremos los sacrificados del año. Nos va a tener así a diario, lo veo venir.

Me levanté y me duché aún con paciencia pues sé lo apresurada que puede llegar a ser Beily. De seguro solo nos asustó cuando aún hay tiempo de sobra.

Bajé a la planta inferior de la casa y dejé mi mochila sobre el sofá del living para poder desayunar.

—Buenos días —saludé a mi madre, quién preparaba el desayuno.

—Buenos días, cariño —dijo entregándome un plato con tocino y huevo revuelto.

En la mesa había jugo de durazno y me serví un vaso para acompañar mi plato de comida.

—Hola Cata —me saludó Robert mientras yo tomaba asiento en el comedor.

Había bajado mucho antes. De seguro también lo levantó la loca de Beily.

—Cata, apresúrate —habló Beily nuevamente, mientras me sentaba a desayunar.

—Mamá, ¿puedes calmar a tu hija? —La tomó por los hombros—. Tranquila mujer, serás popular, y a la vez una nerd—dijo Robert cansado de tantos gritos por parte de Beily—Todo irá bien. —añadió mientras rodaba los ojos de manera graciosa causando risas de mi parte.

Este niño era muy especial. Realmente lo amaba y me encantaba su sentido del humor.

Terminé de desayunar tan rápido como pude para no estresar más a Beily. Todos en mi familia sabemos hasta dónde puede llegar mi hermana solo por llegar temprano.

Robert y yo subimos a lavarnos los dientes antes de recibir algún otro regaño. Bajamos y recogimos nuestras mochilas para salir hacia la cochera e irnos al colegio.

—Rápido, suban suban —dijo Beily desactivando el seguro de las puertas de su auto.

Beily seguía desesperada, pero esta vez se evidenciaba su felicidad al notar que su auto estaba en perfecto estado y estacionado en la cochera de la casa.

Mateo, el representante de papá, se encargó de traerlo y que en el camino este no resultara dañado o algo por el estilo.

Ellos se conocen mucho antes de que yo llegara a sus vidas y siempre se hacen favores el uno al otro. Muy sospechoso. Como si nadie supiera que se miran de manera muy especial.

Para mí que estos dos terminarán juntos. Consideremos esto una apuesta

—Bajen, cuídense y suerte —dijo Beily rápidamente mientras se estacionaba al frente de la escuela para que Robert y yo bajemos.

—Gracias por traernos, nos vemos a la salida. —hablé mientras bajaba del auto—Y... tranquila, eres la mejor —la motivé y ella solo asintió.

Creo que trataba de convencerse a sí misma de que mis palabras eran verdad.

Cuando el auto de Beily desapareció de nuestra vista, Robert y yo nos detuvimos en frente del colegio.

—Nueva escuela, nueva vida —suspiró.

Tomo sus palabras.

—Suerte hermanito —dije y nos encaminamos hacia la entrada.

ALMENDRA POV'S:

—Mira hacia allá. —Muevo lentamente el mentón de mi amiga en dirección de la entrada.

De inmediato mi otra mejor amiga apareció en ella. Se veía tan hermosa como siempre. Aún recuerdo cuando éramos pequeñas y solíamos jugar en el patio de su casa con tierra fingiendo que era comida. Éramos un poco locas.

—¿Catalina? —preguntó Ryan exageradamente sorprendida luego de observarla entrar en el colegio.

—¡Ryan! —gritó Cata corriendo hacia ella y abrazándola.

—Pero, ¿qué haces aquí? —preguntó separándose del abrazo—¿Estudiarás aquí? — hizo otra pregunta dando justo en el clavo. Aunque era muy obvio si nos damos cuenta en dónde estamos.

—Sí —asintió Cata con una gran sonrisa en el rostro.

—Volveremos a ser las tres mejores amigas unidas. —Abracé a mis locas mejores amigas.

—Sí, pero primero ayúdenme con esto —dijo enseñándonos un papel el cual no pudimos ver con claridad al ser interrumpidos por una voz.

—¡Cata! —llamó un niño de más o menos diez años a espaldas de mi mejor amiga. Cata se volteó y nos presentó.

—Robert, ellas son Almendra —me señaló—Y Ryan —dijo señalándola.

—¡Chicas! —nos miró coqueto y se acomodó el cabello provocando risas de nuestra parte.

—¿Qué pasó hermanito? —preguntó Catalina al pequeño haciendo que deje sus coqueteos para después.

—Estoy buscando mi casillero, pero no lo encuentro —dijo rascándose la cabeza.

—Sé quién te puede ayudar — dijo Ryan y llamó a su hermano Brandon, de 10 años también—Él es el hermano de Catalina, ¿podrías ayudarlo?

—Claro, yo ayudo a mi cuñadito —dijo guiñándole un ojo a Catalina y de inmediato desaparecieron.

Ese niño siempre ha estado clavadito por Catalina. Ahora que la vio, al parecer, sus sentimientos volvieron.

CATALINA POV'S:

—¿Catalina? —habló la chica de rubia cabellera mientras buscaba mi casillero en compañía de mis mejores amigas—¿Catalina, la nerd?

—Valentina —dije al percatarme de su presencia.

¿Tú eres la nerd? —preguntó con la boca entreabierta.

—Sí, soy yo, Catalina—contesté mientras Ryan y Almendra me miraban cómplices.

Es algo comprensible que Valentina no me reconozca. Soy muy diferente ahora, no solo más segura, sino que mi aspecto es otro. Las grandes gafas que llevaba desaparecieron. Los apretados brackets tampoco están. Ahora mi cabello está más largo y lo llevo suelto, no en una coleta como estaba acostumbrada. Ya no queda rastro alguno del acné que tenía y mi cuerpo es más maduro.

—Tanto tiempo sin verte, estás muy... —me miró con desprecio—Muy cambiada —movió sus manos escandalosamente.

Ella llevaba una blusa rosada, un pantalón blanco y tacos rosados. Cargaba consigo un objeto no tan importante, pero infaltable en su look, su cartera rosada de cuero.

—Tú estás muy... —Estaba buscando la palabra adecuada, pero no la encontré—. Muy tú. – Es decir fresita. Estaba tal y como la recordaba.

¡Dios, por favor, no hagas que olvide que la perdoné internamente!

—Gracias, pero cuéntame, ¿qué haces aquí? Tus padres murieron, no entiendo. —Al oír eso bajé la mirada, ella conocía mi punto débil y ese siempre fue mi familia.

¿Cómo puede hablar así? Sin mostrar respeto alguno.

¡A LA MIERDA EL SUPUESTO PERDÓN!

Era una víbora y me trataba con odio.

<<Pero no por mucho>>, dijo mi consciencia en el interior de mi mente.

—Quisiera hablar contigo. —En realidad no—. Pero estoy ocupada ahora —dije y seguí mi camino junto a mis amigas dejando a Valentina sola en medio del corredor de la escuela.

—Agg, la detesto —espetó Almendra mientras fruncía el ceño.

—¿Crees que yo no? —Ryan soltó un gruñido—Ganas de meterla en un saco y mandarla a otro continente no me faltan —dijo mientras cruzaba sus brazos en señal de enfado.

—Chicas, ¿ha pasado algo que no me han contado? —pregunté a lo que se pusieron nerviosas

Nuestro odio por Valentina existía desde años pasados, pero sentía que esta vez las chicas eran muy intensas en relación a esto. Antes no era así. Incluso por ratos, eran indiferentes al tema de Valentina. Siento que hay algo que me están escondiendo.

—Encontré tu casillero —dijo Ryan cambiando de tema.

Guardé algunas cosas que traía, aún con la duda invadiendo mi ser. Les quería preguntar sobre el tema otra vez, pero el timbre me lo impidió.

—El salón es 3C —dije leyendo rápidamente el papel.

—Sí, está por aquí —habló Almendra y nos guio al salón.

Ella solía conocer más el colegio puesto que en vacaciones venía a la biblioteca. Amaba mucho leer. Y siempre aseguraba que los mejores libros estaban en la biblioteca de la escuela.

Cuando llegamos, el maestro ya estaba hablando, así que en contra de nuestra voluntad, tuvimos que interrumpir su clase.

—Disculpe la tardanza, lo que pasa es que soy nueva y mis amigas me estaban ayudando —dije a quién aparentaba ser nuestro tutor.

Rogué internamente que no nos regañe. Sería una mala manera de empezar mi año escolar.

—Señorita Bill y señorita Roberts, gracias por acompañar a la señorita. —Se acercó a su escritorio y observó un papel—¿Johnson?

Yo solo asentí ante su pregunta.

—Pueden pasar, pero antes señorita Johnson, preséntese —dijo mientras mis amigas se sentaban en sus carpetas.

—Claro... Soy Catalina Johnson, vengo de New York aunque nací aquí. Tengo 16 años, me encanta el baile y pasar tiempo con mis amigas —hablé dando por terminada mi presentación y miré al profesor.

—Tome asiento. — Señaló el lugar vacío entre Ryan y Almendra.

—Miren chicas, se parece a Catalina y lleva el mismo nombre ¡Qué coincidencia! —dijo mi estúpido mejor amigo, quien estaba sentado atrás mío.

—Para que pertenezcas a Los Intelectuales, no lo demuestras mucho —dije generando que me mirara sorprendido.

—Es el colmo —dijo entre risas—Esas frasecitas son las mismas.

—Ya deja de actuar como bobo, soy yo, Catalina —lo miré mal mientras el profesor escribía en la pizarra y mostraba su enfado de vez en cuando por nuestra charla.

—Cata, te extrañé tanto —susurró mi amigo intentando que el profesor no lo oyera.

—Y yo a ti bobo, hace tiempo que no te veía. —Sonreí.

Parece que el plan de no llamar la atención del profesor falló, porque volteó y nos miró con mala cara.

—Bueno, el grupito de atrás, ¿prestarán atención o prefieren ir a detención? —preguntó alzando la voz, refiriéndose a nosotros.

Debo confesar que envidio al profesor. No porque le brille la cabeza ya que no tiene cabello sino porque le salen unos versos con rima fácilmente y yo siempre tuve que esforzarme al máximo para pasar el curso de literatura. No era muy buena rimando. Me solía quedar horas para hacer esos trabajos.

El profesor prefirió voltear de nuevo su vista a la pizarra y seguir escribiendo al no recibir una respuesta.

Almendra y Ryan nos miraron a Antonio y a mí con enfado pues a ellas también las regañaron aunque no hicieron absolutamente nada. Mi mejor amigo y yo nos miramos y soltamos una risita.

[...]

Observé con impaciencia a las personas sentadas en la mesa de Los Populares. No era envidia, tal vez era rencor.

Ellos me trataron mal en el pasado. Solían estar bajo el dominio de Valentina, quien se encargó de hacer mi vida escolar un infierno cuando se lo proponía. Se creían superiores al resto y eso me hacía enfadar muchísimo.

Ahora que observaba mejor al grupo, se había reducido. Antes estaba conformado por casi todos las porristas y jugadores. Ahora parece que consiguieron que los dividieran en otros grupos y no ser más de Los Populares.

Tenía muchas ganas de acabar con ese estúpido grupito y con todos en general. No deberíamos estar clasificados en grupos en contra de nuestra voluntad.

—¿Catalina vienes con nosotros? —preguntó Ryan sonriente.

—¿Eh? —desvié mi mirada del grupo ese. Me centré tanto en ellos que no presté atención a lo que estaban diciendo mis amigas.

—¿Vendrás a la fiesta? —inquirió Almendra lentamente, pero seguía sin comprender a qué se refiere

—Catalina, la fiesta que hace la escuela para los nuevos es hoy a las siete, ¿vienes? —Ryan espera mi respuesta con algo de desesperación.

—Sí, supongo que me darán permiso, ¿pasan por mí? —Miro a mis amigos con ojitos de perrito triste para que accedan a mi petición.

—Claro, Almendra vendrá a mi casa y luego iremos a la tuya, mientras Antonio va de frente para allá —accedió de inmediato Ryan muy entusiasmada.

Tocó el timbre y ya no tuvimos oportunidad de charlar más, simplemente nos fuimos a nuestros salones. Otras horas de exhaustiva clase. Lo bueno era que algunos cursos compartía con mis amigos para hacer más divertida la escuela.

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