53- Olivia.

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Estaba en la ribera arenosa de un río de aguas cristalinas. No era profundo y el flujo discurría con lentitud, casi perezoso, acariciando las rocas calientes por el sol del mediodía. Le dolía la garganta.

Los árboles a su alrededor eran extraños porque eran todos blancos como el alabastro, hubiera creído que eran de marfil, rígidos como la roca, pero se mecían ante una fresca brisa.

Eran albinos y el suelo también, solo el río con su musgo, el cielo y ellos dos le otorgaban color al paisaje, incluso las hierbas eran blancas. Las manchas de Kaldor se veían más negras que nunca y se agitaban con bravura. Él estaba inclinado sobre un charco de agua, cerca del río, mirando la superficie con atención, de espaldas a ella.

—No lo sé —respondió—. ¿Quién le dio la idea a Thelonious?

Olivia se sentó sobre la pálida arena mojada, entornó la mirada, tratando de comprender con quién hablaba Kaldor. Había dicho el nombre de su antepasado ¿O fue idea suya?

—¿Está muerto? —pausa—. ¿Cómo murió? —pausa larga—. Llámalo —Kaldor esperó unos segundos—. Hola, maldito mentiroso. ¿A quién le robaste la idea? No me interesa si no la robaste ¡Solo dime de quién fue la idea!

Abrió desmedidamente los ojos ¡Estaba hablando con los espejos! ¡Con la única diferencia de que en ese caso era el agua!

Saltó rapidamente sobre charco que medía lo que un plato decorativo, hundió las manos en el agua y agitó la arena blanca para que el líquido se enturbiara. Kaldor retrocedió por un segundo hasta que comprendió que era ella, la tomó de los hombros y la empujó. Olivia afirmó los pies sobre la arena y las piedras de la ribera para no caer.

—¡Deja de preguntar cosas de mi familia!

Kaldor se puso de pie de un salto, refunfuñando, rumiando entre dientes se palmeó la arena de la ropa para quitársela.

Sus ojos se encontraron, solo detenerse a mirarla por un momento hizo que su ira germinará. Olivia estaba segura de que si tuviera valor la atacaría, él era ese tipo de gente, de los que desembocan sus sentimientos en los puños.

Pero se limitó a apuntarla con un dedo:

—¡Malditos hijos de perra! ¡Mienten al leer su destino! ¡Y luego le pasan la maldición a otra persona! ¡Pringados de mierda! ¡Cómo se atreven! —Se lamentó, la rabia se debatía con la amargura—. ¡Cómo se atreven! —Se golpeó el estómago como si quisiera hacérselo a ella—. ¡Robando dinero de impuestos, poniendo leyes, viviendo en riqueza cuando ni se lo merecen! ¡La Diosa Madre jamás los reconoció como reyes!

Soltó una risa triste y miró al cielo para luego descansar sus ojos verdes en Olivia, quería verla para odiarla más, ella lo sabía:

—¡Hijos de la gran puta! —rugió.

Olivia se cubrió la boca con las manos. Lo había descubierto. Le había fallado a su familia. Tenía que proteger el secreto, pero había fracasado. Kaldor sabía la verdad, la que se había ocultado, generación tras generación, aquel monstruo la había deducido todo porque ella valoró más su moral y prefirió no matar a un vagabundo.

Para ser justa con ella misma, era la primera vez, desde siempre, que existía una criatura como Kaldor. Sus antepasados no habían liado con la misma amenaza ni presión.

Se consoló pensando que él estaba encerrado en Muro Verde, internado en Sombras, no podía divulgar esa verdad a Reino, ni siquiera podía regresar, qué más daba que supieran en Muro Verde que la corona era una farsa... pero estaban buscando al cambiaformas ¿Cierto? El que todo lo puede lograr ¿Y si Kaldor le pedía al cambiaformas que le mostrara la manera de regresar a Reino?

—No hables así de mi familia —Amenazó señalándolo con un dedo también—. ¡No sabes nada de ellos! ¡No sabes lo que es temer por una familia! ¡Jamás nadie te amó!

—¡A ti tampoco! —resopló, dio media vuelta como si buscara algún espectador que brindara apoyo y regresó a ella—. ¡Si te pidieron que te suicidaras después de montar un acto de locura público!

—Fue para que la prensa no sospechara...

—¡La gente que te pide eso no te ama! ¡Te falla el cerebro, Olivia! —se lamentó con voz temblorosa.

Olivia meneó la cabeza. La amaban. De eso seguro. Kaldor estaba equivocado. Muy errado, sí señor, ella era amada.

Era la princesa de un reino pacifico, no iba a rebajarse a la altura de un civil bruto como el maldito infeliz de Kaldor, ese gusano malnacido no tenía idea de lo que era el amor, no sabía de sacrificios por amor ni lealtad. Lo único que conocía eran unos barrotes y cuatro muros, nada más.

Estaba demente, había perdido la cordura con tanto encierro, pobre Kaldor, debería tener su compasión, no su repudio. Después de todo, ella hubiera sido reina de él también y Olivia amaba a los ciudadanos de Reino. Respiró una bocana de aire y trató de explicar, con paciencia, lo equivocado que estaba, ellos eran buenos reyes ¿Qué más daba que no fueran elegidos por una diosa que no era tan poderosa como hacían creer? ¡Reinaban de maravilla!

—No entiendo cómo una chica con dinero, educación, belleza y miles de posibilidades sea tan... tan... tú —la señaló con ambas manos, asqueado.

Olivia dejó de sonreír.

—¿Tan yo?

—¡Sí, tan tú! Te niegas a matar a un vagabundo o un preso, echas toda tu vida a la mierda por ser fiel a tus ideales de nobleza y tu moral de papel ¡Y a la noche matas al soldado Mike! ¡Al que sí conoces! ¡Y le desfiguras la cara a cuchillazos!

Olivia retrocedió un par de pasos. Arrugó disgustada la nariz. Podía aceptar que Kaldor fuera un sádico, burlón, entrometido e irrespetuoso, pero no un mentiroso. Eso sí que no.

Ella aborrecía las mentiras y los secretos.

—Eso yo no lo hice. Lo hiciste tú ¡Yo jamás maté a nadie!

—¿Y ayer? ¡Mataste conmigo al pueblo de deformes! ¡Tenías la puntería de un profesional!

—¡Jamás dañaría a una criatura por más bestia que sea! ¿Quieres un ejemplo? Estoy hablando contigo ahora en lugar ¡DE LLENARTE LA CARA DE MORETONES! —la garganta casi se le quebró a la mitad de tanto que gritó.

—¡A eso me refiero, Olivia, qué mierda te sucede! ¡Te vi matarlo! ¡Te vi! ¡Tuviste su sangre toda la noche! ¡Algo extraño te pasó en la vida que te dejó tan... tan tú!

Si Calvin estuviera allí ya habría intervenido, o Cer los hubiera hecho callar a los dos o Río habría dicho un comentario de broma, para nada gracioso y bastante irritante, que desviara la agresividad de la discusión al fauno. Pero estaban solos. Solo estaban ellos, su rabia y su soledad.

—A mí no me pasó nada, mi vida, mi infancia entera fue una fantasía con la que no podías ni soñar.

Kaldor se aproximó hacia ella, nariz con nariz. Su voz fue serena:

—Solo dijiste una cosa que fue verdad, tu vida, tu infancia entera fue una fantasía. Un delirio de tu mente —le dio dos golpecitos con el dedo a su frente.

Ella le apartó la mano manchada de un manotazo. Había una mancha en sus dedos. Solo una mancha. Eso era lo que siempre había visto en la piel de Kaldor. Eso y nada más. Se pellizcó para no pensar.

—Claro que no —meneó la cabeza—. Yo no delirio.

—Calvin todo el tiempo piensa que está soñando, en coma o en la... —Chasqueó los dedos repetidas veces hasta que recordó las palabras—, en un experimento del gobierno, como una realidad virtual. Pero la única que vive en otra realidad eres tú.

Olivia colocó las manos sobre la cadera, apretó los labios y sacudió la barbilla. Y ahora se la agarraba con Calvin, la verdad, ya ni la sorprendía. Era un gusano escarbando en carne podrida, siempre arrastrándose a un nivel cada vez más bajo.

—¿Jamás dejarás tranquilo a Calvin? Cuando lo volvamos a ver le diré que te explique...

—No lo volveremos a ver —respondió Kaldor, la irá abandonó sus ojos como si fuera tomada por un ladrón—. Están muertos.

Olivia sintió que su labio temblaba. Le estaba mintiendo para torturarla. No podían estar muertos. Eso era imposible.

—Lo último que me dijo es que él también tenía una maldición. Pero no de la fuente. También me dijo que alguien lo quiso secuestrar cuando era pequeño, pero huyó ¿No te parece extraño? Así que Calvin tenía secretos. Hubiera averiguado más si no rompías el reflejo que me tomó toda la noche construir.

Señaló la arena mojada donde antes había estado el pequeño estanque de agua serena que él se hizo.

—Ya... ya me cansé de esto —se preparó para irse, mejor estar sola en cualquier lado de Sombras que con él, pero Kaldor le cerró el paso.

—¿Quién le dio la idea a Thelonious?

—¿Cómo que quién le dio la idea?

Él alzó las cejas y la encaró para que se miraran cara a cara, estaba acorralándola para que se asustara y liberara la verdad. Pero la verdad era la prisionera de Olivia hace tantos años.

—¿Hum? ¿Eh? Responde ¿Quién le dio la idea de mentir en la fuente y pasar la maldición a otra persona? No es difícil, Olivia, vamos, responde.

Olivia sacudió una mano para restarle importancia.

—Qué se yo ¡La consiguió solo!

—¿Un zapatero? ¿Humano? ¿En serio?

—Para no haber pisado el mundo real en toda tu vida eres especista ¿Acaso a un zapatero humano no puede tener buenas ideas?

Él sonrió.

—¡Por favor! ¡Era un humano!

—Los humanos podemos ser inteligentes —objetó ella—. Y para que sepas si no fuera por esos lunares escurridizos en tu piel ¡Eres idéntico a un humano!

—No estoy hablando de buenas ideas, querida, me refiero a ¿Cómo un zapatero descubrió la forma de pasarle a otra persona la maldición? ¡Ni siquiera era mago o una criatura mágica como para entender la magia! Alguien tuvo que decirle, porque, piensa en el escenario. Él se presentó al Ritual, fue a la fuente con la idea de mentir, no es que mintió con algo tan grande como ser rey y se puso manos a la obra a encontrar la manera de librarse de la maldición. Él tenía dieciocho años y encontró —Pegó su dedo índice al pulgar como si tuviera entre yemas el asunto de la cuestión— la forma de pasar una condena mágica, un destino propio, a otro ser. Pudo hacer lo mismo que la fuente y es moldear el destino a su antojo ¡Un humano de dieciocho burló a una diosa!

Olivia lo pensó un momento. Se sintió tonta de jamás haberse detenido a meditar en eso, ahora que Kaldor lo decía sonaba tan evidente... Alguien tuvo que decirle a un muchachito de dieciocho cómo hacer magia, cómo manejar destinos, vida, cómo burlarse del universo. Había hecho lo que hacía la diosa. Era como un dios.

De seguro su familia creía que lo había descubierto él solo, eran así de soberbios.

Suspiró trémulamente.

—¿Crees que mi... antepasado...

—Conoció al cambia formas —dedujo Kaldor.

Ella se sentó sobre el suelo, pálida, de repente las rodillas le flanquearon, no podían sostener el peso de todos esos años, de todas las mentiras, de todos los muertos.

¿Mamá sabía de dónde había sacado la idea Thelonious o simplemente se pasaban de generación a generación la manera de traspasar una maldición como si fuera una receta familiar de galletas?

Se lamentaba de no haberle preguntado.

Porque claro, la mudita de su madre no pudo tomarse menos de cinco minutos para explicarle cómo era que los timadores de su familia le mentían a un reino entero. No, claro que no, ella tenía cosas más importantes como vestirse con ese traje soso de Ritual o saludar a los descerebrados de sus seguidores. Ni siquiera la consoló, dejó que afronte sola sus problemas.

Mamá nunca la había amado, Kaldor estaba en lo cierto, Olivia jamás había recibido amor solo rencor, porque papá desapareció luego de su nacimiento y nunca volvió a ser el mismo.

Las familias son cuevas, la suya era una fosa.

—Eso hubiera creído —continuó Kaldor—, hasta que le pregunté a reflejo si tu tátara, tátara... lo que sea, conoció al cambiaformas y él me dijo que eso me lo diría el propio Thelonious.

Olivia tragó saliva. Los rumores eran ciertos. Vidente... Kaldor, a veces, podía hablar con los muertos. Traspasaba mundos, el de vivos y el de los fallecidos. Una cosa más para agregar a lista que se titulaba ¿Qué demonios es Kaldor? Sabía que sus manchas eran venenosas, que no sentía dolor, que prácticamente era inmortal porque nada lo dañaba... Sonrió de lado, tal vez era un dios.

Si existía la Diosa Madre Dorada que construía destinos, él era el Dios Hijo Negro que destruía destinos.

Al parecer ese tontuelo había averiguado mucho de ella y su familia, resolviendo el acertijo, como si fueran un rompecabezas y él un niñato que juntaba las fichas para formar el paisaje.

Pero para Olivia el verdadero acertijo era Kaldor.

No quería averiguar nada de sus antepasados... pero si podía llamar a muertos ¿Podía pedirle que llamara a papá? Así le preguntaría qué había hecho esos días desaparecido ¿Por qué había cambiado su felicidad por un ausente mutismo? ¿Por qué iba todas las noches a su habitación cuando los sirvientes dormían? ¿Por qué Olivia y no Darius?

—Tu antepasado es un cagón de primera, se ve que es de familia. Me dijo que le daba miedo hablar del hombre... no, no usó esa palabra, de la criatura que le dio la idea y repitió que solo me lo diría una vez. Tu abuelo no obtuvo esa idea del cambiaformas, jamás escuchó hablar de un cambiaformas. Dijo que la persona que le proporcionó la idea de cambiar destinos fue G.

—¿G?

—El Gran G... Estaba por decírmelo hasta que te entrometiste, perra loca. Solo me dijo la primera letra del nombre y era G.

—¿Puedes volver a preguntarle?

Kaldor lo dudó, se agarró le mentón y negó con la cabeza.

—No, solo reflejo sigue mis órdenes, no los demás. Los muertos no mienten, si él dijo que solo me lo diría una vez... Perdí la oportunidad. Gracias por nada —dio una leve reverencia—, Princesa.

Olivia tragó saliva y también se tragó el orgullo y la irritación.

—¿Así que ahora eres? ¿Investigador?

Kaldor puso los ojos en blanco.

—¿No te suena extraño todo esto? Creo, de verdad creo, que... no sé, alguien está usándonos como piezas de su tablero —Habló con poca seguridad—. Por ejemplo, no te dije como salvé tu culo sucio y pecoso.

—No tengo el culo pecoso.

—Ah, entonces admites que te salve el culo.

—Nos salvaste, nos, plural, ellos no murieron —corrigió con la voz rígida, al borde de las lágrimas—. Solo tenemos que buscarlos.

Kaldor hundió los ojos en sus palmas, ocultando la cara, se la restregó y la contempló.

—Olivia créeme cuando te digo que si hubiera adivinado que sabías luchar ¡No te habría llevado como carnada, los habría distraído solo y habría permitido que los protegieras!

Olivia sintió esa noticia como una bofetada en la cara, el labio se le erizó del hastío:

—¿Por eso me llevaste contigo? ¿Querías que me comieran así ellos escapaban?

—¡SÍ! —estalló—. ¡Pero ni siquiera ellos quisieron comerte!

—Ibas a matarme...

¿Ya terminaste de soñar? Despierta, Olivia, estás sola.

—¡Regrese para salvar a Cer y a Río! ¡Tal vez a Calvin! ¡Pero el árbol no especificó!

—¿Qué árbol? —arrugó la cara y tomó aire, la situación la estaba mareando como si girara en círculos y el mundo se hubiera convertido en un montón de manchas sin sentido, figuras horribles—. Te dejamos un día solo y terminas hablando con árboles ¿Luego soy yo la loca?

—Iba a Villa Contruri para coger con Pepa...

—¡KALDOR QUÉ MIERDA TE PASA!

—¿Qué?

—¿¡CON PEPA!?

—¿Celosa?

—¡Deja preguntar eso, no pones celosa a nadie!

—¡Cuando iba a cogerme a Pepa porque preferiría cogerme hasta al principie Darius antes que ir con Sillo y contigo a villa locos, leí en una corteza mi nombre escrito pidiéndome que regresara! ¡Y regresé a salvarlos!

—¡Yo no sé luchar! ¡¡Soy pacífica, fue una coincidencia!!

—¿Ya terminaste de soñar? ¡Despierta Olivia! ¡Despierta de una maldita vez!

Despierta. Despierta. Despierta ¿Por qué no despiertas si te lo pedimos? Esa pregunta se repetía en su cabeza. 





¡Buen viernes a todos y feliz fin de semana!

 ¡Se me cuidan!

:D

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