83- Kaldor.

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Continuaron caminando por el bosque blanco y marchito hasta Ruinas Honrosas, Olivia y Kaldor usaron todo el tiempo para poner al tanto a Calvin y a Cer de lo que habían tenido que afrontar desde que se separaron.

 Ruinas Honrosas se veían mucho más oscuro de día que de noche. El viento perezoso alzaba la arena negra que nevaba del cielo, como cenizas desdiciendo con delicadeza. Las rocas de los antiguos templos y casas estaban secas, desgastadas y cubiertas de raíces o hierbas momificadas. No había nada vivo en aquellas tierras, solo algunos ciempiés que se escurrían entre las grietas de las ruinas.

 Olivia se sinceró, queriendo develar todos sus secretos y contó cómo había sido su verdadera infancia, una mucho más dura y desafortunada de lo que todos pensaban. Confiaba en Calvin y Cer, asumió que eran los primeros aliados que había tenido en su vida.

 Cer rodeó con su brazo los hombros de Olivia, deteniendo la marcha, dándole un abrazo y sus condolencias por haber perdido a Abbi. La única inocente que tuvo que pagar por penas ajenas... o no.

 Kaldor iba a mencionar que Olivia tenía otras tres hermanas pequeñas, hijas de Jasper y su madre que también habían fallecido. No las lloró, ni siquiera las mencionó. Al parecer, a ellas, la princesa solo podía ofrecerles indiferencia; como preso y persona que vivió rodeado de violentos él sabía bien que a veces la indiferencia es el mejor regalo de todos, es hacer tregua con un sentimiento insípido. La indiferencia es paz. Y la paz a veces... a veces, de una forma complicada y maligna, es amor.

Cer era muy compasiva, se veía realmente entristecida por darse cuenta de que todo Reino tenía una versión de Olivia que no existía. A decir verdad, la princesa era una donnadie más, porque su verdadera versión no tenía lugar en aquel mundo de ignorantes. Olivia y Cer eran más parecidas de lo que habrían creído.

Kaldor y Yabal, un poco incómodos con tantas muestras de afecto les palmearon el hombro a las dos y esperaron a que las chicas se separaran.

También le relataron que el rey, el padre de Olivia, continuaba vivo, al igual que su miedo hacia la fuente porque había decidido cumplir el destino que le tocó. Era el sicario y no solo persiguió a Olivia, también al resto de su familia, a toda la descendencia de Thelonious. Que fuera y viniera entre Muro Verde y Reino significaba que conocía la existencia de los portales, por lo tanto, también sabría que algunos, en lugar de llevarte a otras partes de ese mundo, te conducían a pasajes mucho más lejanos.

La única razón de que la maldición no lo hubiera fulminado era que esos cinco años trató de cumplir su destino: asesinarlos. No logró concretar aquel cometido hasta hace unos días, pero la fuente piadosa y sensata le bastaba el intento, porque no lo había liquidado con la maldición.

Conmovedor.

Kaldor compartió la historia de vida de Río, para Olivia y para quien no la supiera. Cratos había sido la persona que lo contrató para que entrara al castillo y robara una persona: «Una chica de su edad, está encerrada en las mazmorras, le dijo, debes liberarla y llevarla hasta Muro Verde, su hogar»

Eso le había contado Río. Y la chica encerrada era Olivia.

Cratos había intentado que Río llevara a Muro Verde a Olivia. Una horrible idea se encendió en la cabeza de Kaldor: hicieran lo que hiciesen las cosas siempre terminaban llevando al mismo resultado.

Río no pudo liberar a Olivia esa noche, pero no importaba porque él fue encerrado en prisión y de esa manera conoció a Kaldor. Kaldor fue quien llevó a Olivia a Muro Verde, pero él no lo hubiera hecho si no conocía a Río. Él no se habría desterrado si no conocía al fauno y le caía bien, además le había gustado Cerezo y ella se desterró porque no tenía destino y la acompañó Río.

Todo estaba conectado. Río no pudo liberar a Olivia cuando los dos eran niños, pero acabó en la cárcel, fue liberado el mismo día que Kaldor y Cer, se conocieron en el autobús, la fuente vinculó el destino de él con el de la princesa y el monstruo manchado fue el que la llevó hasta Muro Verde.

De manera que si el padre de Olivia decidía matar a su familia hace años o en esa semana, el resultado hubiera sido el mismo. Pero ¿cuál era el resultado de todo eso?

Piensa, Kaldor, piensa.

Estaba llegando a una idea importante.

Si hace cinco años, cuando él y Olivia tenía casi trece, el Rey hubiera asesinado a toda su familia ¿Qué habría pasado? Sin duda Kaldor se habría vuelto loco con la noticia y hubiera investigado qué pasaba con la familia real ¡Entonces habría descubierto que ellos mentían cuando leían sus destinos! Él lo hubiera descubierto todo, pero en la historia real se enteró en Sombras, junto a un río cerca de Villa Colmillo.

Es más, tal vez ella hubiera huido asustada a Muro Verde. Sin madre ni hermano, sola con su padre asesino y sin ningún apoyo en la servidumbre, hubiera preferido huir a donde no la seguirían. Porque la fuente le había pedido al rey que matara a todos excepto a Olivia, ella tenía que perecer a los dieciocho. Así que la niña, única sobreviviente de la masacre, se desterraría para protegerse. El Reino se hubiera desestabilizado, hubiera podido ser posible que con los disturbios las cárceles se amotinaran y Kaldor, Río y Cer escaparan de sus celdas de correccional y huyeran a Muro Verde para que no los atrapara la guardia real.

Entonces todos se encontrarían en la frontera.

Podía ser posible que toda esa aventura macabra tuviera lugar cuando ellos tenían trece años y habrían estado mucho más deschavetados que ahora.

Pero su padre no pudo cumplir con su destino porque Olivia le reveló a Cratos la inminente masacre y él se lo comunicó a la Reina. Oh, pobre Reina, traicionada y engañada por el amor de su vida ¡Cómo se habrá sentido! ¡Su esposo era temeroso de una diosa que ella misma repudiaba! Seguro lo había desterrado con vergüenza:

No quiero verte nunca más, habría dicho.

Sin embargo, todo fue en vano, porque si bien el Rey no pudo desatar todo el caos, el caos había tenido más tiempo para gestarse.

Habían hecho muchos recreos, el grupo estaba fatigado.

Se había hecho de noche, pero prefirieron continuar caminando. Ya estaban en abril, primero de abril. Faltaban solo unas horas para que el terremoto, que sacudiría a todo Reino, desmembrara los techos de la prisión y una roca reventara el cráneo de Rex ¿El carcelero habría podido dormir esa noche? ¿Había ido a trabajar? ¿Llevaba casco?

Antes la muerte de Rex le había parecido el mejor evento de su vida, algo que valía la pena presenciar, pero ahora no le provocaba nada. No es que ya no odiara a su camarada, solo que se había dado cuenta de que Rex no era su amigo, era su enemigo. El antiguo Kaldor tenía tantos enemigos que ya no sabía diferenciarlos y creía que algunos eran aliados.

Pero el actual, el que estaba más perdido y enterrado en problemas, estaba un poco más lúcido. Ahora tenía a Cer que lo consideraba suficientemente atractivo y aceptable como para besarlo, darle caricias y dormir con él.

¡Y tenía amigos! Uno estaba muerto, pero cargaba sus cenizas en un tarro. Así que seguía contando.

Su sed de sangre descontrolada se había saciado, ya había visto suficiente sangre y violencia en los últimos días como para mucho tiempo. Tal vez para toda una vida.

No quería matar, quería estar con Cerezo, su novia, quería recuperar a su amigo Río, vivir en Sombras y saltar a los portales que dejaban abiertos los trotadores. Eso era lo que más ansiaba. Tenía tantas ganas y eran tan tremendas que iba a explotar en una supernova de deseos.

—Y... ah, también tengo una clemendra —enumeró Olivia muy entusiasmada y distraída—. Tres rosales... bueno, tres hileras de dos kilómetros de rosales... pero se entiende.

Cer le había preguntado cuántas plantas tenía en su casa... en el castillo, solo porque sabía que eso le gustaba a Olivia y la pondría de buen humor. Caminaban por una calle adoquinada, rodeada de esqueletos de árboles negros.

—Suena fantástico, me gustaría verlo —musitó Cer.

—Vamos a verlo cuando nos liberemos de la maldición —respondió Olivia, calmada.

—Encantada —Cer sonrió, odiaba las plantas, pero no se lo diría a Olivia—. ¿Y cómo ordenabas las hortensias?

—Ah, esas requieren un cuidado especial...

Ella estaba tratando de mejorar el ánimo del grupo, aunque fuera una tarea difícil para alguien tan antisocial y grosero como Cer. Incluso se esforzaba por incluir a Calvin ¡Yabal! En la conversación, pero él contestaba poco y nada, de forma vacía, sin esa cortesía triste que lo caracterizada al inicio de la travesía.

Había un punto a favor y era que ya no estaba afligido, es más, se lo veía frenético, tan exaltado como un niño en un parque de diversiones, pero callado, avergonzado. Esa era la cara de un traidor.

Kaldor rumió entre dientes. Odiaba no poder preguntarle a Reflejo por qué era que Yabal estaba tan inquieto y deshonrado. Pero no podía. Sin espejos era un mortal más. Pensó en pedirle el cuchillo a Cer, pero todos adivinarían sus intenciones.

Luego de más de diez horas de marcha él les propuso dormir, era la madrugada, ninguno quiso, querían llegar a la fuente porque estaban a unas horas, pero el ambiente había cambiado bastante.

Ya se les estaba dificultando avanzar.

Ah, el ambiente... era tan... adverso.



 Feliz cumple Acendradx

Espero que la pases genial, comas a lo rico y te diviertas con amigos :D

Voy a estar publicando el final del libro je, perdón si no se entiende mucho :v

(prometo darle mucha revisión en estos meses)


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