Jules D'amico 

—Se va. Nicol, Erin se irá a vivir a Irlanda... pero así es como son las cosas ¿Verdad?

La gente sigue viviendo. A veces solo conoces a alguien durante un corto tiempo prestado, pero saberlo no disminuye el golpe. Mierda, yo siempre supe que terminaría y que dolería como el infierno... lo hace, maldita sea.

Hablamos y hasta discutimos. Me enfadé, no puedo negarlo cuando me arrojó la noticia a la cara esperando que lo entendiera como si me dijera que va a mudarse a otro estado. Es otro país. Otro continente. Un océano de distancia.

¿Joder, se supone que tengo que aceptarlo y ya?

Es su vida y su decisión, pero después de todo lo que pasamos... Dios, Nicol no sé qué pensar.

Se terminó. Ella se va y aquí me quedo yo.

No te agobies, seguiré con la terapia y todo lo que conseguí. Si algo aprendí es que necesito salvarme a mí mismo, no puedo depender de otra persona... lo sé.

Solo llámame, por favor.

Adiós... solo adiós.

Erin Mckenna

Querido padre, estoy en casa. No planeaba escribir porque me siento mal. Tomé la decisión más grande de mi existencia y me quedaré aquí en Irlanda, tendré que ir a Nueva York para encargarme de empacar a mi vida en unas maletas. Abandonar a la vieja Erin y a la ciudad que nunca sentí propia. Lastimé a Jules y está enfadado, lo entiendo. Sin embargo, entre príncipes, hadas, encajes y el sentimiento de hogar que tengo aquí; no sé si es lo correcto... aunque estoy tranquila. Me encantaría llamar a Jules y decirle que lo extraño, que lo amo y que lo siento mucho. Sus manos y sus labios dejaron huellas en mi piel, no obstante esto es mío. Mi interior y yo tenemos cosas que reparar. No lo arrastraré más con mis cicatrices. Ojalá pueda seguir adelante, confío en que lo hará.

Entenderá pronto que yo no soy la indicada y que tuvimos un lindo espejismo para los dos... me siento como Isolda, papá. Dejo a mi amor y me voy tan lejos que me parte el corazón.

¿Tú sentiste esto? Creo que sí, leí tu historia de amor y la he repetido, salvo que en esta versión, soy yo quien se va.

Atentamente, una mujer desesperada.

Posdata, nuestro jardín es bello, papá. Te amo como nunca amé a nadie.