Jules D'amico 

—¡Llámame ya Nicol! Maldita sea coge el teléfono y contesta de una vez... Erin, el hijo de puta de su acosador estaba aquí... la siguió aquí. La secuestró en la mañana y... Dios, él le disparó cuando quiso huir. Nicol, le disparó y ahora está en el quirófano. Su prima sabía que Erin tenía miedo y nos llevó con su esposo, la puerta estaba cerrada con llave... escuchamos un cristal romperse y volamos la cerradura con la escopeta. Entonces no pude pensar, me metí dentro y seguí el camino de sangre que llevaba a la cocina... Nicol, ella se desangró en mis manos, yo no sé qué hacer. Lo golpeé, golpeé a esa mierda que la hirió y juro que le destruí la cara. Lo habría matado si ella no me hubiera llamado.

Tengo miedo, Nicol. No dejo de rezar. No puedo detener las lágrimas... no quiero perderla. Dios mío, la amo... y estaba tan débil... había tanta sangre...

Llámame, te lo suplico.