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—¡Apúrate que se hace tarde! —Minho avanzó dando largos pasos.

—¡Voy! —Kibum corrió detrás de él.

Ambos se encontraban en Estados Unidos y gracias a Kibum habían llegado tarde al aeropuerto, ¿razón? el niño no sabía si llevarse su pijama rosa o la pijama negra y profesional, al final optó por usar una simple camisa de dormir, total, dormiría en otra habitación mientras que Choi usaría la que él mismo le había reservado.

Y ahora.

Ahora era demasiado tarde para Choi ya que el evento se efectuaría dentro de dos horas y ellos seguían aun dentro del aeropuerto sin dar señales de haberse cambiado, registrado en el hotel donde sería el evento y lo más importante, sin haber comido algo decente. ¡Tonto Kibum y sus retardos!

Minho alcanzó a levantar la mano para detener un taxi el cual se detuvo y bajó del auto para subir las maletas, Minho dejó al hombre realizar la acción y se subió al auto olvidando que venía acompañado, bueno lo recordó cuando una puerta se abrió y le cayó encima un bolso de mano.

—¡Imbécil no vienes solo! —Kibum gruñó adentrándose al auto.

—Lo lamento, la costumbre.

—Deberías ir olvidando tus costumbres. —Tras un exasperado bufido Kim se cruzó de brazos muy ceñudo— No puedo creer que esto me espera contigo.

—Ah no es como si fuese un martirio. —Minho al estar tarde para el evento iba de malas, ni siquiera se molestaba en ocultarlo.

—¿Dónde iremos?

—Al hotel.

—¿Cuándo comeremos?

—Cuando te calles la jodida boca. —Gruñó demasiado molesto.

—Conmigo no te desquites.

—Claro que lo hago, en primer lugar por tu culpa vamos tarde así que yo me desquito si se me da la puta gana Kim Kibum. —Alzó la voz llevándose la mirada curiosa del taxista— ¿Y usted qué? ¿Quieres pelea? ¡Ando rifando una putiza y tú tienes todos los boletos!

—Minho, basta. —Kibum tiró del musculoso brazo buscando atención para evitar problemas.

—¡Por tu culpa Kibum, ahora cállate que no ando de humor!

Kibum masculló algo, le dio prácticamente la espalda a Choi, ofendido porque tenía de regreso a ese Minho universitario de nuevo a su lado y no al bromista al cual ya se había acostumbrado. El camino se volvió silencioso, Minho miraba de vez en cuando a su acompañante el cual no había girado el rostro de la ventana, ¿la había regado?, vale debería haberle dicho desde un principio a Kibum que la puntualidad era su segundo nombre y detestaba en el alma llegar tarde, ahora tenía a su lado a un silencioso Kim que si de por sí ya estaba amargado, con esto se pondría peor.

—Kibum... —Llamó con suavidad más no obtuvo respuesta— ¿Key?

Kibum acentuó más su ceño y perdió su mirada en la ventanilla donde se deleitó al reconocer que estaban en San Francisco, lugar donde había trabajado y había creado hermosos recuerdos laborales. Escuchó el llamado más no hizo caso, Choi le había mandado a callar, bien, eso haría y se callaría.

—Kibum, lo siento. —Minho expresó sintiendo culpa por su comportamiento anterior, al no obtener respuesta suspiró vencido y guardó silencio.

¡Bien campeón, éxito!

Al llegar al hotel, el taxista abrió la cajuela y como buen caballero que era Minho estaba decidido a llevarse la maleta de su acompañante para intentar una tregua, no contó con que la rápida mano de Kibum tirara de su pequeña maleta y prácticamente la arrojara con fuerza al suelo para caminar sin mirar atrás hacia el hotel donde pasarían las siguientes tres noches.

—Tienes serios problemas. —Murmuró el taxista.

—Y lo peor es que será mi esposo.

—Man, estás jodido. —Palmeó su hombro en señal de consuelo.

—Solo un poco.

—Tal para cual. —Y dicho eso, cerró la cajuela y se adentró al coche para irse.

Minho suspiró guardando para sí mismo sus pensamientos negativos, bien se había ganado el silencio de Kibum pero ¿qué podía hacer? no controlaba su mal humor cuando se presentaban situaciones que no estaban en sus manos, puede que no haya sido apropiado gritarle al traductor cuando este solo buscaba ayudar y ahora ¿qué haría?

Ingresó al hotel donde vio a Kibum frente al recepcionista, le causó curiosidad ver que el pelinegro hablaba demasiado rápido en inglés sobretodo porque jamás lo había visto hablar otro idioma por raro que sonase, al acercarse no pudo evitar posarse a lado de su futuro esposo.

—¡Exijo que me den otra habitación, cualquiera hasta la de servicio puede ser! Cualquiera menos esta, lo último que deseo es compartir mi cama con este sujeto. —Expresó furioso, malhumorado por enterarse de que solo le habían reservado una habitación y también por tener hambre y no comer nada.

—¿Qué pasa? —Preguntó Choi al pelinegro.

—Reservaron solo una habitación, no dos como yo pedí.

—Lo sentimos mucho, no tenemos más habitaciones, por la temporada todas se encuentran ocupadas. —Explicó el recepcionista frente a su computador— Pero ustedes tienen una de las mejores, es la suite matrimonial.

—¿Me ve cara de que estoy casado con esta bestia deforme? —Señaló Kibum a un sorprendido Minho.

—Pues...

—¡Dame la maldita tarjeta! —Exigió Kibum doblemente malhumorado al saber que compartiría habitación con Choi— ¡No es posible que tengan un servicio tan inútil! De haber sabido esto me largo a mi departamento. —Refunfuñó arrojando su maleta al carro de servicio.

—Kibum...

Silencio.

—Kibum.

—¿Qué chingados quieres Choi? —Kibum gritó tan fuerte que llamó la atención de todos los que le rodeaban.

—Si te enojas te arrugas.

—¿A ti que te importa si me arrugo o no?

Bien, Kibum enojado era peor que el amargado, bien Minho deberías tener una medalla por hacer enojar al único chico que conoces y sabes que no te perdonará fácil, diez puntos para su inteligencia.

Minho siguió a su futuro esposo en silencio, ¿cómo sería esa suite matrimonial? ¿estaría llena de pétalos así como en las películas? rió por su imaginación, incluso en el transcurso dentro del elevador se dio cuenta de que por su propio bien lo mejor era ordenar algo de comer para Kibum o sería capaz de lanzarse a golpes en el complejo del evento y no, no quería eso.

Al llegar a la habitación lo primero que notaron fue que era grande, demasiado, era enorme, era incluso del mismo tamaño que un apartamento lujoso en Corea y eso era mucho, tenía una hermosa vista a toda la cuidad gracias a los enormes ventanales, una sala equipada con lo mejor en tecnología para la distracción humana, una cocineta y lo que más les sorprendió a ellos fue...

—¿Qué? ¿Toda la maldita habitación tiene espejos? —Chilló doblemente furioso Kibum.

—Vaya, interesante... que gustos tan extravagantes tiene la gente. —Minho opinó admirando como había espejos prácticamente hasta en el techo.

—Bien, no habrá problema, dormiré aquí y tú afuera. —Kibum se giró hacia el alto para mostrarle una plástica sonrisa— Lárgate ahora que me voy a duchar y a cambiar.

Minho estaba por oponerse, sin embargo una idea cruzó su mente y asintió sonriente hacia Kibum quien le miró con desconfianza al ver esa sonrisa de gato deforme.

—Claro corazoncito, báñate con calma.

Minho llegó a introducir su maleta en la habitación, salió del lugar y fue directo al teléfono, no solo ordenaría algo rápido para Kibum sino también para él, el viaje había sido largo y si tan solo hubiesen llegado antes incluso podrían haber comido algo bien pero no, mejor no enojarse al pensar en el pasado, la comida hizo acto de presencia haciendo a Choi sonreír triunfal, tomó ventaja de ello y comió primero, fue demasiado rápido ya que Kibum aún no salía de la ducha lo cual le daba provecho para hacer de las suyas y al menos quitarle lo enojado a su acompañante.

Ingresó a la habitación, la cama era demasiado grande por lo cual encontró ventaja para la hora de dormir, ¡Por supuesto que dormirían juntos! él no dormiría en un incómodo sofá, no señor. Con la sonrisa traviesa, se dedicó a abrir su maleta para sacar lo necesario para la ducha, sin mucho pudor y con el descaro que le caracterizaba, ingresó a la gran habitación de baño, hubiera sido una entrada sensual y provocadora de no ser por el grito que le recibió.

—¡Yah! ¡Largo de aquí! —Kibum se encontraba envolviéndose en la bata esponjosa, al ingresar Choi se abrazó como pudo a ella cubriendo todo su cuerpo.

—Ah Kibum, ¿de qué te cubres? debes estar bien acostumbrado a que te vean desnudo. —Minho arrojó su toalla de baño y se comenzó a desvestir sin importarle cierto traductor.

—¡Imbécil! —Murmuró enojado.

Kibum abandonó la habitación de un portazo dejando a Choi de lo más confuso porque al parecer lo había ofendido y no sabía en qué momento había dicho algo mal si recordaba que en el pasado Kibum le decía que se acostaba del diario con sus novios, ¿Cuál era el problema ahora?

Tomó un baño rápido esta vez sí se apresuró a hacerlo, se colocó el bóxer y salió con una toalla envuelta en su cintura y otra alrededor de su cuello, su descaro apareció de nuevo cuando vio a Kibum de pie frente a su maleta.

—¿Qué te parece un relajante exprés?

—¡Vete de aquí! Me estoy cambiando. —Kibum solo traía puesta una camisa negra de lo más transparente.

Minho podría ser tonto pero también era imbécil, ok eso no, Minho podría ser bromista, le encantaba hacer rabiar a su compañero pero también era un hombre y en hombre nos referimos a que también su cuerpo reaccionaba de forma natural ante ciertas situaciones y en este caso su descaro pudo más que sus travesuras cuando recorrió la mirada desde la espalda prácticamente desnuda hasta sus piernas que yacían sin pantalón, observó su trasero y tuvo que admitir que los amantes de Kim tenían buen gusto, con tan buenos globos hasta él se volvía payaso para pincharlos.

—Lindas piernas, lindura. —Sonrió satisfecho al ver como su acompañante se erguía y quedaba quieto sin atreverse a mirarlo.

—¡No me digas lindura! —Kibum finalmente volvió el rostro para verle y analizarle de rápido— ¡Cúbrete, no estamos en una sala de exhibicionismo! —Gruñó con las mejillas rojas de vergüenza al ver que el hombre yacía desnudo.

—¡Ah! ¿Quieres que me exhiba? —Minho aprovechó aquello para avanzar sonriente.

—¿Qué? ¡Por supuesto que no!

Minho rodeó la cama para quedar frente a Kibum teniendo como obstáculo la acolchada zona donde yacían las maletas, con una sonrisa coqueta Minho se encargó de obtener la atención de un sonrojado traductor al posar sus manos en su cadera para tomar la orilla de la toalla.

—¡Aquí debería sonar la canción de Careless whisper... —Mencionó la canción y tarareó parte de esta mientras movía la pelvis de lado a lado.

—¡Basta! Cúbrete.

—O me descubro —y sin poder controlar su descaro, desató su toalla y la arrojó lejos. El grito de vergüenza de Kibum le hizo carcajear—, mi futuro esposo fingirá bien lo virginal. —Caminó sonriente y confiado gracias al bóxer negro que portaba.

—Imbécil te crees muy gracioso. —Kibum le dio la espalda y se colocó a como pudo el pantalón café mocca holgado hasta la cintura, metió la camisa transparente dentro de la prenda y buscó sus calcetines.

—Me amarás así. —Minho le dio la espalda para abrir su maleta y buscar su ropa.

Benditos espejos.

O ¿Serán malditos?

Ambos estaban de espaldas, Kibum alzó la vista y la posó sobre el espejo el cual reflejaba el frente de Minho no pudiendo evitar mirar a detalle lo bien formado que tenía el abdomen, su mirada se posó sobre sus pectorales endurecidos, poco a poco se dio a la tarea de contar sus cuadrantes abdominales logrando la suma de seis cuadros bien formados, el último suavemente difuminado, descendió hasta detenerse en el ombligo y notar que una fina línea de oscuro vello hacía camino hacia el interior de sus bóxer.

—¿Te gusta lo que ves?

¡Mierda!

Minho lo había descubierto.

—¿Deformidad? En absoluto. —Mencionó orgulloso de que su voz sonara firme pero no podía decir lo mismo de su rostro completamente rojo.

—Si claro, lo que digas. —Minho se colocó el pantalón gris y seguido de ello la camisa negra.

Kibum decidió no hablar más, se colocó los calcetines y seguido a ello los elegantes zapatos de charol, peinó su cabello de manera en que quedase de lado, maquilló con sutileza sus ojos y aplicó bálsamo labial resaltando sus belfos, para finalizar aquello, utilizó un saco largo y un sombrero de ala ancha.

—¿Así irás? —Minho interrumpió su sesión de preparación.

—Sí, ¿por qué?

—No me gusta, no, cámbiate. —Minho negó de lado a lado— ¡Mira nada más! Se transparenta esa camisa, no me agrada, todos te verán.

—Yo visto como se me de la real gana.

—No en mis territorios.

—¿Cómo de que no? ¡Así iré y punto! Tú no eres quien para mandarme. —Tras fruncir el ceño, se cruzó de brazos y abandonó la habitación o eso intentó ya que cierta mano fuerte se enroscó en su antebrazo— ¿Qué?

—No permitiré que salgas y te vean así, esa camisa expone tu piel y no sabes cuantos pervertidos habrá en el evento. —La seriedad del moreno hizo a Kim sonreír.

—Viviré con uno todo un año, los demás ya son nada comparados contigo. —Y con una sonrisa aún mayor, se soltó del agarre y salió de la habitación.

Minho gruñó por lo bajo, ¿acaso Kibum no se había visto al espejo?

¡Se veía jodidamente hermoso!

¡Y condenadamente sexy con esa camisa transparente!

Pero... ¡Infiernos! Revelaba la posible suave piel y aunque no lo admitía conscientemente, su lado primitivo se expuso al pensar en que todos verían la piel que le pertenecería, verían cuan blanquecino era, detallarían cada porción del perfecto abdomen sin nada de grasa ni músculos marcados y eso le molestaba de sobremanera porque tarde o temprano Kibum sería su esposo y los medios ya habrían visto y profanado con vulgares palabras lo exquisito que se veía en fotos.

¡Maldición!

Cerró su saco gris, acomodó las solapas nacaradas y abandonó la habitación, con boletos en mano, celular en el bolsillo y cartera en la bolsa interior del abrigo. Contempló a Kibum quien comía la fruta que había ordenado, verle morder el trozo de melón hizo que dudara de sí mismo.

¿Por qué?

Pues porque ellos eran enemigos, solo enemigos y no existía nada de amor entre ellos.

¿Entonces?

¿Por qué pensaba como un ser sin cerebro y comenzaba a comportarse posesivo?

¡Tonto Choi, no debía fijarse en alguien con quien solo estaría un año para después separarse y olvidarse!

No lo haría y tampoco se pondría celoso, en absoluto.

¿Celos? ¿Qué son celos?



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