«13»

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Jinki entró cuidadosamente a la oficina, observó a Kibum y notó que se encontraba leyendo un libro, sí, un libro y más curiosidad le causó ver la portada, arqueó una ceja curioso por preguntar por qué la lectura del aquel libro pero ignoró todo aquello debido a que no podía ser visto afuera de la oficina o habría problemas.

—Pssst. Psst.

Kibum alzó el rostro y vio a un sonriente Jinki.

—Kibum ayúdame. —Jinki entró y cerró la puerta, lo que sorprendió a Kibum fue ver que su jefe no venía acompañado, no. Cerró la puerta y puso seguro aunque sabía que no ayudaría mucho gracias a que las grandes paredes de cristal no cubrían nada— No deben verlo.

Y ahí frente a Kibum apareció un niño no mayor a cinco años, con el cabello oscuro, la mirada curiosa y una piruleta de colores en la pequeña mano, mientras que la otra se encontraba bien sujeta a un Jinki de lo más tranquilo.

—¿Es tú hijo? —Kibum bajó el libro y prestó atención al menor.

—¿Qué? ¡No! Es mi sobrino, se llama Yoogeun y lo traje porque mi hermano está demasiado ocupado como para cuidarlo hoy.

—¿Y su mamá?

—No hablamos de ella.

Jinki tenía el perfecto plan de llevar a Yoogeun a la oficina y tener de esta forma una cita con el bonito traductor, ya lo había idealizado en su mente, pasarían todo el día juntos, comerían juntos, incluso pediría permiso a Sooman para retirarse a un parque de diversiones por la tarde, juntos como pareja... bueno pareja y niño metiche traído a la fuerza.

—¡Hola Yoogeun! —Kibum se levantó del asiento para ir donde el menor estaba.

—Holi.

—Me llamo Kibum. —Se colocó a su altura señalando su mejilla al estar cerca del menor— Si me das un besito te daré un bonito paseo.

—¡Sí! —El menor chilló emocionado y sin pena ni timidez se acercó a besar la nívea mejilla— ¡Eres bonito!

—Y tú muy guapo. —Key pellizcó con suavidad ambas mejillas ganándose una risa infantil.

—¿Te parece si vamos juntos con Yoogeun a desayunar? —Propuso un muy seguro Jinki.

—¿Juntos? —Key alzó la mirada para enfrentar a su jefe— No lo sé, debo estar con Minho ya que tenemos planes de salir para ir a ver las invitaciones de la boda.

—¿Qué? —Los desorbitados ojos de Jinki casi se salen de su lugar al escuchar aquello.

—Supongo que no se molestará si cancelo y voy con ustedes.

—¡Sí por favor! —Jinki sonrió.

Yoogeun observó como el amigo de su tío se incorporó y avanzó hacia su lugar de inicio, el menor podía ser niño, podía ser inocente e infantil pero tonto no era y conoció lo que era el amor platónico a tan temprana edad, se quedó prendado de esa mirada y esa piel que le hicieron seguirlo casi al instante en busca de atención.

—¿Me cargas? —Pidió sonriendo sin dejar de lamer su paleta.

—¿Qué? Oh... claro. —Kibum tomó al menor y lo depositó sobre sus piernas.

—Te convido. —Pegó el dulce a los labios ajenos en busca de que su cuidador recibiera el dulce.

—Eres muy lindo, gracias. —El traductor solo se limitó a besar el dulce debido a que no le agradaban esas golosinas.

Pero eso no lo sabía Yoogeun y no lo sabría por ahora así que quedó satisfecho de saber que Kibum había aceptado su dulce aunque fuera para darle una lamida; permaneció curioso la mayor parte del tiempo mientras se encontraba en las piernas contrarias pero era su naturaleza y eso no molestaba a Kibum.

—Iré a dar una vuelta con él. —Kibum observó al menor quien yacía observando los diversos papeles, lo que menos quería era que dichas hojas fueran manchadas de dulce.

—Pero Kibum no puedes.

—Hablaré con el señor Lee y le explicaré, también le avisaré a Minho que no podré ir con él. —Kibum comentó con confianza, sin problema alguno se levantó con el menor en sus brazos y lo acomodó de mejor forma en la que pronto unos pequeños bracitos estuvieron envueltos alrededor de su cuello— No tardo.

El pelinegro abandonó muy sonriente la oficina con un feliz niño al estar en los brazos de su crush, besó innumerables veces la tersa mejilla deleitándose con la suave textura de la piel de porcelana, incluso pegó su pequeña nariz a la carne y aspiró el aroma que resultó reconfortante y ligeramente maternal.

—Vamos a avisarle a Minho. —Sonrió Kibum yendo directamente a la oficina de su jefe, su prometido, su peor es nada, su dolor de cabeza.

—¿Quién es Minho? —El inocente Yoogeun preguntó ladeando el rostro con curiosidad.

Kibum abrió la puerta sin tocar, ya poco le importaba molestar o no, prácticamente ya se sentía el esposo metiche pero eso no debía saberlo Minho abiertamente o comenzaría con sus chistes de amor. El pelinegro observó a su futuro prometido, Choi yacía en su escritorio muy concentrado en algunos papeles, al escuchar el sonido de la puerta abrirse de golpe, alzó el rostro y vio al amor de su vida, que diga a su enemigo número uno tan radiante y hermoso, que diga, no Choi no quítate esos pensamientos.

—¿Qué? —Minho preguntó de mala gana ante esa lucha interna de pensamientos.

—Yoogeun, él es Minho mi futuro esposo. —Key sonrió señalando al hombre.

—¿Y ese niño meco qué? —el tono de voz entre osco y ofensivo hizo a Kibum arrugar la nariz.

—¡Yah! No seas grosero con Yoogeun. —El traductor mimó al menor meciéndolo entre sus brazos.

—¡Que feo es! —El menor no dudó en ver a su nuevo enemigo con aires de grandeza, su atención fue robada por los enormes ojos y frunció el ceño dispuesto a molestar al hombre que parecía un anfibio— no me gustan las ranas deformes. —Yoogeun puchereó buscando refugio en el cuello de su amor platónico.

Minho arqueó una ceja un segundo antes de levantarse y avanzar hacia su prometido, de sus labios salieron diversos chasquidos y ni hablar de los dedos lo cuales tronaron todo el trayecto en señal de reproche.

—¡Ey mocoso, no se toca que es mío! —Choi no tuvo problema alguno en arrugar el entrecejo.

—Minho no seas grosero —la reprimenda poco le importó a un ceñudo Choi quien más allá de verse como un apuesto hombre de negocios, lucía como un niño en plena rabieta— es solo un niño.

—Que quite su cuerpo de tu ser, anda suéltalo —el alto intentó alejar los bracitos de un Yoogeun aferrado al cuello de un Kibum confuso por no saber qué hacer—. Consíguete tu propia pasiva amiguito, él es mío.

—¡Minho! —El traductor reprendió a su prometido el cual no le hizo absoluto caso— No seas así y no haré eso, pobrecito si se cae.

—Si se cae se lo va a chupar el diablo y así nadie lo va a recoger.

—¡Eres un grosero!

—No lo soy, ahora quita tus sucias manos de mi prometido casi esposo futura madre de mis renacuajos. —Choi tiró de los brazos logrando zafar el agarre, no pasó desapercibido el ser llamado rana.

Y Yoogeun, bueno el menor solo comenzó a llorar solo para que Kibum lo consolara y obtuvo una respuesta positiva al ver como su amor platónico aventaba a la rana deforme y se dedicaba a abrazarlo.

—No llores pequeño, todo está bien. —Yoogeun hipó al recibir cálidos besos en sus mejillas.

—Bummie es mío. —El menor tuvo el descaro de observar al alto antes de robarle un beso a un distraído Kibum— ¡Mío!

—¡Mira escuincle meco! Aleja tus sucios y pegajosos labios de él o juro que te empaco y mando a México para que te hagan tacos. —Choi no controló la rabieta, arrebató al menor de los brazos ajenos y caminando con el menor sosteniéndolo por la cintura lo depositó sobre su escritorio para verse cara a cara— Él es mío de mí, compartido con nadie.

—Eres feo. —Yoogeun se cruzó de brazos dignamente.

—Quizá para ti pero no para él, así que te agradecería dejes de besar a mi prometido.

—¡FE-O!

Minho estuvo a casi nada de empaquetar al menor y enviarlo lo más lejos posible de Kibum, ¿con qué derecho se atrevía a besarlo? ¡Esos labios solo eran suyos!

—Minho quería avisarte que iré a desayunar con Jinki y Yoogeun.

—¿Qué? —La expresión sorprendida causó en el infante una sonora risa por lo cómico que se veía— ¿Cómo que te vas con ellos? ¿Y nuestra cita qué?

—¿Cuál cita?

—Pues la nuestra... la de desayunar juntos y después ver las invitaciones. —El alto casi arruina su vida al revelar que quería una cita real con Kibum llevándoselo a un bonito restaurante para desayunar con la excusa de las invitaciones de boda.

—Solo escoge la invitación que más te guste, no es como si nos casáramos por amor y eso —el traductor cargó de nueva cuenta al infante para salir de la oficina— iré a desayunar y mientras tú ve a ver eso.

Y Minho fue abandonado por el traductor y el mocoso jodido que solo había arruinado sus planes. ¡No señor! Eso sí que no estaba permitido y menos en la competitividad de Choi Minho, por ende tomó una decisión muy sabía, era la correcta y estaba dispuesto a ganar.


🐸❤😺


—¿Qué vas a ordenar? —Kibum preguntó mirando el menú.

—Lo mismo que tú. —Choi bajó el menú mostrando la felicidad explicita en su rostro, o sea ninguna.

Frente a él se encontraba su enemigo número uno, el menor quien no había dejado de dedicarle esa mirada desde que se conocieron, a lado del menor yacía un Jinki de lo más frustrado por tener que soportar a su entrometido jefe y también rival.

—Cambiaré el americano por cappuccino, ya que no te gusta y también ordenaré miel en lugar de mantequilla para tus hot cakes —Kibum era ajeno a las miradas celosas y de rivales, decidió ordenar y cambiar el menú para Minho ya que aunque no lo admitiera abiertamente, conocía sus gustos para comer— pedí un tazón de fruta picada sin granola y solo con yogurt, ¿está bien? —dirigió la mirada hacia su prometido el cual no le ponía atención por estar en una batalla de miradas— ¿Minho?

El nombrado parpadeó repetidas veces antes de girar el rostro hacia Kibum, sonrió y asintió.

—Lo que mi amorcito corazón ordene está bien para mí.

—¿Seguro? —Kibum arqueó una ceja.

—Sí —ladeó el rostro después de haber procesado toda la información— ¿cómo sabes lo que me gusta desayunar?

—¿Qué? ¡Ah...! —El traductor fingió ver su menú intentando con todas sus fuerzas no sonrojarse evidenciando su conocimiento— ¿Intuición?

—¿Acaso me espiabas pillín? —Minho no dudó en juguetear con el traductor dando suaves pinchazos con sus dedos sobre el suave abdomen.

—¿Qué? ¡Imposible! Nunca.

Pero el sonrojo lo evidenció y a Minho le supo a real triunfo porque había ganado frente al dúo metiche que solo contemplaba su perfecta escena de enamorados.

—Así que te gustaba espiarme en la universidad, ¿eh? ¿Solía ser cuando entrabas a la cafetería siempre a comprar tu malteada de fresa? —Choi arqueó una ceja totalmente juguetón.

—¿Cómo sabías que era lo único que pedía?

—Bueno puede ser posible que también te espiaba para saber cuál era tu movimiento. —Sonrió contagiando a su acompañante.

—Esperen, ¿se conocen desde antes? —Jinki cuestionó frunciendo el ceño con curiosidad.

—Por supuesto —Minho se tomó la libertad de abrazar por los hombros a su pareja—, desde jóvenes nos gustamos, ¿acaso no te lo había contado mi hermoso Bummie?

—No.

—Pues te lo cuento yo.

Kibum quería golpear al alto por ser así de cínico pero no podía ¿por qué? porque la risa podía más con él que el deseo de golpear a su prometido por ser así con el hombre que había prácticamente decaído en depresión al enterarse de que Minho los acompañaría y no era de menos, el sujeto prácticamente había saltado al auto del abogado con la excusa de que quería pasar tiempo con Kibum.

—Kibum y yo nos conocimos en la universidad, fue amor a primera vista ¿verdad amorcito corazón? —Choi posó la punta de su nariz sobre la mejilla tersa regodeándose del movimiento frente a dos sujetos masculinos, un anciano y un niño meco y feo.

—Las quemadas de café nos enamoraron. —Key rio bajo y nervioso por el intimo contacto.

—Éramos rivales que se amaban en secreto —suave fue el beso que depositó sobre la tersa mejilla, esperaba bromear pero no tomó en cuenta con que sus labios se deleitaran con la deliciosa piel cremosa que pertenecía a quien tanto odiaba—, ante los demás eran alguien pero a solas se podían expresar realmente.

Jinki frunció el ceño al observar la romántica escena, incluso Yoogeun se cruzó de brazos celoso porque su amor platónico estuviera así de cariñoso con la rana deforme y fea.

Y Kibum, bueno, el susodicho solo permaneció estático, congelado y asombrado por las falsas palabras románticas que salían de la boca de su enemigo, giró un poco el rostro hasta topar su mirada directamente contra la de Choi quien esbozó una sonrisa de enamorado.

—Los labios de Bummie son míos. —Chilló el menor sabiendo lo que se aproximaba.

—Ni en sueños mocoso. —Murmuró el alto acercándose a los labios acorazonados— Son y serán míos. —Y lo besó.

Lo besó por primera vez siendo él quien tomase la iniciativa y contrario a lo que había sucedido en América, esta vez tuvo el valor de saborear los finos labios deleitándose no solo con su textura y sabor a café mañanero, sino también que sintió que el juego de ser enemigos y tener un contrato comenzaba a pasar el límite y se volvía algo real.

Aunque para Minho el amor fuera un obstáculo ahora mismo representaba la mayor de sus metas si lo valía por un beso de Kibum.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro