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Realmente lo amaba.

No había duda de que amaba con toda su alma al pelirrojo, repartió suaves besos que iniciaron en sus labios y concluyeron en su cuello, se sentía dichoso, pleno, no había mejor cielo que aquel donde podía tocar sin miedo ni prejuicio la tibia piel nívea que se friccionaba ocacionalmente con la suya, no existía un lenguaje verbal para expresar lo que había callado recelosamente.

Los besos húmedos comenzaron a ser escasos cuando el pelirrojo empujó apenas con suavidad los hombros contrarios solo para desprenderle de la camisa de dormir, apenas bastó ese movimiento para que Minho sonriera para sus adentros al saber que existía un mismo deseo que más allá de lo carnal, para él era un ritual de amor donde ambos estaban dispuestos a darse más que placer, Minho creyó que ante esas acciones sus corazones se unirían y las palabras del pelirrojo cambiarían transformándose de un gustar al amar.

Esas palabras que tan deseoso y enamorado esperaba escuchar quizá no esa noche pero sí a la mañana siguiente.

Se separó de un sonrojado Kibum cuando se dedicó a contemplar su rostro, abanicó ambas manos sobre las mejillas contrarias otorgando lentas caricias de amor, sonrió lo justo antes de inclinarse de nuevo para besarlo con parsimonía, grabando entre sus belfos la textura y temperatura de los labios acorazonados que comenzaban a tornarse rojizos por tanto tiempo en constante roce.

—Eres el ángel que vino a este mundo a cautivarme. —Habló quedo contra su oído antes de depositar un casto beso a su lóbulo.

Kibum no respondió, no porque no quisiera o fuera cortante, sino porque estaba sumergiéndose en la corriente de la excitación al estar debajo del fibroso cuerpo de Minho, dedicó una suave sonrisa enamorada y se decantó por deslizar sus manos desde los omoplatos hasta la pelvis ajena buscando un soporte ante los futuros movimientos que los enlazarían llevándolos a sumergirse en la constante marea del placer.

El pensamiento de Minho estaba saturado de palabras bonitas, de te amo explicitos y de un futuro lleno de tomadas de mano, besos y un amor profundo. Ambos expresaban mediante miradas el amor que se tenían, la diferencia era que Minho lo aceptaba mientras Kibum ni siquiera sabía que ese gustar hacía mucho tiempo se había convertido en amar.

Ambos enlazaron sus manos, Minho llevó a Kibum a danzar entre el género del placer y el amor, sintió como sus manos eran estrujadas con fuerza pero no hizo nada para detenerse, él quería llevar al pelirrojo a la cima del placer y del amor, le quería demostrar que no siempre había sido un hombre de polvos de una noche, también era un hombre entregado y amoroso, aunque eso solo lo estaba siendo con su pareja, su bonito pelirrojo.

Los amantes se dejaron llevar y consumir por el momento, los gemidos aparecieron poco después de que Kibum relajó su cuerpo sintiendo que lo peor había pasado, dobló las piernas y arqueó la espalda ante las sensaciones eléctricas que recorrían su ser, había sido amor, no fue un sexo salvaje y explícito rayando lo vulgar, no, Minho le había hecho el amor de forma tan delicada que internamente eso agradeció Kibum por ser su primera vez.

Ambos acabaron sudorosos, laxos y cansados, pese a que el moreno abrazó con ternura el cuerpo ajeno, Kibum no hizo más que dejarse envolver, sus pensamientos pronto se sumergieron en la acción que había hecho, tanto que se desprendió del amoroso abrazo antes de ver a su esposo quien yacía feliz.

—Minho ¿qué hicimos? esto fue un error...

—¿Qué?

—Oh Dios, esto fue un error —peinó con ambas manos sus alborotados cabellos, sus pensamientos iban desde haberse entregado por calentura hasta haberlo hecho solo para callar al moreno, no contando con que aquello le gustaría—, hemos cometido un error.

—¿Por qué? —Minho estaba aun demasiado feliz como para captar las palabras ajenas—, no existirá error porque desde que te conozco sé que te cuidas, ¿Cuál es el problema?

Kibum abrió la boca, boqueó sonrojado antes de girar el rostro hacia otro lado, demonios, ¿cómo decirle a su esposo que siempre le mintió? ¿Cómo explicarle al gran inteligente que nunca había tenido sexo con nadie y solo lo decía para fastidiarlo?

—Eso, bueno yo...

—Kibum somos adultos, ambos quisimos esto —expresó estirando la mano para sujetar la cintura contraria invitándole a volver a sus brazos, el nombrado simplemente se dejó y cayó con suavidad sobre su pecho—, es normal que esto pase.

—Fue un error mío, no volverá a ocurrir —habló aun sonrojado por no saber como enfrentar sus crecientes miedos, los cuales consistían en la verdad de su pasado y la situación de haber perdido la virginidad.

—¿En serio? —Minho bajó la mirada hacia el pelirrojo, ver que asentía le hizo sonreír porque se veía demasiado tierno, tomó su rostro con una mano antes de besarlo con amor.

Y Kibum... él solo se dejó envolver por el beso que empezó suave y terminó siendo una tormenta devastadora en su interior que incendió cada parte de su cuerpo ansiando el ser tocado para calmar el fuego que se envolvía en su corazón.

—Un error lo tiene cualquiera. —Musitó Minho antes de girar al pelirrojo haciéndolo caer sobre el colchón para poder disfrutar una vez más del cuerpo que sumisamente se entregaba al placer.

Kibum no pudo contradecir las palabras ajenas, él también lo deseaba aunque su mente se negara a aceptarlo, no detuvo su ansia de tocar la piel morena con sus manos, grabó en su retina la mirada profunda y excitada de su esposo, se deleitó al otorgarle la satisfacción de gemir solo para él con tal de obtener un mismo resultado placentero, esta vez no hubo tantos besos pero si movimientos más pasionales y certeros que hizo a ambos caer en el abismo de la perdición.

Ambos se durmieron abrazados, se entregaron al sueño sin pensar en nada salvo en ellos mismos, a Kibum poco le importó después considerar aquellos actos como un error y a Minho le causó satisfacción sentirse un paso más cerca del corazón ajeno, necesitaba conquistarlo hasta derrumbar aquella barrera que se alzaba imponente.


🐸❤😺


Minho se deleitó con la visión que tenía, esbozó una sonrisa relajada al ver al pelirrojo moverse en la cocina, el cabello húmedo dejaba rastros de que hacía no mucho se había refrescado bajo la ducha, observó atento el movimiento ajeno, incluso sonrió gustoso al ver como el pelirrojo servía su café con leche agregando las cantidades exactas de azúcar y café haciendo a Minho el ser más feliz del mundo.

Avanzó cauteloso hasta situarse detrás de su esposo, lo abrazó con ternura infinita y depositó un beso sobre su hombro para después fijar la vista sobre el sartén que contenía su desayuno.

—Buenos días.

—Buen día Minho, toma asiento —sus movimientos se volvieron torpes al estar con Minho, dejó caer la cuchara contra el trasto caliente y maldijo—, vamos, ve a sentarte que me limitas de movimiento.

Minho tomó asiento de buena gana, se sintió un niño feliz al ver que Kibum no huía de él, pronto apareció frente a sus ojos un plato de arroz al vapor con verduras y un complemento dulce el cual consitía en dos pequeños waffles con miel, comió gustoso perdiéndose en el sabor de los platillos.

Kibum aprovechó que el moreno estaba concentrado en comer para tomar lentamente asiento, arrugó la cara y tras inhalar profundo, logró relajarse, ¿por qué nadie le había dicho que la primera vez dolía antes y después del acto? estaba seguro de que el malestar tardaría en irse pero tampoco era motivo como para arrepentirse, después de todo lo había gozado y no podía negar que había sido una experiencia fenomenal.

—Iré a cambiarme —el pelirrojo se deslizó del taburete lentamente sin ser visto, apenas y apoyó las manos contra la mesa de mármol lo justo para ponerse en pie decentemente.

—Bien, te espero para que nos vayamos.

—Ah, claro.

Minho observó el caminar lento, frunció el ceño con curiosidad y retornó la mirada a su comida, Kibum solía caminar rápido ¿por qué la lentitud ahora?, tras encogerse de hombros olvidó por completo la duda que había surgido en él mientras disfrutaba del cuerpo ajeno. Lavó los trastos y subió a la habitación al ver que el pelirrojo no bajaba, se sorprendió de verlo en una esquina del cuarto quitando cualquier cosa que le estorbase.

—¿Qué haces?

—¿Eh? —el pelirrojo le observó antes de seguir su labor—, quito esto para traer mi osito, lo quiero aquí.

Minho sonrió gustoso de ver el ánimo con el que el pelirrojo buscaba un lugar para el pequeño peluche que le había mandado a su esposo directo desde una tienda japonesa, desde que lo vió sentado en un aparador de cristal, supo que debía obsequiarselo, y saber que había sido de su agrado solo causó que su corazón se enamorara más de él.

Viajaron en silencio, no habían palabras que fueran requeridas para romper su tranquila armonía, ambos estaban felices aunque no lo expresaran, ambos internamente estaban eufóricos por el rumbo que tomaba su relación, aquello era mágico, tanto que ya no suponía el evadir la verdad, que entre ellos había más que una atracción y un gusto, solo faltaba acentuar el amor para que su relación tomara un rumbo estable.

—No sé si tarde con el señor Lee, es preferible que comas solo —anunció Minho mientras se despedía del pelirrojo.

—De acuerdo, espero no sea demasiado tardado.

—Procuraré que no —se inclinó a depositar un beso a los labios rosáceos antes de retirarse a su oficina.

Kibum suspiró largo, se giró sintiendo paz interior y un extraño cosquilleo en su estómago, acudió a su gran oso para abrazarlo y tomar asiento sobre él, era cálido, cómodo y apachurrable por lo que no le costó acostumbrarse a estar ahí.

—¡Kibum!

—Hola —saludó a su jefe quien recién entraba con dos cafés en un contenedor.

—Traje esto —depositó un vaso de café sobre el escritorio antes de avanzar hacia su escritorio.

—Gracias.

Su mañana y parte de la tarde fue tranquilo, se la pasó leyendo o eso intentaba ya que su mente se concentraba en Minho, en sus ojos, sus labios, su sonrisa, sus manos, el tono de su voz que iba desde un infantil hasta uno demasiado masculino, negó repetidas veces alejando al moreno de su mente.

Su mente divagó lo suficiente hasta que escuchó un ligero taconeo seguido de una voz femenina.

—Niña, ¿Dónde está Minho?

Kibum frunció el ceño al ver el cuerpo de una mujer alta, notó que Sulli le analizaba con cierta desconfianza antes de verificar su agenda.

—Está en su oficina.

—Bien, dile que Kwon Yuri está aquí y desea verlo.

El pelirrojo abrió los ojos sintiendo como su corazón se paralizaba un segundo, ¿Kwon Yuri? ¿La ex novia de Minho? ¿Su Minho? ¿Qué hacía ahí y por qué lo buscaba después de tantos años?

Observó que la mujer entraba a la oficina donde yacía su esposo, tras cerrar la puerta Kibum giró el rostro hacia su escritorio, soltó sin notarlo un bufido para poder estrujar con fuerza su bolígrafo, ¿Por qué la mujer buscaba ahora a su marido? No lo sabía pero lo averiguaría.


🐸❤😺


—¡Yuri! —Minho saltó de su asiento con emoción.

—Min, mi vida ¿cómo estás? —la mujer sonrió gustosa de ver al moreno.

—Negrita de mi corazón, ¿qué haces aquí? —invitó a la dama a tomar asiento—, oh no sabes como me alegra verte.

—La felicidad es mutua, estoy aquí por ciertos asuntos amorosos —sonrió al moreno quien imitó la acción con picardía—, ya sabes, creo que es tiempo.

—¡Eh pillina! ya te estabas tardando.

—Pero sí hola soy Minho y babeo por Key aunque finjo que lo odio... —bromeó la morena con toques alegres.

—Bueno pero lo mío si se pudo, después de todo me casé con él aunque —hizo una mueca pensante—, no es como pensaba.

—¿Por qué?

Y Minho comenzó a contar la historia que inició por la herencia de su abuelo, la coincidencia que había sucedido al encontrarse con Kibum en la empresa y su matrimonio arreglado que había empezado como falso pero ahora lo sentía real.

Desahogó sus penas, los distanciamientos de Kibum y su comportamiento para con el amor, Minho había callado tanto que causó en su amiga un sentimiento de compasión por ver a su mejor amigo sufrir por amor, Minho era juguetón, competitivo, alegre y positivo pero escuchar y ver el rostro ajeno le hacía sentir mal porque su amigo sufría por un amor no correspondido, por eso tomó la decisión de ayudarlo.

—Oh Minho, podemos arreglar esto.

—¿Cómo?

—¿Está aquí? —ver que el moreno asentía le hizo sonreír. Se quitó el sacó e ignoró el bolso para levantarse e ir hacia él— dices que siempre viene cuando alguien desconocido entra aquí ¿cierto? —tras un nuevo asentimiento, mantuvo la sonrisa deteniéndose frente a su mejor amigo— esperemos a que venga, eso sí, no quiero que te rebajes a pedir un perdón que no merece solo por estar conmigo, debes aprender a que no siempre irás tras de él, también debe darse cuenta que tienes sentimientos.

—Pero ¿y si se enoja?

—¡Eish! Te traeré un mandíl mañana, ¿de cuando acá te importa eso?

—Desde que me casé —rió bajo.

—Baboso mandilón.

—Poquito.

Yuri esperó paciente antes de escuchar la voz de Kibum a través de la puerta, sonrió victoriosa depositando una mano sobre la mejilla morena, Minho abrió los ojos en clara señal de pánico, no por el toque sino por su esposo, si había sido capaz de darle de sartenazos, ahora lo creía capaz de molerlo a golpes con el vaso de licuadora... y era de vídrio, le dolería más.

—Oh Minho, no sabes como me divertiré ayudándote...

—¿Eh sí?

La puerta se abrió tal cual tornado, Kibum frunció el ceño de inmediato al ver la figura fémina tocar la mejilla de su esposo, entrecerró los ojos mientras bufaba, Minho creyó ver a un gato sacando sus garras antes de abalanzarse al ataque.

—Ho-hola amorcito corazón.

—Hola Yuri ¿qué haces con mi esposo? —Kibum ignoró al moreno para avanzar directo hacia ellos— ¿Choi Minho no le has dicho que estamos casados?

—Eh... ¿sí?

—Perdona Kibum, estoy enterada de que están casados —la ex bailarina y actual profesora de yoga se atrevió a sonreír con altanería antes de dirigirse al pelirrojo—, pero él me dijo que es un matrimonio falso por lo que no supone para ti problema de que esté con él, después de todo no creo que sientas algo por mi ex novio ¿cierto?

Y Kibum cayó en cuenta de que las palabras eran ciertas, estaban casados sí, pero era un matrimonio falso, aunque la noche anterior hubiese sido diferente para ambos pero si analizaba la situación la negra tenía razón.

Negra.

Sí, negra... ¿por qué? pues porque estaba enojado y no le importaba decirle la verdad.

—Sí pero ambos acordamos en mantener fidelidad aunque fuese algo falso.

—¿En serio? Oh, como lo siento Kibum pero regresé a Corea para re conquistar a Minho, eso haré porque creo que lo quiero a él para padre de mis hijos ¿verdad Min?

¿Min?

Una vena resaltó en la frente de un ceñudo Kibum antes de inhalar hondo dedicándoles a ambos una mirada de lo más significativa posible, esperaba que ambos fueran envueltos en la energía de su desprecio.

—Bien, que disfruten sus planes de hijos...

—Bummie.

Pero el nombrado no hizo más que retirarse del lugar azotando la puerta con dramatismo digno de telenovela mexicana. Minho avanzó pero fue sujeto por la mano de su amiga quien negó con calma.

—No siempre debes ir tras de él, tú los has dicho antes, cuano tú te acercabas él se alejaba y te lastimaba ¿por qué no hacerle probar el cómo te sientes tú?

—Es que no sé que me da más miedo, si alejarlo más de mí o que me quiebre el vaso de licuadora mientras me persigue por la casa.

Yuri carcajeó, algo que extrañaba de Minho era esa forma de ser tan única para todo, se alegraba de que su amigo estuviese casado con quien antaño tenía una rivalidad falsa, pero como buena amiga que era, estaba dispuesta a ayudarlo para unir por completo a la pareja que en secreto le gustaba como congeniaban.


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