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Pasado.

1 mes y medio de embarazo.

—Vengo a buscar mis cosas —habló BeomGyu apareciendo luego de un  mes y medio frente al departamento de Mark que frunció el ceño al verlo.

—¿En dónde estabas? ¿¡Sabes cuánto te busqué!? —preguntó jalando al omega por un brazo, dejándolo dentro del departamento, BeomGyu lo manoteó para zafarse.

Cuando la puerta del departamento se cerró, dió inicio a lo que sería uno de sus recuerdos más duros. Algo que aún lo atormentaba en el presente.

—Eres terco, eres desobediente, pero aún así, me gustas y te amo —fue lo que le dijo Mark empujándolo a la pared más cercana, BeomGyu frunció el ceño.

—Me amas tanto que me vendiste por años sin yo recibir ni un billete, me amas tanto que dejaste que un tipo me violara, ¡Me amas tanto que quieres que aborte! ¡Quitate de mi maldito camino, vengo por mis cosas para no verte la cara más nunca! —gritó dándole un empujón, pero Mark lo tomó del cuello, volviendo a estampar su cuerpo contra la pared. Por instinto, tomó el objeto más cercano para defenderse, una sombrilla que no dudó en impulsar al costado del alfa para apartarlo.

¿Por qué Mark no lo dejaba en paz?

¿Por qué no buscaba otro omega?

Fácil, porque con BeomGyu tenía algo que no podía encontrar tan fácilmente.

BeomGyu era manipulable, era fácil de convencer. Y además, le daba atención, preparaba comida, lavaba su ropa y demás cosas que no conseguiría en un ligue de una noche.

Mark se encogió en su lugar con un quejido de dolor, después de todo, BeomGyu y él eran casi iguales en fuerza física.

Mark se recuperó del golpe rápidamente y se alzó estampando su puño en la mejilla ajena, no esperó a que el omega se recuperara, siguió golpeando su cuerpo hasta que BeomGyu recurrió a hacerse bolita en el suelo, protegiendo la única zona de su cuerpo que le importaba en ese momento.

Su vientre.

No duró mucho tiempo en esa posición, Mark lo pateó en un costado haciéndolo quejarse y aflojar su cuerpo.

El alfa se agachó y lo tomó del cabello,  obligando a verlo.

—¿Cómo vas a cuidar a un cachorro si no puedes cuidarte tú mismo? ¿Uhm? —preguntó ladeando su cabeza, BeomGyu intentó zafarse pero el alfa lo sujetó más fuerte.

—¡Ese no es tu maldito problema, suéltame! ¡No es mi culpa que tú no quieras hacerte responsable! —exigió tratando de zafarse y recuperar el aire que los golpes le habían quitado. Mark asintió con la cabeza.

—¿Ahora la culpa es mía? —preguntó con risa. Mark se acercó a él, besando castamente sus labios, lo siguió sujetando del cabello mientras su nariz recorría todo su cuello, el de ojos azules lloriqueó por la fea sensación que recorrió su cuerpo entero— ¿Qué tal si ese hijo no es mío? ¿Uhm? ¿Sabes con cuántos has estado? Eres una puta a la que todos le conocen los gemidos, ¿Y quieres que me haga cargo de un bebé que no sé si es mío?

—¡Tú eres el único que lo hacía sin protección! ¿¡Acaso eres imbécil!?

—No me hagas enojar más y vamos al lugar para que abortes de una buena vez, después de todo... Una vez no hace daño —se burló antes de separarse de él, empujándolo en el proceso. BeomGyu se sostuvo del piso  para levantarse.

—No, Mark —negó firme a pesar de que la mirada del alfa lo estuviera haciendo temblar. Se supone que estaba por sus cosas, la mayoría de ellas estaban en el departamento del alfa, y si no fueran de tanto valor y necesarias no estaría ahí, arriesgándose.

—¿No? Bien. Entonces no vayas, pero hoy mismo dejas de estar embarazado —declaró antes de perseguir al omega que miró la salida muy lejos, por lo que recurrió a meterse en la habitación, no logró cerrar la puerta cuando el alfa lo jaló por el cabello, arrojando su cuerpo al suelo.

Sollozó con miedo y dolor, por instinto sus manos protegían su vientre, pero aprovechó una distracción de Mark tal vez para descansar de los golpes y gateó lo más rápido que pudo hasta una esquina cerca de la salida, gritando cuando el alfa lo jaló del tobillo, subiéndose a horcajadas de él para neutralizarlo y repartir golpes, en su abdomen y vientre con furia.

—¡DETENTE, BASTA! ¡CARAJO, YA BASTA, POR FAVOR!

Sus ojos se nublaban cada tanto, su poca respiración era irregular.

Alzó las manos y las dejó en el cuello del alfa, encajando sus uñas ahí logrando que el mismo llevara sus manos a su brazos, golpeando.

BeomGyu como pudo empujó al más alto, se levantó y fue de nuevo a la puerta, sujetando su abdomen, dolía demasiado y apenas podía enderezarse del dolor. Tosió volteando a ver por sobre su hombro, Mark venía directo hacia él.

Del miedo, logró desviarse a la cocina, abrió un cajón con rapidez, sacando lo primero que vió.

Un cuchillo.

Mark lo tacleó volviendo a golpear en dirección a su abdomen, más por un movimiento del omega terminó golpeando un gabinete. Ambos rodaron por el suelo, separándose.

BeomGyu retrocedió con miedo, su espalda quedó en un gabinete de la cocina, Mark volvió a abalanzarse sobre él

Él no lo pensó, claro que no. Él solo quería defenderse a sí mismo y a la vida de la que quería hacerse responsable.

Enterró el cuchillo en el hombro del alfa, separando su cuerpo de él, mirando que solamente lo había enfurecido más.

—¡A-ayuda! ¡AYUDA, POR FAVOR!—gritó como último recurso, Mark lo tenía acorralado en un rincón de la cocina, aún con su herida en el hombro, lo inmovilizó y golpeó  repetidas veces— ¡DETENTE, HARÉ LO QUE QUIERAS, ME QUEDO CONTIGO PERO DETENTE! —gritó de nuevo, sintiendo su garganta casi desgarrándose por la intensidad de los gritos. Los vecinos escuchando todos, algunos por curiosidad, otros acostumbrados, y sólo unos pocos preocupados por la situación.

El alfa lo tomó de las mejillas con una sola mano, de inmediato esa misma mano llenándose de lágrimas del omega.

—Me las vas a pagar, maldita puta —amenazó acercando su cara al otro que logró sujetar el cuchillo, sacándolo de su lugar.

BeomGyu en ese momento no tuvo miedo, tuvo muchísima fuerza para enterrar por completo el filo en el cuello del alfa.

Ahí, hubo un silencio.

Mark tosió, escupiendo su sangre encima del ojiazul que apretó los ojos al sentir la salpicadura en su cara.

BeomGyu soltó un sollozo empujando con sus pies al alfa, quitando su cuerpo de encima.

Se quedó en esa esquina, abrazando sus piernas, sollozando e instintivamente mirando su abdomen, dolía y le costaba respirar, no sabía si por los golpes o por el llanto descontrolado.

Miró al alfa, este intentaba detener el sangrado con sus manos, ahogándose en su propia sangre, el sonido de ahogo y agonía taladrando en los oídos del omega que no se movió de ahí.

Lo había matado.

Había matado a Mark, su novio.

Su agresor, quien lo manipuló y prostituyó.

Soltó un fuerte grito del impacto de la situación, gritó de nuevo con fuerza, desgarrando sus cuerdas vocales. Empezó a llorar cada vez más alto, con miedo, con dolor y desesperación, tres sentires que lo habían acompañado en su relación con ese alfa.

En medio de su llanto, soltó un quejido, un dolor atravesó su espalda junto a un escalofrío, empezó a temblar involuntariamente, pasó su mano por su frente, estaba sudando frío.

¿A quién podía llamar? ¿A la policía? Era un asesino, era un criminal, y no dudaba que el departamento había drogas, así que sería peor.

Sollozó sintiendo un mareo, haciéndose más pequeño en el rincón en dónde estaba cuando la sangre casi llegaba a sus pies.

En ese momento, alguien tocó la puerta.

—Sé que estás ahí, cabrón —fue la voz que escuchó, una voz que reconocía, sollozó levantándose de su lugar, caminó con dificultades y dolor, tomando el manubrio de la puerta.

—A-ayúdame... —susurró con las manos temblando, abriendo la puerta— Ayúdame... Ayúdame, por favor —pidió mirando al alfa frente a él que sólo lo observó con impacto, reaccionando rápido cuando el omega cayó inconsciente sobre él.

Ese día, estaba marcado en su mente con fuego. Nunca lo olvidaría, y por más que quisiera, seguía recordando todo al pié de la letra.

Así como nunca olvidaría que la primera persona que vió al despertar de la inconsciencia fue a su madre, la mujer que tenía casi un año sin ver estaba ahí, observándolo con decepción.

Su cabeza dolió, su cuerpo también, su garganta ardió cuando quiso hablar. Su lobo lo primero que hizo fue lloriquearle y lamentarse dentro de él, solo ahí cayó en cuenta de todo lo que había pasado.

—BeomGyu... —la mujer lo miró fijamente con una pequeña mueca que no quiso buscarle significado en ese momento.

Bajó su mirada a sus manos, estaban limpias, aún así, quedaba el fantasma de que había sostenido un cuchillo y había matado a Mark, la simple sensación de atravesar la piel de una persona aún seguía en él, soltó un par de lágrimas, mirando a su madre, asustado.

—No quiero ir preso... M-mamá no... Mamá no quiero...—balbuceó apretando sus manos para que no temblaran. La mujer ladeó su cabeza confundida.

—¿Por qué irías preso? —preguntó aún sin saber bien la situación, acababa de llegar por la llamada de un alfa expresando que su hijo estaba inconsiente junto a la dirección del hospital.

Justo en ese momento quién era el salvador de BeomGyu, entró al pequeño cubículo, vistiendo formal.

—S-señor Choi... —se sorprendió de ver al dueño de un club nuevo que Mark frecuentaba. Lo había visto un par de veces, incluso lo había saludado una que otra vez, pero su relación no llegaba al punto en que Choi SooBin lo visitaba en el hospital.

No recordaba haberle pedido ayuda, claro está.

—Antes de que hagas preguntas, yo te saqué del departamento y te traje aquí, te limpiaron y curaron algunos raspones y tú pómulo, no hay nada de heridas internas —explicó metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón intercalando su mirada con la mujer y el omega que alzó su mano para tocar su pómulo, dolía y estaba protegido por una gasa.

—Señor Choi, yo estoy-...

—Sigue ahí, tantos golpes casi te llevaron a un aborto, pero lo trataron al momento —habló mucho antes de que el omega le hiciera la pregunta.

La madre de BeomGyu se alzó en su lugar, mirando a su hijo una vez antes de murmurar que estaría un rato afuera, debía centrarse y pensar en lo que había pasado.

BeomGyu encajó sus uñas en sus palmas evitando el llanto, miró con los ojos cristalizados al alfa que tomó asiento en la misma camilla que él, mirándolo fijamente.

—Se nota que es tu primera vez matando a alguien —SooBin le restó importancia frente a él, sonrió de medio lado cuando el ceño del omega se frunció, sus ojos azules pareciendo ser lo único colorido en el cubículo de hospital— Me encargué también del cuerpo de Mark, ya el apartamento está limpio de drogas incluso, no vas a ir preso.

—¿Por qué? —preguntó queriendo saber la repentina y extraña amabilidad de SooBin, alguien que no hacía nada si no tenía nada a cambio.

—No me conviene dejarte morir, mucho menos que vayas preso —contestó alzando su mano izquierda para dejarla en la mejilla ajena, BeomGyu se encogió ante el toque— Mark te ofreció muchas veces como pago, me negué por el simple hecho de que tú no tenías nada que ver, pero ahora que está muerto... Tendré que aceptarte como pago —fue lo último que dijo antes de salir de la habitación, dejando muchas dudas y miedo en el omega que no pudo estar sólo por más tiempo, su madre ya había entrado, molesta.

—¿¡En qué pelea estabas!? ¡Te dije que ese muchacho es un delincuente! ¡Además! ¡Que venga a dar la cara por su hijo! ¿¡O es un cobarde!?—le gritó a los pies de la camilla, BeomGyu negó con su cabeza pidiendo con una mueca que se le dejara hablar, la mujer se lo concedió.

—Peleamos a golpes... M-mamá... Él no quería que yo lo tuviera... Fue una pelea... Muy fuerte... y... Y-yo... Yo... Lo maté —confesó soltando las lágrimas retenidas. La mujer frente a él soltó un sonido de sorpresa, su molestia disminuyendo.

El omega sorbió su nariz mirando a la mujer.

—Eso... Eso pasa por no hacerme caso, BeomGyu, te dije que Mark no me gustaba —fue lo que dijo aún tratando de asimilar que su hijo había matado a un novio con el cual se había mostrado muy feliz la primera vez que se lo presentó.

—¿Sólo vas a regañarme? No sabes  cuánto pasé con Mark todo este tiempo, mamá —negó dolido, SooBin entró con unas hojas en mano, madre e hijo lo ignoraron.

—Yo te lo dije, BeomGyu. ¿Y por qué no te fuiste cuando te diste cuenta? Yo te enseñé a darte a respetar —señaló, el omega abrazó sus piernas.

—No pude... —murmuró. Habían muchas cosas que su madre no sabía, y que no quería que supiera, como lo eran las drogas y el alcohol, la prostitución, los tríos y las orgías.

Habían muchas cosas que su madre no sabía, y sin saberlas ya estaba enojada y decepcionada, ¿Cómo estaría al saberlas todas?

—Tú mismo te lo buscaste —sentenció  acomodando su bolso de mano, dando señales de que se iba, ignorando por completo la presencia del otro alfa que esperaba en silencio que la discusión acabara.

BeomGyu explotó con esas palabras.

—¿¡Enserio, mamá!? ¿¡Yo me busqué los golpes y los gritos!? ¿¡Yo busqué que me golpeara hasta casi abortar!? ¡Dime, mamá!  —preguntó rompiendo en llanto al segundo, la mujer retrocedió en sus pasos y, con un nudo en la garganta, se fue definitivamente.

BeomGyu cubrió su cara para tratar de callar su llanto, sintió el peso de otra persona a su lado, secó sus lágrimas y alzó la mirada, SooBin le sonrió mostrando unos hoyuelos que no había notado antes.

—Ya te dieron de alta, no hay ningún riesgo para ustedes —habló. BeomGyu  notó que estaba hablando en un tono más suave y bajo, como si temiera asustarlo— Estaré afuera esperándote para llevarte a tu casa.

BeomGyu no sabía qué pensar o decir de SooBin, siquiera sabía la razón por la cual se había tomado hasta el tiempo de llevarlo a su departamento, incluso entregándole las dichosas  pertenencias dejadas en el apartamento de Mark, junto a su número de teléfono.

Aunque claro, ahora estaba en deudas con el jefe de un club, que tenía muchísimos contactos del lado oscuro, obviamente SooBin sería amable con él, le convenía.

—Tomate tu tiempo... Pero ten en cuenta que mientras más tiempo, más intereses se cobrarán —señaló el alfa, dejándole dos fajos de billetes de denominación grande. BeomGyu los tomó con desconfianza.

—Esto...

—No me lo debes, tómalo como... Un regalo de maternidad —sonrió antes de dejarlo sólo.

Sólo.

Quedó sólo, sin una madre que lo apoyara por lo furiosa y decepcionada que estaba, sin novio, sin amigos.

Porque aquellos que eran sus "amigos" seguían de fiesta en fiesta, drogándose y bebiendo, mientras que él debía buscar un trabajo para mantenerse a sí mismo, ir pagando una deuda y además, comprar cosas para su bebé.

Nosotros podemos. Animó su lobo en su mente sacándole una sonrisa.

Claro que sí, lobito, nosotros podemos.









































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The_Dark_Diamond04

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