Prólogo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La hermosura de unos ojos que cautivaban a cualquiera, unos ojos tan brillantes y resplandecientes que se volvían el centro de atención total.

Aún más, cuando esos ojos estaban bajo reflectores de luces, haciéndolos brillar más.

“Los ojos son las ventanas hacia el alma”

Era una frase célebre y totalmente acertada, aún así, era irónico el cómo algo tan bello y atractivo ocultara tantas cosas opuestas.

¿Cómo era posible que algo tan bello resguardara tantas injusticias, dolor, tristeza y desesperación?

La belleza lo ocultaba todo, ese color tan hermoso, ocultaba un pasado trágico y doloroso, además de ser cautivos en el presente.

Él quería esos ojos solo para él.

Pasar el rato con sus amigos y allegados era lo menos que podía hacer un sábado por la noche, libre de responsabilidades y dispuesto a disfrutar su fin de semana libre.

Entonces, ahí lo conoció, cuando las luces se apagaron y solamente un pole se viera iluminado en el centro, no esperó que unos ojos achinados, azules y que desbordaban sensualidad llamaran por completo su atención, y el bailarín le causara estragos, atracción.

Eran solo unos ojos azules. No, no eran solo unos ojos azules.

Era su mirada, era su expresión, eran sus movimientos.

Esos movimientos que sólo un bailarín nocturno sabía hacer, causando atracción y latidos acelerados, su mente volando por todos los escenarios posibles que lo involucraban a él y a ese bailarín con ropa, sin ropa.

Su impacto fue aún más grande, cuando el bailarín aún arriba del pole lo observó fijamente, sus ojos lo enfocaron y él fue el único que sintió algo en su pecho y unas incontrolables ganas de bajarlo de ahí y que nadie lo observara, que fuera solo para él, que estuviera sólo con él.

Que fuese suyo y de nadie más.

Ese bailarín tenía por nombre Choi BeomGyu, alguien que sólo hacía trabajo y trabajo, estaba ahí por y para una libertad que aveces no creía cierta, una libertad que a pesar de todos los años seguía siendo lejana, pero a pesar de todo tenía esperanzas de que algún día podría salir de lo que consideraba una cárcel.

Y el mayor oficial de toda esa cárcel, su jefe, era el hombre más codicioso, soberbio y avaricioso que podría conocer.

—Vas a bailar todas las veces que te pida, con el vestuario que te dé y en las habitaciones que te diga, punto —le habló el hombre en su escritorio, mirando sus anillos en sus dedos con altanería.

BeomGyu sonrió de medio lado, apoyando sus manos en el escritorio, inclinádose al jefe con algo de atrevimiento pero aún así, manteniendo un espacio personal.

—Yo no pregunté eso, señor Choi, pregunté sobre el aumento de mi pago, después de todo, mi trabajo no es que me toquen... Ya no —recordó, arqueando una ceja cuando el otro lo observó.

—No es lo que tú quieras, es lo que el cliente quiera, y si el cliente quiere tocarte lo hace porque está en todo su maldito derecho, está pagando por eso, y no quiero repetirlo —refunfuñó mientras se alzaba en su asiento, BeomGyu ladeó la cabeza aguantando la sarta de groserías que tenía para el jefe, cuatro años mayor que él pero con suficiente conocimiento como para dejarlo a cargo de ese club.

—¿Enserio? Y yo no quiero repetir que mi trabajo no es que me toquen y si quieres que me deje vas a tener que aumentar mi maldito sueldo si no quieres que le parta una botella a alguien en la cabeza otra vez —exigió alzando el mentón cuando el hombre se paró frente a él de brazos cruzados.

—¿Cuándo vas a entender que sólo eres un juguete que todos tocan? —preguntó en tono burlón, el omega lo observó directamente a los ojos, una mirada intensa y atrayente. Muy internamente el jefe se veía impresionado por la capacidad de BeomGyu de mantener el contacto visual.

—Por lo menos merezco cobrar por ello, ¿No? —preguntó conservando su expresión seria mientras el hombre soltaba una carcajada que impactó en toda su cara.

El omega apretó las manos en puños.

—¿Ahora me quieres cobrar porque te toquen cuando antes no cobrabas? Qué osadía y qué descaro de tu parte —se burló dejando su palma en su la mejilla del omega, acarició la tersa piel con su pulgar.

¿Debería arreglar eso? ¿Debería hacerlo bajar la mirada?

¿Debería romper lo último de valor que le quedaba a ese omega defectuoso?

Un jefe siempre de divertiría con sus empleados, sea como sea y causando la emoción que sea, obtendría diversión a costillas de sus empleados.

Aunque no todos le divertían lo suficiente, después de todo había bufones que daban más risas que otros.

—Si no quieres que otro cliente tuyo salga de aquí con la nariz rota, advierteles que a mí no me pueden tocar —pidió el omega en un tono decidido, de advertencia, el jefe subió su mano a su cabello, jalando su cabeza hacia él.

El omega sintió un escalofrío, unas insezantes ganas de apartarlo de su cercanía, aún así, le mantuvo el contacto visual.

—Recuerda que quien te sacó de dónde estabas fui yo, y quién te subió el puesto fui yo, me debes más que todo el dinero de tu jodido novio, así que cuida esa lengua antes de que te la corte —amenazó con el mismo tono del omega que sonrió sin mostrar los dientes, empujando con suavidad al alfa, separándolo de él.

Caminó a la salida, a pasos seguros.

Una seguridad fingida.

—Bien, cortame la lengua entonces —aceptó abriendo la puerta, volteó a ver a su jefe con una expresión de confianza— Pero antes piensa en la cantidad de clientes que perderías —recomendó sacando su lengua al alfa antes de reír, lanzando un beso al jefe antes de cerrar la puerta a sus espaldas— Maldito... —bufó caminando por el pasillo, cambiando por completo la actitud segura y juguetona que tuvo en la oficina del jefe.

Chasqueó la lengua abrazándose a si mismo mientras pasaba por el pasillo que iba a los cambiadores, debía prepararse para nuevamente dar un espectáculo, esperando que ese fuera el último del día.

Aunque era imposible que eso ocurriera.

Con el pasar del tiempo, se había dado cuenta de lo que en verdad representaba para su jefe más allá de un omega cara bonita y cuerpo esbelto, además de dotes artísticos.

Así que aveces no estaba mal hacer uso de ese valor que tenía para poder mejorar su situación.

Aunque en un club nocturno con servicios sexuales, ¿Qué podía mejorar?

Suspiró arreglando su cabello en el espejo, mirando sus ojos azules.

Unos ojos que eran hermosos, pero que le habían traído tantos problemas.

En el día, se decicaba a trabajar en un restaurante para poder costear sus alimentos y pagar su alquiler de apartamento, además de sus artículos personales, ya que todo su sueldo común del club se lo daba a su jefe. En las noches cumplía con dar funciones de pole dance y hacer servicios que consistía en servir tragos, llevar uno que otro aperitivo y cumplir una que otra petición del cliente a nivel de comensal.

Pero obviamente, en este mundo las personas pervertidas y abusadoras eran lo que sobraba, y eso es algo que él tenía muy consiente desde que despertaba. Por eso, más de una vez había tenido que tratar con acorralamientos, toques que él no debía estar recibiendo, palabras denigrantes y peticiones que no cumplía porque simplemente, no era su trabajo desnudarse.

Ya no lo era.

En eso consistía su trabajo, desde hace tres años había caído en ese horrible pozo en el que estaba, pagando una deuda que no era suya, y aguantando lo inimaginable de hombres y hasta mujeres que creían ser superiores a él solo porque trabajaba en un club nocturno.

Era un omega que había perdido su aroma por la tristeza, por el principio de depresión que tuvo en ese año, su lobo seguía con él, igual de roto.

Su lobo era su única compañía cuando llegaba del club y cuando lloraba por horas sintiendo el asco y la miseria a flor de piel.

Su lobo era el único que lo acompaña en las duchas largas que tomaba para intentar borrar las manos de un cliente que se sobrepasó.

Y ese mismo lobo, fue el único que lo acompañó con dolor y tristeza cuando perdió a su cachorro.
































Este fic tendrá actualizaciones lentas! Por otro lado espero que les haya gustado este prólogo, corto pero preciso!

Nos vemos!

The_Dark_Diamond04

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro