𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒖𝒏𝒊𝒄𝒂

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❝ -Soy tu mejor amiga, pero creo que aún así siempre te he querido. ❞

( ... )

Tenían al rededor de dieciséis años cuando se conocieron, Yeri era el tipo de chica que se sentaba en primera fila y respondia todas las preguntas del profesor, estudiosa y con buenas notas, siempre en el primer puesto. Kim Yeri parecía ser la chica perfecta, una larga melena castaña con ondas en sus puntas, el uniforme siempre bien puesto, y claro, su rostro parecía ser de un mismísimo ángel. Pero... ¿Qué clase de chica es la que se interesa en alguien como Min YoonGi? Como ella no, o eso pensaban todos.

Hasta que los vieron juntos.

YoonGi, un chico que no resalta en mucho, no parece estudiar, pero siempre saca lo suficiente para poder pasar de año. Odia la educación física, pero pertenece al equipo de básquet juvenil, tiene un mejor amigo, un hermano mayor en último año y jamás había tenido novia. Su apariencia no resalta, es pelinegro y tiene unas grandes mejillas que Yeri ama pellizcar. Con su simple descripción uno puede deducir que es solo un extra de alguna historia de amor.

Pero Min YoonGi logró más que eso.

Yeri aún recuerda la primera vez que lo noto, en la fila del medio, no parecía darle mucha atención a la clase. Ella como delegada del salón tuvo que llamar su atención, él, como un chico sin interés en algo que no sea de sí mismo asintió ante su regaño y siguió en lo suyo. La chica llegó a sentirse ofendida, ¿Cómo puede tomarla como algo menor? ¡Matemáticas es importante!

Cuando la clase terminó y todos debían salir, ella se acercó al pelinegro. Min pudo notar sus muslos moverse al unísono de los volados de su falda escolar. No quiso quedar como un pervertido, pero ella lo notó al instante, sus mejillas se volvieron rosas de la vergüenza. El chico apartó su mirada e intentó disimular.

―¡Tú! ―lo señaló furiosa―. Además de ser un vago de primera eres un pervertido, ¡eres un puerco!

―No te estaba viendo. ―chistó― Estas muy gorda para gustarme.

Un jadeo salió de sus labios, Yeri retrocedió sin poder creer lo que él le decía, ¡Era un bastardo!

―¡¿Cómo te atreves?!

―¡Te dije la verdad, eres una narcisista que se cree de lo mejor sólo por agradarle a los profesores! Adivina qué, ¡A nadie más le caes bien!

Y eso fue como una apañada a su corazón, aunque Yeri siempre intentaba destacar para poder sentirse orgullosa de sus logros, la verdad era que al final del día no tenía con quien hablar sobre sus problemas, posiblemente era porque a nadie le agrada una chica como ella. Ahora lo entendía. Estaba completamente sola, sin ninguna amiga en quien confiar. Mordió su labio ansiosa, no quería llorar frente a un compañero, pero su cometido fue obstoculizado por las lágrimas cayendo.

El pelinegro se sintió pésimo, no quería hacerla llorar, únicamente alejarla para no oír sus quejas interminables. Se levanto de su pupitre y se acercó a la temblorosa castaña.

―Hey...―golpeó su hombro nervioso― no llores.

―Tienes razón, no tengo amigos, soy una molestia.

―Joder... ―carraspeo― Si tienes amigos, ¡Yo seré tu amigo!―dijo sin pensar.

La chica levanto la mirada empapada y no observo con un brillo especial, él le sonrió nervioso.

―¿En verdad?

―C-Claro.

―Entonces podemos ir juntos a casa, ¿No? Mayormente voy sola, pero hoy podemos incluso comer juntos, no me gusta cenar sola en casa.―rápidamente tomó su brazo y lo rodeó con el de ella, se pegó a él demasiado feliz― Se siente bien tener un amigo.

No sabía en qué se había metido.

En ese momento nada le parecía tan malo, incluso al tener que salir a comer con ella Ramion o Hot dogs en bastón, YoonGi de había acostumbrado cada vez más a tenerla pegada a el todo el día, como su primer amigo. Cada viernes iban a cenar juntos, ella se divertía, y él también.

Yeri no tenía a nadie en casa, vivía con su tía, pero ella siempre trabajaba turnos tarde en el hospital como neurocirujana. Eso a su nuevo amigo le pareció sorprende, hasta triste por ella, quien debía pasar mayormente todo el día sola en su gran casa.

Ninguno notaba el momento en que se volvieron más cercanos uno del otro, un año donde sólo eran ellos tratado de actuar normal sin darle atención a las miradas sorprendidas que les daban. Min YoonGi se sentía agusto con ella, hasta que llegó un momento difícil. Jamás se considero un chico celoso, pero el siemple hecho de que nadie jamás le había interesado mucho, pero cuando vio a ese chico nuevo, recién ingresado a la secundaria con dieciséis años, declarándose a su mejor amiga de diecisiete años, que cursaba su segundo año posicionandose como la mejor de su escuela... diablos, todo se fue en ese momento.

Al principio lo veía absurdo, después de todo veía a Yeri como alguien demasiado buena como para ese niño, pero luego llegó la inseguridad. Había pasado una semana y ella aún no le contaba que alguien se le había declaró, a pesar de que el mismo lo había visto con aua propios ojos intento disimular. Hasta que no pudo más y la encaró.

De camino a su tienda favorita de Ramion la detuvo.

―Se sincera conmigo, por favor.

―¿De qué hablas? ―rió.

―¿Tu gusta ese chico? Si es así, está bien, confía en mi, ¿Por qué no me hablas de él?

―YoonGi... no entiendo de que hablas.

El pelinegro suspiró, ansioso mordió su labio, lastimadolo. ¿Por qué se sentía tan mal? ¿Ella no confiaba en él?

―Sobre el niño de primer año, lo vi confesandose a ti en las canchas, tú le sonreías.

La boca de Yeri se abrió con sorpresa, luego, una gran risa salió de sus labios para confundir al Min.

―¡No se confesó! ―negó, riendo― Es mi primo Jungkook, volvió a la cuidad, desde ahora vivirá conmigo y mi tía. Como sus padres están separados ha sido difícil para él, pero volvera a vivir con mi tía luego de unos años.

El alma de Yoongi escapó de su cuerpo, se sentía avergonzado.

―¿Por qué pensaste eso? Si fuera así te hubiera contado Yoongi ―lo codeo― ¿Ó es que te sentiste celoso de que tu hermosa, perfecta e inigualable mejor amiga tuviera novio y se olvidará de ti, eh?

No, no podía ser eso. YoonGi se sintió mareado, pero negó, confiado de que no era eso.

―Olvidalo, se nos hará tarde, vamos a comer.―la empujó de su muñeca, provocando más risas de la chica.

Más tarde... muchas semanas más tardes, fue el turno de Yeri para experimentar lo mismo que su amigo, el laboratorio de ciencias estaba vacío exceptuando a Yoongi, o eso le había dicho el chico, ella salía de su clase de artes en busca de el para ya irse a casa. No espero encontrarlo junto a una joven que parecía mayor que ellos, terminando su trabajo juntos. Su corazón se sintió aprisionado, no podía seguir viendo como ella le coqueteaba, aunque YoonGi a penas le daba una mirada.

Decidida, Yeri entró al salón para encarar esa incómoda situación.

―¡Tú! Chica coqueta, pareces muy vieja para mi pequeño amigo.―lo tomó del brazo y lo alejó de la mesa.

―¿Disculpa?

―¿Yeri? ―intento hablar Min.

―¡Deja de coquetearle unnie! Él es muy pequeño, Min Yoongi no es para ti.―negó.

Las mejillas del pelinegro se escendieron.

―Niña, no le coqueteo, solo lo ayudo con su tarea, ¡Soy la novia de su hermano!

―¡Mentira! Su hermano ya se graduó.

YoonGi bufo.

―¿Y eso qué? Oppa y yo estamos hace un año.―gruñó la chica― Uhg, ¿Sabes? Ten un poco más de confianza chica. Adiós Yoon, te veo el domingo en casa de tu madre. ―dijo antes de irse con algo de molestia.

―¡Lo siento! ―se disculpó avergonzada.

Fue el turno de YoonGi para reír.

―¡¿De qué te ries?!

―Pareces una novia celosa.

Su pulso se aceleró, ¿Por qué... sus sentimientos eran así? Un chico como él no estaría con una chica como ella, apenas coincidían como amigos, mordió su labio como un tic nervio, ¿Cómo sería ser novia de YoonGi? ¡No! No debía pensar en eso.

Fue entonces cuando trato de desviar el tema que se vio a si misma acorralada contra una de las mesas del laboratorio, era YoonGi quien tenía sus brazos a sus costados, aprisionandola.

―¿Q-Qué...?

―¿Por qué actúas así?

―¿Así cómo?

―Como si... fuéramos algo más.

Posiblemente hablaba de las veces en que ella lo abrazo en público, beso sus mejillas con cariño, lo invito a su casa a ver películas o a dormir, o en todas esas veces que le confió inseguridades, secretos, cosas privadas que nunca le dijo a nadie más. Por todas esas veces en que ella lo observaba con anhelo oculto.

―Me confundes, Yeri. Me haces sentirme raro, y mierda, cada vez me gusta más.―sus respiraciones se mezclaban cada vez que el se acercaba más a ella, con cada centímetro su distancia iba acabando.

―Lo siento.―subío su vista a los labios delgados del chico― ¿Pero si te gusta, cuál es el problema? A mi también me gusta.

―¿Entonces? ―sonrió.

―Solo besame.―de un rápido moviendo pego sus labios a los de el pelinegro, el primer beso de ambos era torpe, con movimientos rápidos que ninguno sabía manejar adecuadamente.

YoonGi se sostuvo de sus caderas para no desesperarse mientras ella se aferraba a su cuello, fueron segundos donde sus lenguas apenas se encontraban en un beso primerizo. Y al separarse, ambos estaban rojos.

―No se besar. ―admitió.

―Yo tampoco. ―bajo su mirada Yeri, toda roja― Pero me gusto, ¿Me das otro?

―Cuantos quieras. ―aceptó.

Y ahora, en su beso número un millón. Min se aferra sus mejillas para dales pequeños besos en sus carnosos labios sin maquillaje, ella sobre la isla de la cocina, con ambas piernas al rededor del cuerpo de su novio.

―¡Yoongi! ―lo despegó entre risas―. Si sigues así me dejaras llena de marcas.

―Pero quiero besarte. ―fruncio sus labios tiernamente.

―¿Cómo puede ser que un hombre de treinta años se comporte como un niño de diez?

Se bajó de la isla, acomodando la camisa del pelinegro. Él nuevamente la abrazo, odiaba separarse de ella más de dos segundos.

―Feliz aniversario. ―le susurró al oído, estremeciendola― ¿Pedimos pollo frito?

―En eso mismo pensaba. ―aceptó su calor con sus brazos rodeandola.

Parecía muy estúpido, pero se había acostumbrado a el cada día de maneras muy diferentes, las nuevas fasetas de YoonGi desde su adolescencia hasta su madurez. Pasó de ser el chico que se dormía en clases al hombre que riega plantitas en su departamento y cuida a su mascota como si fuese su hijo de sangre.

Si, cada día amaba más a Min Yoongi, y Min YoonGi la amaba cada día más a ella.

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