Capítulo nueve: labial de mantequilla de maní

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Madrugada del 14 de febrero, 2021

Meto mi camioneta en mi garage, mis padres dejan su auto afuera.

—Lizy, se que no estás dormida —acuso a la pequeña, que está acostada en el asiento trasero, sacando la lengua—. ¿Estrella? —intento; ella sigue con su papel de bella durmiente. Rio, antes de alzarla en mis brazos.

—Buenas noches, niños —se despide mamá, entrando a la habitación que está reservada para ellos. Papá solo hace un gesto con la cabeza; va más dormido que despierto.

—Buenas noches, señores Miller —susurra Raven.

—La acostaré conmigo —le informo a Raven, quien está jugando con Kitty en el pasillo—. Así podré estar pendiente si su temperatura cambia.

Deposito a Lizy en el centro de mi cama y la cubro con las sábanas.

—Buenas noches, mi estrellita. Te amo. —Dejo un beso en su frente, antes de salir.

—Kitty, quieta —escucho la voz de Raven.

—¿Qué te está haciendo?

—Nada —responde, con una risita—. ¿Dónde dormiré?

—En la habitación que está...

—¡Con nosotros!

—¿Tú no estabas dormida? —cuestiono, a la niña rubia en pijama que está detrás de mí.

—Estaba —dice, con una sonrisa. Ruedo mis ojos.

»Raven dormirá con nosotros. Le debemos una película.

—Astrid Lizeth Miller, son las tres de la mañana ¿tú no piensas dormir? —Lizy niega con su cabeza.

—Es temprano. —Se acerca a Raven y toma una de sus manos.

»Vamos, Rav. Te buscaré ropa de mi tía Axa para que duermas cómoda. —Lizy arrastra a Raven al cuarto que ocupa mi hermana cuando viene a visitarme.

—Mujeres —suspiro, rascandole detrás de las orejas a Kitty, él mueve su cola emocionado.

Camino a mi habitación, con Kitty siguiéndome los pasos. Me quito la ropa y me la cambio por algo más cómodo.

Toc, toc —se anuncia Lizy. Entrando a la habitación.

—¿Y Raven?

—Ahi viene. —Raven aparece, solo que no tiene una pijama de Axael; tiene un suéter mío y un pantalón corto, que ni idea de donde salió.

»Traje mi pijama, pero está haciendo frío. Lizy me dio este suéter —explica, entrando a la habitación.

—Se me había olvidado que eres dora la exploradora. —Raven ríe, sentándose en la cama— ¿Qué película veremos? —cuestiono, mientras me acuesto a un lado de la cama.

—Hmm... No lo sé —susurra Lizy, quien tiene bajo su poder el control del televisor—. ¿Me ayudas, Raven? —Raven asiente, acercándose Lizy.

Tomo mi teléfono de la mesita de noche y entro a WhatsApp.

: están vivos??????

aXa: HERMANO DE LO QUE TE ESTÁS PERDIENDO

: cuéntame QUE PASO

melliza malévola: que no pasó, es la pregunta

: me están asustando, locas

aXa: vino

aXa: Samy

: ¡¡¡¡¿¿QUE??!!!!!!!!!

melliza malévola: y Alexahi se estaba besando con una chica

: no te creooo

aXa: no creerás esto

: ¿hay más?

aXa: OBVIO que hay más

melliza malévola: samy se molestó

: con que derecho?????

melliza malévola: y le dijo a todos que habían terminado porque Alexahi le había puesto los cuernos A ELLA

: que L O C A

aXa: loca no, LOQUISIMA

aXa: pero igual, la mayoría sabía que era mentira

aXa: Xahi les había dicho a todos que ella la había puesto los cuernos

aXa: ya sabes, borracho no es gente

: borracho no es gente JAJAJAJAJAJA

melliza malévola: nel

: y Axel? que raro que no apareció para aportar información

aXa: Axel debe estar cogiendo con alguna chica en algún cuarto

: aaaah, vale

aXa: JAJAJAJAJJA

melliza malévola: Lizy cómo sigue?

aXa: debe estar bien, porque Aleix no está llorando

melliza malévola: eso es obvio

: solo fue un susto, que casi me hace llorar

aXa: te creo, hermano

melliza malévola: y Raven?

melliza malévola: mis contactos me dijeron que se fue contigo ;)

: si, está aquí

aXa: QUEEE

: qué de qué?

aXa: está en tu casa????

: yep, vamos a ver una peli :)

aXa: ayyy, saltamonteeeee

: que?

melliza malévola: te estamos observando

: locas

Con ese último mensaje, bloqueo el teléfono y lo vuelvo a dejar en la mesita de noche.

—¿Escogieron algo?

—Estamos viendo cual de Barbie vemos —comenta Raven, pasando de una peli a otra.

—¿Qué tal las doce princesas bailarinas? —sugiero.

—Será las doce princesas bailarinas —acepta mi hija.

—¿Apago la luz? —les pregunto. Aunque la pregunta va dirigida más a Lizy.

—Sip —responde la pequeña, Raven se limita a sonreír.

Apago la lámpara y Raven le da a reproducir a la película.

No me sorprende que Lizy, a los quince minutos de la película, se quede dormida.

—Tenía sueño, pobrecita —susurra Raven, rio con la mano en mi boca.

—Era obvio que tenía sueño, pero ella se la da de guapa. —Raven ríe.

—¿Seguiremos viendola?

—Hasta que me quedé dormido, sí.

—¿Ya pasó tu hora de dormir, Aleix? —cuestiona divertida.

—Hace rato —respondo, Raven vuelve a reír— ¿Y tú? ¿no duermes?

—Sí, aunque últimamente he tenido insomnio —señala, en un susurro.

—El insomnio es lo peor —declaro.

—Sí.

»Oh, ¡Ya es San Valentín! —exclama en un susurro, sonrío.

—Hace rato.

—Lo sé, pero no me acordaba —se defiende.

»¡Feliz día de San Valentín, amor! —Me lanza uno de los cojines en la cara, rio y se lo devuelvo.

—Feliz día de San Valentín, princesa —le digo con una sonrisa.

—Hora de dormir, vamos a despertar a Lizy.

—Si quieres podemos ir a otra habitación, así podemos conversar sin despertar a Lizy.

—Vale. —Los dos nos levantamos de la cama, con sumo cuidado y en cámara lenta.

»Tengo hambre, chef —comenta, cuando ya estamos lejos, lo suficiente para no despertar a Lizy, ni a mis padres.

—¿Qué quieres comer? —le cuestiono, caminando hacia la cocina. Paso al lado de Kitty, pero él no mueve ni un pelo.

—¿Qué quieres cocinar?

—Nada —confieso, ella ríe.

—Un sandwich con mantequilla de maní, estará bien —responde entre risas.

—Vale —me pongo manos a la obra, Raven comerá el mejor sandwich de mantequilla de maní de su vida—. ¿Con orillas o sin orillas?

—Con orillas. ¿Tú lo comes sin orillas?

—Lizy; Lizy los come sin orillas —la corrijo. Ella asiente.

—Tengo sed —comenta.

—Ahi está la nevera ¿acaso no la ves? —le digo divertido, ella ríe.

—Ya la había visto, Aleix. Pero es tu casa y no quería ser entrometida —explica, entre risas.

—Tranquila, no eres una entrometida —aclaro. Ella sonríe, acercándose a la nevera y sirviéndose un vaso de agua.

—Tenga, señorita. —Le dejo el plato al frente y me siento a su lado.

—¿Qué harás mañana? —cuestiona, de la nada.

—Hmm... ¿No empezamos a rodar mañana?

—O sea, me refiero a mañana, hoy. ¡Asg! El catorce de febrero, ¿qué harás el catorce de febrero? —se explica súper rápido, río sin entender todo.

—¿Qué haré más tarde? —interrumpo su balbuceo.

—Eh, sí. —Me parece graciosa la manera en la que la comisura de su boca tiene crema de maní, tomo una de las servilletas en la encimera, acercándome a ella.

—La crema de maní no es labial, Raven —la acuso entre risas, limpiandola con cuidado.

—¿Harás algo más tarde? —vuelve a preguntar. Solo que está vez nos encontramos más cerca.

—Nope, ¿por qué? —exijo saber, la curiosidad me mata.

—Porque bueno, es San Valentín y pensaba que tal vez, si querías... Podíamos ir a una cita —la rapidez en su hablar regresa.

—¿Podrías hablar más lento? —le pido, entre risas— No entendí nada.

«O sí, solo no quieres que sea eso»

No es el momento, Pepe grillo.

—¿Quieres ir a una cita conmigo? —

Oh, no. ¿Dios, por qué me abandonas?

—Una cita —digo dubitativo. 

—Si, una cita —repite, concentrada en su sandwich.

—Ya te tocaba a ti escoger la cita, es...

—Una cita, cita, Aleix. No una cita de trabajo —me interrumpe. Tomo el vaso de agua que ella se sirvió y me lo llevo a los labios, dándole un largo trago.

—Una cita —vuelvo a decir.

—Sí, Aleixander, una cita ¿acaso nunca te invitaron a una? —cuestiona burlona.

¿Me han invitado a citas? Hmm... Bueno.

—La verdad, no —contesto, viendo un punto indefinido en los azulejos blancos de la cocina.

»¿Por qué quieres ir a una cita conmigo?

«Porqué será, Aleix. Porqué será»

¡Cállate!

—Porque me gustas —contesta, posando sus ojos en los míos—, pensé que, tal vez, podríamos ser más que colegas —habla con un hilo de voz.

Yo abro y cierro mi boca como un pez, sin saber que decir.

»Me gustas mucho, Aleix. Pensé que ya lo había dejado claro. —Raven deja el plato vacío a un lado y me mira fijamente.

—Yo pensé que eras amable —respondo, jugando con el aro de mi labio. Raven ríe.

—¿En serio confundiste coqueteo con amabilidad? —cuestiona incrédula, yo asiento— Vale. —Ríe—, te lo diré, así no te confundes.

»Me gustas mucho, Aleixander Miller. Me gusta pasar tiempo contigo, con tu hija, me gusta como me haces reir...

—Nos conocemos hace poco ¿y sientes todo eso por mi? —la interrumpo.

—Solo para que te des cuenta lo mal que me traes —reflexiona divertida, yo solo la observo.

—No lo sé, Raven. Trabajamos juntos y...

—No seríamos las primeras personas que su química sobrepasa la pantalla. —Ella corta de a poco el espacio entre nosotros.

—No lo sé, Raven.

—¿Qué no sabes? Aleix me gustas y yo también te gustó a ti —me acusa, con una sonrisa.

—¿Qué te hace creer eso? —cuestiono, con una ceja enarcada.

—¿Qué me lo hace creer? Pues todo tú, tus besos, la forma en la que me tratas. No es fácil de deducir, Aleix.

—Raven, mira. —Tomo una gran bocanada de aire—, yo confundí coqueteo, con amabilidad... Tú confundiste amabilidad, con coqueteo.

»Los besos solo fueron parte de mi trabajo, ¿o vas a decir que nunca antes de grabar una película de romance nunca hiciste esto? Todo se trata de trabajo, de fortalecer la química. —Los ojos de Raven se cristalizan, su sonrisa también se borra.

—Eh, sí. Pero... Pero nunca se sintió así —expresa, viendo el suelo—. El otro día aquí en tu casa pensé que pudo haber pasado... algo.

—Lo del otro día fue un error, nos dejamos llevar, eso es todo.
»Lo siento, Rav. —Poso mi mano en su antebrazo—. Eres una chica preciosa, graciosa e increíble, de verdad disfruto pasar tiempo contigo, pero no me gustas de ese modo. —Raven alza la vista y me sorprendo cuando encuentro una sonrisa en sus labios

—Perdoname tú a mí. Fui yo la que entendió todo mal, no debí... Me hice toda una película... mierda, perdón. —Imito su sonrisa. Pongo un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Tranquila... Sería divertido ir a otra cita de trabajo contigo, si quieres, claro —lo último lo agrego para que no se sienta obligada.

—Vale, la última —acepta con una sonrisa.

—Vayamos a dormir —pido, viendo la hora en el reloj—. Cuatro de la mañana, sí, vayamos a dormir. —Raven asiente. Se levanta de la silla y yo la sigo.

—¿Dormiré con ustedes? —cuestiona, a mitad de camino.

—Sí, tengo flojera de acomodarte una habitación —acoto.

—Vale —responde, riendo.

Por lo menos no me odia.

«Sí, por lo menos»

Raven y yo nos escabullimos a la cama con cuidado.

—Buenas noches, Aleix.

—Buenas noches, Rav. Sueña bonito.

—Buenas noches, que sueñen con los angelitos, que no tengan pesadillas, los amo —susurra Lizy sonmolienta.

—¿Niña, tú no estabas dormida? —escucho la risa de Raven.

—Buenas noches, muñeca. Te adoro —le responde Raven, después de reír.

No puedo ver nada, gracias a las luces están apagadas, pero siento como Lizy se acurruca en mis costillas.

—Buenas noches, estrellita. Te amo un mundo. —Revuelvo su cabello, la siento reír contra mi pecho.

—Raven, abrazame —pide, juraría que está haciendo un puchero.

Raven ríe, acercándose a nosotros.

—Buenas noches, loquitos. —Su brazo rodea a Lizy y se posa en mi abdomen.

—Ya duérmanse, es tarde —las regaño.

—Si, sí, sí, ya sabemos —es obvio que la que hablo es Lizy. Raven solo se limita a reír.

—¿Y Raven? —es lo primero que digo al llegar a la sala.

—Se fue hace rato —responde papá, leyendo algún libro.

—¿Aleixander Santiago, le hiciste algo a la niña anoche? —me acusa mamá, acercándose a mí y amenazándome con un cucharón.

—No, mamá. Nunca lo haría.

Intencionalmente nunca lo haría.

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