Capítulo quince: cántame una canción

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15 de febrero, 2021

Soy de los primeros en llegar al set, ni se nota que soy un ansioso.

«¿Ansioso? Querrás decir intenso»

No vayamos a empezar, por favor.

No tengo ganas de hablar con nadie en estos momentos, toca fingir que estoy en una conversación muy interesante en el móvil y lo único que hago es revisar la galería y ver  historias de Instagram y respondo varios mensajes a mi fans; me gusta estar en contacto con ellos.

Todavía Raven y yo somos tendencia por lo de ayer, no me sorprende.

—Hola. —Quito mi atención del móvil, en automático.

—Hola. —Raven tiene puesta una sudadera de chico—, ¿cómo estás? —Me acerco para abrazarla. Y sí, comprobado. Esa sudadera es de algún hombre, todavía huele a perfume.

—Bien, ¿tú? —Deja un beso en mi mejilla.

—Podría estar mejor —me confieso, volviendo a mi puesto. Raven se sienta a mi lado—. Me dejaste preocupado —agrego, jugando con mi piercing.

—Lo lamento, no era mi intención.

—Tranquila, entiendo que a veces queremos estar solos —le doy una sonrisa, ella me la devuelve.

—¡Buenos días! Veo que hoy

amanecimos felices —chico remolacha nos saluda con todo el entusiasmo; ¿cómo es que tiene tanta energía a las seis de la mañana? Yo vine por mera obligación.

—Felices, felices, no. Pero por ahí vamos —le contesta Raven, divertida. Los tres reímos.

—Algo es algo, ¿no?

Una media hora más tarde ya estoy en mi camerino, de paredes blancas y piso de madera oscura.

—Puedes decorarlo si lo deseas, para que sea más acogedor. —Nala me da una sonrisa.

—Lo tendré en cuenta.

—Dentro de un rato vendrá Cynthia —asiento. Ella sale del pequeño espacio.

«¿Quién es Cynthia?»

Ni idea, pero me da pena preguntar.

«¿Bien?»

¡Ya me acordé! Es una de las estilistas.

«Te acordaste tres años más tarde»

Me acuesto en el sofá morado, esperando a que llegue Cynthia; la estilista.

En algún momento me quedo dormido.

«Alexahi, sal de ese cuerpo»

—Bello durmiente, despierta. —Reconozco su voz y su tacto.

»¿No dormiste anoche? —Me incorporo, acomodándome los lentes.

—Sí lo hice, solo tomaba una siesta —me defiendo, Raven ríe.

Ya no tiene puesta la horrible sudadera con perfume barato. Ahora va con una falda de jean, camisa blanca y chaqueta con el logo de una universidad. Su cabello tampoco va corto, ahora le llega por la cintura y es de un oscuro color azabache.

Ya no es Raven, es Amaia.

—Ujum. —Niega con su cabeza—. Ya llegó Cynthia. —Asiento. Unos minutos más tarde, Cynthia aparece en mi camerino, con dos personas detrás de ella cargando maquillaje y más.

Raven se queda en toda mi transformación, que no va a ser tan notoria como la de ella. Por qué vamos. Los rubios siempre somos los buenos chicos de las historias.

—¿Vas a usar esos lentes? —cuestiona Cyntie, pasando una mano, distraída, por su cabello gris.

Ella y chico remolacha se llevarán muy bien.

—No sé. ¿Qué dice el público? —pido ayuda.

—Te ves muy bien con los lentes —contesta, Raven.

—¿Estás diciendo que sin ellos me veo mal?

—¡¿Qué?! ¡No! Me refería, a que, con ellos y sin ellos te ves genial.

—Creo que con ellos estará bien, estoy acostumbrado a tenerlos puestos. —Cyntie asiente, terminando de acomodar mi cabello, no saben cuánto me resisto para no quejarme.

—¡Cynthia! Te estaba buscando. —Aparece Mónica en la habitación.

—¿Qué pasó?

—¡Esto pasó! —La rubia tiene todo el maquillaje corrido. Cynthia gime.

—¿Cómo pasó eso? —Cynthia tiene los ojos cafés entre cerrados.

—¡Ven y te explico! —Moni jala a mi estilista, no tardo en protestar —¡No seas egoísta! Me toca —exclama, divertida Mónica.

—¡Ponte esa ropa! —logro escuchar a Cyntie chillar en el pasillo. Rio.

Raven y yo nos miramos, antes de estallar en carcajadas.

—Te ayudo.

—¿A desvestirme? —Niego con mi cabeza, con los ojos entrecerrados, ella vuelve a reír.

—Exacto, a desvestirte. —Vuelvo a negar con mi cabeza, antes de quitarme los lentes, y la camisa; sigo con mis zapatos y finalizo con mi pantalón—. Ay, que educada —me burlo, cuando me doy cuenta que Raven está concentrada dándome la espalda y mirando hacia la pared.

La ropa que me pondré hoy está en mi tocador, no tardo mucho en tenerla puesta.

—Ya puedes darte la vuelta. —La escucho reír, antes de vernos a los ojos.

—Me gusta esta película, no abran escenas para más de dieciocho, todo será épicamente cursi y meloso.

—¿Te gustan las personas cursis y melosas?

—Estoy hablando de la película, no de las personas —Auch.

«¿Y eso que es?»

¿Una onomatopeya?

«¿Y por qué la usaste?»

—¡Chicos! Los estamos esperando. —Raven y yo asentimos, antes de salir detrás del chico remolacha.

Afuera ya toda la escenografía está puesta, tengo entendido que todo esté edificio lo usaremos para grabar, cada piso en un ambiente diferente.

Los del elenco con los que filmaremos hoy también están, junto a los extras.

Hacemos un ensayo, solo para confirmar que todo va bien, antes de la primera toma. Que, consiste, en la escena que Colin va a buscar a Amy a su universidad, por eso Raven tenía la chaqueta.

Nos retocan el maquillaje y nos ponemos en nuestras posiciones, bajo los focos.

—Luces, cámaras, ¡acción!—entonces, pasó. Ya no somos Aleix Miller y Raven Stokes, Ahora somos Colin y Amaia.

Son las nueve de la noche, y ya terminamos de rodar, por hoy.

Voy al camerino y me tiro en el sofá, hoy fue un día fuerte.

Había dejado mi teléfono aquí para no distraerme, así que no me sorprende que esté totalmente saturado de mensajes.

cazador de malas decisiones: nerd, a qué hora vienes?

cazador de malas decisiones: si llegas después de las ocho, no te regresaré a tu hija

: si, y yo te mataré

cazador de malas decisiones: a qué hora vieneeeeeeess

: voy en camino

: acaso no amas a tu sobrina??? yo la iba a dejar con la niñera PERO TU NO QUISISTE

cazador de malas decisiones: joder, obvio que la amo

cazador de malas decisiones: pero ya son las nueve de la noche Y ESTA NIÑA NO TIENE PLANES DE DORMIR

cazador de malas decisiones: creo que fueron los dulces

: a qué hora comieron los chuches???

cazador de malas decisiones: hace un rato, y se puso electrica

: por qué le das dulces a UN NIÑO a las OCHO DE LA NOCHE

: ahora soportarlo

Salgo de la bandeja, dejando a mi amigo peleando solo.

«Nadie lo mandó a ofrecerse»

Exacto, ahora que pague las consecuencias de sus decisiones.

Me acuesto, mirando al techo y masajeando mis sienes. Me duelen los ojos gracias a luz de los reflectores. Cuando estoy conociendo la felicidad, una llamada entrante me interrumpe.

—Hunter, ya voy saliendo —me burlo.

—¿Dónde estás? —Su voz es seria. Me incorporo, sintiendo frío mi cuerpo.

—¿Pasó algo? Todavía no he salido.

—Una emergencia con Hailey, pásame tu ubicación para dejarte a señorita hiperactiva.

—Vale, vale. —Me alejo del teléfono y le envío mi dirección actual—. Listo. ¿Qué pasó con Hailey?

Hailey King: 17 años, hermana menor de Hunter.

—Un idiota con el cual salió a una cita se fue y la dejo en el medio de la nada, le dije que no se veía muy buen tipo. Ahora tengo que ir a buscarla ¡ni sabe dónde está parada!

—Qué bastardo.

—Definitivo. Cuando Hailey me mande la dirección salgo para allá. Te aviso.

—Vale. Te espero afuera.

Salgo de la pequeña habitación, despidiéndome de todas las personas que me encuentro en el camino.

—¿Te vas? Te íbamos a buscar para ir a comer —señala, Mely (directora de escenas íntimas)

—Lo siento. Lizy se quedó con mi mejor amigo y se le presentó una urgencia, la traerá a acá. Supongo que para la próxima.

—Oh, tranquilo. —La tailandesa sonríe, yo sigo con mi camino.

Afuera del edificio me siento en la acera, terminando de revisar lo mensajes.

aXa: tengo ganas de comer sushi, quien me trae?

Axxxx: y tú novio?

aXa: hoy trabajo hasta tarde :((

Axxxx: uhhhhhhh, que mal

aXa: si :(((

: que hacen?????

alcohólico anónimo: HOLAAAAA

alcohólico anónimo: COMO TE FUE EN TU PRIMER DIA?

: ya pareces mi mamá

aXa: JJAKAJAJAJAJ siiiiii

alcohólico anónimo: ridículos
me fue bien, hermano, gracias por preguntar

alcohólico anónimo: ME ALEGRA

melliza malévola: y Raven? la viste?

: obvio que si la vi, lexi

Axxxx: cómo está?

: bien, creo

Tal como si la hubiera invocado, Raven aparece en mi campo de visión. Está trotando con el teléfono en el oído, se detiene a un metro de mí, su temblante no es muy alegre.

—Mamá, basta. Hemos tenido está conversación una y otra y otra vez. ¡Ya es suficiente! —supongo que su mamá le responde algo, ese algo la deja apretando los dientes—. ¿Mi culpa? ¡¿En serio piensas que es mi culpa?! ¿Es mi culpa que mi hermano se suicidara por qué tenía depresión? ¡Yo ni siquiera está ahí por qué me habías echado! Yo tenía seis meses que no lo veía porque no me dejabas. ¿Y ahora es mi culpa? —Ríe—. En serio, mamá, no es momento para hablar de esto.

»Estoy cansada, mamá, no quiero seguir hablando de esto. —Se queda en silencio, escuchando atentamente lo que le dicen al otro lado—. ¡Sí, mamá, sonreírle a una cámara cansa! —grita en el micrófono del móvil. Antes de tirarlo; se rompe, y no estoy hablando del aparato.

—Rav. —Ella se sobresalta por mi voz, sorbiendo por su nariz.

—No te había visto —susurra, intentado controlar su llanto. Otra vez la sudadera cubre su torso, su cabello también va corto.

—¿Quieres un abrazo? —sugiero. Ella me da un intento de sonrisa antes de tirarse en mis brazos.

Esconde su cabeza en mi cuello, haciendo puño la tela de mi camisa mientras solloza. Yo solo la rodeo con mis brazos.

En algún momento sus piernas le fallan, haciendo que los dos caigamos al suelo. Aun así no nos separamos. Acurruco su cuerpo contra el mío, el cual se mueve en pequeños espasmos mientras solloza.

Varios de nuestro compañeros nos ven, no dicen nada, solo siguen de largo.

La luz de la luna y las estrellas son las únicas que nos iluminan, ya que, al salir la última persona del edificio, apagaron todas las luces y este edifico se encuentra casi en la nada, para no llamar mucho la atención.

—¿Escuchaste... todo? —hipa, sin soltar mi camisa.

—Sí.

Su olor me embriaga, su calor me abraza...

—Cántame una canción —pide.

Pienso en todas la canciones que me sé y ninguna es la correcta para el momento o eso pensaba.

Hola, no sé dónde estás —empiezo a cantar—. No sé qué estás haciendo.

Te fuiste hace ya hace un tiempo, tu recuerdo sigue fresco.

¿Cuándo me dejarás seguir?

Eres mi vida y la razón de ella. ¿Por qué te fuiste sin avisar?

¿Fue algo que dije o hice? Es algo que no comprendo.

No podré dormir hasta que alguien me conteste esto.

Prometiste que nunca te irías, que estarías conmigo hasta el final de mi días.

Y hoy estoy solo, componiendo esta melodía.

Te veo en mi sofá, ni en mi sueños me dejas en paz. ¿Algún día te podré superar?

No creo que pueda amar a alguien más, nadie te podrá igualar.

Estoy solo y no sé que haré.

Temo no ser suficiente para lo que sigue...

Nos quedamos en silencio, si apartarnos el uno del otro.

—¿Cómo se llama esa canción? —cuestiona, en un susurro apenas entendible.

When will it stop¹.

Nos volvemos a quedar en silencio, pero está vez somos interrumpidos por un claxon. Alzo mi vista y me encuentro el auto de Hunter, Raven también se da cuenta.

—Ya vengo. —Tomo su rostro en mis manos e intento limpiar todo el maquillaje corrido con la manga de mi suéter, cuando termino dejo un beso en su frente.

—Te tengo noticias —anuncia, cuando llego a su ventanilla—. Miss hiperactividad se quedó dormida —lo dice como si fuera la cosa más impresionante.

—Ella es así, solo se hace la guapa hasta que cae —contesto, él ríe.

Abro el asiento trasero de su coche, tomado en mis brazos a la pequeña rubia que esta muy dormida.

—Hablamos luego, nerd —comenta, viendo hacia dónde está Raven. No respondo nada.

Me doy la vuelta y camino a mi auto, escucho el motor rugir detrás de mí.

Abro la puerta del asiento trasero de mi camioneta como puedo, acostando a Lizy en el asiento, cierro la puerta después que termino de ponerle el cinturón.

—Eric me vendrá a buscar —comenta Raven. En algún momento llego en donde yo estaba.

—Si quieres puedes quedarte en mi casa —sugiero—. Necesito saber que si estarás bien.

—Bueno —acepta, con una sonrisa tímida—. Deja y le aviso. —Asiento, abriendo la puerta de copiloto. Ella sube, buscando el contacto de su representante en su móvil.

Le doy la vuelta al coche, cuando subo a el Raven se está despidiendo en el móvil.

—Eso fue rápido.

—Todavía no había salido de su casa, así que no se molestó —agrega, rio.

—¿Por qué no te mudas? —cuestiono, ya estamos en la carretera.

—¿A dónde?

—Me dijiste que vivías con tu mamá, ¿cómo puedes vivir con una persona que es así?

—No tengo otra opción.

—¿Por qué? —se queda en silencio, lo que me hace darme cuenta que ya estoy metiéndome dónde no me llaman— Lo siento, no pensé lo que dije.

—No, tranquilo. —Me da una pequeña sonrisa, no es la que estoy acostumbrado a ver en ella, pero algo es algo—. No tengo otra opción porque es mi madre, la única familia que tengo. No puedo solo irme, porque sé que si me voy, no regresaré.

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