Capítulo uno: traficante y secuestrador de órganos

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18 de enero, 2021

Siento un golpe en mi cabeza, lo ignoro, tratando de seguir durmiendo.

—¡Papi es tarde! —grita una voz infantil, la reconozco fácilmente—, ya sonó tu alarma. Despierta. —Almohadazo—. Despierta. —Otro almohadazo—. Despiertaaa —chilla, dándome almohadazos consecutivos que terminan de despertarme.

—Ya escuché. Para —le ordeno, cuando los golpes no cesan. Abro mis ojos lentamente adaptándome a la luz, tardo unos segundos en enfocar mis ojos en el reloj que tengo en la muñeca, cuando lo logro le doy toda la razón a mi hija.

»Es tarde, muy tarde. No podrás ir a la escuela hoy. Es demasiado tarde.

—Pero, papi —protesta—. Yo quiero ir a la escuela. —Finaliza haciendo un puchero.

—Lo siento, cariño. Me quedé dormido, no volverá a suceder ¿vale? —prometo.

—¿Pinky promese?

Pinky promese —acepto, enlazando mi meñique con el de ella—. Ahora, necesito un favor.

—Déjame adivinar —pide, posando su dedos en su barbilla en gesto pensativo—, quieres que busque tus lentes —dice, en tono burlón.

En esta casa ya no hay respeto.

—Por favor y gracias. Deben estar enredados en las sábanas —es lo único que le digo, antes de dirigirme al baño con mi teléfono en la mano.

Cuando termino de cepillarme los dientes entro en WhatsApp, donde tengo varios mensajes en el grupo que tengo con mis hermanos.

Melliza malévola: invocando a Aleeeiiiiiix

Axxxxx: y a Alexahiiiiiii

Melliza malévola: el chisme esta bueno

Axxxxx: APAREZCAN

: a quién le pusieron los cuernos?

aXa: dicen chisme y apareces rapidito

Melliza malévola: esa es la palabra mágica

aXa: ahora solo falta Xahi.

: me acabo de despertar

Escucho unos toques en la puerta del baño que me notifican que Lizy ya terminó su misión.

—¿Los encontraste? —pregunto después de abrir la puerta.

Sip, estaban bajo tu almohada —dice, antes de salir corriendo del baño. La sigo, llegando a la sala de estar en donde nos espera Kitty; el cachorro de raza mestiza que Alexis nos regaló.

Mi teléfono empieza a repiquetear con el distintivo sonido de mensajes entrantes, lo desbloqueo encontrándome con mensajes de Axael.

aXa: Cómo que te acabas de despertar????

aXa: si Lizy entro a la escuela hace unas horas

: me quede dormido, hehe

Melliza malévola: no te creo

Melliza malévola: xahi es el que se queda dormido, no tu

aXa: hoy los cerditos volaran

Axxxxx: Entonces, ayer quedamos en que Alexahi iría a buscar a nuestros señores padres al aeropuerto

Axxxxx: pero como el niño no aparece, te toca a ti

: con quién es eso???

Melliza malévola: contigo

: y por que yo¿

aXa: fuiste el último en llegar, así que te toca

: a qué hora llega su avión?

Axxxxx: a la una y algo

Axxxxx: todavía tienes tiempo

—Bueno, señorita, ¿me vas a acompañar a buscar a los abuelos al aeropuerto? —le pregunto a Lizy, como si tuviera otra opción.

—¡Sí! —contesta, mientras corretea detrás de nuestra mascota.

—Entonces anda a bañarte, yo voy a hacerte el desayuno. —Ella asiente, levantándose del suelo—. ¿Qué quieres comer?

—Tostadas con queso. —Asiento, dirigiéndome a la cocina con Kitty.

Hago sus preciadas tostadas con queso y como extra, hago un batido de cerezas. Cuando termino en la cocina me dirijo a su habitación.

Estrella, ¿le diste de comer a Kitty? —grito desde atrás de la puerta de su baño.

—Sí.

—Ah, vale.

»¿Por qué preguntabas, papi? —cuestiona.

—Solo para saber di debía darle o no —respondo distraído, sentándome en su cama con sábanas y almohadas de diferentes tonos de azul.

Observo la ropa que esta tendida en el centro de esta, supongo es lo que Lizy escogió para ponerse hoy: falda de mezclilla rosa, sudadera magenta y zapatos blancos. Para tener seis años, se viste bien.

Un largo rato más tarde, nos encontramos en el aeropuerto, con un inquieto Kitty por la cantidad de personas que hay.

—Hay muchas, con demasiadas personas.

—Tienes razón, hay muchas, con demasiadas personas —concuerdo.

»Pero no se dice muchas, con demasiadas personas —la corrijo, aunque su sonrisa me hace saber que ella sabía que se había equivocado.

—Lo sé, pero así suena más bonito. —Voy a abogar, pero mi teléfono, vibrando en mi bolsillo, me interrumpe. El identificador de llamada me informa que es Alexahi; mi desaparecido hermano menor.

—Siéntate ahí —le ordeno a Lizy, señalando las sillas que están en la sala de espera. Ella me obedece, y sentada en las sillas empieza a jugar con Kitty.

»¡Estás vivo! —chillo, lo más fuerte que puedo, en el micrófono del teléfono.

—Tristemente, sí —se lamenta Xahi al otro lado de la línea.

—¿Andas con resaca, cierto? —pregunto, aunque ya sé la respuesta.

—Sí, siento que me voy a morir —gime.

»No bebo más en mi vida —promete, lo que me hace reír. Siempre hace la misma promesa.

—Sabes, creo que eres la única persona que se emborracha un domingo.

—¡Era el cumpleaños de mi novia! ¡¿Qué querías que hiciera?! —se defiende y yo no aguanto la risa.

»Gracias por ir a buscarlos, de verdad se me olvidó.

—Tranquilo.

»¿Estás bien?

—No —dice entre risas, yo también rio—. Me tomaré una pastilla para el dolor de cabeza y me iré a dormir.

—Vale, cualquier cosa me avisas.

—Ujum —murmura, entre risas, antes de cortar la llamada.

Guardo mi teléfono y dirijo mi atención a Lizy, quien debería estar sentada tranquilita. Lo único es que no está ahí.

Doy vueltas en mi eje, viendo a todos lados buscándola, pero no la veo por ningún lado.

Dios, mátame, mátame ahora.

—Disculpe, ¿ha visto una niña rubia con ojos verdes de aproximadamente esta altura? —pregunto, a la ya no sé qué número de persona y su respuesta es la misma que la de los demás.

—No, lo siento.

Dios, en serio, solo mátame.

Debo estar en el top 10 de los peores padres de la historia. Todavía no entiendo cómo me distraje hablando con Xahi, si normalmente cuando salgo con Lizy me salen ojos hasta en la nuca.

¿Y si la tiene un traficante y secuestrador de órganos?

¿O un traficante de blancas?

¿O un pedófilo?

¿O un...? Mi teléfono vibrando en mi mano me interrumpe, por segunda vez en el día. En la pantalla se lee claramente número desconocido, la rechazo sin siquiera pensarlo, no estoy en momento para socializar.

Sigo dando vueltas por todo el aeropuerto, buscando señales de vida de Lizy, pero no la encuentro. Mientras tanto mi teléfono no deja de sonar, ya es la tercera vez que recibo una llamada de ese número. La persona que está al otro lado de la línea debe tener un interés grande en mí.

—¿Qué quieres? —pregunto, tajante, al lograr contestar.

—Que me busques, eso es lo que quiero. —¿Ese sentimiento de que el alma te vuelve al cuerpo?, lo estoy experimentando.

—¿Dónde estás? —cuestiono, con voz trémula.

—Aquí. —No puedo evitar reír, aunque en realidad quiero llorar.

Definitivamente, enseñarle mi número de teléfono a Lizy está en el top 10 de las mejores cosas que se me han ocurrido.

—¿De quién es el teléfono con que me estás hablando?

—De mi amiga.

—¿Me podrías pasar a tu amiga? —pido.

—Sip.

Escucho murmullo al otro lado de la línea, antes de que una voz dulce suene en el auricular.

—¿Hola?

—Hola, ¿podrías decirme dónde están, por favor? —pregunto, con cautela.

—Ehh... Por supuesto.

Ella me da instrucciones y con ayuda de un guardia de seguridad, llego al lugar que me indico, que está al otro lado del edificio. Lo único bueno es que me reciben con un gran abrazo.

—Astrid Lizeth, no vuelvas a hacer eso —la reprendo—, casi me da un infarto.

—La culpa es de Kitty, él salió corriendo.

—Igual, no debiste irte así —sigo el sermon, ella esconde su cabeza en mi cuello y un pequeño sollozo escapa de ella—. Hey, hey, hey. Tranquila, yo también me asusté. Pero ya pasó.

Ella inhala aire y mocos, aferrándose a mí.

—Esto es tan lindo —susurran, lo que hace que aparte la vista de mi hija y la fije en unas largas piernas que me hacen subir la mirada hasta llegar al rostro de una chica con cabellera naranja brillante. Muy dudosa la naturalidad de ese cabello.

—Hola, tú debes ser su amiga —asumo, alzando a Lizy, quien enreda sus piernas en mi cintura.

—Y tú debes ser su papi. —Asiento, riendo—. Supongo que él es tuyo —comenta, acercándose a mí para entregarme la correa de Kitty, quien mueve la cola alegremente.

Por su ropa, que consiste en un mono y sudadera, deduzco que va o viene de un vuelo.

Veo la hora en mi reloj, el avión en el que vienen mis papás ya debió haber aterrizado.

—Bueno, gracias por no secuestrar a mi hija y vender sus órganos en el mercado negro.

»Y también por no vender a mi perro a personas locas para que hicieran experimentos con él.

Ella ríe, es una suave risa despreocupada.

—No hay de qué. —Le doy una sonrisa y ella me la devuelve.

—¡Adiós! —se despide Lizy. La chica sacude su mano en el aire en forma de despedida mientras sonríe, Lizy la imita mientras que desaparecemos entre la multitud.

—Hoy me dio un infarto, un ACV, morí y resucité. —Es lo primero que digo cuando entro a la habitación donde mis hermanos se encuentran.

—¿Qué te pasó? —Mi melliza es la primera en darme atención.

—Compartelo con el grupo —pide Axael, como si estuvieramos en una reunión de alcohólicos anónimos.

Después de llevar a mis papás a mi casa, dejándolos con Lizy, pasé por el apartamento de mi hermano menor, simplemente para verificar que aun respiraba. Cuando descubrí que todo estaba bien —solo tenía tiene la resaca del año— lo traje conmigo, no merecía descansar.

Les cuento rápidamente lo que sucedió, ya saben Lizy perdiéndose yo entrando en crisis. Esas cosas.

—¿Era bonita? —cuestiona Axel y por unos segundos no entiendo.

—¿Quién? ¿La chica?

—No, el guardia de seguridad —exclama Axael sarcástica—. ¡Por supuesto que la chica!

—Supongo, no me dio tiempo de detallarla bien —respondo, restándole importancia.

»En fin, deberíamos empezar a ensayar antes que llegue Camille. —O antes de que empiecen a imaginarme una vida junto a la chica desconocida.

—Si no me equivoco, ya llegué. —Me giro para encontrarme a mi representante mirándome con cara de «te caché»

Confirmado, hoy no es mi día.

»Por cierto, Aleix, quiero hablar contigo —anuncia antes de señalar la puerta, invitándome a salir.

—Fue Axel —acuso cuando cierra la puerta de su oficina, dejándonos a solas.

—Dudo mucho que Axel haya conseguido el papel de Colín en «La chica del tren», todos sabemos que no tiene el don de la actuación —comenta distraídamente, revisando unos papeles en su escritorio. ¿Y yo? bueno, yo empiezo a dar saltos como un niño cuando le compran el juguete que tanto quería.

«Aleixander, por favor, tienes 21 años y una hija. Cálmate»

—¿No es broma cierto?

—No, es muy real —me confirma Cami, con una gran sonrisa. Ella sabe cuánto quería ese papel—, amaron tu trabajo en la audición.

Yo golpeo con mis puños el aire.

Lo logré, lo logré.

—Me pregunto quién será mi Amaia —pregunto a la nada.

—La conocerás en unos días —dice y me entrega lo que supongo es mi guión—. Primero tengo que acomodar tu agenda y ellos te darán un horario. Dijeron que avisarían.

»Ahora ve a ensayar, no pierdas más tu tiempo —me ordena, yo ni intento contradecirla. Salgo de su oficina y me dirijo directamente a la sala de ensayo, donde mis hermanos se están posicionando frente al enorme espejo.

La melodiosa voz de Alexis no tarda en sonar en los parlantes:

—"Pensé que eras el amor de mi vida, pero todo era una fantasía. Un cuento de hadas que solo en mi cabeza existía".

Los chicos y yo empezamos a bailar coordinadamente al ritmo de ella.

—"Te di mi corazón, lo tuviste en tus manos, juraste que ibas a cuidarlo y solamente lo tiraste a un lado". —Termina de sonar el coro de la canción cantando por Axel. Ahora viene la parte de Axa.

—"Me hiciste odiar mi cuerpo,mi personalidad. Hiciste que llorara sin parar. Ahora estoy aquí en las sombras de un árbol, pensando, si alguien alguna vez de verdad se enamorara de mí y me amará como a nadie más".

Ahora viene el rap del menor de nosotros.

—"Xahi... Confié en ti, me dañaste. Te di mi corazón y a la basura lo tiraste. No paro de llorar, estoy en un hoyo del que me costará escapar. Te quise de verdad y tú solo conmigo querías jugar.

»Mierda, ¿qué hice mal? Pensé que estábamos enamorados, pero la verdad es que todo era unilateral". —Ahora me toca a mí entrar en escena.

—"Me enamoré de ti. Imaginé un futuro a tu lado, pero todo, absolutamente todo fue un sueño nada más. No lo puedo creer, como no me di cuenta que tu solamente conmigo estabas jugando".

Finalizo y todos empezamos a cantar la última parte de la canción.

—"Te dí mi corazón, lo tuviste en tus manos, juraste que ibas a cuidarlo y solamente lo tiraste a un lado. Oh oh. Lo rompiste sin piedad".

Gastamos el resto de la tarde y parte de la noche ensayando. Cuando llego a mi casa voy directo al baño para darme una ducha con agua caliente. Mientras estoy relajando mis músculos, escucho a lo lejos mi teléfono. Salgo, casi que corriendo, sin importarme el desastre que hago con el agua.

—¡Buenas noches, papi! —exclama Lizy al otro lado de la línea, cuando apenas logro contestar.

»Que sueñes con los angelitos, que no tengas pesadillas, ¡te amo!

—Yo también te amo, estrellita, sueña bonito —digo con una sonrisa automática en mi rostro.

21 de enero, 2021

Camino a paso rápido mientras veo la hora en mi reloj, que me confirma lo que ya sé: voy tarde.

Llego a la entrada del edificio, una chica que reconozco como la asistente de Scott, uno de los productores, me guía a donde se supone ya debería estar.

Atravieso la habitación donde unas cuatro chicas se encuentran, esperándome supongo.

«Felicidades, Aleix, llegando tarde. Qué buena impresión. Chasquidos para ti»

Cállate, no ayudas.

«Si soy tú»

Exacto.

—Lamento mucho la tardanza —digo, apenado, al poner un pie dentro de la habitación.

—No pasa nada —me tranquiliza Scott, con una sonrisa.

Gracias Dios, no tendré que trabajar con un ogro.

»Bueno Aleixander, creo que ya encontramos a nuestra Amaia Flint perfecta. Ahora solo depende de ustedes. —Asiento silenciosamente. Fingiendo que no me pone nervioso la mirada expectante puesta sobre mí de parte de las personas en la habitación: una mujer de unos treintas con nariz larga y un chico de unos veintitantos con cabello morado.

Y obviamente Demian Scott, su asistente se mueve nerviosa a su lado, toqueteando las puntas de su cabello lacio que se encuentra en una alta cola de caballo.

—Nala, ¿podrías llamar a Raven Stokes? —Su asistente asiente, antes de desaparecer por la puerta por donde entré, al cabo de unos segundos aparece con una chica detrás de ella. Quedo embelesado de la forma en la que el vestido corto de tirantes se ajusta a su cuerpo.

—¡Hasta están combinados! —exclama el chico uva.

Por mero reflejo bajo mí vista a mi cuerpo: pantalón marrón, camisa marrón y zapatos blancos conforman mi atuendo.

Y adivinen qué.

El vestido de ella también es beige. Un ajustado vestido beige que moldea su silueta a la perfección.

—¿Cómo está Astrid? —me pregunta la recién llegada.

Su pregunta me hace hacer dos teorías.

1. hizo su tarea y me investigó la vida en internet cuando se enteró que trabajaría conmigo.

2. me conocía desde antes de que nos escogieran para esta película; ya sea por Milex o una de las películas en las cuales aparecí.

—Increíble —respondo cuando termino de sacar mis teorías conspirativas de como sabe que tengo una hija.

—Me alegra —contesta, con una sonrisa de perfectos dientes blancos—, ¿se pierde mucho en los aeropuertos?

—Hmmm... No —respondo desconcertado.

¿Qué tipo de pregunta es esa?

—¿Se conocían? —pregunta la mujer de forma curiosa.

De que la conozco, la conozco, o sea, ¡es Raven Stokes! Creo que es una de las actrices mejores pagadas del momento. ¿Quién no la conoce? Tengo redes sociales y no vivo bajo una piedra.

—¿Quién no sabe quién es Raven Stokes? —Respondo con otra pregunta— Soy Aleix Miller. —Extiendo mi mano derecha, ella la estrecha.

—Ya nos habíamos visto antes, solo que no nos dio tiempo para presentarnos —les comenta a los presentes, dejándome en la nebulosa.

Bueno, tal vez nos vimos en algún evento o algo.

—En fin —nos interrumpe la mujer—. A lo que vinimos.

—Megan tiene razón. —Con que se llama Megan, interesante.

«¿Qué tiene de interesante que se llame Megan?»

Nada, pero decir que es interesante, lo hace interesante... Creo que me estoy volviendo loco.

«¿Ahora es que te das cuenta? ¡Estás hablando contigo mismo!»

Es que a veces necesitamos opiniones de expertos.

«Y terapia»

»Hagan la escena número veintiocho, por favor —nos ordena Scott.

Raven busca rápidamente en el guión que tiene en la mano. Como persona para nada ansiosa que soy, me aprendí todo el libreto en la noche.

—¡¡Acción!! —exclama el chico uva. ¿Será el director? Lo averiguaremos próximamente. Ñaca, ñaca.

Sí, necesito terapia.

«¡Hasta que lo aceptas!»

Tengo entendido que la escena veintiocho es cuando Colín y Amaia tienen su primer beso.

«Uy»

Shist, esto es un momento serio.

Raven se acerca lentamente a mí con las manos en sus espaldas, viéndome a través de sus abundantes pestañas. La tomo por la cintura, cortando el espacio entre nosotros, ella me da una sonrisa tímida, que me hace sonreír por reflejo.

No tenemos mucha diferencia de altura, pero aun así ella se coloca de puntillas.

Quito una de mis manos de su cintura y la pongo en su nuca, acercando su rostro al mío, rozando nuestros labios. Ella mueve sus labios lentamente, convirtiendo el encuentro de nuestras bocas en un beso superficial, pero aun así me tiene sintiendo un escalofrío por mi columna vertebral. Cuando nuestras labios se separan, ella se lleva entre sus dientes el aro que tengo en el lado izquierdo de mi labio inferior.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Definitivamente son ustedes! —chilla Megan, ¿será la coordinadora de escenas íntimas? Aquí tocó suponer, porque nadie presenta.

—¿¡En serio!? —pregunta Raven exaltada y entusiasmada.

—¡Por supuesto que sí! Ustedes tienen una increíble química —señala el chico uva, compartiendo el entusiasmo de Megan.

—Chócalas —ordena Raven dándomelos los cinco, yo rio chocando mi palma con la de ella.

—Es un trato —agrega Scott—. Ahora si me permiten, necesito hablar con sus representantes.

Me acerco a la mesa donde están sentados los tres y estrecho sus manos, Raven me imita.

Al salir de la sala, nuestros representantes entran.

—Eres genial —susurra Camille al pasar a mí lado, solo yo logro escucharla.

—¡Esto será genial! —exclama Raven. Las chicas que no se quedaron con el papel le tiran navajas con los ojos.

»¿No me recuerdas cierto? —pregunta, yo niego con mi cabeza—, me agradeciste por no secuestrar a tu hija y vender a tu perro —comenta divertida, cruzando sus brazos sobre su pecho.

—Ahora sí nos estamos entendiendo —le respondo, riendo—. No entiendo como planeas que te recuerde, si cuando te vi eras pelirroja y llevabas lentes oscuros —respondo, copiándole el gesto al cruzarme de brazos.

—En realidad, no lo sé. —Ríe.

»Empecemos de nuevo. Soy Raven Stokes —se presenta, con una mano extendida.

—Un gusto conocerte Raven, soy Aleix, Aleix Miller. —Estrecho su mano, con una sonrisa—. ¿Por qué nos estamos presentando de nuevo si ya lo hicimos adentro?

—Porque sí. —Excelente respuesta, no puedo con tanta justificación.

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