Capítulo veintisiete: pollitos de colores

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—¿Te gusta? —Lizy modela con las manos en la cintura y moviendo exageradamente su cabeza.

—Mucho, sí. —Ella sonríe, antes de venir corriendo hacia a mí—. ¿Cómo se portó? —le pregunto a Rav, sentándome en el sillón, con Lizy en mis piernas.

—¡Papá! —Toma mi rostro entre sus manos— Yo siempre me porto bien, ¿verdad Rav? —La pequeña mira a Raven con cara de "si dices que no, te mato".

Raven ríe y se sienta a mi lado.

—Es una buena compañera de compras —contesta, Lizy sonríe.

—Bueno, loquita. Ya es tarde. —Ahora soy yo el que toma su rostro— y mañana tienes escuela.

—Lo sé, lo sé. —Suspira—. ¿Te quedarás? —Mira esperanzada a Raven.

—Sip, tengo unas cosas que hablar con tu papá.

—¡Genial! ¿Puedo dormir con ustedes? Como las familias de las películas ¡nosotros podemos ver una película! —Intento ignorar lo tenso que se pone mi cuerpo al escuchar a mi hija a hablar así.

Ella en serio se está haciendo ilusiones, no es tonta para no darse cuenta de lo que está pasando.

—Tú siempre te duermes a la mitad de la película —la castaña acusa a Lizy, quien abre su boca en una gran "O".

—Perdón, es que son muy largas —se defiende.

—Vale, vale. Te perdono. —Le da una pequeña sonrisa—; ¿quieres ver una película hoy, señor Miller?

—El señor Miller es mi papá —empiezo—, amaría ver una película con ustedes.

—¡Yeih! —Lizy se baja de mis piernas rápidamente— Iré a buscar mi pijama, ¡vayan escogiendo una peli! —Con eso desaparece de la sala, sala en donde reina el silencio.

—Una familia. —Raven se acerca a mí, enredando sus finos dedos en mi cabello. No la veo, estoy dándole la espalda con la vista donde Lizy se fue—, como una familia...

—Por favor, no nos lastimes. —Me volteo, mirándola fijo—. Si no te has dado cuenta, en esta relación somos tres.

»No te pido que estés en nuestras vidas para siempre, solo... Hasta donde sea sano, hasta donde haya amor, deseo y respeto. Si en un momento eso se acaba. —Lamo mis labios resecos—, no lo hagas doloroso, ni para ella, ni para ti, ni para mí. —Las últimas tres palabras las digo en un susurro.

—Sé dónde me estoy metiendo, Aleix. —Estira uno de mis rizos, el vuelve a su forma inmediatamente.

—Me alegra que lo sepas. —Me obligo a darle una sonrisa, ya que el momento está muy tenso.

—Seria lindo estar en sus vidas por siempre. —Se recuesta del sillón—, pero tienes razón: es hasta donde se sea sano. —Sus ojos grises conectan con los míos.

—¿Te dije que ese corte te queda bien?

—No, ¿cómo te diste cuenta? ¡Solo que corté las puntas! —Ahora mi sonrisa si es genuina.

—No te cortaron solo las puntas —exagero, ella tiene un semblante horrorizado.

—¡Mierda! —Saca su móvil, viéndose en la cámara frontal.

—Es mentira. Sí, solo te cortaron un poco, pero se nota. —Enrollo la punta de su cabello en mi índice.

—¿Se nota mucho? —Ella en serio está preocupada.

—Nah. —Tiro del mechón que sostenía, ella me mira mal.

—Aleix, no estamos en el kínder —señala.

—¿Qué tiene que ver el kínder en esto? —Vuelvo a tirar de su cabello.

Tampoco crean que lo estoy haciendo fuerte, solo son pequeños jalones.

—En el kínder el amor se demuestra así. —Su labio inferior sobresale, no disimulo al ver su boca, fijamente.

Por obvias razones, cuando Lizy está cerca, eliminamos las demostraciones de amor.

—¡Listo! —La princesa Diana aparece, modelando una pijama de rosita fresita. Raven y yo nos separamos en automático.

—¿Trajiste ropa? —Le pregunto a nuestra invitada.

—No, pero tranquilo, tomaré tu ropa. —Me guiña un ojo, caminando a mi habitación.

—¿Tú no te vas a cambiar? —me regaña Lizy con sus manos en las caderas— No debes dormir con jeans, Aleixander.

—Perdón, Ariel —digo, ella ríe.

—Anda a cambiarte. —Vuelve a su semblante serio.

—Voy. —Me levanto de una de mi lugar, dirigiéndome a mi habitación.

Raven ya tiene puesta una de mis camisetas y un short (el mismo que tenía esta mañana).

—¡Yo voy en el medio! —pide Lizy, cuando ya no encontramos listos para dormir.

Los tres nos acomodamos en la cama, Lizy acurrucándose entre nosotros.

Vemos la primera película que se nos cruza.
Como cosa rara, Lizy se duerme en los primeros veinte minutos.

Raven y yo nos quedamos en una completa oscuridad y silencio, sus dedos rozan la piel de mi abdomen.

—¿Qué le compraste? —pregunto, en un susurro.

—Una corona.

—Wow.

—Pero no cualquier corona.

—¿Ah no?

—Nope, esta corona es una réplica exacta de Barbie una aventura de sirenas, es una de sus Barbie favorita ¿no?

—Sí, eso creo —respondo dudoso.

Después de unos minutos más en silencio, Raven vuelve a hablar.

—Eric no sabe qué hacer.

—¿De qué?

—Como que de qué, Aleixander. Sobre lo de la Pedofilarin.

—¿Pedofilarin? —Río, tapándome la boca con mi mano.

—Sí, ese apodo le queda muy bien. —Sigo ahogando mi risa con mi palma.

»De verdad está enamorado, pero no quiere salir lastimado.

El silencio vuelve a reinar.

—¿Qué hará?

—Piensa pedirle un tiempo, para pensar las cosas bien.

No respondo nada, no soy quien para opinar.

Mis párpados empiezan a hacerse pesados, le deseo las buenas noches a Raven y me acomodo para dormir.

24 de febrero, 2021

—¡Deja eso! —gruño, Raven me mira mal.

—Está rico. —Hace un puchero.

—Lo sé, pero no te lo comas, ¡está crudo!

—Pero aún así está rico —apoya Lizy a mi novia.

«Todavía no es tu novia»

Pero lo será pronto, no hay nada de malo en adelantarnos.

—Dios mío. —Miro el techo—. ¿Por qué a mí?

Las chicas ríen, yo gimo.

—Bien, bien, pararemos —se rinde Lizy.

—Sí, perdón. —Raven alza sus manos en forma de redención.

—¿Le diste las invitaciones a tus amigos del colegio?

—Sip —contesta, metiendo un dedo en la mezcla del pastel. La miro con los ojos entrecerrados.

—Lizeth.

—Ya, ya. Ahora sí.

Relleno el molde con la mezcla, metiéndolo en el horno ya precalentado.

—Ahora sí, cómanse eso. —Les estrego el tazón donde estaba batiendo la mezcla, sus ojos brillan.

—Dame esa cuchara. —Raven me arranca la cucharilla de la mano, tomando la mezcla de chocolate que quedó en las paredes del tazón.

En pocos minutos las dos están llenas hasta los cachetes de mezcla de chocolate.

—Se ven adorables. —Lizy me saca la lengua, río.

—¿Cuántos pasteles hiciste?

—Tres, Alexis hará otro.

—¿Y galletas?

—Más de doscientas. —Raven abre sus ojos.

—¿No crees que son muchas?

—No, absolutamente no. De hecho, faltan más. —Raven ríe.

—Vale, papá oso.

—Oso pareces tú. —Toma una de las servilletas y le limpio las mejillas, ella ríe—. Vayan a lavarse la cara, locas. —Lizy me vuelve a mostrar la lengua, antes de dar la vuelta en la cocina para lavarse el rostro en el fregadero.

—Ayúdame —pide con la cara mojada.

Con ayuda de mi camiseta la limpio, ella ríe.

—¿Y si mejor te bañas? —le sugiero, tiene mezcla hasta en el cabello.

—Vale. —Ríe, caminando en pequeños saltos a su habitación.

—Tú también deberías darte una ducha. —Me cruzo de brazos, Raven todavía intenta limpiarse el rostro con las servilletas.

—¿Estoy muy sucia?

—Depende en qué sentido lo digas. —Ella me tira la servilleta hecha bola. Río.

Ella se acerca a mí, mirándome fijamente.

—Dame un besito —susurra.

—¿Quieres un besito?

—Shi. —Hace un puchero, paso uno de mis dedos en sus labios—, no me has dado un besito hoy.

Río, deslizando mis dedos hasta su barbilla.

Todavía no me he acercado a ella, cuando ya cierra los ojos. Sonrío.

Junto mis labios con los de ella, moviéndolos lentamente.

Por primera vez, yo llevo el control del beso.

Mi mano que no está en su barbilla, va a su cintura, acercado su cuerpo al mío.

El beso es lento y meloso, hasta que Raven me quita el control y lo vuelve rápido y excitante.

Deslizo mi mano hasta su trasero, apretándolo, intento ignorar el sonido que sale de su boca.

—Loca —exclamo contra su boca, cuando me muerde el labio. Ella se separa de mi boca para reír.

—Loco tú —replica, dando besos cortos en mis labios.

—¿Qué harás hoy?

—Nada, ¿por qué? —Se guinda de mi cuello, sonriendo.

—Estaba pensando en llevarte a una cita, tú y yo.

—¿Yo y tú? —Me abraza.

—Sí, tú y yo. Debimos haber empezado con una cita donde solo estemos tú y yo —explico, llevando mi mano a su trasero, manoseándola sobre el short.

—Sí, empezamos mal. —Saca su rostro de mi pecho, fijando sus ojos en los míos.

—Eso se arregla fácil.

—¿Beuty and a beat? Y vas y te quejas de mi tono de llamada.

Río, acercando mi teléfono a mi oído.

—¿Hola? —Raven se aleja de mí, revisando el horno.

—Hola, ¿Aleix? —No reconozco la voz de la mujer al otro lado y tampoco tengo el número registrado.

—Sí, ¿quién habla?

—Es Sara, la madre de Siul. —La mujer tiene un acento extranjero.

«¿Quién es Siul?»

Ni idea, sigámosle el juego.

—Ah, vale ¿qué desea?

—Solo es para preguntar algo sobre el regalo de cumpleaños de Lizy.

«¡Siul! La amiga del colegio de Lizy»

—Sí, ¿qué pasó?

—¿De qué color desea el pollito? ¿Cuál color le gustaría más?

—¿Qué pollito?

—El pollito que pidió en la invitación. —Peino me cabello hacia atrás y suspiro.
Lo hizo otra vez.

—Hmm... No recuerdo haber mencionado a algún pollito en la carta de invitación.

—Aquí la tengo, ya se la leo. —El teléfono se queda unos segundos en silencio.

»Estas cordialmente invitado a mi cumpleaños número siete, ¡no faltes! Traigan pollitos de colores como regalos, por favor. —Sí, lo volvió a hacer.

—Disculpe, no tiene que traer ningún pollito, traigan cualquier obsequio que desee y pueda traer —le digo lentamente.

Miro mal a la pequeña rubia que aparece en la cocina.

—Ah, vale. ¿Aún así cuál le gustaría?

—Tal vez azul —contesto. La señora se despide de mí, antes de cortar la llamada—. ¿Pollitos de colores? —Me cruzo de brazos, ella ríe.

—¡Son muy lindos! Tú no quisiste comprarme ninguno —respiro hondo.

—¿Cambiaste todas las invitaciones?

—Sí, pero no en todas pedí pollitos —contesta.

—¿Qué pediste?

—Gatos, hámster, loros. —Ella sigue nombrando animales, ¿acaso quería tener un zoológico en casa?

—Mi amor, no podemos tener tantos animales —intento explicarle, ella hace un puchero.

—¿Por qué no? —Ojitos de perrito, ella está haciendo ojitos de perritos.

—Porque nuestra casa no es un zoológico, se atacarán entre todos. —Ella vuelve a su puchero, viendo a Raven.

—Bueno, para la próxima —camina a su habitación, arrastrando los pies.

Me veo en el espejo de mi habitación, mi ropa está vez es más casual, combina hacia donde vamos.

«¿A dónde van?»

Te respondo luego.

Quede en pasar buscando a Raven a su apartamento, así que me termino de acomodar para salir a allá.

—Hola, guapo —ronronea, subiendo a mi auto.

—Hola, bella. —Me da un beso corto en los labios, haciéndome sonreír.

—¿A dónde vamos? —Lleva puesto una camisa negra de mangas larga y falda a cuadros plisada. Lo que más me llama la atención son las medias de red negra que cubren sus piernas.

—Ya lo verás. —Conduzco por unos diez minutos. Diez minutos en donde Raven estuvo preguntando cada cinco segundos "¿a dónde vamos?"

—¿Qué es esto? —Nos bajamos del auto, no sin antes tomar las gorras de la guantera.

—Póntela —le digo, aunque soy yo el que coloca la gorra en su cabeza.

Nos adentramos a la feria, sí, estamos en una feria. Alexis dijo que las citas en feria nunca salían mal y la verdad le tengo muchas expectativas a esta cita.
Ya había planeado esto cuando íbamos a tener "la cita de trabajo" así que todo debe salir bien.

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