Capítulo veintitres: copo de nieve

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—¡Aleix! —escucho a Raven llamarme. La ignoro, necesito salir de aquí pronto.

Cuando ya estoy fuera del restaurante, ubico rápidamente mi camioneta. Subo a ella y recuesto mi frente del volante, no estoy llorando, no estoy gritando. Solo estoy en shock, en una especie de trance.

Ese dicho que dice "el mundo es del tamaño de un botón" sí es cierto.

Novia de Eric, ¡Novia de Eric! El mejor amigo de mi chica.

Dios, suéltame, en serio, suéltame.

Su tipo son los rubios, ¿eh?

Tocan la ventanilla del auto, no tengo que levantarme de mi asiento para saber de quien se trata. Así que solo le quito el seguro a la puerta.

—¿Qué pasó?

—Karine; la novia de Eric es Karine. —Raven jadea.

—¿Es broma?

—No, no es broma. —Recuesto mi cabeza del asiento.

—Princípe...

—Tú lo sabías.

—¡¿Qué?!

—Tú lo sabías —la vuelvo a acusar.

—Aleix yo no...

—¿No qué? —la interrumpo— No sabías que era ella —digo irónico.

—No, Aleixander —alza un poco la voz—, no soy bruja para saber que era ella, ni siquiera la conocía.

—¿Y por qué insististe tanto a la cita doble? No sé porqué confíe en ti.

—¿En serio? ¿Yo tengo la culpa? —cuestiona incrédula y lastimada.

Ahora sí estoy llorando.

¿Por qué culpaba a Raven? No había manera de que ella supiera quien es.

—Lo siento. —Me saco los lentes, cubriendo mi rostro con mis manos.

—No importa —me tranquiliza, acercándose a mí. Abrazándome.

—Lo siento —vuelvo a repetir una y otra y otra vez.

En este momento soy un caos de emociones y pensamientos.

—Aleix, tranquilo. Todo está bien —susurra—. ¿Estás mejor? —pide saber, cuando me alejo de a poco de ella.

—¿Qué tanto me debe odiar Dios para cruzarla en mi camino? Justo cuando decidí darme otra oportunidad, decidí dejar el pasado atrás. —Apreto el volante con fuerza—. Mierda, solo mierda.

»Lo lamento, princesa, no es tu culpa. —Me volteo hacia ella—, no tienes nada que ver en esto.

Me limpio la cara con las mangas de la camisa, respirando lentamente. ¿Por qué estoy dejando que me afecte?

Seguro esta es la reacción que ella quería de mí.

«Aleix, deja de ser tan manipulable»

Las manos me tiemblan, Raven las toma entre la suyas.

—Príncipe, respira. —Lleva mis manos a su boca, besando mis nudillos—, solo respira. ¿sí?

Clavo mi mirada en un punto indefinido de la ventana, intenta controlar mi respiración. Poco a poco lo voy logrando.

—¿Por qué estoy dejando que su presencia me afecte? —escupo con rabia, rabia conmigo mismo.

—Te tomó por sorpresa, es normal.  —Limpia con la yema de su dedo una lágrima que se estaba escapando—. ¿Quieres otro abrazo? —No tiene ni que terminar la pregunta, cuando ya estoy asfixiándola.

Me aferro a ella sin llorar, sin hacer un sonido. Solo la hago prisionera de mis brazos, concentrándome en su olor.

Ella me devuelve el abrazo con la misma fuerza. Nos quedamos así por un largo rato, que se sintieron como horas.

En ese rato, se me vino una idea a la mente.

—Iré a casa, ¿te dejo en tu apartamento? —Wlla me mira como si hubiera dicho algo malo.

—¿Ya no quieres dormir conmigo? —Hace un puchero, el gesto me saca una pequeña sonrisa.

—Sí quiero, pero necesito estar solo un momento. —Ella no vuelve a insistir en el tema. Enciendo el auto, manejando en silencio a su edificio.

—¿Seguro que estás bien? —cuestiona. Ya estamos en su residencia.

—Sí, no te preocupes.

—Llámame cuando llegues —pide, me obligo a sonreírle.

—Lo haré, no te preocupes.

—También me puedes llamar por cualquier cosa. —Me abraza—, estoy para ti, para escucharte, para consolarte. Te quiero, Aleix, no me hagas a un lado, por favor —lo último lo dice en tono de súplica.

—Que pases buenas noches —le deseo, ella se aleja de mí. Su semblante está triste, triste por mí.

—Igual para ti. —Se acerca a mí, dejando un corto beso en mis labios—. Te quiero. —Le sonrío.

»Cualquier cosa me dices —dice afuera del auto. Espero que ya se encuentre dentro del edificio para irme.

—¿Y eso que llegaste tan temprano?

—¿Cómo te fue?

—Cuéntalo todo.

—¿No tuvieron acción?

—¿Estás bien?

Todas esas preguntas caen sobre mí, apenas y pongo un pie en la sala de estar de la casa blanca.

Camino lentamente al centro de los sofás, tirándome en el piso sin cuidado.

—Karine es la novia de Eric.

—¡¿Qué?! —gritam los cuatro en unísono, yo suelto una carcajada.

—Sí, perras. Karine Messer está en este país, en este estado, en esta ciudad, respira el mismo aire que nosotros ¡hasta estrechamos nuestras manos! —La ironía y asco es parte de mí.

—¿Qué más pasó? —Alexis se sienta a mi lado, en su mano tiene una taza de té.

—Nada, lo normal. Yo entrando en pánico, huyendo de la escena, mostrándole que aún tiene poder sobre mí.

—Eso es mentira —me interrumpe.

—Eso lo dices porque no me viste. Sentía como entraba en mi mente.

—Seguramente fue la sorpresa, no te imaginabas que te la encontrarías —me defiende Axel.

—¿Y por eso me puse así? ¿Por qué no estaba preparado? —Río con mi comentario.

—Hermano mayor, no te tortures de esa manera. —Mis hermanos son las únicas personas con la que he sido completamente abierto con mis sentimientos y pensamientos.

Ellos saben exactamente qué es lo que pasa por mi mente.

—¡Ay! Se me olvidó decirles. —Me siento, en posición de indio en el suelo—. A qué no adivinan. —Aplaudo—. Logré que Raven se sintiera mal, logré que me odiara ¡felicítenme! —Los chicos me miran totalmente serios, creo que nunca los había visto tan serios.

—Me estás dando miedo —habla, Xahi, obvio.

—¿Por qué?

—Este no eres tú, Aleix —Alexis me mira con preocupación —. ¿Qué fue lo que pasó realmente?

—Pasó, que ella intentó ayudarme, intentó comprender lo que estaba pasándome y yo la hice a un lado, la ignoré, la traté mal, la hice a un lado.

»Esperemos que con eso se dé cuenta que intentar tener una relación conmigo es la peor decisión que puede tomar. Yo no estoy listo para establecer alguna relación romántica con nadie, nunca lo estaré.

—Lo hiciste apropósito, aprovechaste el momento y lo hiciste. —Axel me mira a los ojos, él y yo sabemos que está en lo correcto—. Eres un cobarde, Aleixander Santiago, con toda intención de ofenderte te digo eso.

—¿Cobarde? ¿Cobarde por no querer que me lastimen o lastimar a otra persona? —Río seco—. Tienes razón, soy un cobarde.

Ni cuenta me doy, pero en un momento Alexahi se me tiró encima.

—Eres un maldito idiota, Aleixander. ¡El más idiota! —Me empieza a golpear con unos de los cojines en el rostro agresivamente.

—Rómpeme los lentes y te rompo a ti —lo amenazo, él me mira mal.

—Ax y Xahi, tienen razón. Eres un idiota muy cobarde. —Alexis bebe de su té—. Si no sabes, llizo, existe algo llamado confianza.

—Lo siento, esa palabra no está en mi diccionario —empujo a Xahi, quitándomelo de encima.

—Bueno, te lo defino. La confianza es prestarle un cristal muy frágil a alguien, tan frágil como un copo de nieve. Pero se lo das tranquilo, sabiendo que este, ni porque quiera romperá ese copito de nieve, te lo devolverá, cuando se lo pidas de regreso, exactamente como se lo prestaste.

»¿Te cuesta mucho entregarle tu corazón a Raven? Me parece perfecto que hayas terminado esa "relación". —Hace las comillas con los dedos—. Porque Raven Stokes, se merece un bueno hombre, claro que ese no eres tú, aunque te duela.

»Es hora de dejar el pasado atrás, hermano, tú dices "lo estoy haciendo", pero no lo demuestras. No demuestras que de verdad, quieres seguir con tu vida.

»Entiendo tus miedos, entiendo tus razones. No solo tuviste abuso sexual, sino también psicológico.

»¿Cómo carajos. —Que Alexis diga una mala palabra solo demuestra lo decepcionada que está— pretendes tu salir adelante sin dar de tú parte? ¿Por un milagro de Dios? Si creías que era así, te cuento que no lo es.

El silencio reina. Las palabras de Alexis son una fuerte cachetada, cachetada que me devuelve a la realidad.

—Ya lo superé, aunque no lo crean. Pero el miedo de que me pase de nuevo está ahí, no puedo evitarlo.

—Eso se irá pasando poco a poco. —Alexis me soba la espalda—. ¿Quieres? Está caliente, ayudará a relajarte. —Asiento, tomando la taza entre mis manos.

—¿No has pensado ir al psicólogo? —comenta Axa con cautela.
—Me da miedo ir, y que me diagnostiquen depresión o algo por el estilo —susurro, jugando con la tela de mi pantalón.
—Hermamo mayor, llegó el momento de dejar muchos miedos atrás. Si quieres seguir con tu vida, necesitas enfrentar esos miedos —me dice Xahi, observándome.
El silencio reina. Unas cuentas lágrimas se escapan de mis ojos... No me había dado cuenta que estaba tan roto.
Alexis no tarda en envolverme en sus brazos, unos segundos después todos mis hermanos me están abrazando, tirándome el té encima.
—Los amo mucho, gracias por todo —digo, limpiándome las lágrimas con las mandas de mi camisa.

—Nosotros también te amamos, cuentas con nosotros para lo que sea.

—¿Hasta para asesinar a alguien? —le replico a mi hermanito.

—Sí, mira que tengo muchos tips para esconder cadáveres. —Los cinco reímos tirados en el suelo.

—¿Vale? —comenta Axa, las risas siguen.

Todos tenemos un lugar seguro, mi lugar seguro es cuando estoy con estos saltamontes.

Con ellos nunca estás triste, pero siempre hay risas.

Con ellos los conciertos son más divertidos, con ellos la vida es mejor.

En serio, amo a estos saltamontes.

Después de otro rato llorando con mis hermanos, Axa me cocinó (no había cenado, el hambre me estaba pegando) y sorprendentemente, la comida estaba digerible.

Ahora estoy en el baño, en la bañera específicamente. Necesitaba relajarme y un baño con agua caliente me ayudará.

También aprovecho para pensar en cómo carajos le pediré disculpas a Rav por ser tan idiota.

—Hermano, te están llamando —grita Xahi, en la puerta del baño.

—¿Quién?

—Tu sabes quién —suspiro, saliendo de la bañera con una toalla en mi cintura.

El nombre resaltado en la pantalla me confirma mi suposición.

—Lo siento, en serio lo siento. —Alexahi ríe, lo golpeo, antes de cerrar la puerta y encerrarme en el baño.

—¿Qué lo sientes?

—Haberte tratado así, cuando lo único que tú querías era comprenderme. Tú solo querías estar para mí. Pero yo soy un cobarde y como cobarde que soy, no pude darte mi copo de nieve.

—¿De qué estás hablando?

—Lo que quiero decir es que, te quiero mucho. No quiero que te vayas de mi vida y me esforzaré para que eso no suceda. —¡Ay! Se me olvidó decirles. —Me siento en posición de indio en el suelo—. A qué no adivinan. —Aplaudo—. Raven y yo terminamos.

—¿Qué? ¿Por qué? —Axael es la primera en hablar.

—Porque soy un inmaduro que no sabe lo que quiere —repito sus palabras.

—¿Ella te dijo eso?

—Sí, Xahi.

—Algo hiciste, te conozco y algo hiciste o dijiste. —Xahi me mira fijamente, yo siento mis ojos húmedos.

—Ella merece a alguien mejor. —Fijo mis ojos en la alfombra, lágrimas ruedan silenciosas por mis mejillas.

—¿Y no te parece que es mejor mejorar para estar con ella? O simplemente huir como un cobarde —interrumpe Axel, yo suspiro.

—Ya no sé, lo único es que ya se acabó. Dudo mucho que quiera volver conmigo. —Me quito los zapatos y la camisa, con la intención de irme a dormir—¿Y Lizy?

—Está durmiendo en tu cuarto —dice Alexis, concentrada en su té.

Camino a mi cuarto en silencio, al entrar me encuentro a Lizy dormida envuelta en sábanas, parece un capullo de mariposa.

Me acerco a ella y le doy un beso en su cabello, un pequeño gruñido sale de ella, sonrío.

Me dirijo al baño a terminar de desvestirme, saco de mis bolsillos mi billetera, las llaves de mi casa... y la credencial de Raven.

Se me había olvidado que ella me habia dado esas cosas para que las guardara.

Analizo su ID, se lo sacó en 2015, así que tenía 15 cuando se sacó esa foto. En ella tiene el cabello largo y algunos mechones rosas. Sonrío, le quedaba muy bonito.

En mi otro bolsillo está su labial y su tarjeta, tengo que entregarles estás cosas sí o sí.

Dejo todo en la encimera del lavabo y me doy una larga ducha, pero muy larga. Tanto que Xahi fue a tocarme la puerta del baño y a decirme que me iba a tocar a mí pagar el recibo del agua este mes.

Termino mi baño y me visto con un pantalón de chandal y una sudadera. Me acuesto con cuidado al lado de mi hija, viendo aún la ID de Raven.

En serio soy un cobarde.

Tomo mi móvil, y busco su contacto...

—¿Qué esperas? Llámala. —La voz de Alexis me sobresalta, la busco en la oscuridad y la encuentro sentada en mi sofá.

—¿Qué haces aquí?

—Quería ver cómo estabas.

Suspiro y peino mi cabello.

—Me odio tanto.

—¿La amabas?

¿La amaba? ¿Cómo sabes cuándo amas a alguien?

Nunca había sentido por alguien lo que siento por ella, nunca. El escuchar de su risa, su humor; el olor de su cabello, su boca... sus besos.

—En serio me odio.

—Llámala.

—Seguro ni me contesta, tenías que verla. Estaba tan decepcionada.

—Bueno, hasta yo lo estaría. ¿No? La has tenido en un va y ven, nunca le has dejado en claro nada. Ni siquiera le pediste ser tu novia; seguro piensa que solo fue un juego para ti y buscabas la oportunidad de huir.

—Ahora es que nuestra relación estaba empezando...

—Llámala —vuelve a insistir—. Si te quiere un tercio de lo que tú la quieres contestará —asegura, yo sigo con mi vista en su contacto.

Loca.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño, aún con el teléfono en mano. Alexis me sigue.

—Es hora de dejar el pasado atrás, hermanito, tú dices "lo estoy haciendo" pero no lo demuestras. No demuestras que de verdad quieres seguir con tu vida.

»Entiendo tus miedos, entiendo tus razones. No solo tuviste abuso sexual, sino también psicológico.

»¿Cómo carajos —que Alexis diga una mala palabra solo demuestra lo decepcionada que está— pretendes tu salir adelante sin dar de tu parte? ¿Por un milagro de Dios? Si creías que era así, te cuento que no lo es.

El silencio reina. Las palabras de Alexis son una fuerte cachetada, cachetada que me devuelve a la realidad.

»Das un paso al frente y tres hacia atrás, ¿cómo piensas avanzar así? ¿Cada vez que te salga algo mal vas a renunciar? Vamos, Aleixander.

—Alexis tiene razón, no puedes renunciar a seguir con tu vida solo porque apareció. Entendemos todo lo que te afectó, pero no debes permitir que lo siga haciendo —interrumpe Axel, viéndome con los brazos cruzados.

¿En qué momento entró?

Suspiro, analizando las últimas horas. En tan solo horas sentí que mi mundo se vino abajo, pero se vino abajo porque yo quise...

Soy un gran idiota.

No necesito más sermones. Le doy al botón verde sin pensarlo más.

Lo único que me recibe es el buzón de voz, era obvio que no contestaría.

—Sabes donde vive, ve a verla —dice Axael.

—¿En qué momento invadieron mi cuarto?

—Ve a verla —me dice Xahi. Ignorando mi queja.

Salgo del baño y me pongo unos zapatos rápidamente, tomo el labial, la tarjeta y la credencial.

—Los amo mucho, ¿bien? —les digo a los cuatro idiotas que me escoltaron hasta la salida. Ellos se limitan a sonreír.

Esta vez hago más lento mi camino a casa de Raven, así tengo más tiempo para pensar en cómo pedirle perdón.

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