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F: "No le hables".

K: "Pero nos pidió perdón"

F: "Tiene que sufrir un poco para entender que estuvo mal"

K: "Daah, no seas malo, Facu. Yo creo que ya lo entendió"

F: "¡¡Sos un blandito!! Tus Antepasados estarían decepcionados de vos"

K: "Mis antepasados seguramente lo hubieran apedreado o algo.
Mirá, este es el plan: Yo le hablo, estudio la situación y te cuento"

F: "Si te dice algo malo más te vale que me lo cuentes,
sino igual me voy a enterar y vas a sufrir las consecuencias"

K: "Dale, prometo contarte todo. Mejorate :D"


Facundo estaba con gripe, así que le tocó faltar a clases. Yo sabía que probablemente sus padres lo habían obligado a quedarse en casa, porque él no faltaba ni aunque se estuviera muriendo.

Yo consideré esa la oportunidad perfecta para conversar con Pablo sin que Facu lo asustara con su cara de culo. Mi amigo era un genio, pero podía ser muy intimidante cuando se enojaba con alguien.

A la hora del receso me acerqué a él. Traté de adoptar una posición pasiva: manos en los bolsillos, mirada baja; nada que pudiera intimidarlo de alguna manera.

—Hola —lo saludé de forma desinteresada—. ¿Podemos hablar?

Él estaba sentado en una de las bancas del patio, comiéndose unas papas fritas. Levantó la cabeza y asintió.

Me senté junto a él y de inmediato miró a nuestro alrededor.

—¿Y tu amigo?

—Está con gripe, no vino hoy.

Pablo alzó ambas cejas.

—Parece que está bastante enojado conmigo, ¿no?

—Bueno, ¿cómo decirlo? Facu es alguien con un carácter bastante especial. Vos lo ves como un flacucho que no caga nada pero muy en el fondo es como un león.

Pablo se rio. Por primera vez vi y escuché su risa y no pude evitar pensar que era preciosa.

—Un león... Sí, claro.

Después de ese comentario se formó un silencio muy incómodo que Pablo —para mi fortuna—rompió.

—Y... ¿Cómo te llamás? —me preguntó.

—Soy Karim.

Pablo alzó ambas cejas.

—Qué nombre tan original. Ya de por sí cuando los profes mencionaban tu apellido me parecía bastante curioso.

—Mi padre es árabe —le expliqué—, es por eso.

Él asintió con energía.

—Listo, ahora todo tiene sentido. ¿Y tu amigo?

—Él se llama Facundo.

—Bien, supongo que en algún momento tendré la chance de decirle "mucho gusto" si es que no quiere matarme.

Ambos nos reímos.

—Yo soy Pablo.

—Lo sé, cuando te presentaron en la clase me quedó tu nombre grabado.

Pablo me miró sorprendido y en ese momento sentí un montón de vergüenza.

—Disculpá si es raro o algo —dije enseguida.

—No, ni ahí, está todo re bien—respondió él—, me copa la gente que memoriza esa clase de cosas, es un garrón olvidarse de los nombres, pasás vergüenza. A mí me pasa, aunque creo que del tuyo no me voy a olvidar. —Lo miré con una amplia sonrisa y enseguida, él aclaro—Porque es un nombre poco común.

La verdad es que no era la primera vez que me lo decían. Pero de una forma u otra, me alegraba que Pablo se acordara de mí de alguna manera. 

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