¿Cómo Pasó?

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Voldemort rió suavemente en el oído de Harry; luego retiró el dedo y siguió dirigiéndose a los mortífagos.

—Me equivoqué, amigos, lo admito. Mi maldición fue desviada por el loco sacrificio de la mujer y rebotó contra mí. Aaah… un dolor por encima de lo imaginable, amigos. Nada hubiera podido prepararme para soportarlo. Fui arrancado del cuerpo, quedé convertido en algo que era menos que espíritu, menos que el más sutil de los fantasmas… y, sin embargo, seguía vivo. Lo que fui entonces, ni siquiera yo lo sé… Yo, que he ido más lejos que nadie en el camino hacia la inmortalidad. Vosotros conocéis mi meta: conquistar la muerte. Y entonces fui puesto a prueba, y resultó que alguno de mis experimentos funcionó bien… porque no llegué a morir aunque la maldición debiera haberme matado. No obstante, quedé tan desprovisto de poder como la más débil criatura viva, y sin ningún recurso que me ayudara… porque no tenía cuerpo, y cualquier hechizo que pudiera haberme ayudado requería la utilización de una varita.-

»Sólo recuerdo que me obligué a mí mismo a existir, sin desfallecer. Me establecí en un lugar alejado, en un bosque, y esperé… Sin duda, alguno de mis fieles mortífagos trataría de encontrarme… alguno de ellos vendría y practicaría la magia que yo no podía, para devolverme a un cuerpo. Pero esperé en vano.<<

Un estremecimiento recorrió de nuevo el círculo de los mortífagos. Voldemort dejó que aquel estremecimiento creciera horriblemente antes de continuar:

—Sólo conservaba uno de mis poderes: el de ocupar los cuerpos de otros. Pero no me atrevía a ir a donde hubiera abundancia de humanos, porque sabía que los aurores seguían buscándome por el extranjero. En ocasiones habité el cuerpo de animales (por supuesto, las serpientes fueron mis preferidos), pero en ellos no estaba mucho mejor que siendo puro espíritu, porque sus cuerpos son poco aptos para realizar magia… y, además, mi posesión de ellos les acortaba la vida. Ninguno duró mucho.-

»Luego… hace cuatro años… encontré algo que parecía asegurarme el retorno. Un mago joven y confiado vagaba por el camino del bosque que había convertido en mi hogar. Era la oportunidad con la que había estado soñando, pues se trataba de un profesor del colegio de Dumbledore. Fue fácil doblegarlo a mi voluntad… Me trajo de vuelta a este país, y después de un tiempo ocupé su cuerpo para vigilarlo de cerca mientras cumplía mis órdenes. Pero el plan falló: no logré robar la piedra filosofal. Perdí la oportunidad de asegurarme la vida inmortal. Una vez más, Harry Potter frustró mi intento…<<

Volvió a hacerse el silencio. Nada se movía, ni siquiera las hojas del tejo. Los mortífagos estaban completamente inmóviles, y en las máscaras les brillaban los ojos, fijos en Voldemort y en Harry.

—Mi vasallo murió cuando dejé su cuerpo, y yo quedé tan debilitado como antes —prosiguió Voldemort—. Volví a mi lejano refugio temiendo que nunca recuperaría mis poderes. Sí, aquéllos fueron mis peores días: no podía esperar encontrarme otro mago cuyo cuerpo pudiera ocupar… y ya había perdido toda esperanza de que mis mortífagos se preocuparan por lo que hubiera sido de mí.-

Uno o dos de los enmascarados hicieron gestos de incomodidad, pero Voldemort no hizo caso.

—Y entonces, no hace ni un año, cuando ya había abandonado toda esperanza, sucedió al fin: un vasallo volvió a mí. Colagusano, aquí presente, que había fingido su propia muerte para huir de la justicia, fue descubierto y decidió volver junto a su señor. Me buscó por el país en que se rumoreaba que me había ocultado… ayudado, claro, por las ratas que fue encontrando por el camino. Colagusano tiene una curiosa afinidad con las ratas, ¿no es así? Sus sucios amiguitos le dijeron que, en las profundidades de un bosque albanés, había un lugar que evitaban, en el que animales pequeños como ellas habían encontrado la muerte al quedar poseídos por una sombra oscura.-

»Pero su viaje de regreso a mí no careció de tropiezos, ¿verdad, Colagusano? Porque una noche, hambriento, en las lindes del mismo bosque en que esperaba encontrarme, paró imprudentemente en una posada para comer algo… ¿y a quién diríais que halló allí? A la mismísima Bertha Jorkins, una bruja del Ministerio de Magia.<<

»Ahora veréis cómo el hado favorece a lord Voldemort: aquél podría haber sido el final de Colagusano y de mi última esperanza de regeneración, pero Colagusano (demostrando una presencia de ánimo que nunca habría esperado hallar en él) convenció a Bertha Jorkins de que lo acompañara a un paseo a la luz de la luna; la dominó… y la trajo hasta mí. Y Bertha Jorkins, que podría haberlo echado todo a perder, resultó ser un regalo mejor del que hubiera podido soñar… porque, con un poco de persuasión, se convirtió en una verdadera mina de información.<<

»Fue ella la que me dijo que el Torneo de los tres magos tendría lugar en Hogwarts durante este curso, y también la que me habló de un fiel mortífago que estaría deseando ayudarme, si conseguía ponerme en contacto con él. Me dijo muchas cosas… pero los medios que utilicé a fin de romper el encantamiento que le habían echado para borrarle la memoria fueron demasiado fuertes, y, cuando le hube sacado toda la información útil, tenía la mente y el cuerpo en tan mal estado que no había arreglo posible. Ya me había servido. No podía encarnarme en su cuerpo, así que me deshice de ella.<<

Voldemort sonrió con su horrenda sonrisa. Sus rojos ojos tenían una mirada cruel y extraviada.

—El cuerpo de Colagusano, por supuesto, era poco adecuado para mi encarnación, puesto que todos lo creían muerto y, de ser visto, atraería demasiado la atención. Sin embargo, él fue el vasallo que yo necesitaba, dotado de un cuerpo que puso a mi servicio. Y, aunque no es un gran mago, pudo seguir las instrucciones que le daba y que me fueron devolviendo a un cuerpo, al mío propio, aunque débil y rudimentario; un cuerpo que podía habitar mientras aguardaba los ingredientes esenciales para el verdadero renacimiento… Uno o dos encantamientos de mi invención, un poco de ayuda de mi querida Nagini… —los ojos de Voldemort se dirigieron a la serpiente, que no dejaba de dar vueltas—, una poción elaborada con sangre de unicornio, y el veneno de reptil que Nagini nos proporcionó… y retomé enseguida una forma casi humana, y me encontré lo bastante fuerte para viajar.-

»Ya no había esperanza de robar la piedra filosofal, porque sabía que Dumbledore se habría ocupado de destruirla. Pero estaba deseando abrazar de nuevo la vida mortal, antes de buscar la inmortal. Así que me propuse expectativas más modestas: me conformaría con retornar a mi antiguo cuerpo, y a mi antigua fuerza.<<

»Sabía que para lograrlo (la poción que me ha revivido esta noche es una vieja joya de la magia oscura) necesitaría tres ingredientes muy poderosos. Bueno, uno de ellos ya estaba a mano, ¿verdad, Colagusano? Carne ofrecida por un vasallo…<<

»El hueso de mi padre, naturalmente, nos obligaba a desplazarnos a este lugar, donde está enterrado. Pero la sangre de un enemigo… Si por Colagusano hubiera sido, habría utilizado la de cualquier mago, ¿verdad? Cualquier mago que me odiara… ¡y hay tantos que todavía lo hacen! Pero yo sabía a quién tenía que usar si quería ser aún más fuerte de lo que había sido antes de mi caída: quería la sangre de Harry Potter, quería la sangre del que me había desprovisto de fuerza trece años antes, para que la persistente protección que una vez le dio su madre residiera también en mis venas. <<

»Pero ¿cómo atrapar a Harry Potter? Porque ha estado mejor protegido de lo que incluso él imagina, protegido por medios ingeniados hace tiempo por Dumbledore, cuando se ocupó del futuro del muchacho. Dumbledore invocó magia muy antigua para asegurarse de que el niño no sufría daño mientras se hallaba al cuidado de sus parientes. Ni siquiera yo podía tocarlo allí… También está el hecho de que Harry Potter, aquí presente, está protegido por un Fénix, pero ni la gran Fénix de aire pudo protegerlo ya. Luego, naturalmente, estaban los Mundiales de quidditch. Pensé que su protección se debilitaría en el estadio, lejos de sus parientes y de Dumbledore, pero de nuevo estaba el obstáculo del Fénix, quién atacó a mi fiel mortífago y por supuesto yo todavía no me encontraba lo bastante fuerte para intentar secuestrarlo en medio de una horda de magos del Ministerio. Y después el muchacho volvería a Hogwarts, donde desde la mañana a la noche estaría bajo la nariz aguileña de ese loco amigo de los muggles. Así que ¿cómo podía atraparlo?<<

»Pues, por supuesto, aprovechándome de la información de Bertha: usando a mi único mortífago fiel, establecido en Hogwarts, para asegurarme de que el nombre del muchacho entraba en el cáliz de fuego, usándolo para asegurarme de que el muchacho ganaba el Torneo… de que era el primero en tocar la copa, la Copa que mi mortífago habría convertido en un traslador que lo traería aquí, lejos de la protección de Dumbledore, a mis brazos expectantes. Y aquí está… el muchacho que todos vosotros creíais que había sido «mi caída».

Los mortífagos guardaron silencio, pero la voz de Bianca se escuchó.

-¿Y porqué meter a la heredera Fénix? – Preguntó la mujer

-Eso fue por capricho del idiota que envié, pero eso me ayudaría a asesinarla- Explicó Voldemort.

Voldemort avanzó lentamente, y volvió su rostro a Harry. Levantó su varita.

—¡Crucio!-

Chloe se contuvo de recibir la maldición por Harry pensando en que no debía de meterse aún. Las carcajadas de los mortífagos resonaban en la noche.

—Creo que veis lo estúpido que es pensar que este niño haya sido alguna vez más fuerte que yo —dijo Voldemort —. Pero no quiero que queden dudas en la mente de nadie. Harry Potter se libró de mí por pura suerte. Y ahora demostraré mi poder matándolo, aquí y ahora, delante de todos vosotros, sin un Dumbledore que lo ayude ni una madre que muera por él. Le daré una oportunidad. Tendrá que luchar, y no os quedará ninguna duda de quién de nosotros es el más fuerte. Sólo un poquito más, Nagini —susurró, y la serpiente se retiró deslizándose por la hierba hacia los mortífagos—. Ahora, Colagusano, desátalo y devuélvele la varita.-

Colagusano se acercó a Harry, que intentó sacudirse su aturdimiento y Apoyar en los pies el peso del cuerpo antes de que le desataran las cuerdas.

Colagusano levantó su nueva mano plateada, le sacó la bola de tela de la boca, y luego, de un solo golpe, cortó todas las ataduras que sujetaban a Harry a la lápida.

Durante una fracción de segundo, Harry podría haber pensado en huir, pero los mortífagos cerraban filas, tapando los huecos de los que faltaban y formando un cerco más apretado en torno a Voldemort y él, además de que jamás, en su vida, dejaría a Chloe ahí.

Colagusano se dirigió hacia el lugar en que yacía el cuerpo de Cedric, y regresó con la varita de Harry, que le puso con brusquedad en la mano, sin mirarlo, para volver luego a ocupar su sitio en el círculo de mortífagos.

—¿Te han dado clases de duelo, Harry Potter? —preguntó Voldemort con voz melosa. Sus rojos ojos brillaban a través de la oscuridad.

Chloe se alarmó, Harry no sabía usar otro hechizo que no fuese Expeliarmus, ella que había practicado con él todo el año lo sabía mejor que nadie.

—Saludémonos con una inclinación, Harry —dijo Voldemort, agachándose un poco, pero sin dejar de presentar a Harry su cara de serpiente—. Vamos, hay que comportarse como caballeros… A Dumbledore le gustaría que hicieras gala de tus buenos modales. Inclínate ante la muerte, Harry.-

Los mortífagos volvieron a reírse. La boca sin labios de Voldemort se contorsionó en una sonrisa. Harry no se inclinó. No iba a permitir que Voldemort se burlara de él antes de matarlo… no iba a darle esa satisfacción…

—He dicho que te inclines —repitió Voldemort, alzando la varita.

Harry sintió que su columna vertebral se curvaba como empujada firmemente por una mano enorme e invisible, y los mortífagos rieron más que antes.

—Muy bien —dijo Voldemort con voz suave, y, cuando levantó la varita, la presión que empujaba a Harry hacia abajo desapareció—. Ahora da la cara como un hombre. Tieso y orgulloso, como murió tu padre…-

»Señores, empieza el duelo<<

Voldemort levantó la varita una vez más, y, antes de que Harry pudiera hacer nada para defenderse, recibió de nuevo el impacto de la maldición cruciatus.

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