Capítulo 02

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

POV. Yeontan

—¡Listo! —emitió cansado el humano tonto al terminar de haberme cepillado el pelaje.

Yo solo rodé los ojos ante su torpe emoción. Cepillarme el pelo no debería ser una obligación, sino un honor. ¿Quién entiende a ese malagradecido?

No le tomé mucha más importancia y me encaminé cuidadosamente hacia el espejo del hotel para apreciar mi recién cepillado pelaje.

Cada vez que me veo me sorprendo más, como si mi belleza aumentara todas las veces que le doy el privilegio a un espejo de reflejar mi figura.

Di un par de vueltas para observarme mejor y estando satisfecho, giré en dirección al muerde almohadas que tengo por súbdito.

Digo, mayordomo.

—¿Contento? —cuestionó poniéndose de pie, comenzó a caminar y buscó entre un par de cosas mi correa— Lo sacaré a pasear ahora, luego podemos ir a dar una vuelta aquí cerca hasta que anochezca.

Yo tan solo me senté esperando a que me colocara la correa, tratando de mostrarme calmado como digno ejemplo de perro fino que soy. He ido a lugares más emocionantes, podría ir a la mismísima luna con solo pedirlo.

No debería emocionarme por cosas tan cotidianas como ir a un parque común y corriente para cumplir con las necesidades básicas de todo ser vivo, no obstante mi cola me traiciona. 

Esa lunática hiperactiva no deja de moverse nunca.

—Listo, andando, Amo Yeontan.

Me levanté y lo seguí, él cogió un juego de bolsas y un par de guantes para luego salir junto a mí.  

La otra vez se embarró todita la mano. Me daría asco, pero fue con algo que salió de mí, por lo que fue un privilegio.

Si yo fuera él, estaría agradecido.

Dejando a un lado todos los lujos que disfruta este humano tonto, veamos los míos.

Se siente tan bien saber que en este hotel no se permiten perros y yo soy la única excepción que hacen. Todos me ven pasar y me quedan viendo, saben que debo ser un perro importante y de familia adinerada para tener semejante privilegio. Soy su superior y me guardan respeto como debe ser.

Eso o mi tamaño les sorprende. 

—Amo Yeontan, ya estamos aquí, por favor vaya con calma.

Con calma dice, si supiera que yo soy el perro más pacífico del...

¡Un árbol!

Rápido, rápido, muévete, tengo que marcarlo ¡es mío!

—Amo Yeontan, más despacio, tiene toda la tarde para hacer sus necesidades.

Cierra esa bocota que tienes y déjame orinar en paz.

—Se va a despeinar si va tan rápido.

Pues me peinas de nuevo, querido. Problema mío no es.

¡Otro árbol!

[...]

—¿Terminó? —preguntó colocándose alcohol en las manos.

Ladré dándole a entender que sí.

—Quiero algo dulce, pero no puedo pedir nada. Dejé mi teléfono en casa. 

Ni con traductor podrías hacer algo, no entiendes ni la moneda de aquí.

—¿Le parece si caminamos un par de cuadras y luego volvemos al hotel? —cuestionó bajando su mirada para verme.

Yo asentí y él sonrió comenzando la caminata mencionada en la que poco a poco nos alejamos más.

Lindas calles, aunque estas últimas están algo sucias para mi gusto. Mañana salgo con zapatos para no ensuciar mis almohadillas.

No es posible que me esté ensuciando así, siento el polvo en mis patitas. Ugh...

Vaya, se me hace extraño que demos vueltas constantemente aunque lo dejaré pasar porque no quiero pensar en nada más que no sea en lo increíble que me veo en calles extranjeras. 

—Amo Yeontan —llamó el humano tonto con cierta tonalidad inquietante.

¿Y ahora qué quiere este pedazo de ser dependiente que nada puede hacer sin preguntarme? 

Ah, pero cuando está a solas con mi dueño, ahí nadie le tiene que decir qué hacer, al contrario, él solito hace su tarea. 

Ya desenvuélvete solo y déjame disfrutar de mi lujosa y pacífica vida en paz.

—No se asuste, pero creo que nos están siguiendo.

Maldición lo sabía, mi belleza no es algo que pase desapercibido. Soy demasiado llamativo como para pasear como si fuera un perro cualquiera por estas calles y ahora tengo mi merecido por descuidado.

Ponte las gafas de sol me decía mi yo interior antes de salir, ponte las gafas o te van a reconocer. Y el pequeño perro es terco, soy un terco como para no hacerme caso.

Me quieren secuestrar porque saben que obtendrán una recompensa considerable por este cuerpo mío, soy una obra de arte andante condenada a huir de los que me siguen.

—Acelere el ritmo, vamos. —pidió tirando de la correa mostrándose notablemente angustiado.

Oh sí, a tus órdenes. Sin ningún problema seguiré el paso de tus enormes y largas piernas de humano.

¡Animal! ¿No ves que no puedo ir más rápido?

¿Tu minúsculo cerebro no procesa que estas patas cortas no ayudan? Están hechas para modelar mas no para correr, soy un perro de bolsa y por eso las almohadillas de mis patas deben estar como de cachorro.

—Esto no funciona, debemos ir más rápido así que lo voy a cargar.

Hasta que por fin se te prende el foquito, aleluya. Solo levántame y llévame con cuidado porque odiaría que mi pelaje se aplaste por culpa de un acosador de buenos gustos.

—Aún lo puedo ver, es el de ropa negra —susurró— rayos, en qué momento dejé el teléfono. Si llamara a Taehyung, vendría por nosotros al instante. Esto no puede estar pasando.

Tú sigue caminando hasta perderlo, solo no corras porque sospecharía.

Sigue así y, oh no... esta calle... estás caminando sin rumbo ¿cierto? ¡No te metas a donde no conoces! 

Tan fácil que era regresar al hotel y al jovencito se le ocurre caminar en dirección opuesta. Cómo se nota que no piensa.

Regresa ahora o no podrán reconocer los cuerpos, ni siquiera nos encontrarán.

Tú como no les interesas vas a terminar en trocitos dentro de varias bolsas negras alrededor de todo el país. Si tienes suerte tus órganos les servirán para ganar algo de dinero.

Mientras que a mí son capaces de convertirme en una alfombra por mi lindo pelaje, pero si tengo suerte seré comprado enterito por una familia de narcotraficantes.

Aunque de ser así, tendría mis lujos...

¡No! ¿Qué estoy pensando? No puedo ser secuestrado, no ahora, un par de tontos dependen emocionalmente de mí.

Ya humano tonto, regresa. Da media vuelta y si no tienes opción corre ¡corre y no mires atrás!

—¡Se está acercando! —dijo alarmado comenzando a correr.

¿Qué tipo de seguridad hay en este país? ¡Corre humano tonto y piensa bien a dónde! ¡Mi vida depende de tu velocidad y destreza para escapar!

Pongo las patas al fuego por tu rapidez, sin embargo, tu inteligencia me inquieta y mucho.

—No tenemos de otra. Tenemos que usar el transporte público si queremos perderlo —comentó mirando a todos lados— creo que veo una parada de bus.

Sí, transporte público, transporte ¡¿público!? ¿Humano tonto, por quién me tomas?

Oh no, no, no, no, no ¡No!

Estás muy equivocado si crees que me voy a subir a esa cosa. Kim Yeontan y servicio público no van en la misma oración.

No te atrevas a subirme a algo así, te lo prohíbo. Si me subes a esa monstruosidad llena de gérmenes y personas corrientes entonces te despido.

No me va a temblar la pata para cumplir lo que digo. Soy capaz de ponerte hasta una multa por violar mi integridad personal privilegiada.

—Sé que debe estar planeando hasta mi velorio, —emitió casi sin aire y ya llegando a la parada que dijo— pero solo serán unas cuadras y nos bajamos. De lo contrario no la contamos. 

¡Agh! Bien, solo promete que no será más de cinco minutos y que quedará entre los dos. De aquí no sale.

Qué vergüenza. Kim Yeontan subido a un transporte público, el fin del mundo se acerca.

Respira, respira, solo serán unos minutos compartiendo el vehículo con personas de clase baja. Tómalo como un acto de caridad, Yeontan.

Eso es, caridad.

—¡Sube! —gritó como si el conductor no supiera que debía detenerse en el paradero.

El humano se fue acercando y colocó una de sus manos en la sucia puerta del transporte. Observé cómo una de mis delicadas patitas estaba por hacer contacto con el objeto.

Todo pasaba en cámara lenta, estaba cayendo en la desgracia. Mi vida estaba por dar un giro de trescientos sesenta grados frente a mis bellos ojos.

Y entonces, cuando pensé que ya todo estaba perdido, lo escuché.

Justo cuando el humano estaba por dar el impulso que nos subiría al transporte de gente cualquiera, algo lo detuvo.

—¡Disculpa, creo que esto es tuyo!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro