Capítulo 16

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Pov. Yeontan~

Es sublime... por donde lo veas, es perfecto. No tiene ningún punto de error porque es completamente impecable.

¡Bua ja ja ja ja! 

Es hora de llevar acabo el plan "MPAPPJAEPDTYVASUFF"

También llamado, "me perderé a propósito para juntar a ese par de tontos y volver a ser una familia feliz". O en mi idioma "Woof wof woof wof wof woof".

Es hora de comenzar, este es el punto clave de la operación.

—Muy bien, Amo Yeontan, espérame aquí y no se mueva. Voy a comprar el almuerzo —pidió el humano tonto amarrando mi correa al poste que está afuera de la tienda.

Para no levantar sospechas, acabo de sonreír lo mejor que pude. El tonto ni siquiera lo notó.

Tan solo ingresó al lugar y al instante me paré en dos patitas posándome sobre la puerta para observarlo. Gruñí al no ver nada debido a mi altura y comencé a dar saltitos.

Ya lo veo... ya lo vi... ya no me puede ver.

Mis prominentes y ejercitados muslos dejaron de impulsarme en los saltos que daba para luego regresar a mi posición inicial.

Mi pata raspó varias veces la placa de identificación prendida del collar de la cadena hasta lograr desprenderla. De inmediato la arrastré a la alcantarilla que tenía a cincuenta y cinco centímetros de mí.

No por nada elegí mi correa de sesenta centímetros. Las coincidencias no existen humano tonto.

Escuché como la placa hacía ruido al chocar con la parte profunda de la alcantarilla.
Sé que costó cien dólares, pero esa miseria no se compara con la importancia de mi plan, ahora solo queda esperar la siguiente fase.

Memoricé las calles, llevo dos días observando cada detalle de la ruta que tomamos y por fin mi memoria fotográfica me será útil.

Exactamente en diez segundos un viejito que alimenta palomas en el parque que queda a unas cuadras, pasará por aquí y me ayudará.

Cinco, cuatro, tres, dos... uno, ahí está.

Todo lo que debo hacer es tirarme al suelo y sacar la lengua, simulando que mi escultural cuerpo estaba deshidratado.

El anciano me miró sobresaltado, observó que no tenía placa así que soltó la cadena rápidamente.

—Poor little doggo (Pobre pequeño perro) —emitió al haberme liberado del amarre de la correa.

Repetía una y otra vez lo inhumanos que eran los humanos al dejar a un pobre perrito sin dueño como yo amarrado, bajo el sol y sin rastros de agua cerca.

Lo que no sabe es que yo no tengo ni un pelo de pobre.

En el instante en el que me sentí libre, salí disparado lejos de allí, doblé astutamente en uno de los callejones cerca.

¿Dudas acerca de mi plan? Ninguna

A esta hora no pasa ningún policía por la zona porque es su momento de almuerzo, tampoco me grabará ninguna cámara de seguridad por el atajo que tomé.

Ugh, mis patitas se están llenando de barro al pasar por este atajo que parece abandonado. ¡Y ese olor! Parece de gato muerto.

Sí es un gato muerto.

Maldición, Yeontan acelera el paso antes de vomitar. Sigue la luz de la gloriosa salida y aguanta tu valiosa respiración.

¡Por fin! Ahora solo queda encaminarse al parque donde esperaré antes de ir al hotel de los tontos, llegaré a las siete de la noche porque a esa hora el teléfono del humano tonto va a descargarse y necesitará su cargador que escondí bajo su almohada.

Entonces me encontrarán, nos abrazaremos, se perdonarán, se besarán y bueno, lo que sigue ya es cosa que animales.

Veamos, una cuadra a la izquierda, giró a la derecha, de frente... otro giro a la derecha, otro giro a la derecha, dos cuadras más y a la izquierda... ¡llegué!
Llegar fue croqueta comida.

Ahora, ¿voy a los árboles? ¿Descanso bajo la sombra de una banca? ¿Doy una caminata?

¡Auch!

No sé cómo, acabo de chocar con algo... oh, ya vi al sujeto en cuestión, maldito torpe que no se fija por dónde va.
¿Qué es esto? ¿Una rata con barbas?

—Bob! —la voz de una señora de avanzada edad resonó alarmada mientras se agachaba para observar a su perrito que había caído al chocar conmigo.

Claro, mi musculatura se encargó de tumbarlo.

No es como si yo también hubiera caído patas arriba, claro que no, eso lo hice intencionalmente.

—Oh, you flea dog! (Oh, tú perro pulgoso) —renegó mirándome mientras acariciaba a su perro— Look where you going! (¡Fíjate por dónde vas!) —emitió en voz alta frunciendo el ceño.

¡Le doy cinco segundos para que se dirija con respeto hacia mí!

Al parecer mis gruñidos y ladridos asustaron a su perro, que se colocó detrás de ella.

Tanto fue el miedo que generé, que una especie de supervisor de parques se acercó para ver de lo que se trataba, pues la señora gritaba aterrada.

—Hey lady, what's wrong? (Señorita, ¿cuál es el problema?) —cuestionó acercándose a paso rápido el hombre.

"Este perro es un peligro para la sociedad. Parece que tiene rabia, es agresivo y violento" 

Fue la descripción que dio de mí. Parecía histérica reclamando mi comportamiento. Yo no me moví de mi lugar, al contrario, seguí ladrando para escuchar con gracia toda la exagerada escena que estaba armando la señora.

Pero cuando menos lo esperaba, sentí un collar rodear mi cuello con fuerza el cual provocó que me sobresaltara y girara a mirar, encontrándome con un extraño y una camioneta de la que había bajado.

Tratando de soltarme, comencé a retorcerme y buscar morder el asqueroso collar me impedía salir corriendo. 

"¡Le dije que era un perro rabioso!" Insistió la dueña del perro barbudo y cobarde.

El extraño que sostenía el collar, se encaminó a la camioneta, arrastrándome junto con él. Al llegar, no fue amable y me tiró dentro de una de las jaulas que había en la parte trasera, no esperó mucho antes de cerrar con brusquedad y dejarme a oscuras.

Tan solo sentía los desniveles de la pista, perdí la noción del tiempo y lo único que podía hacer para sentirme, según mis limitaciones, más seguro fue hacerme bolita en un rincón de la fría jaula.

Cuando menos lo pensé la luz invadió el espacio de golpe, el hombre tomó la jaula en sus manos y se abrió paso aun lugar de pésimas condiciones en el que ingresamos. Ya dentro, no me lo podía creer, cada paso que daba el hombre era una jaula de perros descuidados.

Y cuando parecía que ya casi no había espacio, llegamos al final del pasillo. La única celda vacía.

El hombre abrió mi jaula y la movió bruscamente para que yo saliera, cayendo sobre el piso empolvado de lo que sería mi espacio. Corrí rápidamente al fondo de la pequeña celda y observé con respiración agitada a mi alrededor.

Pasaron un par de minutos antes de escuchar al hombre regresar y abrir la puerta para meter dos tazones de plástico sucios, acercó a mí el primero.

—Por si tienes sed.

¿Qué es esto? ¿Agua de grifo? ¿Acaso me vio cara de pobre?

Vamos, que asco, quien sabe cuando le dieron mantenimiento a sus tuberías oxidadas y me vienen a dar esta agua con bichos y bacterias toda turbia.

—Y aquí está tu comida.

¿A esto le llamas comida? ¡Ja! Estás croquetas baratas y seguramente pasadas no van a pasar por mi selecto paladar.

¿No tendrán comidita gourmet por lo menos?

No... qué va a tener cosas buenas si la pared hasta moho tiene y ni hablar de las rejas oxidadas.

—Come bien, porque cuando este día llegue a su fin y si nadie viene a buscarte —realizó una pausa— me acompañarás al cuarto de sacrificios. Nadie va a querer un perro violento como tú y las jaulas no son infinitas, nos falta espacio como ya te habrás dado cuenta.

Tragué saliva ante lo que dijo el hombre.

—Maldita sea, estoy hablando con un perro estúpido —renegó para sí mismo— necesito un descanso —sin más abandonó el lugar. 

¿Dijo cuarto de sacrificios?

Giré mi vista al sentir una nariz húmeda oler mi retaguardia, por lo que retrocedí de inmediato al notar un gran perro que babeaba en la celda del costado. Me miraba con sus inquietantes ojos rojos mientras se relamía el hocico.

Humano tonto, por favor, no me dejes aquí.

...

La pregunta sería, ¿cómo imaginan la voz de Yeontan?

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